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Llegan las memorias de Evan Dando, de The Lemonheads: muchas anfetas, éxtasis y Valium
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"tomo ácido de vez en cuando"

Llegan las memorias de Evan Dando, de The Lemonheads: muchas anfetas, éxtasis y Valium

Limpio (según cuenta él, al menos de heroína), el músico también regresa con 'Love Chant', el primer disco del grupo en dos décadas. Estuvo en nuestro país hace unas semanas

Foto: Evan Dando de The Lemonheads tocando en octubre de 2006 en Inglaterra. (Samir Hussein/Getty Images)
Evan Dando de The Lemonheads tocando en octubre de 2006 en Inglaterra. (Samir Hussein/Getty Images)
EC EXCLUSIVO

Evan Dando es uno de los rostros más reconocibles —y a la vez más autodestructivos— del rock alternativo de los noventa, y ahora regresa con Love Chant, el primer disco de The Lemonheads en dos décadas —tocaron de hecho en Madrid hace unas semanas, con un concierto considerado por todo el mundo en general como absolutamente lamentable—. Además de eso, publica unas memorias que exponen sin filtros el descenso a los infiernos del que fuera icono del bubblegrunge: Rumours of My Demise, en las que repasa sin filtros décadas de adicción, fama y excesos. En entrevistas recientes con The Guardian y The Observer, el músico —que fue portada de revistas por su talento y su atractivo físico tanto como por sus caídas— habla con una mezcla de ironía y lucidez sobre una vida que ha bordeado la muerte en más de una ocasión.

“Tarda muchísimo en dejar marcas decentes”, comentó en la reciente entrevista en The Guardian, mostrando las marcas que le recorren los brazos, huellas de años de heroína. “Lo haces durante años y piensas: ‘Todavía no puedo parar’. Quizá mi piel es especialmente dura, pero ahora apenas se nota. ¿Para qué ha servido todo esto, eh?”. A los 58 años, dice estar limpio, aunque matiza levemente el concepto "estar limpio": “Tomo ácido de vez en cuando, quizá setas y fumo marihuana”. La heroína, asegura, no la ha tocado en casi tres años. La dejó tras un concierto desastroso en el Hollywood Forever Cemetery en 2021.

Su biografía, publicada con la ayuda del escritor y periodista musical Jim Ruland, combina anécdotas de humor negro y momentos de absoluta autodestrucción. El músico asegura que escribió los primeros cuatro capítulos. “El resto lo hice con Jim. Me da a conocer como alguien que ha escrito un libro, y eso era lo que quería hacer desde niño. En la escuela estaba obsesionado con James Joyce, Dylan Thomas y Flaubert”. En el mismo texto, recuerda su educación en Boston y sus inicios musicales junto a Ben Deily y Jesse Peretz.

Su fama estalló en 1992 con It’s a Shame About Ray y la versión de Mrs. Robinson, y su vida se convirtió en una espiral de consumo. En The Observer se detalla que el libro contiene 79 menciones a drogas, 48 a heroína, 21 a cocaína, 14 a marihuana o ácido, y 12 a LSD. Entre los episodios que relata están su colapso en Australia —tras un atracón de anfetaminas, éxtasis y Valium—, su pelea con la policía o el curioso momento en que escuchó a dos mujeres en un restaurante decir que había muerto.

El libro contiene 79 menciones a drogas, 48 a heroína, 21 a cocaína, 14 a marihuana o ácido, y 12 a LSD

También repleto de anécdotas épicas para cualquier mortal: de tomar Xanax con Johnny Depp a que Keith Richards le ponga una espada en la garganta, Kurt Cobain llorando porque Courtney Love le ha confesado que tiene una aventura con Dando (algo que él niega) o la mejor excusa para no tocar en Glastonbury en el 95. Estaba en una orgía llena de heroína con dos modelos (por lo que no llegó a tiempo, se comprende).

Por supuesto, unas memorias no son nada sin una infancia, por lo que el libro no solo repasa el ascenso a la fama o la vida caótica y narcotizada del músico. Recorre también su infancia en Boston, hijo de un abogado y una exmodelo, su paso por la escuela liberal Commonwealth —“no había reglas, excepto no patinar en los pasillos; en otras palabras, no seas imbécil”— y la formación de The Lemonheads en 1986 junto a Ben Deily y Jesse Peretz, a los que conoció en una clase de la Biblia. The Lemonheads comenzaron como un grupo punk, cautivados por los Minutemen, Dead Kennedys y Ramones; firmaron con el sello bostoniano Taang!, con el que publicaron tres álbumes. Tras la marcha de Deily y Peretz, los Lemonheads se convirtieron prácticamente en un espectáculo unipersonal, con Dando contratando y despidiendo músicos a su discreción.

En el 95 no tocó en Glastonbury porque estaba en una orgía llena de heroína con dos modelos

Irrumpieron en la escena tras el auge de Nirvana, un poco antes de que el britpop se adueñara de todo, y el salto a la fama llegó con It’s a Shame About Ray (1992) y la versión de Mrs Robinson, encargo para el 25º aniversario de El Graduado.Nevermind salió en el 91 y lo habían clavado”, recuerda en The Guardian. “Nosotros lo intentamos, pero mi voz funcionaba mejor sobre música tranquila”. Mientras tanto, el éxito trajo dinero, drogas y un círculo de amistades célebres: Johnny Depp, Kate Moss, Milla Jovovich, Courtney Love. “Creo que se suponía que algunas personas debían consumir drogas, y una de ellas era yo”.

El epílogo del libro destruye cualquier ilusión de final feliz: “Esta no es una historia de redención. Los adictos no mejoran”. Pero Dando tiene nuevos planes para la banda y cree que es momento de volver de gira: “Soy honesto con lo que publico. No estaba listo para hacer nada nuevo hasta que lo estuve. Y ahora lo estoy”.

Evan Dando es uno de los rostros más reconocibles —y a la vez más autodestructivos— del rock alternativo de los noventa, y ahora regresa con Love Chant, el primer disco de The Lemonheads en dos décadas —tocaron de hecho en Madrid hace unas semanas, con un concierto considerado por todo el mundo en general como absolutamente lamentable—. Además de eso, publica unas memorias que exponen sin filtros el descenso a los infiernos del que fuera icono del bubblegrunge: Rumours of My Demise, en las que repasa sin filtros décadas de adicción, fama y excesos. En entrevistas recientes con The Guardian y The Observer, el músico —que fue portada de revistas por su talento y su atractivo físico tanto como por sus caídas— habla con una mezcla de ironía y lucidez sobre una vida que ha bordeado la muerte en más de una ocasión.

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