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Volker Schlöndorff: "Los directores de cine no somos fieles a la memoria histórica"
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el director presenta en seminci su nuevo filme

Volker Schlöndorff: "Los directores de cine no somos fieles a la memoria histórica"

Un minuto. Un cambio de opinión en el último instante. Eso es lo que impidió que París se convirtiera en escombros en la Segunda Guerra Mundial.

Foto: El realizador alemán Volker Schlöndorff presentó su cinta, 'Diplomatie', en la sección oficial de Seminci (EFE)
El realizador alemán Volker Schlöndorff presentó su cinta, 'Diplomatie', en la sección oficial de Seminci (EFE)

Un minuto. Un cambio de opinión en el último instante. Eso es lo que impidió que París se convirtiera en escombros en la Segunda Guerra Mundial. Los nazis empezaban a agonizar y veían cercano su final, pero Hitler pensaba despedirse a lo grande, volando por los aires la capital francesa. El Louvre, la Torre Eiffel, la Bastilla... todos ellos estaban plagados de bombas preparadas para ser detonadas. El encargado de dar la orden, el general Von Cholitz, es el antihéroe del nuevo filme de Volker Schlöndorff, Diplomacia, que ayer se presentó en la Seminci.

El mítico director alemán, ganador del Oscar y la Palma de Oro por su adaptación de El tambor de hojalata, convierte una pieza teatral de Cyril Gély en una nueva oportunidad de revisar la memoria histórica de todo el mundo. En esta ocasión cuenta cómo el diálogo llevó al cónsul noruego, Raoul Nordling, a convencer a Von Cholitz de que de nada servía seguir las órdenes de Hitler. Dos personalidades antagónicas destinadas a entenderse y que crecen en la piel de dos grandes intérpretes como Neil Arestrup y André Dussollier.

El cine convertido en un gran libro de historia que obliga a releer la misma página, desde distintos puntos de vista, para que no cometamos los mismos errores. Sin embargo Schlöndorff no cree que su labor sea hacer "pedagogía". Como ha confesado a El Confidencial los directores están "reinventando el pasado constantemente", si alguien quiere verosimilitud ya tiene los documentales. "Necesitamos ficción, historias. Poner el pasado como nos gustaría que hubiera sido. Hay quienes dicen que es imporante recuperar la memoria histórica, pero creo que no somo fieles a ella, la falseamos", explica el realizador.

El alemán no se arruga al reconocer que es su mayor interés dar a conocer la historia de su país. La pulsión que le lleva a elegir un proyecto y otro no es más que la autosatisfacción: "Yo no pienso en el público cuando hago la película, intento comprobar qué es lo que me interesa personalmente. Los directores de cine no somos altruistas", comenta riendo.

Schlöndorff vuelve a la Segunda Guerra Mundial a pesar del gran número de películas que llegan cada año sobre el tema. Reitera que su interés por el conflicto no es histórico, sino que intenta "entender cómo sucedio aquello". "No entiendo cómo llegamos a estar en guerra. Cuando vengo a España, a Barcelona, a Valladolid, pienso: hace no tanto estos lugares estuvieron en guerra, porque la Guerra Civil es incluso más difícil de entender", comenta. Por ello su filme se centra más que en la memoria, en "aquello de lo que son capaces los seres humanos, de lo mejor y de lo peor".

El título de la película con la que opta a la Espiga de Oro es una declaración de intenciones. Diplomacia es lo que cree que necesita el mundo actual, pero también "implicación verdadera". "Cuando veo el lío en el que estamos, me pregunto si no hay nadie capac de hablar. Con tres llamadas entre Merkel y Putin no se va a arreglar el asunto", critica.

La música con sangre entra

También en la Sección Oficial se presentó hoy Whiplash, la última joyita salida de Sundance, festival con el que Seminci vive un flechazo. El año pasado fue Short Term 12 y este ha sido la segunda película de Damien Chazelle, la que ha llegado a Valladolid después de lograr allí el premio del público y el especial del jurado. Su nombre empieza a sonar también como la candidata indie para los próximos Oscar, donde casi seguro que se cuela J.K Simmons, el actor que da vida al obsesivo profesor de una escuela de música cuyos estrictos métodos convertirán la vida de sus alumnos en un infierno.

¿Recuerdan aquello de 'La fama cuesta, y aquí es donde la vais a empezar a pagar, con sudor', que decía la serie de televisión? Pues quítenle cualquier atisbo de optimismo y buen rollo y tendrán Whiplash. Un repaso a las escuelas para genios donde el sudor da paso a la sangre de las manos encalladas del batería que interpreta Miles Teller. Un joven que quiere ser el próximo genio de la música y será capaz de sacrificar su vida personal e incluso su salud por conseguirlo. A su lado un dictador que presiona a sus pupilos con el fin de descubrir al próximo Louis Armstrong.

Un prodigio de ritmo y mal rollo salpicado con música jazz. Whiplash no deja respirar ni un sólo momento y Chazelle hace sufrir al espectador sin darle tregua. Tres rondas de aplausos se ha llevado un filme que encuentra ese sitio exacto entre el gusto del gran público y el de la crítica más sesuda. Será un éxito y apunta a premio.

Un minuto. Un cambio de opinión en el último instante. Eso es lo que impidió que París se convirtiera en escombros en la Segunda Guerra Mundial. Los nazis empezaban a agonizar y veían cercano su final, pero Hitler pensaba despedirse a lo grande, volando por los aires la capital francesa. El Louvre, la Torre Eiffel, la Bastilla... todos ellos estaban plagados de bombas preparadas para ser detonadas. El encargado de dar la orden, el general Von Cholitz, es el antihéroe del nuevo filme de Volker Schlöndorff, Diplomacia, que ayer se presentó en la Seminci.

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