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“Vivien Leigh ni pudo, ni quiso escapar de Escarlata O’Hara”
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primera biografía en castellano sobre la actriz

“Vivien Leigh ni pudo, ni quiso escapar de Escarlata O’Hara”

Jose Madrid escribe la primera biografía publicada en castellano sobre la actriz de 'Lo que el viento se llevó'

Foto: Clark Gable y Vivien Leigh en una escena de 'Lo que el viento se llevó'
Clark Gable y Vivien Leigh en una escena de 'Lo que el viento se llevó'

A Dios pongo por testigo que jamás volveré a pasar hambre. Una de las frases más míticas de la historia del cine, pronunciada por uno de los personajes más inolvidables: Escarlata O’Hara. Un papel que acompañó siempre a Vivien Leigh, a pesar de que nunca supuso un lastre para ella, como explica a El Confidencial Jose Madrid, autor de Vivien Leigh, la tragedia de Scarlett O'Hara (T&B Editores), la primera biografía en castellano de la estrella.

El autor novela los pasajes más importantes de la vida de la actriz y cuenta datos desconocidos para el lector como su paso por Torremolinos, así como su tormentosa relación con Laurence Olivier. Los ojos verdes que enamoraron a Hollywood reviven ahora en las páginas de este libro.

¿Cómo surge la idea de contar la vida de Vivien Leigh?

Me gustaba desde que era un niño. Uno de mis primeros recuerdos es la noche en la que mi tía me llevó a la cama sin dejarme acabar de ver Lo que el viento se llevó. Cuando la pude terminar, con quince años, me pareció una película y una interpretación alucinante. Jamás había visto tanta fuerza en una actriz.

Portada del libro 'Vivien Leigh, la tragedia de Scarlett O'hara'¿Cómo es posible que hasta ahora no existiera una biografía suya en castellano?

Una de las primeras frases que me dijeron en varias editoriales fue que sólo Marilyn Monroe y Audrey Hepburn siguen vendiendo productos por sí mismas. Creo que se piensa que Vivien Leigh ya no es relevante, pero está claro que había una historia detrás que contar, ya que su vida fue tumultuosa y, además, sigue siendo la protagonista de una de las películas más famosas del siglo XX. Es evidente que había que llenar ese hueco editorial.

¿Por qué decidió novelar ciertos pasajes de su vida?

Yo veo a Vivien Leigh como un personaje del Romanticismo, de novela del siglo XIX. Algo así como una Dama de las Camelias, con su tuberculosis, sus depresiones y sus papeles trágicos. Estaba claro que su propia vida es una novela y me apetecía, basándome en la realidad, inventar diálogos y utilizar recursos narrativos como el flashback para explicar mejor al lector las diferentes aristas de su historia.

¿Qué pasajes son los que más sorprenderán a los lectores?

Aquellos que nunca se han contado, como su paso por Torremolinos o el hecho de que su última doncella, la mujer que pasó muy cerca de ella los últimos cuatro años de su vida, fuese riojana. Son historias que acercan su figura a España. Para todos aquellos que aún la imaginan como una idealizada Escarlata O’ Hara es evidente que van a encontrarse con un personaje complejo que bordeó la locura y vivió al límite.

¿Cree que su belleza fue un lastre para su carrera?

Sin duda. Lo de belleza maldita ya lo decían los tabloides británicos el día que murió. Ser tan guapa provocó que jamás se la tomase en serio en su carrera como actriz. Más que una ventaja fue un problema porque ella era muy rigurosa en su profesión y, de hecho, siempre prefirió el esfuerzo del teatro a los oropeles del cine.

Vivien Leigh en 'Lo que el viento se llevó'¿Desde pequeña sufría un trastorno bipolar, era ella consciente de su enfermedad?

No lo fue hasta pasados los 30 y en una época en la que era bastante difícil hacer un diagnóstico en firme sobre este tipo de enfermedades.

¿Cómo afectó a su vida?

No sólo afectó a su vida personal con numerosas crisis que minaron su matrimonio, sino que también evitó que llegase aún más lejos en su profesión. Cuando tenía 50 años parecía mucho más mayor de lo que era por todo el desgaste de clínicas, tratamientos de electro shock y demás parafernalia relacionada con las enfermedades mentales.

En 1940 llega su gran papel, Escarlata O’Hara, ¿qué hay de cierto en esa leyenda de que fue escogida por George Cukor, que luego abandonó el rodaje?

Cukor hizo campaña por ella, pero si hubo un hombre importante en su elección fue Myron Selznick, el hermano de David O’ Selznick, que estaba deseando encontrar una nueva cara para el personaje. Ella fue muy valiente, ya que los sureños no veían bien a una británica interpretando un personaje que tanto les había marcado desde la novela.

Jose Madrid, autor de 'Vivien Leigh. La Tragedia de Scarlett O' Hara'¿Y de su enemistad durante el rodaje con Clark Gable?

Lo cierto es que nunca llegaron a ser buenos amigos pero ambos se admiraban mutuamente. Nunca se ha llegado a demostrar que a ella le diese asco su dentadura o que él la considerase insoportable. Lo que sí es verdad es que a Gable ella le asustaba porque sabía perfectamente que el peso de la película recaía sobre el personaje de Escarlata y que él, mucho más famoso, no tenía nada que hacer frente a eso.

¿Cree que pudo escapar al mito de Scarlet O’Hara?

Ni pudo, ni quiso escapar. Es una de las pocas ocasiones en las que a una actriz le gusta ser asociada con un personaje. Hay una anécdota muy divertida en el libro, el momento en el que pone el nombre de sus personajes a todas las vacas de su granja. Estaban todos menos el de Escarlata, porque sólo ella podía serlo.

¿Hasta qué punto fue problemática su relación con Laurence Olivier?

Fue un matrimonio de competidores nacido desde la pasión. Ambos eran muy jóvenes y estaban casados cuando se conocieron. Sin embargo, también compartían la pasión de la interpretación y eso hizo que, en muchas ocasiones, se viesen como rivales.

¿Es cierto que fue ella la que comenzó a ser infiel a Olivier?

Sí, mantuvo varios romances fuera del matrimonio pero el más importante fue con Peter Finch. Olivier llegó a estar tan desesperado que agradeció esa infidelidad como forma de quitársela de encima. Su matrimonio ya iba muy mal por aquel entonces.

¿Vivió ella siempre a la sombra de la figura de su marido?

A ella le molestaba especialmente ser una especie de consorte de él, que estaba considerado el mejor actor inglés del siglo XX. Sin embargo, si uno se fija en las películas que ambos hicieron, las interpretaciones de ella han envejecido mucho mejor que las de él.

A Dios pongo por testigo que jamás volveré a pasar hambre. Una de las frases más míticas de la historia del cine, pronunciada por uno de los personajes más inolvidables: Escarlata O’Hara. Un papel que acompañó siempre a Vivien Leigh, a pesar de que nunca supuso un lastre para ella, como explica a El Confidencial Jose Madrid, autor de Vivien Leigh, la tragedia de Scarlett O'Hara (T&B Editores), la primera biografía en castellano de la estrella.

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