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Los hermanos Dardenne encuentran la felicidad gracias a Marion Cotillard
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estreno de 'dos días y una noche'

Los hermanos Dardenne encuentran la felicidad gracias a Marion Cotillard

Los directores belgas estrenan su última película, 'Dos días y una noche', tras presentarla en Cannes e inaugurar la Seminci. Cine social con sentimiento

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Los hermanos Dardenne están felices. O al menos lo parece. Su cine de color gris ha dado un giro en sus dos últimas películas (El niño de la bicicleta y Dos noches y un día, que llega hoy a las salas). Ahora es luminoso, brilla, entra el sol. La luz nunca fue tan importante en la carrera de los belgas. Sus filmes se han hecho optimistas, o al menos terminan con un halo de esperanza que antes no encontrábamos. Eso no quiere decir que los directores hayan traicionado sus principios más importantes. Ellos siguen realizando su cine social pegado a la realidad, ahora más importante que nunca.

Quizás sea el presente (y el futuro) tan horrible que se presenta, pero las historias reales de obreros y gente de a pie de su cine ya no asfixian tanto. Siguen emocionando por reales y humanas, y ahora incluso conectan con un público más amplio. Paradojas en la obra de dos directores que no pueden ser más fieles a su estilo. El estilo Dardenne. Esa forma de pegar la cámara al cogote de un personaje hasta que sepamos cómo respira, cómo vive, cómo sufre y cómo la sociedad le maltrata de alguna forma.

Todo eso está en Dos días y una noche. El único de filme de toda su carrera en la que alguien manifiesta ser feliz. La película cuenta la historia de Sandra, una trabajadora que, tras una baja por depresión, debe volver al trabajo. Sin embargo, tras una votación de sus compañeros la empresa ha decidido que será despedida para que el resto pueda obtener una prima de 1.000 euros. Sandra tendrá un fin de semana para conseguir convencer a sus compañeros que cambian su voto. 16 personas a las que visitar y explicar su situación y que la solidaridad ahora, es más importante que nunca. 16 frescos del mercado laboral y de la vida del trabajador medio en una ciudad belga. Es difícil ejecutar con tanta precisión una radiografía de las miseries de la gente, de nuestro egoísmo (el de Sandra y el de los demás), los belgas demuestran que nadie como ellos conoce lo que pasa de verdad en las calles de su país.

Un mensaje que se hace universal al ser una situación que pudiera darse en cualquier lugar del mundo. Por ello los realizadores tienen claro dónde tienen que colocar al espectador, como un trabajador más que tiene que decidir: ¿Qué harías tú? ¿Sacrificarías tu prima por una trabajadora a la que prácticamente no conoces?

Otra de las cosas que ha cambiado en el cine de los hermanos Dardenne es que desde El niño de la bicicleta han dejado que actrices famosas interpreten sus personajes principales. En esta ocasión es Marion Cotillard, a la que conocieron cuando produjeron De óxido y hueso, la que se deja la piel como una trabajadora puesta al límite.

Los realizadores comentaban en Valladolid, donde ha inaugurado la Seminci, que dudaron sobre si su halo de estrella e imagen de marcas lujosas podía ir en contra del personaje, pero que Cotillard les dejó con la boca abierta y han quedado enamorados de la francesa. No es para menos. La actriz hace fácil lo difícil. Consigue que el espectador empatice con un personaje complejo, del que se dan pocas pistas de su pasado.

Transmite fragilidad, pero a la vez fuerza. La pantalla se ilumina cuando Sandra sonríe o parece ser feliz, y lo hace gracias a la energía de Marion Cotillard. Con ella se notan menos las costuras del filme (una estructura que termina siendo repetitiva y que necesitaría alguna elipsis). Su conversación telefónica final, tan sencilla, tan real y tan tierna, es un prodigio de contención y emoción.

Los hermanos Dardenne tienen motivos para estar felices, siguen consiguiendo describir la mierda de sociedad que nos rodea y encima que salgamos contentos de la sala. Con un arma tan poderosa como Marion Cotillard es difícil no hacerlo.

Dos días y una noche

Dirección: Jean-Pierre y Luc Dardenne

Nacionalidad: Bélgica

Duración: 95 minutos

Género: Drama

Reparto: Marion Cotillard, Fabrizio Rongione, Pili Groyne, Simon Caudry, Catherine Salée

Los hermanos Dardenne están felices. O al menos lo parece. Su cine de color gris ha dado un giro en sus dos últimas películas (El niño de la bicicleta y Dos noches y un día, que llega hoy a las salas). Ahora es luminoso, brilla, entra el sol. La luz nunca fue tan importante en la carrera de los belgas. Sus filmes se han hecho optimistas, o al menos terminan con un halo de esperanza que antes no encontrábamos. Eso no quiere decir que los directores hayan traicionado sus principios más importantes. Ellos siguen realizando su cine social pegado a la realidad, ahora más importante que nunca.

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