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La música unidimensional: por qué todas las canciones suenan igual
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La música unidimensional: por qué todas las canciones suenan igual

Dos investigadores de una universidad alemana revelan cómo los mecanismos de distribución de la industria cultural promueven que las creaciones sean cada vez más uniformes

Foto: Un mural dedicado a Outkast. (Alyssa Pointer/Reuters)
Un mural dedicado a Outkast. (Alyssa Pointer/Reuters)

Paul Niklas Kullick y Johannes Petry, investigadores del Institute for Political Science, pertenecientes a la Goethe University de Frankfurt, han realizado un análisis comparativo entre las canciones que figuran en la lista Hip-Hop/R&B Hits de 2002 y en las que aparecen en la lista de reproducción más exitosa del género en 2022 en Spotify, RapCaviar (la tercera más escuchada, con 16,2 millones de oyentes). En el estudio han examinado la forma y estructura de los temas, el sampling, los elementos rítmicos, las voces y las letras.

Los resultados, que se recogen en el artículo From Adorno to 50 Cent: Financialized platform capitalism, Spotify, and the culture industry in the twenty-first century, publicado en la revista Finance and Society, son concluyentes: “El hip-hop, antes distinto y diverso, se ha vuelto mucho más homogéneo, ya que una proporción creciente de canciones populares utiliza los mismos efectos de voz, el mismo conjunto de samples de batería, cuenta con letras más homogéneas, y sigue las tendencias del mercado en las melodías. Por supuesto, las diversas combinaciones de producción musical, samples, elementos rítmicos, voz y letra, en teoría, aún pueden crear paisajes sonoros muy diferentes. Nuestro análisis no es exhaustivo y puede complementarse de muchas maneras diferentes, por ejemplo, analizando la entonación, la fluidez o la pronunciación. Sin embargo, nuestro análisis ha hecho visible el uso generalizado de los mismos efectos, patrones y samples en la producción musical y, en consecuencia, demuestra un aumento general de la uniformidad. Se eliminan las imprecisiones tanto en la batería como en la voz que crearían fricción o perturbaciones en la experiencia auditiva, y las decisiones sobre samples de melodías se basan cada vez más en las tendencias dentro de la economía de samples”. Las diferencias musicales entre artistas, fruto de las distintas personalidades y de las regiones del mundo desde las que componen, ha dejado paso a creaciones monoculturales.

Los artistas de hip-hop no pueden permitirse la desviación, por lo que la música se vuelve homogénea, repetitiva y autorreferencial

Esta formulación creativa estandarizada está causada, según los autores, por la estructura de la que dependen para su difusión y para la generación de ingresos: tienen que posicionarse mejor en Spotify, un intermediario crucial entre inversores, sellos, productores y consumidores y, para ese objetivo, siguen unas reglas fijas. Dado que la plataforma solo tiene en cuenta aquellas canciones que son escuchadas al menos 30 segundos, las intros se acortan y los temas tratan de enganchar rápido al oyente . También se ha reducido la duración: en 2002, el promedio era de 4:19 m.; en 2022 fue de 3:03 m. Según los autores, este acortamiento va más allá de un estilo como el hip hop y alcanza a la totalidad de los estilos.

Dado que Spotify busca incrementar las suscripciones, el tiempo de permanencia y el incremento de reproducciones, sus algoritmos buscan “eliminar la fricción y las interrupciones”. Por lo tanto, tratan de confeccionar listas cuyos contenidos sean muy similares, lo que hace inevitable que las canciones se muevan en parámetros sonoros muy parecidos. La consecuencia es que “los artistas de hip-hop actuales no pueden permitirse desviarse de lo que la gente ya ‘ama`, lo que lleva a que la música no solo se vuelva homogénea, sino también repetitiva y autorreferencial”.

Un muro para los creadores

Kullick y Petry se preguntan, como objeto de futuras investigaciones, si este es un fenómeno que ocurre solo en el hip-hop y en la música occidental. “Spotify, Apple, YouTube y Amazon son empresas estadounidenses, y la mayoría de sus suscriptores de pago provienen de países occidentales. ¿Podemos observar una homogeneización similar facilitada por las plataformas en la música de Bollywood de la India, el K-Pop coreano, la industria del reggaetón de América Latina o a través de Tencent Music de China?”.

La respuesta es, obviamente, afirmativa. Las canciones difundidas a través de una plataforma homogeneizadora tienden a homogeneizarse con independencia del género musical. Deben que encajar en un esquema y en una serie de parámetros que las hacen elegibles para ser difundidas masivamente. Hay un proceso de selección, y ese criterio uniformiza. El resultado es el esperable.

Solo el 1,3% de todas las canciones se reproducen más de 100.000 veces. La mayoría de los temas casi nunca se reproducen

Es un fenómeno significativo, ya que la creación musical ha aumentado enormemente. Los medios de producción son mucho más baratos, ya no es necesario tener acceso a la fabricación de un producto físico (como un vinilo o un cd) para poner el producto en el mercado, los instrumentos son mucho más baratos (y en algunos casos ni siquiera son necesarios) y las canciones se pueden grabar en unas condiciones impensables hasta hace pocos años, en cuanto a precio y a sencillez. Eso facilita la generación de mucho producto nuevo. En tal inmensidad, sería extraño que no existiesen creaciones diferentes e interesantes. Y existen. Sin embargo, como los mecanismos de difusión buscan productos homogéneos, el efecto es que la música que no encaja en sus estrechos criterios queda apartada.

El problema hoy para los creadores es la difusión, es decir, en la posibilidad de que los destinatarios conozcan sus obras. Dado que hay una gran cantidad de producción, y que deben competir no solo con la música actual, sino con un repositorio enorme de música del pasado, y que los mecanismos de transmisión de masas están concentrados, es muy difícil que las creaciones encuentren a sus destinatarios.

La realidad es que hay un buen número de músicos aportando su trabajo gratis o casi gratis a las plataformas de streaming

Según un informe de 2025 de Chartmetric, "el 86% de los artistas en Spotify tenían menos de 10 oyentes al mes, mientras que solo el 5,3% de todos los artistas contaban con más de 1.000 oyentes mensuales. Y para la industria global del streaming, solo el 1,3% de todas las canciones se reproducen más de 100.000 veces y menos del 0,22% más de un millón de veces al año. La mayoría de las canciones casi nunca se reproducen". Como en otros aspectos de la vida cotidiana, la división entre los que son muy escuchados y los que apenas lo son es abismal. Apenas hay nada en medio. No existen distintas capas: hay dos. Ocurre con los podcasts, con los libros y cada vez más con los trabajos y los salarios.

Eso significa también que la gran mayoría de los creadores trabajan gratis para las plataformas. Dado que sus reproducciones no alcanzan el número necesario para generar retribución, pero cada reproducción cuenta para las plataformas, la realidad es que hay un buen número de mano de obra autónoma aportando su trabajo gratis o casi gratis a estas plataformas. La creación ya no genera ingresos suficientes como para vivir de ella, ni tampoco aporta algún ingreso extra, a la gran mayoría de los músicos.

Los algoritmos contra los músicos

Hubo una época en que los Estados adoptaban medidas para que existiese diversidad cultural. Era una forma de protección de las industrias creativas contra la americanización. EEUU había impuesto su poder blando y el gusto mundial se estaba conformando en torno a él. Esas protecciones fueron debilitándose en la era global, mucho más dada a la fusión y la mezcla. La era del dominio tecnológico, como en tantos otros campos, ha creado uniformidad. Y es llamativo, porque la música popular se había construido desde la circulación rápida de tendencias y novedades, de estilos que se ponían de actualidad y se anquilosaban tiempo después. Ahora esa circulación se ve dificultada por la repetición incesante de esquemas muy parecidos. Y lo que ocurre a gran escala se reproduce también en estilos menos populares, donde la personalidad o la innovación quedan sepultadas por la imitación de las bases clásicas del género. La música popular era un terreno cuya esencia estaba constituida por esas variaciones que construían una evolución continua. Ahora la innovación apenas está presente, lo que constituye un aviso muy pertinente acerca de las consecuencias generales de la tecnología centralizada. Las estructuras de la industria cultural suelen anticipar los cambios en las estructuras sociales.

Los autores concluyen el estudio resaltando la necesidad de repolitizar la creación y de cuestionar la posición y la legitimidad de las plataformas. Repolitización es un término que suele emplearse para quedarse de brazos cruzados. El mundo cultural tiende a quejarse a menudo y a activarse poco, salvo para aquellas cuestiones que apenas tienen que ver con sus condiciones materiales. Parecen muy altruistas: elevan la voz para defender determinados valores, pero poco a sí mismos. Quizá también eso esté cambiando con la llegada de las plataformas, los algoritmos y la inteligencia artificial.

Paul Niklas Kullick y Johannes Petry, investigadores del Institute for Political Science, pertenecientes a la Goethe University de Frankfurt, han realizado un análisis comparativo entre las canciones que figuran en la lista Hip-Hop/R&B Hits de 2002 y en las que aparecen en la lista de reproducción más exitosa del género en 2022 en Spotify, RapCaviar (la tercera más escuchada, con 16,2 millones de oyentes). En el estudio han examinado la forma y estructura de los temas, el sampling, los elementos rítmicos, las voces y las letras.

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