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Juliette Binoche toca techo en un manicomio
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estreno de 'camile claudel 1915'

Juliette Binoche toca techo en un manicomio

La actriz francesa se pone a las órdenes de Bruno Dumont en un biopic sobre la reclusión de la escultora Camile Claudel

Foto: Fotograma del filme
Fotograma del filme

Camille Claudel 1915 no es un biopic al uso como el que produjo y protagonizó Isabelle Adjani en 1988 a las órdenes de su antigua pareja Bruno Nuytten. Fue esa película y una serie de biografías que aparecieron en la misma época las que propiciaron la recuperación de la figura de esta escultora que trabajó como aprendiz en el taller de Auguste Rodin y se convirtió posteriormente en su amante.

La tormentosa relación con el artífice de El pensador, el rechazo que su madre mostraba hacia su forma de vida y las dificultades para abrirse camino en su profesión por ser mujer (el Estado francés jamás quiso encargarle una obra como hacía habitualmente con sus colegas masculinos) le provocaron un desequilibrio mental. Camille vivió recluida en su estudio hasta la muerte de su padre en 1913, cuando su familia decidió encerrarla primero en un manicomio de París y posteriormente en otro en Montdevergues, en la Provenza.

La película con Isabelle Adjani terminaba en este momento. La de Bruno Dumont con Juliette Binoche arranca justo en 1915 (el año incluso aparece en el título) y se basa de forma libre en la correspondencia de su hermano menor, el escritor Paul Claudel, en la de la propia Camille y en los archivos médicos que se conservan sobre su estanciaen el asilo para enfermos mentales del que ya no salió hasta su muerte.

Bruno Dumont había trabajado hasta el momento exclusivamente con intérpretes no profesionales o poco conocidos. Aquí cambia de tercio para provocar un juego de contrastes. Introduce a una de las grandes estrellas del cine francés contemporáneo, Juliette Binoche, en un psiquiátrico donde el resto de residentes son enfermos reales, de la misma forma que Roberto Rossellini trasladaba a una actriz de Hollywood como Ingrid Bergman a un mísera isla de pescadores italianos en Stromboli.

Camille opone una introspección casi total al histrionismo de sus compañeros de manicomio

Frente a la expansión gesticular, las muecas, los tics, los movimientos incontrolados y los sonidos guturales de sus compañeras de internamiento, Camille opone una introspección casi total. El rostro cansado, ojeroso y limpio de maquillaje de una Binoche en el mejor papel de su carrera se rasga en ocasiones por un enfado o por un ataque de llanto compulsivo.Mientras otro cineasta se hubiera empeñado en ocultar las señales de la edad en la cara de la actriz, Dumont por el contrario saca el mejor provecho expresivo de ellas. El rostro de Binoche deviene la manifestación externa de los tormentos, alegrías momentáneas y congojas internas de la protagonista, un torbellino de sentimientos que a lo largo del filme apenas se expresan en palabras.

Atormentadas y marginadas

Dumont encuadra el busto de Binoche siguiendo la tradición artística religiosa que han asumido en el cine tantos cineastas, del Carl Theodor Dreyer de La pasión de Juana de Arco al James Gray de la reciente The Inmigrant, donde Marion Cotillard se convierte en una mártir religiosa. No se trata de una analogía artística para santificar a la artista loca, sino de una estrategia que hermana a Camille Claudel con tantas otras mujeres atormentadas y marginadas por su condición. Privada de su vehículo de expresión pública, la escultura, el rostro de Camille deviene el lienzo donde se plasman sus inquietudes interiores.

placeholder La actriz francesa Juliette Binoche en una escena del filme

Como es habitual en Dumont, el paisaje se convierte también en una manifestación externa del estado de ánimo interno de los personajes. Camille Claudel 1915 utiliza una fotografía, como el rostro de Binoche, limpia en apariencia de maquillajes. El filme se sitúa en una Provenza que, lejos del retrato bucólico, se dibuja desde un paisaje frío y arisco, rocoso y azotado por el viento donde los árboles levantan al cielo sus ramas peladas y retorcidas.

Pero Camille no solo se espeja en el paisaje, también en los rostros de sus compañeras de internamiento. A lo largo de la película, la protagonista parece buscar un recogimiento que le resulta imposible. Su soledad siempre se ve interrumpida por alguna otra enferma que irrumpe en su silencio sin preguntar y provoca en la protagonista las reacciones más variadas.

El único resquicio de esperanza para Camille, su única relación con el exterior la encarna su hermano Paul, que ha conseguido triunfar allí donde a ella no se le ha permitido: en el ejercicio de un arte, en su caso la literatura. El personaje de Paul Claudel no aparece hasta bien entrada la película. Si Camille ya no puede comunicarse a través de la escultura, Paul se nos presenta escribiendo y articulando a través de las palabras sus pensamientos interiores. Este escritor educado en el materialismo que retornó al catolicismo no gracias a lecturas pías sino al "misticismo en estado salvaje" que bulle en la literatura de Arthur Rimbaud, representa el contrapunto de Camille: el hombre que encuentra en la religión y la escritura un lugar de acomodo y seguridad desde donde compadece sin más a su hermana víctima del genio artístico.

La madurez de un director polémico

Camille Claudel 1915 es la película más pulida y madura de Bruno Dumont, uno de los nombres imprescindibles del nuevo cine francés que estrena por primera vez en nuestro país. Dumont se dio a conocer internacionalmente en el Festival de Cannes de 1999 donde presentó su segundo largometraje L'Humanité, un excelente thriller rural que bebía tanto de Dostoievski como de la pintura de Gustave Courbet y donde ya se ponía de manifiesto el interés del cineasta por personajes de pulsiones primitivas y alma atormentada.

L'Humanité consiguió hacerse un hueco importante en el palmarés de aquel año: recibió el Premio Especial del Jurado y galardones para sus dos desconocidos actores, desbancando a otros cineastas de renombre como David Lynch, Jim Jarmusch o Leos Carax. Un fallo del jurado tan valiente como cuestionado por algunos que convirtió a Dumont en algo así como el nuevo enfant terrible del cine de su país.

Con otros títulos como Twentynine Palms (2003), Flandres (2006), Hadewijch (2009) o Hors Satan (2011), sin olvidarnos de su ópera prima La vie de Jésus (1997), Bruno Dumont se confirmó como un director a tener en cuenta que entroncaba con cierta tradición del cine de la modernidad (Robert Bresson, siempre allí) al tiempo que se reafirmaba desde los márgenes de ciertas tendencias del cine francés más institucional y jacobino.

Dumont elude sus elementos polémicos habituales: aquí no hay escenas de sexo explícito y compulsivo

En Camille Claudel 1915, Dumont eludelos elementos que le han comportado polémica en ocasiones anteriores: aquí no hay escenas de sexo explícito y compulsivo, ni regodeo en cierto primitivismo ni apuestas por situaciones extremas y radicales.

A pesar de centrarse en un personaje atormentado, cierta serenidad atraviesa todo el filme. La serenidad del artista que ya no necesita recurrir a recursos llamativos porque se siente seguro de la fuerza de su obra depurada. Lo que no impide que quienes admiramos el cine de Dumont desde hace años echemos en falta por momentos su dimensión más ruda y brutal.

Camile Claudel 1915
Director: Bruno Dumont
Reparto: Juliette Binoche, Jean-Luc Vincent
Género: Drama
Nacionalidad: Francia
Duración: 97 minutos

Camille Claudel 1915 no es un biopic al uso como el que produjo y protagonizó Isabelle Adjani en 1988 a las órdenes de su antigua pareja Bruno Nuytten. Fue esa película y una serie de biografías que aparecieron en la misma época las que propiciaron la recuperación de la figura de esta escultora que trabajó como aprendiz en el taller de Auguste Rodin y se convirtió posteriormente en su amante.

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