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estreno de 'la chica del 14 de julio'

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Estreno de la comedia francesa 'La chica del 14 de julio', de Antonin Peretjatko, una película entre la comedia más alocada y el cine de la nouvelle vague

Foto: Fotograma de 'La chica del 14 de julio'
Fotograma de 'La chica del 14 de julio'

El primer largometraje de Antonin Peretjatko es una alocada road-movie vacacional con la crisis económica de telón de fondo. La chica del 14 de julio entronca con la vertiente más fresca, luminosa y humorística del cine de la Nouvelle Vague, y pasa por la reivindicación de la libertad de costumbres propia de la comedia francesa de los setenta para afrontar con desenfado las consecuencias de las políticas laborales en la juventud contemporánea.

El día de la fiesta nacional francesa, Hector se queda prendado de Truquette, una muchacha que conoce mientras trabaja de vigilante en el museo del Louvre. Junto a tres amigos más deciden huir de París hacia el sur para disfrutar del verano. Pero sus planes se verán alterados cuando el gobierno decida cancelar las vacaciones como “medida excepcional ante la crisis”.

La chica del 14 de julio podría ser una actualización de Pierrot le Fou (1965), sin su trasfondo nihilista noir. Como en la película Jean-Luc Godard, aquí los protagonistas también escapan en coche hacia el mar huyendo de las convenciones de la vida burguesa que representa París. En la película, rodada en 16 mm en localizaciones mayoritariamente exteriores, predominan los colores vivos de la bandera francesa. Y Peretjatko también adopta una postura anárquica ante las reglas de la sintaxis cinematográfica: saltos de raccord, cambios en la velocidad de proyección, ruptura de la cuarta pared por parte de personajes que interpelan al espectador, desprecio a la coherencia narrativa... Al mismo tiempo, el film sintoniza con esas comedias de los setenta, estilo Los rompelotas (Bertrand Blier, 1974), donde los protagonistas vivían de acuerdo con los principios sesentayochescos.

A su manera, La chica del 14 de julio es una comedia política que articula su discurso a través del humor absurdo. En medio de la pomposidad del desfile de las fuerzas armadas con que abre el film, la protagonista vende prensa de izquierdas y pequeñas guillotinas a modo de recordatorio de los ideales que deberían conmemorarse en esta fecha. Truquette intenta ganarse así algún euro en un panorama no muy alentador para los jóvenes de su generación: el diploma universitario que acaba de obtener no le sirve para nada en las agencias de colocación, sus colegas viven de empleos precarios o trabajan sin el título correspondiente.

Estos veinteañeros deciden disfrutar del verano, contraviniendo las consignas constantes que invitan a trabajar cada vez más por menos dinero. Mientras el presidente de la república recorta el verano, un personaje saluda la escapada con un “gracias, Frente Popular”, en recuerdo del gobierno que instauró las vacaciones pagadas en Francia.

Pero, más allá de alguna referencia política concreta, La chica del 14 de julio apuesta por los valores revolucionarios desde sus propias formas: esta es una película libre y ligera, que celebra el amor y la joie de vivre sin ceñirse a demasiadas obligaciones narrativas. Su humor tampoco se somete a ninguna regla. Tanto apuesta por el gag recurrente (el pijo tonto y las guillotinas, en apariencia, de juguete) como por el slapstick (persecuciones entre ladrones vestidos de policía y policías no muy atinados), el humor visual (la estatua desnuda que se sobrepone al cuerpo de la protagonista) o el absurdo (la banda municipal que se cuela sin más en una habitación de jóvenes veraneantes).

Tan francesa como su propio título permite deducir, la película incluso se mofa de los tics típicos de esta cinematografía como el de incluir constantes referencias cultas: aquí hay alguna chanza a propósito de Guy Debord o de la afición por clasificar a alguien según sus preferencias literarias.

Antonin Peretjatko es consciente de la tradición cinematográfica de la que bebe, pero no la convierte en un modelo a imitar devotamente. Su ópera prima es un buen ejemplo de un nuevo cine francés alérgico a la gravedad, el academicismo y la rigidez, que ha tomado buena nota de las lecciones de los maestros del pasado para poder encarar con humor los problemas del presente. Frente a la progresiva imposición de una dictadura del trabajo mal remunerado, La chica del 14 de julio reivindica las vacaciones veraniegas también como estado de ánimo.

La mayoría de nombres que conforman el reparto de La chica del 14 de julio, Vimala Pons, Grégoire Tachnakian, Marie-Lorna Vaconsin..., son poco conocidos. Excepto el de Vincent Macaigne. Aunque su rostro todavía resulte poco familiar por estos lares, el actor que encarna a Pator, el joven médico sin titulación aficionado a los puros, es una de las figuras más reconocidas en Francia en el campo de la interpretación y la puesta en escena. Actor y director tanto en cine como en teatro, su físico desgarbado, su talento innegable y el hecho de que se esté convirtiendo en una presencia recurrente en las películas de una hornada de nuevos directores franceses, han propiciado que algunos medios le saluden como el nuevo Gérard Depardieu.

La chica del 14 de julio

Dirección:Antonin Peretjatko

Duración: 88 minutos

Género: Comedia

Nacionalidad: Francesa

Intérpretes:Vimala Pons, Vincent Macaigne, Marie-Lorna Vaconsin, Grégoire Tachnakian, Thomas Schmitt

El primer largometraje de Antonin Peretjatko es una alocada road-movie vacacional con la crisis económica de telón de fondo. La chica del 14 de julio entronca con la vertiente más fresca, luminosa y humorística del cine de la Nouvelle Vague, y pasa por la reivindicación de la libertad de costumbres propia de la comedia francesa de los setenta para afrontar con desenfado las consecuencias de las políticas laborales en la juventud contemporánea.

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