El espontáneo presidente del Gobierno envía una carta muy espontánea al espontáneo Broncano

Tanta espontaneidad habrá pillado por sorpresa a los espectadores de Televisión Española más impresionables. La otra noche, Pedro Sánchez mandó de repente una carta a La Revuelta, templo de humor y espontaneidad. Envió Pedro Sánchez también un vídeo, igualmente espontáneo, donde comunicaba al programa de David Broncano que se disponía a enviar espontáneamente esa carta a la Revuelta. El vídeo lo había grabado Televisión Española en el despacho de Pedro Sánchez.

Se conoce que pasaban por ahí. Ya dijo Kapuściński que el periodismo es estar en el lugar y el momento adecuado. No sé si eso lo dijo Kapuściński, pero inventando citas suyas los artículos visten más. He tenido que mirar en Google en qué consonantes van las tildes para escribir su apellido. Eso también es el periodismo de calidad.

Pensemos en el porqué del vídeo. En el siglo XXI, para que la gente abra una carta que le llega en un sobre, lo mínimo es avisar antes, porque si no, el remitente piensa que es propaganda y la echa al cubo. No era el caso: la carta la abrieron por ser precisamente propaganda, y ni siquiera tuvo que pasar por Correos, porque entre emisor y receptor hay un tubo directo, como entre la placenta y el embrión.

Se gestó la narrativa en dos pasos. En un programa anterior, Jorge Ponce había enseñado espontáneamente la tierna carta que había escrito por lo visto su hija de siete años. En la misiva, la niña se hacía pasar por el presidente del Gobierno con una caligrafía pueril (que tal vez daba el pego), y en tono presidencial ordenaba la niña a su maestra que permita hacer a las niñas lo que les dé la gana.

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¿No es adorable? Es la hija de Ponce la típica niña que finge ser Pedro Sánchez en una carta, que envía a su maestra de la pública, y que su padre enseña luego en la televisión pública para pedir a Pedro Sánchez que por favor escriba él mismo otra carta tan espontánea para la maestra de su hija. Espero que tanta espontaneidad no os haya mareado, porque hay más.

En su sección, echó Ponce alguna pullita a Sánchez, refiriendo que no le costaba nada enviar cartas, "como a Begoña", de manera que ese espectador impresionable de Televisión Española creyera que ahí se hace comedia incisiva. Sánchez, tanto en el vídeo grabado por Televisión Española como en la carta enviada a Televisión Española, respondía con otras simpáticas pullitas a Ponce y Broncano. Así iba subiendo el nivel de espontaneidad.

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En el siguiente programa, recibieron un sobre grandote y cerrado, con el logo de Moncloa. Broncano abrió el sobre de Pedro Sánchez en el plató, y todos hicieron como que no sabían lo que Pedro Sánchez había escrito en el papel, y se sorprendieron mucho, y rieron. Ponce llevaba una cámara de mano para que se viera el papel y toda esa espontaneidad presidencial se derramase sobre el telespectador.

Pedro Sánchez copiaba los chascarrillos de la niña, y a rotulador metía nuevas pullitas a Broncano y Ponce, y aprovechaba para añadir una posdata ensalzando a los profesores de la pública, lo que gustó mucho al público allí reunido para degustar la espontaneición.

Yo sinceramente no había visto nada tan espontáneo desde que un amigo, en una noche en que habíamos tomado setas alucinógenas, dijo de pronto que dos chanclas planeaban matarlo y las tiró por el balcón.

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En fin. Viendo estas cosas en la tele, se me ocurre que no es raro que. 'La Revuelta' se dirija directamente al presidente, obteniendo su respuesta, dado que La Revuelta existe porque el presidente así lo quiso. Por otra parte, cosas que se le pasan a uno espontáneamente por la cabeza, me doy cuenta también de que todos los programas de la parrilla de Televisión Española se dedican las 24 horas a enviar mensajes directos a Pedro Sánchez, aparentando la máxima espontaneidad.

Cada cadena de televisión tiene un espectador promedio. Pensando en ese espectador promedio se diseñan los programas, se contratan los colaboradores y luego, todo calculado, se les permite improvisar. Todos recordamos cuando Telecinco consideraba que sus espectadores eran infraseres y solo emitía programas para convertir a la gente en eso. Pues bien: en este sentido hemos de interpretar en qué quiere convertir a su audiencia la Televisión Española de José Pablo López.

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Televisión Española trabaja las veinticuatro horas para que España sea como Pedro Sánchez. Emite con ese único espectador en la cabeza. Así, el presidente puede poner su televisión a cualquier hora, cualquier día, con la seguridad de que alguien estará contando con la máxima espontaneidad lo majo y lo guapo que es. No hace falta escribir guiones cuando lo has planificado todo para que así sea.

Por eso en Televisión Española la espontaneidad es gente diciendo lo majo que es Pedro Sánchez. A veces lo hacen con el estilo enfático de Javier Ruiz, otras con el tono campechano de Gonzalo Miró, algunas noches con la gracia de David Broncano o el estilazo de Marc Giró, y el resto del tiempo con sucedáneos del dedito estilo Belén Esteban de Sarah Pérez Santaolalla.

La misión de la Televisión Española es que España, al final, se parezca tanto a Pedro Sánchez como Televisión Española. Es decir: que la gente se le parezca tanto al presidente como dicen las encuestas del CIS.