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Viaje al corazón envejecido de América

Alexander Payne estrena 'Nebraska'. Un filme nominado a 6 premios Oscar, entre ellos el de mejor película, dirección y actor para Bruce Dern

Foto: Bruce Dern y June Squibb en 'Nebraska'
Bruce Dern y June Squibb en 'Nebraska'

Tras recorrer en anteriores films Colorado, California y Hawai, Alexander Payne emprende un viaje de regreso al hogar en Nebraska. La nueva película del director de Entre copas acompaña al anciano Woody Grant (Bruce Dern) en su periplo desde su residencia en Bilings (Montana) hasta Lincoln (Nebraska), donde pretende cobrar un premio que le ha tocado. El problema es que el supuesto gordo no existe, no es más que un folleto de propaganda engañosa.

Pero Woody se niega a entenderlo así, a pesar de las explicaciones de su familia. ¿Por qué iba alguien a mentirle? Finalmente su hijo David (el habitual del Saturday Night Live Will Forte) lo acompaña en el trayecto, que tendrá una parada en el pueblo natal del protagonista.

Entre los cineastas que se dieron a conocer en los años noventa, Alexander Payne es quien está forjando una filmografía que conecta de manera más evidente con toda una tradición del cine norteamericano. En el primer tramo de su carrera, el director de Omaha (Nebraska) elaboró un par de comedias dramáticas cargadas de acidez en torno a la complejidad de tomar decisiones y la dificultar de escoger por uno mismo en medio de los intereses creados: en Citizen Ruth (1996), Laura Dern (hija de Bruce) era una muchacha embarazada a la que presionaban de igual forma grupos abortistas y anti-abortistas, mientras que Election (1999) convertía una campaña política en el instituto en un fiel reflejo de cómo se establecen las dinámicas de poder en la sociedad adulta.

A partir del tercer largometraje, A propósito de Schmidt (2002), Payne plantea una serie de nuevos intereses que han acabado vertebrando casi toda su obra posterior. Por un lado, convierte la idea de la herencia y el legado en la preocupación vital que mueve a los personajes; por el otro, adopta el formato road-movie como vehículo para narrar las historias y de paso entroncar con esa costumbre tan norteamericana de radiografiar el propio país desde sus carreteras secundarias.

En Nebraska, el falso premio que se obstina en cobrar Wayne es en parte un macguffin para arrancar la historia. Pero también nos habla de la necesidad que siente un anciano de poseer un capital que les pueda dejar a sus hijos. Más en una sociedad donde el triunfo se mide por la cantidad de dinero amasada a lo largo de una vida. Pero la conciencia del legado late en el cine de Payne más allá de los personajes. Los veteranos protagonistas de estas road-movies son los jóvenes que empezaron a tomar la carretera en el cine en los años sesenta, del Jack Nicholson que ya aparecía en la fundacional Easy Rider (Dennis Hopper y Peter Fonda, 1969) a aquí un Bruce Dern que protagonizó títulos seminales de Roger Corman como The Wild Angels (1966).

Aunque al cineasta no le interesa tanto explotar el concepto de contracultura al que iban asociadas estas primeras películas en la carretera como continuar explorando la identidad mutable de su país a través de sus viejos caminos. Sus referentes se encuentran más en el humanismo del cine clásico, cuya herencia su película se empeña en revisar, que en la rebeldía del New American Cinema. Payne se adentra en el corazón del Medio Oeste para retratar una América envejecida y mortecina, esa América de periódicos locales, granjas familiares con cobertizos, iglesias de madera, pasteles caseros, bares de toda la vida donde tomar cerveza y pequeños cementerios con las tumbas segregadas por fe religiosa... que parece encontrarse al borde de la extinción.

Bruce Dern y Will Forte en una escena de 'Nebraska'Pero no es Nebraska una película elegíaca que se lamente por un mundo a punto de desaparecer. Como en Los descendientes, el descubrimiento o retorno a las raíces de un padre y su hijo responde a la necesidad de conocer y reconciliarse con el propio pasado a fin de encarar el futuro.

Alexander Payne sigue moviéndose con sorprendente habilidad entre la comedia y el drama, aunque sus películas tienden cada vez más a perder mordiente y ganar sentimentalismo. En Nebraska, ciertos recursos resultan demasiado evidentes: personajes gruñones que acaban desvelando un corazón de oro, ancianas llevando a cabo gamberradas o saltando comentarios que se supone no son propios de su edad, momentos de calculado patetismo que se compensan con dosis de ternura... Todo ello aderezado con una banda sonora cargante de Mark Orton que remite a la de Angelo Baladamenti para la extraordinaria Una historia verdadera de David Lynch, un film del que Nebraska por momentos parece un pálido remedo.

Ni demasiado divertida ni demasiado triste, ni deprimente ni optimista, protagonizada por personajes ante todo vulnerables y con algún que otro sueño roto a sus espaldas que intentan sobrellevar con dignidad una vida rutinaria, en el fondo el tono vital que reivindica Payne en Nebraska sintoniza con la gama de grises con la que ha optado filmar su película.

Nebraska

Dirección: Alexander Payne

Duración: 115 minutos

Nacionalidad: EEUU

Género: Tragicomedia

Intérpretes:Bruce Dern, Will Forte, Stacy Keach, Bob Odenkirk, June Squibb

Tras recorrer en anteriores films Colorado, California y Hawai, Alexander Payne emprende un viaje de regreso al hogar en Nebraska. La nueva película del director de Entre copas acompaña al anciano Woody Grant (Bruce Dern) en su periplo desde su residencia en Bilings (Montana) hasta Lincoln (Nebraska), donde pretende cobrar un premio que le ha tocado. El problema es que el supuesto gordo no existe, no es más que un folleto de propaganda engañosa.

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