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Yago Mahúgo hace las cuentas con Couperin, Handel y Bach
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Yago Mahúgo hace las cuentas con Couperin, Handel y Bach

El último disco del clavecinista madrileño es un compendio de sus pasiones y aficiones, y el pretexto de una gira mundial que acredita 44 años de carrera

Foto:  El músico Yago Mahúgo.
El músico Yago Mahúgo.

Más que una razón, Yago Mahúgo (Madrid, 1976) ha encontrado un pretexto para hacer el disco que le apetecía y para concederse una gira internacional al amparo de Couperin, Handel, Bach, Soler, Scarlatti y Ligeti.

¿Ligeti? Pues sí, el compositor húngaro (1923-2006) alcanzó a escribir una obra perturbadora y obsesiva para clavecín que Yago Mahúgo ha incorporado a su último álbum. Porque nadie se la puede esperar. Y porque su duración, cuatro minutos, redunda en el enfoque numerológico del proyecto.

Lo ha titulado 44. Y me ha explicado el propio maestro que la cifra en cuestión tanto celebra los 44 años de su iniciación musical —un recital a los cinco años— como alude a las peculiaridades simbólicas del número mismo, incluidas la disciplina, la abnegación, la perseverancia y la resiliencia.

Muchas de las obras que ha escogido Mahúgo se vertebran en cuatro movimientos, mientras que otras se identifican desde su catalogación. La Sonata K.44 de Scarlatti, por ejemplo. O la Partita HMW 444 de Handel. O el Preludio número 4 de Bach, cuya hondísima interpretación demuestra hasta donde Mahúgo escruta el alma del clavecín, como si fuera inmaterial.

Yago Mahúgo escruta el alma del clavecín, como si fuera inmaterial

Número 44. Las resonancias de la tradición cristiana lo relacionan con la protección de los ángeles, pero cabe sospechar que el solista madrileño haya podido dejarse influir por la superstición de Lewis Hamilton. Es el 44 el número con que compite el piloto británico a bordo de su Ferrari. Y es Ferrari la pasión oculta de Mahúgo mismo, hasta el extremo de coleccionar con criterio y constancia las piezas del motor que jalonan el prodigio italiano.

placeholder Georg Friedrich Händel en 1727, de Balthasar Denner.
Georg Friedrich Händel en 1727, de Balthasar Denner.

Llegará el día en que consiga reunirlas todas. Igual que sucede con el disco que nos ocupa. Mahúgo ha concebido un compendio de sus preferencias e inclinaciones, una síntesis de 44 años. Empezando por la devoción a François Couperin (1668-1773). Se ha propuesto Yago grabar toda la obra del compositor francés. Y el ejemplo que aparece en el disco sirve al mismo tiempo de introducción al repertorio del linaje francés. Lo inició Louis Couperin (626-1661), el tío carnal del genio. Y se prolongó hasta el año mismo de la Revolución francesa con el ejemplo de Armand Louis Couperin (1727-1789), tatarasobrino de François y protagonista en la grabación con una obra titulada Las cuatro naciones que refleja el éxtasis del clasicismo.

Tiene sentido recordar en este ejercicio de memoria que Mahúgo fue pianista antes que clavecinista. Que descubrió el instrumento estudiando en Friburgo. Y que adquirió el mérito de sobreponerse a un ictus cuya ferocidad estuvo a punto de malograr su carrera (y su vida) en 2013. Empezó entonces un periodo de aprendizaje que ha terminado por conducirlo a la maestría. Y que explica el reconocimiento internacional de sus grabaciones y las expectativas de su gira planetaria. La ha comenzado este jueves. Y la termina en 2026 después de haber recorrido las escalas de Brasil, Colombia, México, Estados Unidos, Uruguay, Japón, Corea del Sur, Austria, Bélgica, Francia, Alemania, Italia, Letonia, Suiza y Reino Unido, la patria de Purcell y de… Hamilton.

Adquirió el mérito de sobreponerse a un ictus cuya ferocidad estuvo a punto de malograr su carrera (y su vida) en 2013

Pilota a su antojo Mahúgo el clavecín. Lo destripa y lo explora, aunque aquí lo extraordinario no es su virtuosismo, que lo tiene, ni su inteligencia musical, que la derrocha, sino en su empeño en humanizar lo inerte. En devolverle el aliento a unas partituras que, sin él, seguirían atrapadas en el formol del musicólogo. Mahúgo las libera. Las deja hablar. Y lo que dicen es que el pasado no está muerto. Ni siquiera es pasado. Es presente. Y es futuro, porque resulta que Yago tiene toda la carrera por delante.

Más que una razón, Yago Mahúgo (Madrid, 1976) ha encontrado un pretexto para hacer el disco que le apetecía y para concederse una gira internacional al amparo de Couperin, Handel, Bach, Soler, Scarlatti y Ligeti.

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