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Sexo, pastillas y crisis de los cincuenta
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Estreno de 'Ignasi M.'

Sexo, pastillas y crisis de los cincuenta

Ventura Pons e Ignasi Millet analizan las claves de su documental biográfico. Homosexualidad, divorcios, enfermedad y hecatombe económica. ¿Quién da más?

Foto: Ventura Pons e Igansi Millet en la Cineteca del Matadero (Pablo López)
Ventura Pons e Igansi Millet en la Cineteca del Matadero (Pablo López)

Ignasi Millet toma 29 pastillas al día. Tomen nota: antidepresivos, ansiolíticos, retrovirales, anabolizantes y, redoble de tambores, viagras. "Mira qué monas las pastillas", dice a la cámara. Un cocktail pastillero en el que "todo es incompatible con todo", pero que sirve para alimentar una biografía tan insaciable que parece una autoparodia: Prestigioso museólogo catalán, gay, seropositivo y con muchos frentes económicos y familiares abiertos. Su padre, el reconocido pintor Ramón Millet, ha intentado suicidarse, su ex mujer está en silla de ruedas y ha descubierto su lesbianismo y sus hijos han pasado de okupar en Londres a convertirse en dos profesionales liberales (eso sí, uno se ha hecho evangelista y cree que su padre irá al infierno por su vida loca). Ah, Ignasi también tiene problemas de pasta. Muchos. Su empresa de restauración quebró y los bancos quieren quedarse con su casa. En dos palabras: la juerga.

La juega, sí, o el al mal tiempo buena cara. Porque así se lo toma el protagonista de tanta desventura en Ignasi M, documental de Ventura Pons que llega el viernes a los cines tras pasar por el festival de Toronto. Un recorrido vital en el que Ignasi Millet charla con los abuelos, padres e hijos de un estirpe "desastrosa a nivel doméstico" pero "fantástica a nivel creativo". Al fondo, las crisis económica, pero también otros aspectos más lúdicos: la libertad sexual y el espíritu del saber vivir, lo que conecta a Ignasi M. con otro documental clave de Ventura Pons, Ocaña, retrato intermitente (1978), que retrató la contracultura catalana a través del travesti andaluz y artista José Pérez Ocaña.

¿Hay vínculos entre 'Ocaña' e 'Ignasi M.'?

Ventura Pons: Formalmente son muy distintos, aunque son dos testimonios de una época. También son dos personajes valientes que ventilan sus conflictos delante de la cámara. Otro de los temas comunes podría ser la amistad como sustituto de la familia tradicional. Y la homosexualidad. Hace treinta años que Ignasi decidió formar una familia al margen de los convencionalismos.

Es una vida tan exagerada que no parece real...

V.P: Cuando estuvimos en Toronto nos preguntaron por la realidad y la ficción del filme. ¡Es todo verdad! La película es 100% Ignasi. Ocurre que si convirtiéramos su vida en ficción no tendría ninguna verosimilitud. Ignasi es la demostración de que no hay ficción que pueda con la realidad.

Ignasi es la demostración de que no hay ficción que pueda con la realidad

Sus padres hablan de sus conflictos delante de la cámara sin temor aparente...

Ignasi Millet: La gracia está en que hablan sobre conflictos comunes que nos afectan a todos. Mi madre, que tiene 84 años, habla sobre el fracaso de su matrimonio, pero es un poco el fracaso de muchos otros matrimonios de su generación. Del peso de la educación franquista sobre unos hombres machistas que anulan a sus mujeres. ¿Qué mujer no ha pasado antes por eso? Es fácil sentirse identificado.

V.P: Creo que todos se soltaron en el filme por la gran empatía de Ignasi. Se mete a todo el mundo en el bolsillo.

placeholder Ventura Pons

El humor le sirve para lidiar con las situaciones más conflictivas...

I.M: El sentido del humor es una herramienta fantástica para superar los miedos, pero eso no quiere decir que uno se tome las situaciones a broma, sobre todo cuando el cuadro es el siguiente. Un hombre de más de 50 años cuya empresa quiebra y los bancos le persiguen. También he vivido la paternidad desde la homosexualidad, algo de lo que estoy orgulloso, aunque mi hijo evangelista diga que vivo en pecado mortal...

¿Cómo se le quedó el cuerpo cuando escuchó esas palabras?

I. M: Pues muy mal. Hay que entender el contexto. Mi padre se había intentado suicidar y estaba enfermo. Yo estaba en plena depresión. Y mi hijo llegó de Londres y me dijo que era evangelista y que a mí me pasaba lo que me pasaba por haber vivido en pecado. Suena todo a chiste, pero algo así te hunde, coño. Me quedé varias horas petrificado dentro de un coche. Me quedé mal y él también.

placeholder Ignasi Millet

¿La película le ha ayudado a venirse arriba?

V. P: Yo llevo tiempo diciéndole que no se lo crea, porque con tanto viaje y tanto festival...
I. M: Estoy en la cresta de la ola, pero resulta que mis problemas siguen siendo los mismos.
V. P: Es que es una película sobre qué hacer al día siguiente. Cómo lidiar con los problemas que van surgiendo.
I.M: Los bancos me siguen llamando a casa. '¿Cuándo pagará usted?'. Oiga, ¿yo qué sé?... Si pudieran me arrancarían hasta el último pelo de la nariz...
V.P: Cualquier pelo del cuerpo...
I.M: Es como una tortura medieval.

Las consecuencias de la crisis económica planean sobre todo el filme...

I.M: Es una película sobre qué ocurre cuando tu vida profesional se rompe y te quedas amarrado a un palo sobre arenas movedizas. El arte de sacarte las castañas del fuego a diario. Resulta que se quieren quedar con tu casa justo cuando la gente se está suicidando tras ser desahuciada... Tienes que tener muchas ganas de tirar adelante para no venirte abajo.

V.P: Hay que ser valiente para enfrentarte a la realidad. Evitar el miedo y encontrar modos de luchar y salir adelante.

Ignasi Millet toma 29 pastillas al día. Tomen nota: antidepresivos, ansiolíticos, retrovirales, anabolizantes y, redoble de tambores, viagras. "Mira qué monas las pastillas", dice a la cámara. Un cocktail pastillero en el que "todo es incompatible con todo", pero que sirve para alimentar una biografía tan insaciable que parece una autoparodia: Prestigioso museólogo catalán, gay, seropositivo y con muchos frentes económicos y familiares abiertos. Su padre, el reconocido pintor Ramón Millet, ha intentado suicidarse, su ex mujer está en silla de ruedas y ha descubierto su lesbianismo y sus hijos han pasado de okupar en Londres a convertirse en dos profesionales liberales (eso sí, uno se ha hecho evangelista y cree que su padre irá al infierno por su vida loca). Ah, Ignasi también tiene problemas de pasta. Muchos. Su empresa de restauración quebró y los bancos quieren quedarse con su casa. En dos palabras: la juerga.

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