Esteban Mira: "Colón era genovés y católico. El documental de TVE dice barbaridades"
El experto en la Historia del descubrimiento de América y la Conquista publica una biografía sobre el marino, en la que arremete también contra la desinformación en torno a su figura
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Hace tan solo un año se halló en Portugal un documento de gran importancia sobre la historia del descubrimiento de América y la figura de Cristóbal Colón: la carta que el rey portugués Juan II envió a los Reyes Católicos informándoles de la llegada del navegante a su corte, porque antes de proponer el fantástico plan de la navegación por el Atlántico como ruta para llegar a Catay y Cipango, el genovés lo había hecho en el reino vecino. Pero eso pertenece a la historia del Colón académico, es decir, el verdadero y no a la del Colón de la calle, según explica a El Confidencial el historiador Esteban Mira Caballos, experto en la cuestión de la Conquista y el descubrimiento de América y autor también de El descubrimiento de Europa. Indígenas y mestizos en el Viejo Mundo, o las biografías sobre Hernán Cortés y Francisco Pizarro. Esteban acaba de publicar una nueva historia sobre el marino en la que recupera, según sus propias palabras “al Colón histórico”, en una gran obra de síntesis de las investigaciones académicas de rigor científico, frente a la pseudo historia del “Colón de la calle”, basado en “la ideología y las motivaciones sensacionalistas”, que lleva décadas distorsionando el verdadero relato de un personaje “absolutamente crucial y complejo como fue el almirante”.
PREGUNTA. ¿Colón es un personaje del que se sabe todo y del que no se sabe nada?
RESPUESTA. Es exactamente la idea de este libro, porque ahora hay más desinformación que información. Sabemos cada vez menos de Cristóbal Colón, porque el conocimiento ha sido absorbido por las ideologías y las temáticas sensacionalistas. Continuamente se publican noticias sobre Colón, como la de esta misma semana –un nuevo libro que reforzaría la idea de su origen valenciano–. Es raro el mes que no sale algo sobre el descubridor en torno a cualquier cuestión ya resuelta académicamente, ya sea una nueva y extraordinaria revelación sobre que se ha descubierto su origen definitivamente o que se han hallado no sé qué aspectos verdaderamente desconocidos hasta ahora... En realidad, hay dos ‘Colones’: el Colón de la universidad, el académico, en el cual se han hecho aportes grandísimos en los últimos 50 años, como el fundamental, El libro copiador de Antonio Rumeu de Armas, publicado en 1989, la Colección documental del descubrimiento (1470-1506) de Juan Pérez de Tudela en 1996, los Textos y documentos completos de Cristóbal Colón, de Juan Gil y Consuelo Varela, del año pasado y antes, en 2016, La herencia de Cristóbal Colón (1492-1541) de Anunciada de Colón y Carvajal. En el plano archivístico, el año pasado también, apareció un nuevo documento de Cristóbal Colón, que es fundamental, porque se trata de la carta anunciadora del 4 de marzo de 1493, en la cual el rey de Portugal, Juan II, informa a Fernando el Católico de la llegada del navegante, y que prácticamente no se había citado nunca, porque apenas se conocía por fuentes indirectas. Estaba en el Archivo de la Nobleza, pero no se había citado. Ese es el Colón académico. Luego está el de Colón de la genética, el del valenciano, el de no sé qué: auténticas barbaridades.
P. Un aspecto poco mencionado en esa imagen popular de Colón es la que remarcas en el libro sobre su misión evangelizadora. ¿Era un ferviente cristiano?
R. Absolutamente, él era católico y devotísimo. Una de las nuevas bobadas de ahora es la del "Colón judío", y otra serie de auténticas barbaridades que se están diciendo en torno a lo que apareció en el último documental –Colón ADN. El verdadero origen, (TVE)–. Colón le ponía nombre religioso a todo. Y aunque se dedica a buscar oro, cuando lo encuentra y lo coge, se santigua ahí mismo y dice que eso es gracias a Dios y que lo puso ahí, para que gentes cómo él mismo fueran allí a colonizar y a expandir el cristianismo. Es obvio que es algo que le preocupaba enormemente. Es cierto que empieza siendo más comerciante y que termina siendo más profeta. Al final, ante la desazón, a partir de 1498, cuando es apresado, desaparece el Colón comerciante y aparece ya definitivamente el Colón profeta. Se refugia en la religión y se transforma aún más en un profundo creyente y católico.
"Una de las nuevas bobadas de ahora es la del presunto Colón judío. Se están diciendo auténticas barbaridades"
P. La actitud renacentista junto a la cosmovisión medieval, que explicas en el libro...
R. Sí, efectivamente, en su filosofía personal conviven las dos vertientes: una que conlleva el misticismo y el profetismo, en torno a unas creencias religiosas totalmente medievales, junto a la creatividad, la búsqueda de fortuna y el individualismo de corte renacentista. Es sin duda una perfecta mezcla entre personaje medieval y moderno, en el vértice de ese cambio que por otra porta el ayuda a provocar.
P. ¿Fueron ingratos los Reyes Católicos con Colón o fue la inversa: el almirante que juzga y vierte insidias injustamente sobre Isabel y Fernando?
R. Colón se queja constantemente por todo, está en el libro: “un quejica redomado”. Pero la realidad es que los Reyes Católicos no es que le aprobaran las Capitulaciones de Santa Fe, –pese a que sus cosmógrafos les adviertan de que estaba equivocado–, sino que le mantienen la lealtad prácticamente hasta el final. Tras la muerte de Isabel, su hijo Hernando escribe “sufrimos a Fernando el Católico”. Pero es también absolutamente falso: Fernando el Católico nunca le retira el apoyo. La familia Colón gozó de una lealtad bastante incondicional por parte de ambos. ¿Cómo era posible que esos Reyes Católicos que gozaban de esa gran visión de futuro se fíen y apoyen a Cristóbal Colón, que es un tipo extravagante, que iba con los zapatos y la gorra colorados, con un collar de oro al cuello siempre, llamando la atención, diciendo auténticas locuras, como que estaba iluminado, que había sido un elegido por la providencia? Porque lo decía tal cual, como en 1500, que contó sin tapujos se le había aparecido el mismo Dios estando cercado en el fuerte de La Natividad ¿Cómo puede ser que los Reyes Católicos se fíen de él? Pues porque la realidad es que en el fondo simpatizaban con el personaje y con su proyecto. Colón les prometía aventuras como que en siete años, –esto lo dice en 1494– les iba a proporcionar 5.000 jinetes y 50.000 soldados para recuperar Jerusalén y cosas así. La idea evangelizadora que tiene Colón compagina perfectamente la de los Reyes Católicos, que es la de crear un gran imperio sobre la base cristiana.
P. Incides también en los mitos sobre la educación de Colón, que no habría existido, y que se habría basado en lecturas muy limitadas, ¿tenía conocimientos científicos?
R. Todos los datos de Colón estaban equivocados, lo que pasa es que era en cierta medida parte de su plan... lo primero que hay que dejar claro es que no podía ser un marino desde niño, y además un gran intelectual, como decía su hijo Hernando, que afirmó que había estudiado en la Universidad de Pavía. No, eso era imposible en esa época, o estaba en la universidad o estaba en el mar, y él estaba en el mar, por lo que no tenía formación académica ninguna. Lo que si tiene es una formación científica de acarreo, va picoteando desordenadamente de algunos autores de Abraham Zacuto, de Pierre d’Ailly, de Eneas Silvio de Piccolomini... libros que encuentra por ahí, referencias que ajusta a lo qué el piensa y que no es más que una síntesis particular de las ideas de Ptolomeo y especialmente de Toscanelli. Su plan es fundamentalmente toscaneliano, es decir, que se puede llegar a Asia por occidente, pero como a Colón le siguen pareciendo demasiada distancia, acorta la distancia de Toscanelli, –que sitúa en 1.200 leguas desde las Canarias–, mientras que él lo deja en 735. Le da igual, él lo que quiere es ajustar los datos para poner Asia donde él creía que estaba, y salir a la aventura. Lo que sí era verdad es que esperaba encontrarse islas por el camino, que es en lo que realmente falla según su cálculo.
P. Eso es lo que le discuten los expertos de Reyes Católicos, ¿no? Le discuten que esa distancia no puede ser tan corta, que la esfera que es el planeta es más grande...
R. No sólo los de los Reyes Católicos, primero lo hacen los grandes cosmógrafos portugueses de Juan II, como es el caso de José Virciño, en ese momento los máximos expertos del mundo, y lo que le responden es que está totalmente equivocado. Después llega a Salamanca, y ocurre exactamente lo mismo. Hay varias reuniones y en todas concluyen que sus datos son erróneos. Lo que pasa es que a diferencia de Portugal un consejero de Isabel la Católica, Luis de Santángel, que es el tesorero, le dice a la reina: “Seguramente es un loco, y tiene los datos equivocados, pero te pide dos millones de maravedíes, que es lo que te puede costar un banquete: dáselo, si está equivocado, pierdes un festín, pero si acierta ganas un mundo”.
P. ¿Era Colón un visionario o un extravagante con suerte? Defines una personalidad muy compleja, contradictoria y muy ruin en ocasiones...
R. Sí, Colón es un personaje tremendamente complejo: mitad medieval, mitad renacentista, además de sumamente especial. Su aspecto y su comportamiento llamaba la atención en la época, por supuesto en la forma de vestir, pero también por las cosas que iba contando y la pasión con la que lo vivía todo. El mismo hecho de que se sintiera un elegido es un dato a tener en cuenta. Es verdad que después también el padre Bartolomé de las Casas, Alejandro Geraldini, e incluso la propia Santa Teresa de Jesús lo consideraron un elegido. Pero vamos, decía que oía voces del Más Allá, que se le aparecía Jesús... se sentía un discípulo de Jesucristo, igual que los apóstoles, porque decía que Jesucristo siempre elegía a gente humilde como discípulo. ¿Qué dotes poseía? Lo más importante es que era un gran marino con una capacidad observacional extraordinaria que le permitía ver y adelantar lo que nadie intuía: veía formarse nubes, y ya sabía cuándo iba a acabar en tormenta y cuándo no. Se orientaba además en el mar mejor que nadie. En el primer regreso, cuando avistan tierra por primera vez, la mayoría cree que están en las Canarias, pero él sabe que está en las Azores. Era tremendamente intuitivo navegando y todo el mundo se fiaba ciegamente de lo que decía.
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P. ¿Es respetado por el resto de grandes marinos como Juan de la Cosa o los hermanos Pinzón?
R. Sí, se lo gana continuamente por sus aciertos. Hay que tener en cuenta que encuentra no solamente la ruta de ida, que en realidad era lo fácil, sino la de vuelta, ruta que se va a mantener inmutable durante toda la época de navegación de los veleros, que son nada menos que tres siglos. Sorprende mucho que ya en el primer viaje de regreso sepa que había que enfilar hacia el norte, para embocar las Azores: el camino de vuelta ideal. Lo que ocurre es que una vez asegurada la primera, en los siguientes regresos hace pruebas y así en el segundo y tercer viaje lo intenta por latitudes más bajas y las pasa canutas en cambio para llegar a Europa de nuevo.
P. ¿Cómo es esa obsesión por hacerlo nacional? ¿A qué crees que se debe todo este circo con el tema de los orígenes de Colón?
R. Es evidente que el problema es la ideología y el nacionalismo, que está detrás de todos estos intentos, ya a lo largo de la historia, de adueñarse estúpidamente de Colón. En el siglo XIX hubo un intento, por ejemplo, de Francisco Serrato, –que es uno de los grandes biógrafos de finales del XIX–, de hacer pasar el descubrimiento como un co-descubrimiento. En esa época, como no podían hacer a Colón español, pues trabaron la idea de co-descubrimiento, junto a Martín Alonso Pinzón como el co-descubridor. Es decir, que hay un primer intento del nacionalismo español de hacerlo suyo, y después empiezan los periféricos, porque ya sabemos como es este país: el Colón mallorquín, el Colón catalán, el Colón gallego de Celso Garcés de la Riega, el Colón extremeño, que también tuvo un cierto empaque en su momento. Es una historia muy increíble y absurda, hace poco leí un libro de Carlos Callejo, de los 50, en el que explicaba que la prueba evidente de que habíamos interiorizado la Leyenda Negra era que los principales defensores de la tesis genovesa eran los propios historiadores españoles. Hay una pulsión nacionalista que ha empujado a adueñarse de la figura del descubridor: los italianos han pujado porque fueran italiano, aparecen los franceses que lo rebaten y proponen que en realidad es Jean Cousin, un corsario francés que estuvo en 1486, teoría que es refutada a su vez por los portugueses, porque la gran verdad es que se trataba de Augusto Mascarena Barreto, un agente del rey Juan II que nació en el Alentejo y otras locuras similares.
Hay una pulsión nacionalista que ha empujado a adueñarse de la figura del descubridor
P. ¿Esto es un poco lo que transmite el documental de TVE Colón ADN. Su verdadero origen (2024)?
R. Las pruebas que existen sobre su origen genovés son sencillamente abrumadoras. Ningún americanista serio tiene dudas a este respecto. Si me preguntan: ¿Crees que era genovés? yo inmediatamente respondo: “No, no es que lo crea, es que lo sé”. Soy muy crítico con el estudio genético de José Antonio Lorente, –sobre el que se basa el documental de TVE–, me consta por amigos comunes que es una persona seria, pero la forma en que lo ha llevado a cabo no ha sido la adecuada. El gran problema que ha tenido José Antonio Lorente, ha sido el asesoramiento histórico, porque sin un buen asesoramiento, no ha sabido interpretar los datos genéticos que ha encontrado.
P. ¿Cuál es el motivo entonces de que Colón oculte sus orígenes? Porque nunca es del todo claro, ni su hijo tampoco.
R. Bueno, ni siquiera Cristóbal Colón niega que fuera genovés. En el libro cito entre otras fuentes, el trabajo de investigación del dominicano, Joaquín Marino Inchaustegui, que refiere hasta 92 amigos y conocidos de Colón, con nombres y apellidos, que siempre dicen que es genovés, incluido el cronista oficial de Génova, Antonio Gayo ¿Qué sentido tenía engañar a todo el mundo, engañar a la humanidad? Es verdad que su hijo, Hernando siembra dudas en su libro, pero cuando está en el lecho de muerte y redacta, su propio testamento, lo explica claramente. Hay además otra documentación que es suficiente. Colón lo oculta por motivos muy claros, que se conocen además desde hace mucho tiempo. Le habían dado el cargo de almirante mayor de la India, el de virrey, el de gobernador, ¿con todos esos títulos tiene algún interés en exponer que su padre era un cargador de lana genovés? Pues no, no quería abundar en ese origen y mucho menos aún en el de su madre, Susana Fontanarosa, que era hija de una famosa familia judioconversa genovesa. Hay que entenderlo, en esa época es muy frecuente ese tipo de preocupación por el origen social, no ocurre como ahora que se podría esgrimir el origen humilde como una gran superación fruto de un admirable esfuerzo. No es así. Tampoco lo hace su hijo Hernando Colón, hasta el punto de que no querer tener relación con su madre, Beatriz Enrique de Arana, a quien trata despectivamente, como si fuera una don nadie, una cualquiera, porque no quiere tener trato con quien considera una pobre tejedora cordobesa. Hernando sigue los pasos de su padre en ese aspecto.
P. ¿Fue entonces la historia de una ambición social, de un reconocimiento más que de riquezas?
R. Sí, yo creo que la motivación de Colón es más de honor que de recompensa dineraria, un rasgo común de la mayoría de los conquistadores: buscan más el honor y la honra para su familia que el dinero; un concepto que hoy difícilmente entendemos la sociedad del siglo XXI, que es muy materialista. Ellos no, ellos ambicionaban mucho más la fama y la posición para su linaje. Colón ansiaba crear una nueva casa aristocrática para él y para sus hijos, estaba obsesionado con eso.
"¿Crees que era genovés? yo inmediatamente respondo: 'No, no es que lo crea, es que lo sé'"
P. ¿Era razonable que tuviera ese título de virrey sobre todos los territorios descubiertos que exije a Isabel? Porque él ni siquiera supo nunca que había descubierto un inmenso continente...
R. Por las Capitulaciones de Santa Fe se le concede el virreinato, el problema está en que fracasa como virrey, pero no porque fuera tan mal gobernador, para empezar porque estuvo muy poco tiempo y las pocas decisiones que tomó fueron más o menos coherentes. La cuestión es que el virreinato estaba condenado desde el primer momento porque había prometido a todo el mundo mucha plata y mucho oro. En el segundo viaje todos van pensando que van a pescar oro, pero la realidad es que van como asalariados, porque aquello es un monopolio. El único que puede traer oro es Colón, y la corona. El 10% para Colón, el 90% para la corona, es por lo tanto, un estanco real, y el descontento de los colonos es descomunal desde el minuto uno, porque además tampoco aparece el oro en las cantidades que ellos quieren, pero, aunque lo hubiera hecho, no era de ellos, Eran asalariados y es así en los cuatro viajes y, por tanto, el oro que se trajera iba a ser de la familia Colón y de la corona. Por otro lado, el enfrentamiento con los reyes iba a llegar antes o después, porque no podía consentir un virreinato con un virrey de las Indias que tuviera casi más poder que ellos, que pudiera rivalizar, así que la nueva monarquía autoritaria iba a acabar con eso sí o sí. Por tanto, al final, el virreinato fracasa: se enfrenta con los indígenas, se enfrenta con los colonos, se enfrenta con la corona y termina, obviamente, desapareciendo. Pero hubiera desaparecido sí o sí, tanto si hubiera ido todo bien con el oro. Sencillamente el sistema era insostenible, y ni la corona lo iba a permitir, ni los colonos lo iban a tragar y, por supuesto, los indígenas se iban a resistir, porque fueron esclavizados y sometidos a un tributo que no podían pagar.
Hace tan solo un año se halló en Portugal un documento de gran importancia sobre la historia del descubrimiento de América y la figura de Cristóbal Colón: la carta que el rey portugués Juan II envió a los Reyes Católicos informándoles de la llegada del navegante a su corte, porque antes de proponer el fantástico plan de la navegación por el Atlántico como ruta para llegar a Catay y Cipango, el genovés lo había hecho en el reino vecino. Pero eso pertenece a la historia del Colón académico, es decir, el verdadero y no a la del Colón de la calle, según explica a El Confidencial el historiador Esteban Mira Caballos, experto en la cuestión de la Conquista y el descubrimiento de América y autor también de El descubrimiento de Europa. Indígenas y mestizos en el Viejo Mundo, o las biografías sobre Hernán Cortés y Francisco Pizarro. Esteban acaba de publicar una nueva historia sobre el marino en la que recupera, según sus propias palabras “al Colón histórico”, en una gran obra de síntesis de las investigaciones académicas de rigor científico, frente a la pseudo historia del “Colón de la calle”, basado en “la ideología y las motivaciones sensacionalistas”, que lleva décadas distorsionando el verdadero relato de un personaje “absolutamente crucial y complejo como fue el almirante”.