Exposiciones

Barbara Kruger: “Odio las audioguías que te quieren explicar las obras de arte”

Por Irene Hdez. Velasco

Probablemente sea la artista viva más famosa del mundo. Incluso quienes no hayan oído nunca hablar de ella es imposible que no hayan visto alguna de sus obras, reproducidas (y copiadas) hasta la saciedad. A partir del 24 de junio Barbara Kruger expone en el Guggenheim de Bilbao

Barbara Kruger (Newark, Nueva Jersey, 1945) ha creado un lenguaje visual tan potente como absolutamente inconfundible, que bebe de las técnicas de la publicidad y del diseño gráfico para cuestionar los mecanismos de manipulación, control y consumo. Son especialmente famosas sus fotografías en blanco y negro procedentes del mundo de la publicidad, sobre las que superpone textos a modo de eslogans que cuestionan las convenciones culturales sobre el poder, la identidad, los medios de comunicación de masas, los estereotipos raciales, de género… “Pienso luego consumo” o “Tu cuerpo es un campo de batalla” son algunos de sus mensajes más conocidos.

Kruger tiene en la actualidad 80 años y lleva cinco décadas poniendo patas arriba unos códigos que conoce muy bien. Al fin y al cabo, trabajó durante años como diseñadora gráfica, llegando a ser jefa de diseño de la revista Mademoiselle en Nueva York. El Guggenheim de Bilbao se prepara ahora para acoger a partir del próximo 24 de junio la primera panorámica exhaustiva dedicada en España a Barbara Kruger, una ambiciosa exposición que reúne más de cuatro décadas de las radicales exploraciones de esta artista conceptual en torno a las imágenes, el lenguaje y el poder. La exposición lleva por título Another day. Another night, ha sido desarrollada en estrecha colaboración con la propia Kruger y promete convertir las salas museo en un entorno en el que confluyen sonido, texto y arquitectura para arrastrar a los visitantes a un intenso encuentro con el lenguaje del poder.

En unos tiempos marcados por la desinformación, la manipulación y la polarización, el trabajo de Barbara Kruger se revela más actual que nunca. Hablamos con ella de todo eso por videoconferencia, aunque la artista mantiene la cámara de su ordenador apagada en todo momento para que no podamos verla. En esta entrevista explica por qué.

Barbara Kruger. Foto: Peter Bellamy

La exposición que le dedicará el Guggenheim de Bilbao a partir del 24 de junio se llama Another Day, Another Night. ¿A qué hace referencia el título?

A lo que significa vivir la vida, a la continuidad del día a día. El día a día es muy importante para mí. Los grandes acontecimientos no me gustan, lo que me gusta es el día a día. El título alude a lo que significa la vida, al aspecto que tiene, al sonido que tiene, a lo que nos hace, a cómo nos afecta.

El día a día, la vida, está llena de cosas buenas, pero también de un montón de cosas malas y desagradables.

Sí. En la vida hay sufrimiento, amor, odio, muerte, vergüenza, seducción, desprecio, adoración, brutalidad, afecto… Todas esas cosas suceden en el tiempo en que vivimos.

La exposición en el Guggenheim Bilbao mostrará obras suyas que abarcan 40 años de su carrera artística. ¿Cómo ha cambiado el mundo en estas cuatro décadas?

Antes de nada déjeme decirle que esta exposición no es para nada una retrospectiva. Muchas de las obras que se exhibirán son obras con imágenes en movimiento que he realizado en los últimos seis años. Cinco de esos trabajos son recreaciones de obras anteriores, pero los restantes son vídeos bastante nuevos. Todas mis exposiciones responden al espacio en el que se encuentran. La arquitectura siempre ha sido muy importante para mí. Y todas las exposiciones para mí representan oportunidades de confrontar mi trabajo con el espacio, de tomar obras (algunas en dos dimensiones) y conectarlas con el entorno arquitectónico.

La arquitectura del Guggenheim de Bilbao, obra de Frank Gehry, es muy poderosa. ¿Le ha costado adaptar su obra a esa arquitectura tan potente?

Me encanta trabajar con el espacio. Para mí no hay espacios malos o difíciles. Frank Gehry es un arquitecto increíble a quien conozco desde hace tiempo y para mí es un honor poder interactuar con su espacio. Cuando llego a un sitio, prácticamente sé de inmediato cómo voy a interactuar con él: qué paredes voy a usar, qué espacio voy a utilizar, si voy a usar el suelo o no… En esta exposición por ejemplo, hay mucha interacción con los suelos.

Su obra siempre obliga al que la contempla a hacerse preguntas. ¿Qué preguntas espera que se planteen los visitantes de esta muestra?

Bueno, prefiero dejar eso en manos de los propios visitantes, porque son cuestiones muy subjetivas. Por supuesto, soy plenamente consciente de las posibles preguntas que les estoy sugiriendo, pero no hay una receta única para leer mi obra, creo que no la hay para leer ninguna obra. Es justo por eso por lo que odio las audioguías y ese tipo de cosas que pretenden decirle a la gente el significado de una obra de arte. Yo prefiero dejar esas cuestiones abiertas.

“Estamos asistiendo al rechazo de los avances sobre el género y la raza”

Bitte lachen / Please cry. Neue Nationalgalerie, Berlin, 2022, Barbara Kruger.

En estos tiempos tan rápidos de internet y de redes sociales, ¿ha cambiado el papel del arte?

Ha cambiado el papel del arte y ha cambiado el aspecto del arte. Yo mismo tengo poca capacidad de atención, así que entiendo muy bien cómo ha cambiado el mundo en muchos aspectos, cómo las redes sociales e internet han facilitado esa aceleración de la mirada y cómo se ha reducido la paciencia de la gente en las prácticas basadas en el tiempo. Pero considero que mi trabajo se relaciona fácilmente con eso, no es necesario hacer un máster en arte conceptual para entender mi obra. No digo que esté mal tener ese máster, pero como creadora yo no lo he necesitado, no tengo una licenciatura ni un máster, pero entiendo perfectamente cómo están codificadas las obras de arte, sé que existe un código que hace que algunas obras sean más accesibles que otras y sé que hay que descifrar ese código para entenderlas. En el pasado yo descifré algunos de esos códigos, pero mi propio trabajo no exige que la gente deba tener todo ese conocimiento para entender lo que les sugiero.

Creo que una de las claves de su obra es precisamente que interpela a todo el mundo…

Esa es mi esperanza. Evidentemente a todo el mundo no puede interesarle ni gustarle mi obra, pero creo que incluso así pueden leerla.

Su obra bebe de muchas fuentes: la política, los eslóganes publicitarios, el collage, la religión… Pero, sobre todo, analiza el poder, ¿qué le interesa del poder?

He dedicado mucho tiempo a pensar y a crear obras sobre el poder. Me interesa cómo el poder se entrelaza con la cultura a nivel global, local y regional; me interesa cómo funcionan las jerarquías, cómo se construyen o se ignoran las clases sociales, cómo se distribuye el poder según la raza, el género, la clase y la edad.

¿Y ha percibido cambios en el sistema del poder en sus 40 años como artista?

Sí, claro. Yo personalmente nunca uso la expresión "los buenos viejos tiempos" porque no considero que fueran tan buenos. Pero no hay duda de que hoy a nivel global asistimos al rechazo de muchos avances progresistas sobre el género y la raza. Yo creo que el hecho de que que un hombre negro como Barack Obama llegara a la Casa Blanca desató un enorme malestar entre los blancos en Estados Unidos. Y ese malestar en cierta manera se ha extendido a nivel global, como vemos en muchas elecciones en Europea, como acaba de ocurrir en Polonia, como ya pasó en Hungría, en Italia, como me temo que puede pasar con el movimiento obrero en el Reino Unido. Pero eso es algo que no debería sorprender a nadie.

Bitte lachen / Please cry. Neue Nationalgalerie, Berlin, 2022,
            Barbara Kruger.
Bitte lachen / Please cry. Neue Nationalgalerie, Berlin, 2022, Barbara Kruger.
Untitled (Who speaks? Who is silent?), Barbara Kruger
Untitled (Who speaks? Who is silent?), Barbara Kruger
Untitled (Money talks), 1984, Barbara Kruger
Untitled (Money talks), 1984, Barbara Kruger

¿No le sorprende la situación de Estados Unidos y de otros países?

No. Siempre que oigo a la gente decir que está sorprendida, les digo que es justo por eso por lo que estamos donde estamos. Es precisamente esa falta de imaginación la que nos ha traído hasta aquí.

Si la he entendido bien, usted considera que la ira que vemos en muchas partes del mundo es una reacción a la pérdida de poder de esas personas. ¿Es así?

Sí. El miedo es una fuerza tremenda, gigantesca. Y el miedo a la pérdida de poder, el miedo a la diferencia, está realmente en gran medida detrás de lo que estamos viendo en términos de nacionalismo y autoritarismo.

Creo que asistimos al fin de algo, y va a ser muy difícil reconstruirlo. Estados Unidos es un país que ha vivido muchos fracasos, un país con su historia de esclavitud durante siglos, pero también ha sido un experimento asombroso, un lugar al que la gente podía emigrar y reinventarse. Es un país que ha sido testigo de luchas en torno al género y a la raza, y todavía las tiene. Pero ahora asistimos a un retroceso tras casi un siglo de cambios y avances positivos. Estamos viendo cómo se desmantela el gran sistema educativo estadounidense, tanto a nivel universitario como de las escuelas públicas; estamos viendo en muchos sentidos un desmantelamiento de la Constitución… Es el fin de algo. Yo no soy pesimista, ni mucho menos, pero tampoco me engaño a mi misma.

Su obra también habla de fake news, de desinformación. En la muestra habrá por ejemplo una obra suya en que pone “Verdad”, en español, y poco a poco esa palabra se va borrando.

Sí, la verdad se va desvaneciendo. Vivimos en una época de fake news y de teorías conspiratorias. Internet ha sido una fuerza muy poderosa, en algunos sentidos para bien, pero también ha fomentado cambios descabellados en la forma en que las personas se perciben a sí mismas y perciben a los demás. Y eso es muy aterrador. Aquí en Estados Unidos corren peligro las vidas de jueces, de políticos, de doctores, de profesores, de periodistas, esas personas que son víctimas constantemente de amenazas físicas.

¿Y de verdad usted veía venir todo esto?

Yo no veo el futuro, pero considerando lo que el mundo ha hecho en el pasado, lo que algunas personas le han hecho a otras personas, no se puede descartar absolutamente nada. Y eso da mucho miedo.

Su obra cuestiona al poder. ¿Cree que el arte realmente puede enfrentarse al poder, desafiarlo?

Creo que sí, pero no me hago grandes ilusiones sobre lo que mi trabajo puede lograr. No creo que sea bueno hacerse ilusiones sobre las posibilidades de una obra de arte. Considero que el arte tiene la capacidad de visualizar, textualizar y musicalizar tu experiencia del mundo. Se trata de medios que pueden ser muy poderosos y que pueden inducir a la gente a pensar de modo diferente. Pero es difícil decir si podrán generar cambios positivos.

Recuerdo la portada que en octubre de 2016, un mes antes de las elecciones que llevaron por vez primera a Donald Trump a la Casa Blanca, hizo usted para la revista New York: un primerísimo primer plano del rostro del empresario y encima, la palabra Loser (Perdedor).

La palabra que más ha temido Trump durante toda su vida es perdedor. Trump la usa para descalificar a todos aquellos que no le gustan, la usa contra todo el mundo, para él todo el mundo es un perdedor. Y por eso la usé. Los demócratas, la gente de izquierdas, tienden a pensar que Trump es un imbécil. Pero no, Trump no es ningún imbécil, es un comunicador y un vendedor brillante. Ha vendido venganza, ira y destrucción a mucha gente en Estados Unidos. Y mucha gente le ha comprado lo que vendía. Trump por supuesto miente, pero miente muy bien. Ese es el problema.

“Trump por supuesto miente, pero miente muy bien. Ese es el problema”

Una de sus obras más conocidas es Your body is a battleground (Tu cuerpo es un campo de batalla). El trabajo -que muestra esa frase junto a la fotografía de una mujer dividida en dos, una mitad en positivo y otra en negativo- lo hizo usted para una manifestación en 1989 en Washington a favor del aborto y de los derechos reproductivos de las mujeres. Pero es una obra que tiene otras muchas lecturas y que en mi opinión sigue muy vigente. ¿Lo comparte?

Totalmente. Creo incluso que hoy esa obra puede tener más significado que antes. Ese trabajo no habla solo del derecho al aborto, habla también de la guerra y de la devastación, de la lucha por la tierra, de la lucha por los minerales, del agua, del clima. Y habla por supuesto de lo muy vulnerables que son nuestro cuerpos.

¿Se considera una artista feminista? ¿Se siente a gusto con esa etiqueta?

Claro que soy feminista, pero no hago arte feminista. No me gustan las etiquetas, ni el arte feminista, ni el arte político, ni el arte negro. Creo que somos artistas y punto. Hacer categorías es marginalizar. Además, hay muchos tipos de feminismo. Yo, como le he dicho, soy por supuesto feminista, y mi obra aborda temas muiy ligados al feminismo como el poder y el control.

Tengo entendido que usted comenzó escribiendo poemas. ¿Cómo llegó al arte?

Sí, escribía desde muy joven, y esa fue para mí una forma importante de comunicarme para mí. Cuando empecé a exponer mi obra ya no era tan joven y llevaba años trabajando a jornada completa. Yo no fui a la universidad, no tengo un máster en Bellas Artes. Hoy, el oficio de artista se ha profesionalizado muchísimo: la gente hace másters en Bellas Artes, allí hacen contactos… No lo critico, pero en mi época era muy diferente. Cuando yo era joven, sólo pensábamos en exponer nuestra obra, aspirábamos simplemente a exhibirla, nunca pensábamos en vender. Y ahora, los jóvenes que hacen másters se sienten fracasados si al terminar la universidad no han vendido nada, y eso es ridículo porque muy pocos artistas pueden mantenerse con la venta de su obra, muy pocos. Aquí en Estados Unidos el arte no tiene financiación pública y la cultura del coleccionismo ha cambiado mucho, lo hablaba ayer mismo con un galerista al que conozco desde hace muchos años.

¿Y cómo ha cambiado la cultura del coleccionismo?

Hoy hay muy pocos coleccionistas de arte de verdad, ahora lo que hay es gente que especula con el arte. Quieren comprar barato y vender caro. Es un mercantilismo muy, muy brutal.

“Compro, luego existo”, reza una de sus obras más famosas. Hoy podría revisitarse como “Especulo, luego existo” en referencia al mercado del arte…

Pues sí. Los coleccionistas antes coleccionaban, compraban obras porque deseaban poseerlas, que fueran suyas, se las quedaban, no las revendían. Los especuladores funcionan al contrario, están siempre revendiendo obras, las compran y las venden. Por eso es importante que los artistas jóvenes no se tomen en serio al mercado, porque el mercado es voluble y brutal, un día estás de moda y al siguiente dejas de estarlo.

Una duda trascendental: esta entrevista la estamos haciendo por videoconferencia pero usted, como ya me habían advertido, tiene la cámara apagada. ¿Por qué no quiere que la vea?

Quizás se deba a los muchos años que estuve trabajando en revistas del grupo Condé Nast, pero me parece que sostener una cámara frente a otra persona es algo muy poderoso porque te captura, en cierto sentido se apodera de ti. La ironía hoy es que la gente está deseosa de fotografiarse a sí misma, de hacerse selfis, no se puede ir a ningún museo sin ver cámaras. Y creo que puedo pasar de todo eso. No tengo por qué convertirme en un rostro visible, es mi trabajo el que tiene que verse, y no a mí. Una joven cineasta fantástica, Pippa Bianco, hizo un corto de cinco minutos llamado "Picturing Barbara Kruger" para el homenaje que me dedicó el Museo de Arte del Condado de Los Ángeles. Y yo no salgo ni una sola vez en la película, hay alguien que tiene un pelo similar al mío, pero no soy yo. Yo no soy actriz, no soy una estrella de cine, realmente es mi trabajo el que se tiene que ver.