La sombra de Ozu es alargada

Cuando a Gus Van Sant le encargaron el remake de Psicosis muchos consideraron que el director les había tomado el pelo, ya que presentó una copia casi idéntica del original de Alfred Hitchcock. Años después fue Michael Haneke el que se encargó de rehacer su propia película Funny Games en versión americana y lo hizo autoplagiándose. Un refrito plano a plano de su primera obra. Ambos parecían decir, “si algo está bien hecho, quién soy yo para tocarlo”.

Algo así ha debido pensar Yoji Yamada, que tras su trilogía samurái, ha decidido remakear el clásico Cuentos de Tokio, de Yasujiro Ozu. Un filme considerado uno de los mejores de la historia del cine y que Yamada ha querido, según sus declaraciones, homenajear en esta Una familia de Tokio. Pues bien su homenaje consiste en contar la misma historia adaptando su contexto histórico a la actualidad. Ahora son el tsunami y la crisis nuclear en Fukushima los eventos que aparecen como telón de fondo para contar esta historia de relaciones paternofiliales.

En el filme un matrimonio, ya en avanzada edad, se desplazará desde su pueblo natal a la gran Tokio para visitar a sus hijos. Estos se desentenderán de sus padres que acabarán por sentirse más solos que nunca y verán cómo sus descendientes ya no son esas inocentes criaturas que vivían con ellos. El conflicto entre el campo y la ciudad y los avances tecnológicos están introducidos con inteligencia en la trama, que se ve siempre con una sonrisa cómplice a pesar de su excesiva duración.

Yamada vuelve a demostrar su gusto y elegancia, con un ritmo pausado que captura los sentimientos de esa familia que no es más que la familia de cada uno de los espectadores. Todo el mundo encontrará algo en lo que sentirse identificado.

Con estos mimbres el director consiguió la Espiga de Oro en el pasado Festival de Cine de Valladolid, y ha sido aplaudido por la crítica, pero la pregunta es clara ¿cuánto mérito tiene Yamada y cuánto Ozu? Lo que funciona en Una familia de Tokio es exactamente lo mismo que funcionaba en el original. La sensibilidad es la misma que desprendía el primer filme y las innovaciones introducidas no son especialmente significativas (sólo la historia del hijo menor cambia).

Puestos a rehacer una obra maestra habría sido más interesante intentar algo radicalmente diferente. Coger sólo la esencia de Cuentos de Tokio y darle un giro estético o narrativo. O por qué no, haber dado la razón a Van Sant y Haneke y haber presentado la misma película fotograma a fotograma. ¿Hubiera ganado también la Espiga de Oro?

Una familia de Tokio

Dirección: Yoji Yamada

Duración: 146 minutos

Género: Drama

País: Japón

Intérpretes: Isao Hashizume, Kazuko Yoshiyuki, Masahiko Nishimura