Un nuevo y futurista museo (chino) en Róterdam recuerda que Europa también fue emigrante
El Fenix se ubica en un antiguo almacén del muelle por el que millones de personas pasaron para ir en busca de una vida mejor. Diseñado por Ma Yansong, está dedicado a la migración y es la nueva gran atracción de la ciudad
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La historia de la migración no se puede contar sin el puerto de Rotterdam. Por el que hasta los años noventa del siglo pasado fue considerado el puerto más grande del mundo pasaron millones de personas en busca de un futuro mejor. Muchos eran perseguidos políticos -muchos judíos huyendo de los progromos, entre ellos-, otros eran desempleados sin casa, sin trabajo, sin nada. Venían de todas partes, de la Europa más al este e incluso desde Asia. Y marchaban hacia ese nuevo mundo, principalmente, EEUU y Canadá. Todo esto ocurrió, en su mayor parte, desde finales del siglo XIX hasta los años setenta del XX. Es antes de ayer, aunque se nos haya olvidado.
Para recordárnoslo hoy la reina Máxima de Holanda inaugura el Museo Fenix, creado por el estudio chino MAD, dedicado a la migración e instalado enfrente del muelle Wilhelmina, un lugar nuclear en la historia de los emigrantes y que fue construido en la segunda mitad del siglo XIX. Porque fue aquí, y gracias a la compañía Holland-America Line (HAL) que se instaló en 1873, desde donde tantos partieron con sus maletas, sus pasaportes, sus informes de salud. Entre ellos, por ejemplo, figuras como Albert Einstein, Willem de Kooning, Johnny Weismuller o Max Beckmann.
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Pasear hoy por este muelle impresiona. Queda en pie el antiguo hotel Nueva York, que fue desde 1901 el lugar del registro de emigrantes antes de partir y que en 1993 se convertiría en hotel. Aunque ahora hay restaurantes en su planta de abajo, todavía se respira cierta atmósfera del lugar que fue, de los sueños que guardó. También queda la terminal desde la que salían los grandes barcos. Lo demás desapareció con el gran bombardeo que sufrió la ciudad por parte de los alemanes el 14 de mayo de 1940. No quedó prácticamente nada ni en el muelle ni en ninguna otra parte. Después de la guerra los pasajes a América se retomaron y de hecho con gran fuerza ya que la oleada de emigrantes holandeses en los cincuenta y sesenta fue enorme. Sin embargo, la HAL dejó de dar ese servicio en 1971. El muelle, que durante décadas quedó algo abandonado, no obstante, se ha sabido transmutar en los últimos años con la construcción de grandes edificios diseñados por Rem Koolhaas (De Rotterdam) o Renzo Piano, entre otros.
La Europa emigrante, como todos aquellos edificios… desapareció y se diluyó en la memoria. Ahora allí lo que paran son los cruceros: la Europa turista.
Un antiguo almacén
Desde el Fenix se puede ver el hotel Nueva York y hasta la escultura que hoy ocupa el lugar en el que tantos esperaron para embarcar. No es casual. Es un museo que ocupa 16.000 metros cuadrados y que se ubica en lo que fuera un antiguo almacén de la HAL construido en 1923. Aquí es donde se encontraban las mercancías que se cargaban y descargaban para los barcos que partían hacia América. Se conocía entonces como almacén San Francisco y estaba en el barrio de Katendrecht, el primer Chinatown de Rotterdam: hubo también mucha emigración china a finales del XIX. Con el bombardeo alemán también fue prácticamente destruido y su reconstrucción comenzó en los años cincuenta. De ahí salieron dos almacenes, Fenix I y Fenix II, que siguieron operando para la HAL tras la guerra.
Sin embargo, desde que la empresa dejó de funcionar, aquello quedó en desuso… Hasta que ha retomado ahora una nueva vida y el almacén Fenix II se ha convertido en la gran atracción museística de Rotterdam.
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Y lo es porque su diseño, de Ma Yansong, del estudio MAD, impresiona. Es también el primer museo que construye un estudio de arquitectura chino en Europa y eso deja su huella. Se han mantenido algunos detalles que llegaron a quedar de la construcción de 1923 y otros de los años cincuenta se han rehabilitado también, como la forma de las ventanas, las puertas o su característico color verde. Pero se le ha dado una nueva impronta: el tornado, una escalera de doble hélice creada a partir de paneles de acero pulido que, según contó este miércoles en rueda de prensa el propio Yansong lo que busca es crear encuentros entre personas. El arquitecto ha querido tener muy presente el contexto histórico del lugar, por eso las vistas desde la parte de arriba te llevan al antiguo muelle; por eso, ha afirmado Yansong, puedes elegir diferentes rutas en la escalera, subir o bajar, ir de un lado a otro. Lo que hacían los emigrantes. Y ver, además, el reflejo de nosotros mismos, quiénes somos: la identidad, que es lo que suele perder el que tenía que abandonar su casa.
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El museo ha querido abrir con tres exposiciones que están muy bien distribuidas. Y resultan emocionantes, ya que la temática lo es: la emigración no ha parado en el mundo; los refugiados por guerras, por causas climáticas, tampoco. Y sus responsables, la Droom en Daad Foundation, fundada en 2016 y dirigida por Wim Pijbes, ex director del Rijksmuseum, no lo han olvidado. “Las historias de la migración son el corazón del Fenix”, ha señalado Anne Kremers, directora del museo.
Las maletas y las imágenes
En la planta primera podemos ver la exposición All Directions, 150 obras de arte -históricas y contemporáneas- de artistas de todo el mundo relacionadas con la migración y que forman parte de la colección del Fenix (adquiridas en los últimos cinco años). Se cuelan un cayuco, un camión lleno de maletas, un antiguo pasaporte, un ticket para tomar un barco hacia América… Son dos amplias salas, enormes por las que se han distribuido todos los objetos.
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En la planta de abajo encontramos dos muestras. Las dos encogen el corazón. Una de ellas, The suitcase labyrinth, es una recopilación de 2000 maletas desde comienzos del siglo XX hasta la actualidad. Todas pertenecen a alguien real y a través de una audioguía de algunas de ellas se pueden escuchar sus historias. Desde el hongkonés que llegó en 1918 al puerto de Rotterdam en busca de trabajo hasta la holandesa-indonesia que recaló aquí tras la Declaración de Independencia de Indonesia en 1946 o la ucraniana que apareció en la ciudad en 2022 por la invasión de su país.
La otra exposición es The Family of Migrants y son 194 fotografías tomadas por 136 fotógrafos de todas partes que abarcan la migración en 55 países. Desde el momento de la despedida, el sello del pasaporte, la llegada a un nuevo país, posibles reencuentros… Muchas de ellas son imágenes muy conocidas. Hay de Robert Capa con los refugiados de la Guerra Civil española, que tampoco se olviden. Hay de los marroquíes intentando saltar la valla de Melilla. Hay de los sirios en la isla de Lesbos. Hay de Lampedusa. Se puede ver también una gran fotografía de la manchega Cristina García Rodero de los refugiados en Kosovo tomada en 1999.
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En definitiva, el Fenix ha llegado para convertirse en uno de los nuevos sitios a los que ir de Rotterdam. Forma parte desde ya del paraje de una ciudad que es una de las más innovadoras en cuanto a arquitectura de la actualidad. Pero también el Fenix viene para decirnos otra cosa: los muelles de Rotterdam dejaron de ser lo que eran, pero la migración no se ha acabado y la búsqueda de una vida mejor, tampoco.
La historia de la migración no se puede contar sin el puerto de Rotterdam. Por el que hasta los años noventa del siglo pasado fue considerado el puerto más grande del mundo pasaron millones de personas en busca de un futuro mejor. Muchos eran perseguidos políticos -muchos judíos huyendo de los progromos, entre ellos-, otros eran desempleados sin casa, sin trabajo, sin nada. Venían de todas partes, de la Europa más al este e incluso desde Asia. Y marchaban hacia ese nuevo mundo, principalmente, EEUU y Canadá. Todo esto ocurrió, en su mayor parte, desde finales del siglo XIX hasta los años setenta del XX. Es antes de ayer, aunque se nos haya olvidado.