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Crowdfunding, la nueva moda para cineastas acabados
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Paul schrader decepciona en la mostra

Crowdfunding, la nueva moda para cineastas acabados

El guionista de 'Taxi Driver' intenta resucitar ayudado por Bret Easton Ellis y un reparto morboso encabezado por una "imprevisible" Lindsay Lohan

Foto: Presentación en la Mostra de 'The Canyons'. EFE
Presentación en la Mostra de 'The Canyons'. EFE

Uno de estos días nos despertaremos con Steven Spielberg anunciando la producción de una película mediante crowdfunding. Parece altamente improbable, pero quién nos diría hace apenas un año que directores consagrados como Spike Lee iban a lanzar iniciativas similares. Según parece, la campaña de Lee fue un éxito inmediato y estoy seguro de que en el hipotético caso de que Spielberg siguiera sus pasos aparecería de inmediato un George Lucas con un cheque de 5 o 10 millones de dólares para financiar a su amigo. Cuesta creer que estos cineastas precisen de este tipo de fórmulas para sacar adelante sus producciones. Me inclino a creer más bien que estamos ante la última moda, la que combina el low-cost y los social media, la última oportunidad para algunos cineastas en declive de no quedar desenganchados de la actualidad. Este podría ser el caso de Spike Lee o de Paul Schrader, que es quién nos ocupa.

El que fuera guionista de Martin Scorsese (Taxi Driver, Toro salvaje, La última tentación de Cristo) y un más que estimable cineasta (Hardcore, un mundo oculto, American Gigolo, Posibilidad de escape) ha llevado una carrera ciertamente errática. Su última película con cierta repercusión debe de datar de 1997 (Aflicción). Desde entonces, Schrader no ha dejado de dar tumbos.

The Canyons lo ha devuelto a las primeras páginas, lamentablemente no tanto por los resultados artísticos de su película, sino por su fórmula financiera: el crowdfunding. Y también por unir su talento al del escritor Bret Easton Ellis, autor esta vez del guión original. El coctel se fue completando con unos protagonistas no exentos de morbo, empezando por una Lindsay Lohan en permanente cura de rehabilitación y terminando por James Deen (sí, han leído bien), reputado actor porno. Claramente, The Canyons es un proyecto concebido para la rehabilitación de unas cuantas carreras.

Paul Schrader ha acudido a Venecia, además de cómo presidente del jurado de la sección Orizzonti, para presentar fuera de concurso su última película. Escuchándole en la rueda de prensa (a él, Ellis y dos de sus actores, pues Lohan ha cancelado su visita a última hora) no cabe dudar de sus buenas intenciones y de la coherencia del proyecto de The Canyons, una película ambientada en la industria cinematográfica de Los Angeles. Schrader insiste en la concepción absolutamente independiente del proyecto: “No se pagaron permisos, no se pagó al equipo de maquillaje, no se pagó nada”, para recalcar a continuación que si The Canyons se lanzó hace un mes en Estados Unidos directamente a través de vídeo bajo demanda (VOD) y en una única sala de Nueva York lo fue porque se trata de una película “concebida, financiada y distribuida a través de los medios de comunicación social”. Es decir, The Canyons sería la película que mejor refleja el cine de hoy en día, cuando los cines cierran y el 35mm desaparece para ceder su lugar a la imagen digital. De hecho la película se inicia con planos de cines cerrados en toda el área de Los Angeles, un reflejo de otros tiempos: “Esos días ya han pasado”, recalca Ellis.

Pocas películas se definen mejor que The Canyons enumerando simplemente los nombres que están detrás de su realización, hasta el punto que podría describirse como un mash-up entre American Gigolo (Schrader) y American Psycho (Ellis)

Pocas películas se definen mejor que The Canyons enumerando simplemente los nombres que están detrás de su realización, hasta el punto que podría describirse como un mash-up entre American Gigolo (Schrader) y American Psycho (Ellis). El guionista reconoce que su intención fue la de escribir un neo-noir, “una puesta al día del cine negro en una crepuscular Los Angeles”. En ese aspecto crepuscular insiste Schrader cuando compara su película con Vidas rebeldes y a Lindsay Lohan con Marilyn Monroe… Como decía, The Canyons puede parecer mucho mejor cuando escuchamos a Schrader y Ellis hablar de su proyecto que cuando lo vemos reflejado en una pantalla. En mi opinión la película parece apuntar por momentos hacia los terrenos transitados por David Lynch en Mulholland Drive (la gran película sobre Los Angeles del siglo XXI), pero su crítica de la industria cinematográfica no tiene más alcance que la de DiDi Hollywood (Bigas Luna, 2010).

Paul Schrader, por cierto, dijo esto ayer sobre L Lindsay Lohan en uno de sus encuentros con la prensa: "Hoy es mi primer día libre. He sido durante 18 meses rehén de una actriz impredecible".

Obviamente, The Canyons no es la única película financiada mediante crowdfunding que se puede ver este año en Venecia. Por lo que me consta, hay al menos otra, el documental firmado por Gabe Klinger, Double Play: James Benning and Richard Linklater, incluido en la sección Venice Classics, dedicada a la recuperación de material restaurado y documentales sobre cineastas. Y tampoco cabe atribuir a la película de Schrader la exclusividad del low-cost. Para muchos de los cineastas presentes en Venecia y en otros festivales, el millón de dólares del que dispuso Schrader constituye todo un lujo fuera de su alcance.

Pero el concepto de low-cost vende mucho hoy en día, es la última moda. La propia Biennale de Venecia puso en marcha la iniciativa Biennale College-Cinema para producir anualmente tres películas low-cost. Sus primeros frutos se verán en esta edición del festival. Son tres proyectos de cineastas de Tailandia, Estados Unidos e Italia que, mucho me temo, no despertarán la misma atención que The Canyons.

Uno de estos días nos despertaremos con Steven Spielberg anunciando la producción de una película mediante crowdfunding. Parece altamente improbable, pero quién nos diría hace apenas un año que directores consagrados como Spike Lee iban a lanzar iniciativas similares. Según parece, la campaña de Lee fue un éxito inmediato y estoy seguro de que en el hipotético caso de que Spielberg siguiera sus pasos aparecería de inmediato un George Lucas con un cheque de 5 o 10 millones de dólares para financiar a su amigo. Cuesta creer que estos cineastas precisen de este tipo de fórmulas para sacar adelante sus producciones. Me inclino a creer más bien que estamos ante la última moda, la que combina el low-cost y los social media, la última oportunidad para algunos cineastas en declive de no quedar desenganchados de la actualidad. Este podría ser el caso de Spike Lee o de Paul Schrader, que es quién nos ocupa.