Arundhati Roy: "Los hombres de derechas dicen que me enfado mucho, pero estoy muy relajada"
La escritora india que fue todo un 'bestseller' con 'El dios de las pequeñas cosas' vuelve con 'Mi refugio y mi tormenta', un libro de memorias y sobre su madre, la señora Roy. Y sigue tan combativa y tan rebelde como siempre
Hace tres años, en agosto de 2022, este periódico se puso en contacto con la agente de la escritora Arundhati Roy (La India, 1959) en Reino Unido para solicitar una entrevista. Autora del exitazo El dios de las pequeñas cosas (premio Booker 1997) y de numerosos artículos en defensa de la democracia, del medio ambiente, de la igualdad de derechos y muy crítica con los regímenes como el de su país o lo que ocurre ahora en EEUU “que ya ocurrió antes en La India” (asegura ella), era un personaje excelente para una conversación larga. Y todo estaba casi cerrado cuando llegó un mensaje de la agente: la madre de Roy acababa de morir y se encontraba completamente devastada. Lo cancelaba todo.
Aquella devastación se convirtió en el libro de memorias y sobre su madre, la señora Mary Roy, titulado Mi refugio y mi tormenta (Alfaguara) -tiene un título fabuloso en inglés, Mother Mary comes to me, como gran homenaje también a sus amados Beatles- y que acaba de ser presentado en español. Y ahora sí, por fin, hemos podido tener un encuentro con ella para hablar de política -“estamos en unos momentos en los que estamos viendo la caída de la democracia y no están obligando a mirar para otro lado, como sucede en la película La zona de interés”, soltó entre otras perlas-, de feminismo -”el movimiento está debatiendo ahora cosas muy tontas y olvidando las importantes” - y, por supuesto, su madre, una mujer especialísima: por una parte, luchadora que bregó por los derechos hereditarios para las mujeres, por la educación de las niñas (montó ella solita una escuela en la verde Kerala) y que al mismo tiempo fue exigente, exacerbadamente crítica y en ocasiones hasta cruel con ella. El libro entra como el agua y merece mucho la pena. Es sobre una madre que crio a sus hijos sin nadie más, sobre una hija, pero también sobre un país, sobre la conciencia política y sobre qué hacer con esas cadenas (familiares) que nos van a acompañar toda vida.
A ella misma le sorprendió su dolorosísima reacción tras su muerte. Su propio hermano se quedó asombrado y le llegó a decir “a ti te trató peor que a nadie”. Y podría ser, pero quedaba el amor. “Es que siempre la amé. Siempre mantuvimos relación y sobrevivimos la una a la otra. Esto no es un ejercicio de perdón, ni de yo a ella, pero tampoco a mí misma”, ataja insistiendo en que su madre no fue una mujer violenta o desalmada. Por eso este libro no es un ajuste de cuentas ni va de lo mala que puede ser una madre. “No, no, no era horrible. He escrito de ella sin juzgarla, sin meterla en un paquetito y encasillarla en algo. Quiero que el lector entienda que con mi madre la vida era cada día una cosa distinta. Y jamás sentí que me ninguneara en ningún momento”. De hecho, al carecer de padre -porque se separaron y no volvió jamás- le llegó a decir: “Yo te quiero el doble”. De esas frases que no se olvidan.
'Mi refugio y mi tormenta', de Arundathi Roy (Alfaguara)
También con el tiempo se van aprendiendo otras cosas, reconoce. “Me di cuenta de que algunas cosas en la vida nunca se resuelven. Y eso está bien, no tienes por qué resolverlo todo. Y cada uno vive las cosas de forma distinta. Por ejemplo, mi hermano siempre ha sido muy claro y me ha dicho “ella es una mujer cruel y yo no la amo”. Así que para mí también fue importante acomodar eso en mi vida y en este libro”, sostiene.
Feminismo
Su madre, luchadora, feminista en el sentido de luchar por los derechos y sacarse las castañas del fuego (y estamos hablando de La India de los años sesenta) -”pero también muy conservadora en otras cosas como el sistema de castas que nunca cuestionó”- le impregnó de alguna manera el carácter batallador que ha mostrado Roy siempre en sus artículos, conferencias y apariciones públicas. Y tiene varias opiniones interesantes, precisamente, con respecto al feminismo (y que le enseñó su madre). Una es que “el feminismo no es solo una cosa de mujeres. En La India hay muchas mujeres fascistas nacionalistas que están listas para matar. Así que el feminismo es mucho más complicado de lo que la gente cree que es”. La otra es que el feminismo está en un momento de retroceso desalentador que explica:
“Sí, en los años sesenta en La India comenzaron a crearse ONG en las que participaban muchísimas mujeres. Pedían redistribución de la riqueza, otra relación distinta entre las personas que alquilaban los terrenos y los propietarios de los terrenos… Estos movimientos venían de la izquierda. Sin embargo, grandes empresas empezaron a financiar movimientos de mujeres, estudios de género y todas esas cosas que no desafiaban el statu quo. Sí que luchaban porque las mujeres tuviesen más acceso a la educación etc, pero no lo que cambiaba la estructura de poder. Como decimos en hindi, mantenían al tigre cogido por la correa. Y ahora, además, el feminismo se ha metido en silos, cajitas, y se ha puesto a debatir de cosas bastante infantiles, bastante tontas y ha dejado los temas importantes. De la mujer y su papel en la sociedad y de lo que realmente le ocurre nadie quiere tocarlo”, argumenta. Y por sus palabras parece que le fastidia de verdad.
Arundhati Roy (i) y el fotógrafo bangladesí Shahidul Alam posan para los medios durante el Festival Internacional de Fotografía 'Chobi Mela', en 2019 en Daca. (EFE)
Israel y Gaza
El tema del feminismo lleva a hablar de la situación política y lo más inmediato es lo que está ocurriendo entre Israel y Gaza (que ella llama claramente “genocidio”), un asunto del que lleva escribiendo desde 2002: “El Departamento de Defensa de EEUU ha dado a Israel 40.000 millones de dólares para gastarse en cometer un genocidio y ahora dice que están negociando la paz. Si EEUU, con el apoyo de Europa, no hubiese estado financiando esto, ¿hubiese habido genocidio? ¿Quiénes son los perpetradores reales del genocidio? Esto es más que soldados. Si estamos hablando del alto al fuego, que ojalá se mantenga, aquí hay algo más profundo. ¿Qué va a suceder cuando se libere a los rehenes? Es algo que tenemos que ver en el futuro”, se pregunta. Lo cual le lleva a indicar que lo peor de todo es que “estamos viendo la caída de la democracia, así que esto es una crisis para todos. Y está pasando como en la películaLa zona de interés: nos están obligando a que, mientras todo esto pasa, miremos para otro lado y pensemos que no podemos hacer absolutamente nada. Esto ya no es un tema político, es psicosis, una locura”.
"Nos están obligando a que, mientras todo esto pasa, miremos para otro lado y pensemos que no podemos hacer absolutamente nada"
Quejarse, dice, no consiste solo en salir a la calle. Te puedes quejar con los libros que lees, con el teatro al que vas, con el cine que ves, con la ropa que llevas. Todo eso vale para decir que no estás de acuerdo con la situación de hoy en día. Ella lo sigue haciendo con sus artículos -como los recopilados en Mi corazón sedicioso, en los que crítica muy duramente al primer ministro (“no es mi primer ministro”) Narendra Modi- y por ellos ha sido denunciada e incluso alguno de sus libros prohibido. También es fuertemente criticada en las redes sociales y en comentarios. “Tengo a muchos hombres de derechas cabreados conmigo y me dicen que estoy muy enfadada, pero son ellos los que lo están. Yo estoy muy relajada. A las mujeres que criticamos enseguida nos tachan de rabiosas”, manifiesta.
Pero es verdad que a veces ha sido algo más grave que un comentario. “Sí, hay muchos casos contra mí. Algunos tontos, como que si fumo; pero luego hay otros más graves en los que me acusan de terrorismo. Y puede haber un juicio contra mí por terrorista. Nunca sabes de dónde te va a venir. En La India, detrás del ruido de Bollywood, hay muchísimo silencio. A las personas las han aterrorizado y les han dicho que no pueden hablar. En Cachemira directamente no se puede hablar, no se puede hacer publicaciones en redes, en Facebook ni mandar mensajes… Detrás de ese bullicio de la India por debajo hay mucho silencio. Y antes, además, La India era amiga de Palestina, pero ahora es de Israel y si haces algún evento sobre Gaza viene una masa de nacionalistas hindúes y te lo boicotea. Ni siquiera es el Estado”.
"Detrás del ruido de Bollywood, hay mucho silencio. A las personas las han aterrorizado y les han dicho que no pueden hablar"
Pese a toda esta rebeldía -y la valentía de criticar a un régimen complicado-, esta se la guarda para los artículos. La literatura cree que no debe ser activista ni mostrar ideología. “Yo respeto la belleza de la literatura demasiado como para que se convierta en un manifiesto. Hay iluminados que se creen tocados por la gracia divina pero luego escriben libros horrorosos. Yo creo en el arte y si se hace se tiene que hacer bien”. Y Roy cuando lo hace es de las que merece la pena tener en una biblioteca.
Hace tres años, en agosto de 2022, este periódico se puso en contacto con la agente de la escritora Arundhati Roy (La India, 1959) en Reino Unido para solicitar una entrevista. Autora del exitazo El dios de las pequeñas cosas (premio Booker 1997) y de numerosos artículos en defensa de la democracia, del medio ambiente, de la igualdad de derechos y muy crítica con los regímenes como el de su país o lo que ocurre ahora en EEUU “que ya ocurrió antes en La India” (asegura ella), era un personaje excelente para una conversación larga. Y todo estaba casi cerrado cuando llegó un mensaje de la agente: la madre de Roy acababa de morir y se encontraba completamente devastada. Lo cancelaba todo.