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Los vaqueros pierden el duelo contra la taquilla
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'el llanero solitario', último 'western' en fracasar

Los vaqueros pierden el duelo contra la taquilla

La película de Johnny Depp es el último intento frustrado de reinventar el género cinematográfico americano por excelencia: las películas del oeste

Foto: Escena de 'el llanero solitario' (disney)
Escena de 'el llanero solitario' (disney)

Si Edwin S. Porter levantara la cabeza, probablemente se volvería a meter en su tumba al ver los caminos que ha tomado el género que él mismo comenzó: el western. En los últimos años las películas que han intentado revitalizar el cine del oeste han optado por añadir elementos destinados a los adolescentes con el fin de fabricar taquillazos de fácil consumo y que puedan derivar en una franquicia generadora de miles de millones de dólares gracias a sus filmes y a su merchandising.

La última en estrellarse en las salas de todo el mundo (a falta de estrenarse en España) es El llanero solitario, basada en el serial radiofónico y posterior serie televisiva de los años 30 y 50, respectivamente.El proyecto podía haber significado una digna resurrección del personaje, hasta que las riendas de la película fueron tomadas por el productor Jerry Bruckheimer. En ese momento, todo el mundo del cine supo que la idea de que se realizara un western clásico se había evaporado para dar prioridad al espectáculo, los efectos especiales y la acción desenfrenada. Por si todavía quedaba alguna duda, Bruckheimer fichó a dos de sus compinches en la saga Piratas del Caribe: Johnny Depp y el director Gore Verbinsky.

Armie Hammer como El llanero solitarioEl resultado ha sido una versión de las películas de Jack Sparrow ambientadas en el oeste americano y que ha supuesto uno de los fracasos de la temporada en la taquilla americana. Estrenada en el puente del Día de la Independencia de EEUU (el más fuerte del año) la película sólo ha logrado recaudar 87,7 millones de dólares (y otros 130 fuera de sus fronteras) para un abultadísimo presupuesto de 215 millones. Mal negocio para Disney, que hace pocas semanas publicaba que El llanero solitario les iba a suponer unas pérdidas de entre 160 y 190 millones de dólares. La productora ve cómo sus ilusiones de crear una nueva y exitosa franquicia se han desvanecido por completo.

El descalabro de la película ha hecho que hasta dibujantes del cómic basado en el personaje, como Esteve Polls, hayan manifestado sentirse decepcionados con la adaptación ya que se presenta como si fuera de “humor continuo”, cuando las historias que se cuentan “son muy serias”.

Es comprensible que las productoras de Hollywood intenten llevar a las familias a ver sus superproducciones, pero sólo hay que echar un vistazo a la taquilla de los últimos quince años para descubrir que el western es un género que los americanos quieren conservar lo más intacto posible. La mayoría de intentos de revitalización del cine del oeste han fracasado comercialmente, y las excepciones que han significado un éxito son aquellas que se han mostrado más respetuosas con sus obras cumbre, como son Bailando con lobos (184.208.848de dólares de recaudación) y Valor de ley (171.243.005).

placeholder Imagen de 'Valor de ley'

Y es que el cine de indios y vaqueros significó algo más que una sucesión de clásicos durante más de diez años. Su gran arraigo con el público se debía a que trataba temas que ensalzaban la grandeza de Estados Unidos, la fundación de un territorio y los valores de las personas que lo hicieron posible: solitarios, honrados y valientes. Es el género cinematográfico americano por excelencia, basado en una iconografía tipo que muy pocos se han atrevido a tocar, ya que todos los que lo han intentado han fracasado en el intento.

Es cierto que todas las apuestas que han probado suerte mezclando el western con otros géneros han respetado esos símbolos que lo hacen reconocible, pero no es suficiente con que aparezca un saloon, una cabaretera y una bola de paja rodando por el árido paraje para que se respeten los códigos. La esencia de este tipo de cine se encuentra más en esos valores que promulga, muy centrados en la figura del héroe clásico que no tiene nada que ver con el arquetipo de superhéroe que aparece en las superproducciones actuales.

Fracasos en el oeste

Es irónico que uno de los primeros en estrellarse en la taquilla con un atípico western fuera Kevin Costner, que con Bailando con lobos (otra del oeste) había convencido a público y crítica. Sin embargo, su visión postapocalíptica y futurista en Mensajero del futuro sentenció su prometedora carrera como director. Los medios la destrozaron y los espectadores dieron la espalda al filme, que sólo recaudó 17 millones para un presupuesto de 80.

Sólo dos años después, Barry Sonnenfeld volvería a intentar crear una saga que utilizara el imaginario del oeste para llevar a las familias a las salas a ver una película de acción y aventuras con un toque de buddy movie. El título: Wild Wild West, basada en la serie del mismo nombre y con toda una superestrella de protagonista, Will Smith. A pesar de que este suele ser sinónimo de taquillazo, la película tuvo que sufrir para superar los 110 millones de recaudación, habiendo costado 170 millones, cifra altísima para 1999, por lo que el negocio no fue rentable para Warner Bros.

Once años después llegó a las pantallas Jonah Hex, basada esta vez en un cómic de DC, que incorporaba elementos sobrenaturales y de fantasía a una historia cuya base era el western. Desde que los primeros avances fueron mostrados nadie confió en esta película, pero nadie esperaba que sus números en taquilla fueran tan ridículos: 10.547.117 de dólares para un filme que costó 47 millones sin contar los gastos de promoción. En España ni siquiera se estrenó en salas y pasó sin pena ni gloria por el mercado doméstico.

placeholder 'Cowboys & Aliens'

Un año después el director de Iron Man, Jon Favreau, intentaba trasladar a la pantalla otro cómic que mezclaba el cine del oeste con la ciencia ficción: Cowboys & Aliens. Un filme cuyo solo título ya ofrecía todas las claves necesarias para ver por dónde iban a ir los tiros. Ni Daniel Craig ni Harrison Ford pudieron salvar una producción que, con un presupuesto de 163 millones, sólo consiguió recaudar 100 en EEUU y otros 74 en el extranjero.

Todo esto parece confirmar que, si bien el western es un género olvidado, el público no quiere que se toquen sus raíces, sus héroes y sus mitos. El espectador busca el clasicismo y condena a aquellos que intentan subvertir sus normas.

A pesar de todo, sigue habiendo valientes que intentan dar la vuelta a las convenciones. El próximo: Seth MacFarlane. El creador de Padre de familia intentará, tras el éxito de su ópera prima, Ted, llevar su humor políticamente incorrecto al lejano oeste intentando que los sheriffs del condado le permitan triunfar en taquilla.

Si Edwin S. Porter levantara la cabeza, probablemente se volvería a meter en su tumba al ver los caminos que ha tomado el género que él mismo comenzó: el western. En los últimos años las películas que han intentado revitalizar el cine del oeste han optado por añadir elementos destinados a los adolescentes con el fin de fabricar taquillazos de fácil consumo y que puedan derivar en una franquicia generadora de miles de millones de dólares gracias a sus filmes y a su merchandising.

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