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El estafador ruso que hizo creer al mundo (incluido el 'NY Times') que era rey de Andorra
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HISTORIA

El estafador ruso que hizo creer al mundo (incluido el 'NY Times') que era rey de Andorra

Miembro de la nobleza rusa, Boris Skossyreff fue espía británico, colaboracionista nazi, timador, gigoló y organizador de orgías, preso en un campo de concentración... Un documental y un libro repasan ahora su apasionante vida

Foto: Boris Skossyreff, en el Hotel Mundial en la Seu d'Urgell, desde donde lanzó su campaña mediática internacional como rey de Andorra. (Cedida)
Boris Skossyreff, en el Hotel Mundial en la Seu d'Urgell, desde donde lanzó su campaña mediática internacional como rey de Andorra. (Cedida)
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Perteneciente a la nobleza rusa. El único miembro masculino de su familia que logró salir con vida de la Revolución Bolchevique. Espía británico. Apátrida. Ayudante de la reina Guillermina de Holanda. Colaboracionista nazi. Falsificador y estafador profesional. Gigoló y organizador de orgías en Mallorca. Presidiario en las principales cárceles europeas. Superviviente de la Primera y de la Segunda Guerra Mundial, así como de la guerra civil española. Prisionero en el campo de concentración de Dachau. Condenado a trabajos forzados en Siberia. Y hasta rey de Andorra durante nueve días en 1934.

Es difícil encontrar una biografía más rocambolesca que la de Boris Skossyreff, nacido en 1896 en una rica y aristocrática familia de Vilna (hoy capital de Lituania, pero perteneciente entonces al imperio ruso), un hombre que se crio rodeado de sirvientes y aprendiendo idiomas y que, tras la Revolución roja de 1917 que derrocó al régimen zarista, se convirtió en un superviviente nato, en un auténtico maestro en el arte de subsistir. Dotado de buena presencia física y siempre elegantemente ataviado con traje y monóculo (incluso cuando estuvo encerrado en un campo de concentración nazi), Skossyreff tuvo una vida absolutamente extraordinaria, repleta de aventuras, andanzas, engaños y sucesos insólitos. Ahora, un documental y un libro profundizan en las numerosas correrías de ese estafador sin igual.

“El personaje de Boris me atrapó desde el primer momento. Buscando información para otros documentales, siempre aparecía por ahí el rey de Andorra. Empecé a investigar y he acabado dedicándole más de diez años de trabajo”, nos cuenta Jorge Cebrián, director y guionista de una decena de documentales de temática histórica y quien acaba de terminar Boris Skossyreff, el estafador que fue rey, una película que repasa pormenorizadamente la biografía de ese inconmensurable vividor a través de cientos de documentos procedentes de archivos de países de Europa y América, que incluye el testimonio directo de varias personas que le conocieron en vida y que saca a la luz información hasta ahora desconocida.

Pero es tal la fascinación que Boris ha ejercido sobre Cebrián que a este no le ha bastado con dedicarle un documental, que por cierto ya ha recibido varios premios en festivales internacionales de cine, que se estrenará en salas el 17 de septiembre y que posteriormente recalará en Filmin. Además, Cebrián ha escrito un libro contando la historia real de este avispado timador: lleva también por título Boris Skossyreff, el estafador que fue rey y lo edita (en catalán y en castellano) Anem Editors.

placeholder Boris con barretina durante su campaña como príncipe de Andorra. (Cedida)
Boris con barretina durante su campaña como príncipe de Andorra. (Cedida)

Empecemos por el principio. Tras el estallido de la revolución bolchevique, y echando mano de sus increíbles dotes de persuasión, Boris logró ingresar en la Royal Navy británica. Eso le permitió ser el único varón de su familia en lograr salir con vida de aquel conflicto y acabar en Inglaterra, donde logró sobrevivir gracias a sus numerosas estafas y a sus cheques falsificados. A causa de sus fechorías varias, acabó siendo expulsado del Reino Unido y puso rumbo a los Países Bajos. Allí empezó a hacerse llamar barón de Orange, título inventado, y a contar el embuste de que trabajaba para la reina de Guillermina. Mientras tanto, su historial delictivo seguía creciendo y creciendo. Después de una temporada en España, acaba en Marsella, donde con 25 años se casa con María Luisa Parat, una rica divorciada de 39 años. “Ella estaba completamente enamorada de él, y él se aprovecha. Sabe que la va a tener siempre, y la utiliza sin escrúpulo hasta que ya no le sirve”, nos cuenta Jorge Cebrián.

Huyendo una vez más de la justicia, Boris abandona Francia y acaba recalando en Mallorca. Allí conoce a Florence Marmon, una acaudalada norteamericana, exmujer de un magnate de la industria automovilística, a la que embauca haciéndose pasar por un aristócrata y militar retirado. Con ella vive sus momentos más desenfrenados, que incluyen fiestas, alcohol y orgías aderezadas con cocaína. De hecho, acabó siendo expulsado de Mallorca por conducta inmoral.

Decidió entonces poner rumbo a Andorra en compañía de Florence Marmon. Andorra estaba entonces rígidamente gobernada por dos copríncipes, el obispo de la Seo de Urgel (España) y el presidente de Francia. Pero, estudiando la historia de Andorra, Boris se percató de que era en realidad al rey de Francia al que le correspondía ser copríncipe, así que se falsificó un linaje francés y se presentó a sí mismo como príncipe de Andorra.

placeholder Fotonoticia sobre el rey de Andorra en un periódico de Decatur, localidad de Illinois. (Cedida)
Fotonoticia sobre el rey de Andorra en un periódico de Decatur, localidad de Illinois. (Cedida)

Acabó siendo expulsado también de Andorra pero, siempre acompañado de Florence Marmon, se instaló a solo diez kilómetros, en la Seu d’Urgell. Y, desde allí, lanzó su manifiesto de Gobierno, convocó a periodistas y fotógrafos de todo el mundo y se proclamó a sí mismo rey de Andorra con el nombre de Boris I. No hay absolutamente ningún documento que recoja que fuera efectivamente nombrado monarca, pero eso no supuso un impedimento para nuestro hombre. “Consiguió que muchísimas personas llegaran a creer que era realmente el rey de Andorra; el New York Times y todos los grandes periódicos publicaron en los años 30 artículos y crónicas en los que daban por sentado que Boris era el rey de Andorra. Aún hoy en día, de hecho, se le recuerda así”, destaca Jorge Cebrián.

El sueño duró poco: nueve días después de que se autoproclamara rey de Andorra, Boris fue detenido por la Guardia Civil y trasladado a Madrid, donde fue condenado a un año de prisión en aplicación de la ley de vagos y maleantes. Pero, una vez más, Boris logró darle la vuelta a la tortilla y conseguir que la mayoría de los grandes periódicos se hiciera eco de la persecución y acoso que supuestamente sufría el rey de Andorra. Florence Marmon, por su parte, acabó literalmente loca de amor. “Se creía a pies juntillas todo lo que le decía Boris, estaba convencida de que ella iba a ser reina de Andorra”, explica Jorge Cebrián. Acabó ingresada en un psiquiátrico.

placeholder Ficha policial de Boris Skossyreff tras ser detenido por la administración militar soviética en noviembre de 1948  en Eisenach. (Cedida)
Ficha policial de Boris Skossyreff tras ser detenido por la administración militar soviética en noviembre de 1948 en Eisenach. (Cedida)

Boris recaló entonces en Portugal y regresó después a Madrid, donde le pilló el estallido de la guerra civil, así que huyó a Marsella. Se instaló de nuevo en casa de su mujer y anunció al mundo su intención de volver a Andorra, pero no regresará nunca. Francia intentó expulsarlo, pero no sabía a qué país mandarlo, así que Boris acabó ingresando en un campo de refugiados republicanos, condenado a trabajos forzados. Pero, a través de informes médicos falsos, no solo consiguió no trabajar ni un solo día, sino que se las apañó para que se le permitiera comer en un restaurante de la localidad en lugar de en la cantina del campo.

Estalla la II Guerra Mundial y nuestro hombre es trasladado al campo de concentración de Dachau. “No se quitaba el monóculo ni para limpiar las letrinas”, se cuenta en el apasionante documental Boris Skossyreff, el estafador que fue rey, donde también se señala que solía recibir dinero de unas 15 mujeres distintas. Para poder salir de Dachau, se ofrece a trabajar para los alemanes y entra a formar parte de las Fuerzas Armadas nazis. Es enviado al frente y estará allí tres años, pero sobrevive.

placeholder Foto de la boda de Boris con Roswitha. (Cedida)
Foto de la boda de Boris con Roswitha. (Cedida)

Terminada la guerra, es juzgado por los rusos y condenado a 25 años de trabajos forzados en Siberia por crímenes de guerra. Pero en 1955 fue liberado gracias a un acuerdo entre la URSS y Alemania. Se traslada a la ciudad alemana de Boppard con su esposa francesa, pero ella se queda inválida y Boris, sin contemplaciones, opta por separarse. Vende a la prensa la historia de su vida y en 1969, a los 70 años, se casa con Roswitha, una alemana de 30 años que había perdido recientemente a su novio, aunque se divorcian un año después. Boris falleció en 1989 en una residencia de ancianos.

“Era un seductor nato, tenía un físico espectacular. En Alemania hemos entrevistado a gente que aún recuerda su atractivo físico, que nos contaba que cuando Boris entraba en un restaurante todas las miradas se dirigían a él. Además, era culto, hablaba muchas lenguas, incluido el ruso, el francés, el alemán, el inglés y el español, y tenía buenos contactos”, asegura Jorge Cebrián. “Hoy en día existen muchos Boris, pero ninguno de su talla. Si hubiera nacido en esta época actual, Boris tendría fotos con Donald Trump y sería un influencer con millones de seguidores”, concluye.

Perteneciente a la nobleza rusa. El único miembro masculino de su familia que logró salir con vida de la Revolución Bolchevique. Espía británico. Apátrida. Ayudante de la reina Guillermina de Holanda. Colaboracionista nazi. Falsificador y estafador profesional. Gigoló y organizador de orgías en Mallorca. Presidiario en las principales cárceles europeas. Superviviente de la Primera y de la Segunda Guerra Mundial, así como de la guerra civil española. Prisionero en el campo de concentración de Dachau. Condenado a trabajos forzados en Siberia. Y hasta rey de Andorra durante nueve días en 1934.

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