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Un revolucionario egocéntrico llamado Julian Assange
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Estreno de 'El quinto poder'

Un revolucionario egocéntrico llamado Julian Assange

La visión hollywoodiense sobre el fundador de Wikileaks critica al personaje por su megalomanía pero defiende sus ideas sobre la transparencia

Foto: Vida y milagros de Wikileaks en 'El quinto poder'
Vida y milagros de Wikileaks en 'El quinto poder'

En el último suspiro de El quinto poder, cuando uno empieza a pensar que Julian Assange tiene motivos para estar enfadado por cómo sale retratado en este biopic, ocurre lo siguiente: el actor que interpreta a Assange (Benedict Cumberbatch) aparece en los títulos de crédito para cargar contra el retrato que se hace de él (es decir, de Assange) en El quinto poder. Una astuta meta argucia convertida en profecía autocumplida: Julian Assange lleva unos cuantos días despotricando contra el filme. Esta escena resume bien la calculada ambigüedad de una película que se mueve en un mar de contradicciones que son, al mismo tiempo, su fuerza y su debilidad.

El quinto poder, dirigida por Bill Condon, apuesta por defender a Wikileaks y atacar a Julian Assange, al que presenta como un egocéntrico compulsivo. Lo cuál es bueno y malo a la vez. Es bueno porque la película no cae en uno de los principales tics del género: los retratos hagiográficos. Es malo porque, al convertir a Assange en un egoista, acaba por realizar, por contraste, un retrato hagiográfico del resto de personajes del filme: tanto del cofundador despechado de Wikileaks (Daniel Domscheit-Berg) como del periodista de The Guardian (Nick Davies) que gestionó la madre de todas las filtraciones periodísticas.

¿Puede sobrevivir Wikileaks al hundimiento de la reputación de su fundador?

Algo que se veía venir. Porque la paradoja de El quinto poder es que es un biopic que no se basa en una autobiografía de Assange sino en dos relatos críticos con el líder de Wikileaks, los que han escrito, precisamente, Daniel Domscheit-Berg y los periodistas de investigación de The Guardian. Libros en los que, como en la película, se defiende la idea (Wikileaks) pero se ataca la megalomanía del personaje (Julian Assange). Una postura política que también tiene sus contradicciones: ¿Puede sobrevivir Wikileaks al hundimiento de la reputación de su fundador?

"Pueden pasar décadas antes de que entendamos el impacto de Wikileaks y cómo está revolucionado la difusión de la información. La película no pretende ser una sentencia definitiva sobre el asunto. Queríamos explorar tanto las complejidades como los retos de la transparencia en la era de la información y enriquecer los debates que Wikileaks ha provocado", ha asegurado el director Bill Condon.

En efecto, como hemos visto, uno de los puntos fuertes de El quinto poder es su capacidad para dialogar con la realidad, algo que todo filme sobre un tema de actualidad debe hacer. El Assange del filme, por ejemplo, se queja del tratamiento que le empiezan a dar los medios de comunicación tras convertirse en el enemigo público número 1 de EEUU: "Ahora resulta que mis calcetines sucios ocupan el mismo espacio en la prensa que una carnicería brutal", dice tras publicarse un perfil personal en el New York Times más preocupado en hablar de la higiene personal del líder de Wikileaks que en hacerse eco de las matanzas estadounidenses en Irak denunciadas por Assange.

Una contradicción que afecta al filme, que pone más énfasis en señalar los delirios de grandezade Assange que en criticar la política exterior estadounidense, pero a la que el propio Assange no es ajeno, dado que sus partidarios le han convertido en un héroe de la cruzada por la libertad de expresión (un gurúdel que, por tanto, se ensalzanvalores personales como la integridad).

Digamos que la tensión entre lo personal y lo político es uno de los motores conflictivos de El quinto poder.Cómo los militantes renuncian a las obligaciones con su entorno (familia, amigos) para hacer la revolución. Si uno puede defender a la vez los valores altruistas y tratar a sus amigos como a perros. Si la lucha por el bien común justifica que uno sea un capullo integral. Un poco como si la mentira fuera más mentira cuando la dice alguien que defiende la verdad por encima de todo. El pecado mortal de la incoherencia.

El quinto poder parece querer decir quelasideas de Assange trascenderánsu presuntadegeneración moral, aunque no explica cómo puede uno mantener la cordura o una simpática vida familiar y sentimental cuando su día a día consiste en evitar que la CIA le arroje por unas escaleras. O si es posible meterse en el berenjenal en el que se ha metido Assange sin tener algo de egocéntrico kamikaze.Si es factible hacer la revolución sin mancharse las manos, en definitiva, aunque a Assange no le podamos acusar de ir por ahí pegando tiros, sino más bien de estar encantado de conocerse.

El quinto poder
Director: Bill Condon
Reparto: Benedict Cumberbatch, Daniel Brühl, Carice Van Houten, Laura Linney
Género: Thriller
Nacionalidad: EEUU
Duración: 124 minutos

En el último suspiro de El quinto poder, cuando uno empieza a pensar que Julian Assange tiene motivos para estar enfadado por cómo sale retratado en este biopic, ocurre lo siguiente: el actor que interpreta a Assange (Benedict Cumberbatch) aparece en los títulos de crédito para cargar contra el retrato que se hace de él (es decir, de Assange) en El quinto poder. Una astuta meta argucia convertida en profecía autocumplida: Julian Assange lleva unos cuantos días despotricando contra el filme. Esta escena resume bien la calculada ambigüedad de una película que se mueve en un mar de contradicciones que son, al mismo tiempo, su fuerza y su debilidad.

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