Miedo a un planeta de personas maduras
La nueva película de Noah Baumbach plantea el fin de una amistad como si de una ruptura amorosa se tratase. Frances lleva tiempo compartiendo piso con
La nueva película de Noah Baumbach plantea el fin de una amistad como si de una ruptura amorosa se tratase. Frances lleva tiempo compartiendo piso con su mejor amiga Sophie. Se divierten tanto que Frances incluso rechaza la propuesta de su novio para mudarse juntos. No se le ha pasado por la cabeza cambiar su estilo de vida. Hasta que Sophie le anuncia que se traslada al apartamento, mucho mejor situado, de una conocida común. En lugar de alegrarse por la felicidad de su amiga, Frances siente como el mundo se derrumba a su alrededor. E inicia un peregrinaje por varias viviendas y trabajos en busca de una nueva estabilidad.
Rodada en blanco y negro en Nueva York, Frances Ha entronca en su estética y su espíritu con toda una tradición de cine independiente norteamericano pero también con la Nouvelle Vague francesa. La película es consciente de sus raíces, no solo a través de sus constantes guiños musicales, como el homenaje explícito a Mala sangre de Leos Carax cuando la protagonista arranca a correr al ritmo de Modern Love de David Bowie. Los personajes de Frances Ha se mueven por Nueva York como los de las primeras películas de Woody Allen, y establecen relaciones donde se confunden las fronteras entre amistad y amor como en un filme de François Truffaut.
Al mismo tiempo, la película conecta con la mayor inquietud de tantas comedias y melodramas estadounidenses actuales: el miedo a madurar. Toda niña o adolescente ha sufrido el momento en que la relación con su mejor amiga se ve alterada por un cambio inesperado: la aparición de un novio, el traslado de vivienda o colegio... Las promesas de amistad eterna se rompen. Ese espacio de perfecta complicidad, hasta entonces hermético a cualquier atisbo de influencia externa, se fractura de manera irreparable.
Es un desengaño habitual en el proceso de madurez que la protagonista de Frances Ha vive a una edad un poco superior a la media. Frances siente celos de su mejor amiga como si fuera una adolescente que todavía no ha descubierto el sexo. Baumbach retrata todo el proceso de ruptura de esta amistad del mismo modo en que trataría el final de un romance. Frances vive su propio proceso de duelo y se ve enfrentada a la necesidad de rehacer una vida que nunca consideró cambiar. A todo ello se le unen los problemas habituales de cualquier joven no adinerado que desea instalarse en Nueva York: mantener un trabajo, pagar el alquiler...
La película vaya mas allá del típico filme indie de diálogos frescos y brillantes para acercarse por momentos a la pantomima cómica o al musical
Baumbauch junto a su coguionista, musa y actriz principal, la deliciosa Greta Gerwig, consiguen que Frances Ha transmita la viveza de unos personajes jóvenes cuyas tribulaciones tienen a la gran ciudad como telón de fondo. Frances, que trabaja como bailarina, corre, tropieza, danza, pedalea y salta por las calles de Nueva York, también por las de Sacramento y París.El talento de Greta Gerwig, de hecho, no se limita a sus cualidades interpretativas. En una opción mucho más habitual entre los intérpretes masculinos que femeninos, Gerwig saca el máximo provecho de su expresividad corporal. Su forma de moverse en Frances Ha propicia que la película vaya mas allá del típico filme indie de diálogos frescos y brillantes para acercarse por momentos a la pantomima cómica o al musical.
Noah Baumbach lleva desarrollando una sólida carrera en el cine independiente norteamericano desde hace más de una década, aunque la mayoría de sus obras no han llegado a estrenarse en las pantallas comerciales de nuestro país. Además de trabajar como guionista para Wes Anderson en Life Aquatic (2004) y Fantástico Sr. Fox (2009), y en la muy reivindicable Madagascar 3: De marcha por Europa (Eric Darnell, Tom McGrath y Conrad Vernon, 2012) entre otras, ha firmado como director Una historia de Brooklyn (2005) o Greenberg (2010), su primera colaboración con Greta Gerwig, donde Ben Stiller encarna a un personaje atípico, una ex promesa del rock amargado por su fracaso profesional que no consigue enderezar su trayectoria.
En un momento de la película, su mejor amigo le confiesa a Greenberg la necesidad imperiosa de “adecuarse a una vida que no es la que habíamos planeado” para sentirse feliz de una vez por todas. Una sentencia que encajaría muy bien en la definición de “madurar”. Y que al mismo tiempo resume la incomodidad que sienten la mayoría de personajes de cierto cine independiente en general y del de Baumbach en particular.
Personajes sin graves problemas socio-económicos que contemplan con estupefacción como la vida avanza de una manera que no esperaban ni pueden controlar. Hasta el momento, la mayoría de protagonistas cinematográficos aquejados por este miedo a la madurez, por esta dificultad para adaptarse a una vida diferente a la que habían planeado, han sido masculinos. Frances Ha no solo ofrece una muy bien ajustada versión femenina de esta inquietud. También nos regala uno de los mejores personajes del cine norteamericano reciente.
La nueva película de Noah Baumbach plantea el fin de una amistad como si de una ruptura amorosa se tratase. Frances lleva tiempo compartiendo piso con su mejor amiga Sophie. Se divierten tanto que Frances incluso rechaza la propuesta de su novio para mudarse juntos. No se le ha pasado por la cabeza cambiar su estilo de vida. Hasta que Sophie le anuncia que se traslada al apartamento, mucho mejor situado, de una conocida común. En lugar de alegrarse por la felicidad de su amiga, Frances siente como el mundo se derrumba a su alrededor. E inicia un peregrinaje por varias viviendas y trabajos en busca de una nueva estabilidad.