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El misterioso empresario francés que liberó a Mandela
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un documental cuenta la historia de Jean-yves ollivier

El misterioso empresario francés que liberó a Mandela

El documental 'Plot for peace', dirigido por Carlos Agulló y Mandy Jacobson cuenta la desconocida historia de Jean-Yves Ollivier, y su función en el fin del apartheid

Foto: Nelson Mandela junto a Jean-Yves Ollivier ('Plot for peace')
Nelson Mandela junto a Jean-Yves Ollivier ('Plot for peace')

El 11 de febrero de 1990, Nelson Mandela fue liberado tras 27 años en prisión. Gracias a este paso, Sudáfrica consiguió terminar con el apartheid, una lacra que se extendió durante más de cuarenta años. Sin embargo, pocos saben la verdadera aventura que se escondió detrás de este acontecimiento histórico para el país. Una verdadera partida de ajedrez táctica de la que se encargó un empresario francés: Jean-Yves Ollivier.

La historia habría pasado por alto la aportación de este nombre en el fin de la segregación racial de no ser por Carlos Agulló y Mandy Jacobson, los directores del documental Plot for peace, que se estrena el próximo jueves, y sobre todo a la African Oral History, ONG que también actúa como productora del filme. Esta organización tiene como finalidad recopilar testimonios útiles sobre la historia del continente para que puedan ser contados a las nuevas generaciones. En su búsqueda de nuevos documentos, la AOH encontró un vídeo en el que el Gobierno segregacionista entregaba una condecoración a un misterioso personaje que se hacía llamar monsieur Jacques.

El rastro de pistas les condujo hasta Ollivier, que gracias a la presión de la ONG accede a contar su historia en un documental. Una historia que él nunca había pensado relatar, pero que tenía que ser conocida por el mundo, como él mismo confiesa a El Confidencial. “Quería morir con esta historia en mi corazón, de hecho nunca saqué fotos o escribí nada. Pero la African Oral History me convenció para hacerlo. Además, también comenzaba a recibir presiones de las personas que colaboraron en el complot para contarlo”. Una vez tomada la decisión de abrir el baúl de los recuerdos, sólo queda lamentarse por el hecho de que si este documental se hubiera rodado hace dos años “habríamos contado con el testimonio de Nelson Mandela”, puntualiza Ollivier.

Pero ¿cómo puede un simple empresario contribuir al proceso de paz en Sudáfrica? Como él mismo explica, cuando llega al país se da cuenta de que se encuentra en una situación de peligro y que tiene los medios para poder hacer algo. Esos medios eran su gran lista de contactos, que incluía a destacados miembros políticos en lugares tan opuestos como Estados Unidos, Francia, Angola, el Congo o Mozambique. Por ello decide que él podía ser el intermediario perfecto que pusiera en diálogo a las diferentes partes de un conflicto que amenazaba con enquistarse. Esta reacción surge en él de forma natural, instintiva “es como si veo un accidente, lo que hago es parar y ver cómo puedo ayudar. No pienso en si puedo ensuciarme la ropa o si voy a llegar tarde”, explica Jean-Yves Ollivier.

Pero en este caso sus labores trascendieron las de la simple ayuda. Ollivier arriesgó todo para lograr que personas que mantenían conflictos bélicos entre sí llegaran a sentarse en una mesa y entender qué estaba pasando. Estas reuniones fueron ocultadas a los medios, y pocas personas eran testigos de ellas. Sin embargo, sólo una estuvo en todas ellas, el misterioso empresario francés que se empecinó en que se podía llegar a una solución pacífica. Muchos de los que participaron en este complot por la paz hablan en el documental y cuentan cómo Ollivier fue contactando con todos ellos y dirigiendo este proceso. Denis Sassou, expresidente del Congo; Pik Botha, exministro de Asuntos Exteriores del Apartheid; el brazo derecho de Fidel Castro en África Jorge Risquet… todos ellos fueron conspiradores en este entramado que tuvo dos momentos clave que llevaron a la liberación de Nelson Mandela.

El primero de ellos fue el intercambio de prisioneros políticos realizado entre seis estados, y cuya máxima referencia fue la liberación del activista sudafricano Wynand Du Toit, que años antes había atentado contra Angola. El segundo tuvo lugar en diciembre de 1988: el Protocolo de Brazzaville, gracias al cual las tropas cubanas abandonan Angola y se comienzan los preparativos para la independencia de Namibia. Este punto es el comienzo de la paz regional.

Esta situación llegó gracias al diálogo, justo lo que Jean-Yves Ollivier pretendía. “El apartheid iba a morir tarde o temprano, lo que conseguimos es que no hubiera ni un baño de sangre ni una guerra civil. Yo no he cambiado el curso de la historia, sólo he acelerado algo que tenía que acontecer”, confiesa el empresario, que también asegura que temió por su vida, aunque lo hizo cuando echó la vista atrás. “Es lo que los franceses llamamos miedo retrospectivo, ahora pienso que estaba completamente loco”.

Reconocimiento posterior

A pesar de que el mundo no conociera su historia, los implicados en el conflicto siempre tuvieron clara la importancia de Ollivier en el proceso de paz. Por ello es la única persona que ha sido condecorada tanto por Pieter Willem Botha, presidente durante el apartheid, como por Nelson Mandela, algo que considera “una recompensa maravillosa, ya que siendo una persona neutra, conseguí colaborar en la paz de dos partes que parecían irreconciliables”.

Aunque sin duda, el recuerdo más emocionante de este héroe anónimo (hasta ahora), es el momento en el que Mandela pronunció su primer discurso tras ser liberado en el estadio de Soweto. Allí, el que luego se convertiría en presidente del país dijo algo que Ollivier nunca olvidará: Sudáfrica tenía que eliminar el odio racial y todas las distinciones entre las personas. Fue allí, en ese preciso instante, “cuando me di cuenta de que había tenido razón al pelear tanto por ese hombre”.

El 11 de febrero de 1990, Nelson Mandela fue liberado tras 27 años en prisión. Gracias a este paso, Sudáfrica consiguió terminar con el apartheid, una lacra que se extendió durante más de cuarenta años. Sin embargo, pocos saben la verdadera aventura que se escondió detrás de este acontecimiento histórico para el país. Una verdadera partida de ajedrez táctica de la que se encargó un empresario francés: Jean-Yves Ollivier.

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