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Pixar vende su alma a Mickey Mouse
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Pixar vende su alma a Mickey Mouse

La empresa que creó películas como 'Toy Story' o 'Up' se encuentra en un proceso de crisis creativa comenzado por su adquisición por Disney en 2006

Foto: Imagen promocional del último filme de Disney, 'Frozen'
Imagen promocional del último filme de Disney, 'Frozen'

Existe un tópico argumental que ha dado lugar a varias películas americanas: dos personas completamente diferentes (una madre responsable y una hija díscola, un amigo casado y su colega juerguista…) intercambian sus personalidades por avatares del destino. Al final ambos valorarán lo que tenían y volverán a sus cuerpos habituales. Lo hemos visto en Freaky Friday, en El cambiazo, y ahora en Pixar y Disney.

Las dos compañías parecen haber sufrido un encantamiento que les ha hecho intercambiarse sus películas en los últimos años. Desde 2010, cuando la compañía fundada por John Lasseter estrenó Toy Story 3, sus filmes no han conseguido la unanimidad crítica lograda con otros títulos. Disney, por contra,ha dado un salto de calidad y ha vuelto a la senda de cintas como La Bella y la bestia y El rey león.

Lo curioso de todo ello es que en 2006 Disney absorbió a Pixar, convirtiéndoseen una única compañía que, sin embargo, establecióuna separación clara entre susproyectos. Asíse hacía saber en sus campañas promocionales: películas de Pixar por un lado y películas de Disney por el otro. Sin embargo, esta independencia nunca se ha materializado del todo:mientras el estudio del ratón se ha beneficiado de esta unión, Pixar ha terminado por venderse al mundo del merchandising y el beneficio rápido.

Malacostumbrando al espectador

El principal problema de Pixar es haber rozado la excelencia durante mucho tiempo. Tras el fiasco de Cars (dirigida por el propio Lasseter), la compañía se puso las pilas y encarriló grandes éxitos de crítica y público durante cuatro años consecutivos. Primero vino Ratatouille (2007), que no sólo se hizo con el Oscar a la mejor película de animación, sino que estuvo nominada como mejor guion original. En 2008 volvieron a superarse con Wall-E, que de nuevo consiguió la estatuilla y otras cinco nominaciones. El mismo año, las críticas a la Academia por no incluir entre las nominadas a mejor película a la cinta animada y a El caballero oscuro hicieron que se volviera al antiguo formato de diez nominados.

Este cambio permitió que el estudio lograra un nuevo hito en 2009, conseguir que Up fuera finalista al Oscar a la mejor película, algo que sólo había conseguido antes una cinta de animación, La bella y la bestia, de Disney. Finalmente no logró el premio gordo, pero sí se fue a casa con dos estatuillas y allanó el camino para que sólo un año después Toy Story 3 también fuera nominada.

Por su parte, Disney había vivido unos años tumultuosos en los que no encontraba su dirección. Tras la etapa doradavividahasta el estreno de Tarzán,el estudio encadenó varios filmes fallidos (la megaproducción Dinosaurio y El emperador y sus locuras entre ellas) y comenzó a entregar películas de medio pelo como Hermano Oso o Zafarrancho en el rancho mientras engrosaba sus arcas mediante la producción de secuelas de sus clásicos destinadas al mercado doméstico.

Pero desde la adquisición de Pixar por parte de Disney algo cambió. John Lasseter se convirtió en director creativo de la compañía, y la ‘pixerización’ del mítico estudio comenzó. El primer paso lo dieron con Bolt, en 2008, la historia de un perro con superpoderes que volvió a poner a Disney en el candelero.

Sin embargo, la clave delresurgimiento se encontraba en la propia esencia de la compañía, en volver a los clásicos aportando una visión más irónica y adulta que permitiera disfrutar a todos los miembros de la familia por igual.

En 2009 Disney volvió a la animación tradicional con Tiana y el sapo, proponiendo una relectura de sus propias princesas, En esta ocasión crearon su primera heroína negra y la envolvieron a ritmo de blues y jazz. Un componente racial y musical dirigido a los adultos. Por primera vez en mucho tiempo, Disney también pensaba en los padres. La crítica se rindió a sus pies igual que hicieron un año más tarde con la revisión del mito de Rapunzel creada en Enredados (2010). De nuevo una princesa era la principal protagonista, pero en este caso comoheroína deun filme de acción y aventuras con una espectacularidad que no se había visto antes en Disney.

'Cars 2', el momento del cambio

El punto de inflexión, y en el que ambos estudios intercambian sus personalidades, se sufre después del descalabro de 2011. Ese año Disney ni siquiera estrena película (sin contar un filme sobre Winnie the Pooh) y Pixar continúa la senda de las secuelas abierta por Toy Story 3. En este caso se lanza con la segunda parte de Cars, la peor película de la compañía, pero una de las más rentables gracias a la venta de juguetes y material basado en sus personajes. Los resultados son bochornosos y, por primera vez, la crítica les suspende (un 39% de valoraciones positivas en Rotten Tomatoes) y los Oscar se olvidan de ellos (algo que no había pasado antes).

Con estos precedentes Pixar lanza en 2012 un nuevo título original: Brave, que sin embargo resultó ser la película más Disney que han realizado. Una historia con una princesa y un encantamiento que, sin obtener el consenso crítico de sus predecesoras, cumplió su cometido. Por su parte, el estudio de Mickey sorprende a todo el mundo con ¡Rompe Ralph!, su película más Pixar hasta el momento: un homenaje a los videojuegos clásicos, con personajes sacados del Pac-man o el Street Fighter II que fue un soplo de aire fresco. Los Oscar, y su academicismo, volvieron a preferir a Pixar, pero el público y los medios dejaron claro quién había sido el vencedor moral.

En este año que ahora termina se ha vivido la confirmación de que las tornas han cambiado. El estudio de Lasseter ha vuelto a confiar su destino a un filme franquicia, en este caso a la precuela de Monstruos S.A., mientras que Disney ha estrenado Frozen. Para esta ocasión, la compañía ha apostado por todas las señas de identidad que la auparon a la cima del éxito y ha vuelto a traer otra historia de una princesa, basada en un cuento clásico, y plagado de canciones (como en las mejores películas que realizó para el estudio Alan Menken). Es decir, el mismo esquema que hace 20 años triunfó con La Bella y la bestia, de hecho así es cómo ha definido la crítica a la película, como escribía Alonso Duralde para The Wrap "El mejor musical animado de Disney desde La bella y la bestia”.

Pero Disney ha demostrado que ha aprendido la lección y que no puede ofrecer un esquema que ahora se antoja pasado de moda. Por ello ha vuelto a apostar por la acción y sobre todo por el humor, personificado en el muñeco de nieve Olaf, un secundario que bien podría haber nacido del imaginario de Pixar. El resultado no ha podido ser más satisfactorio, y ha superado las expectativas comerciales y críticas de la compañía. Un éxito que ya se ha llevado su primer premio en forma de nominación a los Globos de Oro, algo que no puede decir Monstruos University, que se ha quedado fuera de la lista.

Ahora queda ver cómo plantean el futuro cada una de ellas, aunque ya se pueden ver las intenciones de ambas. Disney ya ha presentado sus próximos títulos: Big Hero 6 (que tendrá como trama el mundo de los superhéroes) y Zootopia, que propondrá un mundo en el que nunca han existido los humanos y todo está dominado por animales.

Por su parte, la compañía del flexo ha sufrido un nuevo contratiempo en la que debería haber sido su obra para el año que viene, ya que The good dinosaur se ha retrasado casi un año, lo que ha costado 60 despidos a la firma. Retraso con efectos secundarios:han tenido que recolocar el resto de sus estrenos creándose un tapón para2015, cuando coincida esta película con la gran apuesta del estudio: Inside out, una historia que devuelve al Pixar más original, ya que contará la historia de una niña vista desde la personificación de sus sentimientos. Algo que vuelve a sonar a la esencia de Pixar pero que, por desgracia, parece que será sólo temporal. En 2016 retornará a las secuelas con Buscando a Dory, en unas maniobras comerciales que recuerdan a la peor etapa de Disney.

Existe un tópico argumental que ha dado lugar a varias películas americanas: dos personas completamente diferentes (una madre responsable y una hija díscola, un amigo casado y su colega juerguista…) intercambian sus personalidades por avatares del destino. Al final ambos valorarán lo que tenían y volverán a sus cuerpos habituales. Lo hemos visto en Freaky Friday, en El cambiazo, y ahora en Pixar y Disney.

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