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La sátira universitaria que arrasa en Italia: "La izquierda actual se ha vuelto conservadora"
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La sátira universitaria que arrasa en Italia: "La izquierda actual se ha vuelto conservadora"

Hablamos con Dario Ferrari, artífice de 'Se acabó el recreo', cóctel molotov que mezcla humor y crítica social para hablar de la vida académica, los 'millennials' y el terrorismo de los 70

Foto: Dario Ferrari, autor de 'Se acabó el recreo'. (Cedida)
Dario Ferrari, autor de 'Se acabó el recreo'. (Cedida)
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Ser el artífice de una novela redonda, a la que no le falta nada y en la que todas las piezas encajan perfectamente, parece el deseo natural de cualquier escritor. Conseguirlo es otra cosa, y es aún más difícil cuando la carrera de uno está apenas comenzando. Quizá por ello tiene mayor mérito lo que Dario Ferrari (Viareggio, Italia, 1982) ha conseguido con Se acabó el recreo (Libros del Asteroide), novela que ha sido un fenómeno editorial en su Italia natal y ha recibido varios premios ("una obra maestra", según Corriere della Sera), y que en nuestro país se publicó en abril y, aunque el boca a boca sigue haciendo efecto, todavía no ha alcanzado el nivel de éxito del país vecino.

"Se acabó el recreo" es, concretamente, la frase atribuida a Charles Degaulle durante las protestas estudiantiles y las huelgas que tuvieron lugar en Francia durante mayo del 68. Es también el título que ha elegido Ferrari para su obra, aunque dándole un sentido opuesto. Familiarizado sin duda con la vida del campus (estudió Filosofía en Pisa, donde también se doctoró, y es además profesor de instituto y traductor), el escritor ha conseguido hacer la mejor sátira y también el mayor homenaje al mundo académico y universitario italiano, que en realidad no difiere en absoluto del español. Departamentos que se rigen por sus propias reglas que no importan a nadie más en el mundo, catedráticos-dinosaurios y eminencias que acostumbran a ser tratados como dioses o estrellas del rock, así como estudiantes de doctorado que tienen que hacer mucho la pelota para poder sobrevivir, todos se pasean a sus anchas por las 400 páginas del libro.

Aunque en realidad, más que una novela podrían ser dos, lo que aporta un mérito mayor a la pluma de Ferrari. La primera parte es un retrato demoledor no solo del ambiente universitario, sino de los millennials (generación a la que el escritor, de 43 años, pertenece): Marcello Gori, treintañero con alma de adolescente, de profesión "intelectual" como él mismo se describe, y con poco interés por trabajar en exceso, obtiene de manera un tanto fortuita una beca de doctorado para poder meterse de lleno en el mundo universitario, de la mano del profesor Raffaele Sacrosanti, la mayor eminencia de Italianística Comparada ("el Mourinho de la literatura italiana"). Gori quiere hacer la tesis sobre Cortázar, Foster Wallace o algún otro, pero el profesor tiene una idea mejor: deberá hacerla sobre un escritor prácticamente desconocido, Tito Sella. El problema es que Tito Sella no fue escritor a tiempo completo, sino también un famoso terrorista en los 70 (llamados "los años de plomo" en Italia) que acabó muriendo en la cárcel.

placeholder 'Se acabó el recreo'. (Libros del Asteroide)
'Se acabó el recreo'. (Libros del Asteroide)

"Siento un gran afecto por los millennials, y menos mal, que yo también lo soy" bromea Dario Ferrari en entrevista con El Confidencial. "Y también guardo un muy buen recuerdo de la universidad, pero ambos temas me inspiraban una ironía amarga: los millennials por ser una generación atrapada entre las promesas incumplidas de la generación anterior y la generación siguiente (nacida en un mundo ya líquido y, por tanto, previamente desilusionada aunque potencialmente más rebelde). De la universidad me interesaba sobre todo contar todos los tics relacionados con esa condición de laboratorio de micropoderes que tiene y que, a menudo, son involuntariamente cómicos".

"Me interesaba hablar de la universidad como laboratorio de micropoderes que acaba siendo involuntariamente cómico"

La otra parte de la novela, con un tono más serio y complejo, es la que corresponde al propio Tito Sella, al que conocemos a partir de un texto autobiográfico y perdido conocido como La estantigua. La obsesión de Marcello por el terrorista acaba convirtiéndose en un juego de espejos entre dos generaciones bien diferenciadas: la cínica y desencantada, que ya no lucha por nada, frente a aquella generación reivindicativa nacida en la posguerra que podía dar la vida si era necesario por sus ideales. "Me parece que la historia comienza a existir cuando hay dos planos temporales que sienten la necesidad de hablarse y de crear una conexión", reflexiona.

Para Ferrari, la parte más difícil de escribir fue, lógicamente, los capítulos ambientados en los años 70. "Durante un año trabajé en dos frentes: por un lado, leía y estudiaba para sumergirme en una época lejana; por otro escribía la parte contemporánea que me resultaba más natural y al final acabó por ocupar más espacio del que tenía previsto. Solo después de un año me sentí preparado para ponerme a escribir también la parte "histórica": para entonces había estado madurando tanto tiempo, que conseguí escribirla en pocas semanas".

— ¿Qué diferencias ves entre la Italia de Aldo Moro y la Italia actual?

— Son unas diferencias enormes desde cualquier punto de vista. En los años 70, Italia era un país en el que las distinciones políticas reflejaban, diría de forma natural, las clases sociales: había una clase obrera e intelectual muy nutrida que votaba al partido comunista más grande de Europa, estable en la oposición, y una clase media que votaba en masa al partido católico de la Democracia Cristiana, estable en el gobierno. Esta dialéctica hacía que, para no ser amenazada por el Partido Comunista, la Democracia Cristiana procediera a una concesión de derechos civiles y sociales sin precedentes. Hoy, en cambio, las distinciones políticas ya no siguen las divisiones de clase, sino que tienen más que ver con la edad y el nivel de escolarización, mientras que la desaparición del Partido Comunista ha hecho que la dialéctica política se haya convertido en una lucha entre una derecha que persigue una involución en el plano de los derechos y una izquierda que intenta defender lo que puede, y que, por lo tanto, ha acabado por convertirse, literalmente, en conservadora.

Ferrari también cree que el ámbito universitario en Italia ha cambiado desde los 70 hasta la actualidad que describe."En parte por la expansión de las universidades en línea, la institución ha perdido en gran medida su función como espacio de cohesión social e intercambio. Hoy responde más al modelo de un individuo aislado, cuando durante mucho tiempo su fuerza creativa residía precisamente en ser un laboratorio de convivencia y de experiencias compartidas".

Quizá una de las mayores sorpresas de Se acabó el recreo es que, aunque la acción se sitúa continuamente entre Pisa y Viareggio (en la costa del mar de Liguria) podría suceder en cualquier lugar de España. ¿Tanto nos parecemos a nuestros vecinos italianos? "No tengo experiencia directa; solo puedo imaginarlo a partir de lo que me han contado otros. Me parece que ciertos mecanismos de poder —a menudo en forma de micropoder— siguen siendo los mismos y se sostienen en la idea de que el mundo académico irradia un prestigio social e intelectual que, en realidad, apenas existe fuera de su propia burbuja", explica Ferrai. "Ese supuesto prestigio deriva con demasiada frecuencia en dinámicas de exclusión y en una lucha elitista que traiciona el espíritu mismo de la universidad. En cambio, en lo que respecta a las reivindicaciones y los derechos, tengo la impresión de que España es hoy un país más valiente y audaz”.

"En lo que respecta a las reivindicaciones y los derechos, tengo la impresión de que España es hoy un país más valiente y audaz que Italia"

No esperaba el escritor el éxito de su novela en Italia porque cree que esperar el éxito es la mejor manera de prepararse para una gran frustración. "Además, ya había escrito un libro que no había tenido éxito, así que había aceptado con serenidad la idea de ser un autor con un círculo reducido de lectores. En este caso creo que se ha debido al boca a boca y a la identificación con un personaje desarmado ante la vida, que siente que no tiene un verdadero control sobre sus decisiones y que, en última instancia, tiene la sensación de estar siempre incompleto, de que algo le falta".

De hecho, Italo Calvino decía en El vizconde demediado aquello de "a veces uno se cree incompleto y solamente es joven". Ferrari le da la vuelta a esa verdad y así también le da una bofetada que duele bastante a toda la generación millennial: "A veces uno se cree joven y solamente está incompleto". Ahí lo llevan.

Ser el artífice de una novela redonda, a la que no le falta nada y en la que todas las piezas encajan perfectamente, parece el deseo natural de cualquier escritor. Conseguirlo es otra cosa, y es aún más difícil cuando la carrera de uno está apenas comenzando. Quizá por ello tiene mayor mérito lo que Dario Ferrari (Viareggio, Italia, 1982) ha conseguido con Se acabó el recreo (Libros del Asteroide), novela que ha sido un fenómeno editorial en su Italia natal y ha recibido varios premios ("una obra maestra", según Corriere della Sera), y que en nuestro país se publicó en abril y, aunque el boca a boca sigue haciendo efecto, todavía no ha alcanzado el nivel de éxito del país vecino.

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