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Armas, drogas y narcocorridos
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un filme sobre el folk del tráfico en el in-edit

Armas, drogas y narcocorridos

Un documental ilustra el auge cultural de los narcocorridos al calor del recrudecimiento de la guerra contra el narcotráfico en México

Foto: Una de las bandas de corridos protagonistas de 'Narco Cultura'
Una de las bandas de corridos protagonistas de 'Narco Cultura'

Si a uno no le van las jornadas laborales moviditas, ser agente de la ley en Ciudad Juárez no es el mejor empleo. "Cuando se escucha un narcocorrido en las frecuencias de la policía, es queva a haberuna ejecución". Lo dice el oficial Richi Soto en el documental Narco Cultura (Shaul Schwarz, 2012). Bienvenidos al folclore de la venta de drogas, a los narcocorridos, subgénero folk que narra las peripecias de traficantes armados. Una desmelenada glorificación pop de la violencia que se fabrica en las ciudades mexicanas donde se asientan los cárteles de la droga.

"¿Cómo no va a ver tanto corrido si la violencia en México está tan fuerte?", se pregunta un músico en Narco Cultura, que acaba de estrenar el festival In-Edit. El agente Richi Soto proporciona unas cuantas estadísticas inquietantes para entender este contexto explosivo. En Ciudad Juárez, sinónimo de feminicidio y crónica negra la pasada década, hubo 320 homicidios en 2007. Entonces el Estado mexicano declaró la guerra alnarcotráfico...

Si el trabajo de Soto ya era bastante estresante en 2007, pronto entraríaen fase de delirio laboral: 1.623 personas fueron asesinadas en2008. Pero la cosa no había hecho más que empezar: 2.754 asesinatos en 2009 y 3.622 en 2010, diez veces más que en 2007, dando la razón a los que califican de "disparatada" la fórmula ilegalización del consumo de drogas/guerra contra el tráfico.

Dado que el tráfico de drogas suele fluir de México a EEUU, la siguiente estadística sólo puede calificarse de sangrante paradoja geopolítica: uno sólotenía que moverse unos metros de Ciudad Juárez, al otro lado del río Bravo, para encontrar un remanso de paz digno de una comunidad hippie. "En El Paso (Texas)sólo hubo cinco homicidios en 2010. Fue nombrada la ciudad más segura de EEUU", se recuerda en el documental. Puede que El Paso viva ajena a la explosión de violencia, pero no a sus ramificaciones culturales: Los narcocorridos triunfan a ambos lados de la frontera.

Dos en uno

Narco Cultura esconde dos filmes diferentes en su interior. Uno sobre las consecuencias de la guerra contra el narcotráfico, protagonizada por los agentes de la ley. La cara más cruda de un conflicto que se mide en muertos y familias destrozadas. El otrosobre el imparable ascenso de los narcocorridos, protagonizado por cantantes célebres y aspirantes a serlo. La cara más lúdica de un movimiento musical popular camino de convertirse en un gran negocio en el EEUU latino.

El contraste entre estas dos películas, entre el terror y la cultura musical que lo festeja, es una estrategia cinematográfica un tanto gruesa por tremendista, pero tiene una pegada innegable. En parte porque las cámaras de Narco Cultura se echan literalmente al barro. Llegan hasta la mismísima cocina de los narcocorridos.

"Le gustó el corrido y me regaló estearma", confiesa un cantante de narcocorridosmientras sus compañeros de coche sefuman un canuto sideral. Resumiendo: Iconografía rapera clásica. Como si los narcocorridos fueran la respuesta mexicana al hip hop estadounidense que vino del gueto, sólo que en México vuela el plomo con mucha más facilidad que en Chicago.

Le gustó el corrido y me regaló un arma

Alucinantes son las imágenes de un concierto/cena en un club latino de El Paso lleno hasta la bandera. Un sarao en el que el público (formado básicamente por padres y madres de familia ebrios) canta a grito pelado canciones sobre tráfico y tiroteos ("Somos sanguinarios y nos gusta matar") mientras un músicoagita sobre el escenarioun bazuka con el que apunta al respetable. El fiestón padre, claro. ¿Quién dijo macarreo? El hip hop estadounidense parece música de monjitas en comparación.

"Mola ver a gente normal sintiéndose narcos por una noche y luego volviendo al trabajo por la mañana", dice un promotor de narcocorridos sobre la expansión del género a EEUU, donde cientos de clubs latinos pinchan ahora este folk de los fuera de la ley. "Creo que podemos ser el próximo hip hop", asegura otro promotor.

De los tiroteos de las calles de Sinaloa a las luces de neón de Los Ángeles. El documental sigue el desembarco estadounidense de las estrellas de los narcocorridos. Ahí somos testigos de la combinación imposible entre un photocall pijo en Hollywood y una enloquecida apología musical de la violencia armada. En tres palabras: Narcotráfico, el musical.

Lo que, bien pensado, no chirría tanto como parece: La iconografía de la violencia es algo tan estadounidense como el 4 de julio. Puede que la implantación de los narcocorridos en EEUU sea una muestra de la vigencia de la cultura latina, aunque hay quién lo ve más bien como un signo de su debilidad: "Es un síntoma de lo mucho que estamos derrotados como sociedad", cuenta una periodista que trabaja en el avispero de Ciudad Juárez. Resumiendo: narcocorridos, un fenómeno cultural contradictorio como pocos.

Si a uno no le van las jornadas laborales moviditas, ser agente de la ley en Ciudad Juárez no es el mejor empleo. "Cuando se escucha un narcocorrido en las frecuencias de la policía, es queva a haberuna ejecución". Lo dice el oficial Richi Soto en el documental Narco Cultura (Shaul Schwarz, 2012). Bienvenidos al folclore de la venta de drogas, a los narcocorridos, subgénero folk que narra las peripecias de traficantes armados. Una desmelenada glorificación pop de la violencia que se fabrica en las ciudades mexicanas donde se asientan los cárteles de la droga.

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