¿Para qué sirve un falso documental?
El falso documental de Jordi Évole no logró cumplir la principal función de este género cinematográfico: recurrir a la mentira para iluminar la realidad
Datos de audiencia: 5,2 millones de espectadores y 23,9% de cuota de pantalla. Añadan a esto el ruido generado en medios de comunicación y redes sociales. Conclusión: el falso documental de Jordi Évole (Salvados) sobre el 23-F ha sido un éxito brutal. No se habla de otra cosa, vale, pero¿qué ocurre si analizamos el programaen el contexto de la historia cinematográficade los falsos documentales? Quecojea.
El falso documental es una muñeca rusa que esconde una ficción bajo una apariencia realista. Pero no se trata simplemente de dar gato por liebre al espectador. Engañar no sería el fin del falso documental, sino más bien el medio parailuminar la realidad. O la paradoja de recurrir a la mentira para llegar a la verdad. En ese sentido, el Salvados del 23-F ha sido un experimento fallido.
El falso documental de Évole no logró lo más importante: contar algo nuevo sobre el 23-F
Pese a conseguiractivar los clásicos efectos del falso documental (hacer caer en la trampa a muchos espectadores y reflexionar sobre lo fácil que es manipular la información), el programa de Évole no logró lomás importante: contar algo nuevo sobre el 23-F.
Casi toda la discusión generada por el programa ha girado en torno al formato en sí –¿es lícito disfrazar de verdad unaficción?, etc.–, en lugar de sobre el 23-F. Algo que tiene su lógica:el documental de Évole renunció amirar dentro de los agujeros de la versión oficial. Ni contó nada nuevo sobre el golpe ni desmenuzó sus múltiples narrativas.
Salvadosreconoció(sin querer) sufracasocuando justificó así por qué recurrió a un falso documental para contar el 23-F: como protesta por el blindaje informativo que rodea aún al tejerazo:"Nos hubiese gustado contar la verdadera historia del 23-F, pero no ha sido posible. El Tribunal Supremo no autoriza la consulta del sumario del juicio hasta que hayan transcurrido 25 años desde la muerte de los procesados o 50 años desde el golpe".
Versión oficial
Évole renunció puesa enfrentarse a la versión oficial por una presunta falta de datos. Ahora bien: ¿y siel problema del 23-F no sea tanto la ocultación de información (que existe) como lograr montar tu propio puzle con laque hay disponible (que no es poca)?Ahí estánlibros recientes como Anatomía de un instante, de Javier Cercas, que aportó una infinidad de datos que dejaban en evidencia la tesis canónica.
Según Cercas,uno de losprincipales objetivos del golpe de Estado eraformar un Gobierno de salvación nacional presidido por el general Armada. Con el apoyo (¿táctico?, ¿tácito?,¿involuntario?) delRey yde los principales partidos políticos(a derecha y a izquierda), y con Tejero jugando el papel de tonto útil que se rebela a última hora y lo echa todo a perder. Cercas lo contó más o menos así, como hicieron antes otros con mayor o menor énfasis político, pero el asunto sigue siendo una patata caliente difícil de digerir (territorio ideal, por tanto, para ser pisado por Salvados).
Sin embargo, no hay ni rastro de esto en el documental de Évole, que juega a poner en duda la versión oficial, pero no logra dar sentido político al trampantojo. Un puro y duro ejercicio de estilo.
El especial de laSexta se presentó a los medios con un toque enigmático: "¿Puede una mentira explicar una verdad?". En ese sentido, el falso documental se quedó muy corto, pese a que algunas almas cándidas criticaran ayera Évole por haber llegado demasiado lejos. Más allá de su reflexión sobre lo sencillo que es manipular la información, la mentira de Évole no ha servido para iluminar la verdad del 23-F. He aquí una lista de falsos documentales que sí lograron sacar brillo a la verdad con una capa de mentira.
La verdadera historia del cine(Peter Jackson, 1995)
Mucho antes de convertirse en el rey Midas de Hollywood con la trilogía de El señor de los anillos (2001-2003), Peter Jackson rodó un falso documental que puso patas abajo la historia del cine que se cuenta en los libros. La verdadera historia del cine era un biopic sobre un presunto cineasta neozelandés llamado Colin McKenzie que habría inventado todos y cada uno de los avances formales del cine (travelling, primer plano, sonido, color) unos años antes de que se descubrieran realmente. Un hallazgo histórico avalado por unos misteriosos rollos de películas encontrados por Peter Jackson en un cobertizo. Un documental sensacional que recurrió a un engaño para contar los primeros años de la historia del cine mediante una perspectiva original, novedosa y lúdica. Un icono pedagógico.
This is Spinal Tap (Rob Reiner, 1984)
Mockumentary es uno de los sinónimos anglosajones de falso documental. Literalmente significaría "documental de chufla". El hito del género de burla no es otro que This is Spinal Tap, falsa biografía de una disparatada banda de heavy metal. This is Spinal Tap consigue ser al mismo tiempo una de las películas más legendarias de la historia del rock, uno de los filmes más desternillantes de todos los tiempos y el retrato definitivo de lo que significa tocar en un grupo, tener éxito, girar por América y perder la cabeza por el camino. O cómo llegar a la verdad del rock mesiánico mediante una trola como una casa.
The War Game (Peter Watkins, 1965)
Corría el año 1965 y nadie sabía todavía muy bien qué era aquello de los falsos documentales. De ahí en parte el efecto bomba de relojería provocado por The War Game. Si la industria atómica jugó durante los años cincuenta a alarmar sobre una posible guerra para justificar la escalada armamentística de la guerra fría, Watkins decidió llevar la broma hasta el final filmando un falso noticiero sobre los devastadores efectos de un ataque nuclear sobre una ciudad inglesa. ¿Resultado? Uno de los filmes de denuncia más controvertidos de todos los tiempos.
La BBC encargó a Watkins la película, pero no se atrevió a emitirla hasta veinte años después (1985). El boicot no impidió que Watkins se llevara el Oscar al mejor documental en 1967. Otro hito. O cómo mostrar la verdad en toda su crudeza mediante la estrategia del engaño.
Datos de audiencia: 5,2 millones de espectadores y 23,9% de cuota de pantalla. Añadan a esto el ruido generado en medios de comunicación y redes sociales. Conclusión: el falso documental de Jordi Évole (Salvados) sobre el 23-F ha sido un éxito brutal. No se habla de otra cosa, vale, pero¿qué ocurre si analizamos el programaen el contexto de la historia cinematográficade los falsos documentales? Quecojea.