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La decadencia del poder negro de Spike Lee
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La decadencia del poder negro de Spike Lee

El nuevo filme del director se estampa en pleno auge del movimiento que ayudó a potenciar: el cine negro

Foto: Spike Lee en un partido reciente de los Brooklyn Nets (EFE)
Spike Lee en un partido reciente de los Brooklyn Nets (EFE)

Un hombre enloquecido con un martillo tratando de ajusticiar a sus secuestradores. Estamos ante una imagen icónica del thriller coreano contemporáneo. O lo que es lo mismo: ante una imagen icónica del cine negro del siglo XXI. Estamos también ante el mayor galletazo comercial de la carrera de Spike Lee. Oldboy, remake hollywoodiense de un demoledor filme de Park Chan-wook (estrenado en 2003 y basado a su vez en un manga), llega ahora a los cines españoles tras estamparse a lo grande en EEUU.

El descalabro crítico y económico del nuevo filme de Spike Lee coincide, paradójicamente, con el auge del movimiento del que una vez fue líder, el cine negro. Spike Lee se ha desplomado justo el año en que Doce años de esclavitud apunta a los Oscar y filmes como El mayordomo y 42 han sacudido la taquilla en EEUU. Como si tras años y años de hacer la travesía del desierto, el director hubiera llegado demasiado agotado para disfrutar de las mieles del reconocimiento cultural masivo.

Resumiendo: Spike Lee arrancó su carrera cinematográfica como un tiro en plena era Reagan y languidece ahora en plena era Obama.

No es que Lee haya sido alguna vez lo que se conoce como un director taquillero. Lo suyo era más bien la influencia cultural, que no es precisamente poco.

Michelle y Barack Obama vieron un filme de Spike Lee en su primera cita

Un dato histórico: ¿saben ustedes qué hicieron los actuales inquilinos de la Casa Blanca en su primera cita? Barack y Michelle fueron a ver Haz lo que debas (Spike Lee, 1989), película icono del cine negro y clásico contemporáneo sobre las tensiones culturales y raciales en EEUU.

Carrera con altibajos

Lee siempre ha sido un director irregular. Ha alternado los dramas urbanos contundentes (Jungle Fever, 1991; Summer of San, 1999; La última noche, 2002) con los repasos fallidos a la historia negra (Malcom X, 1992; Miracle at St. Anna, 2008), los documentales políticos (monumental su repaso a la catástrofe del Katrina en Cuando se rompen los diques, 2006) y los trabajos alimenticios en clave de thriller (para bien –Plan Oculto, 2006– y para mal: Oldboy).

Ocurre que en los últimos años se ha hablado más de Spike Lee por sus polémicas que por sus películas, lo que se podría interpretar (o no) como un signo de su decadencia artística.

No se puede decir, no obstante, que Lee sea incoherente cuando se pone a discutir, dado que casi siempre la lía hablando sobre su gran tema cinematográfico, el precario rol negro en el audiovisual contemporáneo.

Primero tuvo un rifirrafe con Clint Eastwood por la gran cantidad de blancos que aparecían en su doble película sobre la II Guerra Mundial: Banderas de nuestros padres (2006) y Cartas desde Iwo Jima (2006). Lee, que rodaría poco después su propio largometraje sobre las tropas estadounidenses en el conflicto (Miracle at St. Anna), aprovechó la promoción de su filme para abrir fuego contra Harry el Sucio: "Clint Eastwood ha hecho dos películas sobre Iwo Jima que duran más de cuatro horas en total y en las que no sale un solo actor negro. Si los reporteros tuvieseis huevos, le preguntarías por qué es así". Haciendo amigos. A Eastwood, claro, no le hicieron ninguna gracia estas declaraciones, pero la cosa no pasó a mayores.

Duelo de pistoleros

Pero el choque de trenes más jugoso tuvo lugar tras el estreno de Django desencadenado (2012), el estupendo spaguetti western con esclavos de Quentin Tarantino.

La esclavitud en EEUU no es un spaghetti western de Sergio Leone

Aquí Lee se pasó un poco de frenada al cargarse la película sin haberla visto. El director afroamericano vino a decir que Tarantino no era quién para revisar la esclavitud en EEUU y, por tanto, no pensaba ver su película: "Es irrespetuosa con mis ancestros. (...) La esclavitud en EEUU no es un spaghetti western de Sergio Leone, fue un holocausto. Mis antepasados son esclavos, robados en África, y yo los honraré".

Dado los antecedentes de Tarantino, que siempre ha dado juego a la cultura pop negra en sus películas (Django desencadenado sumó un 42% de espectadores negros en sus dos primeras semanas en los cines de EEUU), a Lee, que no era la primera vez que cargaba contra Tarantino (¿celos profesionales?), le cayeron tortas desde todos los frentes.

El actor Samuel L. Jackson, que ha trabajado tanto con Tarantino como con Lee, afirmó lo siguiente sobre la controversia en una entrevista a Playboy: "Es esa cosa de 'sólo nosotros podemos contar nuestra historia'. Cuando Boaz Yakin estrenó Fresh (1994), se dijo: '¿Quién coño se cree este puto judío para contar nuestra historia?'... Ya veremos si cuando se estrene Doce años de esclavitud, de Steve McQueen, no escuchamos algo del tipo: '¿Qué coño sabe este puto británico de nosotros?".

Bien porque McQueen es tan británico como negro, bien porque 12 años de esclavitud ha conmocionado a la comunidad afroamericana (eran muchas décadas esperando a que Hollywood se atreviera a tratar la esclavitud sin edulcorantes), el caso es que Spike Lee ha felicitado varias veces a Steve McQueen tanto por su película como sus nominaciones a los Oscar.

Otra paradoja para rematar: La película que quizás Lee siempre soñó hacer sobre la turbia historia de los negros en EEUU la ha acabado rodando un londinense.

Un hombre enloquecido con un martillo tratando de ajusticiar a sus secuestradores. Estamos ante una imagen icónica del thriller coreano contemporáneo. O lo que es lo mismo: ante una imagen icónica del cine negro del siglo XXI. Estamos también ante el mayor galletazo comercial de la carrera de Spike Lee. Oldboy, remake hollywoodiense de un demoledor filme de Park Chan-wook (estrenado en 2003 y basado a su vez en un manga), llega ahora a los cines españoles tras estamparse a lo grande en EEUU.

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