Victor D. Cha y Ramón Pacheco: "La guerra de Ucrania ha salvado al régimen norcoreano"
El paralelo 38, la mítica división de Corea, vuelve a tener una importancia geoestratégica según analizan estos dos expertos en 'Corea. Una nueva historia del sur y el norte' (Ático de los libros)
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En la madrugada del 10 de agosto de 1945, se produjo una reunión de urgencia en el despacho del Pentágono de John McCloy La URSS, que había declarado la guerra a Japón tan solo dos días antes, cuando ya se habían lanzado las bombas de Hiroshima y Nagasaki, avanzaba sobre la península de Corea. A diferencia de las tropas de EEUU, que estaban a más de 1.000 km en la isla de Okinawa en Japón, Stalin no tenía más que cruzar la frontera que separaba a ambos países desde hacía siglos. Había que hacer algo rápido y se pensó en dividir la península para ganar tiempo y que el Ejército Rojo no la ocupara en su totalidad. John Mcloy pidió entonces a los coroneles Charles H. Bonesteel y Dean Rusk que trazaran rápido una línea que dividiera el país: tenían 30 minutos.
Ambos se retiraron a un despacho adjunto para buscar esa divisoria lo más al norte posible que los soviéticos aceptaran, teniendo en cuenta que las tropas de EEUU no podrían hacer nada si los rusos llegaban a Seúl, según recordaría más tarde Dean Rusk, –Draft Memorandum to the Joint Chiefs of Staff. 12 de julio de 1950. National Archives–. En medio de una gran presión, Bonesteel cogió un mapa de la revista National Geographic intentando buscar una demarcación que mantuviera a la capital en la zona estadounidense y como no pudo encontrar un marcador geográfico fácilmente identificable, vio el paralelo 38 y lo propuso como línea para dividir temporalmente el país.
Con la premura, la frontera que propuso EEUU y que increíblemente aceptó Stalin no tuvo en cuenta el relieve de Corea. La frontera dividía arbitrariamente muchos accidentes geográficos: más de setenta y cinco arroyos, doce ríos, más de trescientas carreteras locales, ocho autopistas y seis líneas férreas, tal y como relatan Víctor D. Cha y Ramón Pacheco Pardo en la apasionante
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En esa misma década, EEUU entabló un acuerdo secreto Taft-Katsura con Japón tras el fin de la guerra Ruso-Japonesa (1904-1905), con el que Washington renunciaba a la península de Corea a cambio de que Japón respetara la zona de influencia estadounidense en Filipinas. Como es sabido, todo saltó por los aires en 1942 con el ataque a Pearl Harbor, y tras la victoria sobre Japón el foco occidental tuvo que girar hacia Corea por la amenaza soviética. Después de una guerra olvidada de tres años (1950-1953) que inició el periodo de bloques y que ha tenido a la postre más consecuencias que la de Vietnam, los dos países se acabaron estabilizando.
Ahora la unificación parece imposible después de que Corea del Norte, una dictadura anacrónica y brutal aguantara el derrumbe del bloque soviético, –y más aún la crisis del Covid–, mientras que Corea del Sur, se convirtió en una súper economía, referente mundial, después de abrazar la influencia en los 80 del odiado Japón que los había colonizado durante tres décadas intentando borrar su identidad nacional y cultural. Ambos países tuvieron éxito a su manera: Corea del Norte fabricando armas, las mismas de las que depende ahora en gran medida Putin para la guerra con Ucrania, y Corea del Sur con su democracia e increíble crecimiento económico, amenazado sin embargo ahora con los aranceles propuestos por Donald Trump. De todo ello ha hablado El Confidencial en Madrid con los autores, Victor D. Cha, ex director de Asuntos Asiáticos en el Consejo de Seguridad Nacional de la Casa Blanca durante la administración Biden y Ramón Pacheco Pardo, profesor de Relaciones Internacionales del King’s College, y cátedra de Corea KF VUB en la Universidad Libre de Bruselas.
Ambos países tuvieron éxito a su manera: Corea del Norte fabricando armas, las mismas de las que depende ahora en gran medida Putin
PREGUNTA. La división del país ha acabado siendo la última frontera de la II Guerra Mundial, superando incluso el final de la Guerra Fría y la caída del bloque soviético. Aquí a menudo se habla de las dos Españas por el legado de la Guerra Civil, pero es evidentemente la misma, ¿después de 80 años ambas Coreas representan en cambio a un mismo pueblo? ¿Quieren los coreanos realmente la unificación?
VICTOR D. CHA. Para los surcoreanos Corea del Norte y la división de la península coreana no ocupan un lugar relevante: la única Corea que conocen en la práctica es Corea del Sur. Es más, la guerra que dividió al país no es más que una parte de los libros de historia, pero sin embargo, lo que hemos descubierto es que, para los norcoreanos, persiste un fuerte sentido de identidad étnica con sus vecinos. Las encuestas realizadas a desertores muestran de manera consistente que siguen considerando a Corea como una sola nación y mantienen una actitud positiva hacia la unificación. Por el contrario, entre los surcoreanos —particularmente los más jóvenes— esta idea no genera el mismo entusiasmo; son ambivalentes o simplemente no piensan en ello.
P. Es de hecho muy diferente a lo que ocurrió en Vietnam o Alemania...
V.C. Sí, es verdad que Corea ha estado completamente separada y aislada. Mientras los alemanes podían ver la televisión del otro lado o incluso viajar, en el caso coreano no existe tal posibilidad. Por ello, como se plantea en el libro, la península coreana se asemeja a un experimento de las ciencias sociales: se toma a un mismo pueblo, con una misma identidad étnica, y se le coloca bajo dos sistemas políticos y económicos radicalmente distintos para observar los resultados...
P. Un aspecto muy interesante del libro es que en occidente tenemos la percepción dictatorial de Corea del Norte, pero tras la guerra, Corea del Sur tiene una evolución que va de una democracia a la dictadura de Park Chung Hee, que es quien moderniza el país después de un autogolpe en 1972, y justo en diciembre del año pasado se produjo el de Yoon Suk-yeol que duró seis horas. ¿Demuestra que es una democracia frágil o por el contrario que es muy resistente? ¿Es un indicio de lo que puede ocurrir con otras democracias ahora que se habla de crisis y del auge del autoritarismo?
RAMÓN PACHECO PARDO. Creo que al final ha demostrado fortaleza en el sentido de que como apuntas, duró sólo seis horas. Yo estaba en Corea justo en el momento en el que estaba sucediendo y me hicieron una entrevista en la CNN a las cuatro horas más o menos y ya entonces dije: “esto no va a durar nada”. Y dos horas después se había acabado todo. No es que fuera un genio, pero conociendo la Corea actual, sabía que no iba a durar. ¿Qué es lo que pasó? Que el presidente, que todos sabemos que tenía un círculo muy cerrado, y que sí pensó que a lo mejor la Corea actual todavía ambicionaba volver a ese pasado representado como dices por Park Chung-hee, pero se vio inmediatamente que no era el caso. Vimos que la Asamblea Nacional votó en contra, la decisión del Tribunal Constitucional, 8 a 0 a favor del hecho de que Yoon Suk Yeol no pudiera continuar en el poder, y las protestas y las encuestas con el 70-80% de la población totalmente en contra. Lo sí que es cierto es que demostró que hay un segmento que creció en los años 60, 70 e incluso 80 que sí pensaban volver al pasado.
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V. C. Para mí, este es otro ejemplo de ese experimento de ciencias sociales que es Corea. ¿Qué ocurre si se toma a un líder elegido democráticamente que intenta utilizar instrumentos propios de la ley marcial del pasado? La reacción pública fue extremadamente negativa. Hubo una gran indignación generalizada. Para la generación más joven, de hecho, era algo inconcebible. Se preguntaban: ¿qué es la ley marcial? Muchos probablemente ni siquiera sabían lo que era. Y luego vimos —y creo que fue Ramón quien lo dijo— cómo las instituciones lograron gestionar la crisis de manera efectiva. Fue una prueba para la democracia, pero también demostró que las instituciones democráticas en Corea son sólidas. Pero sin duda fue muy interesante porque efectivamente, en otras partes del mundo la democracia está siendo puesta a prueba, está en retroceso. Incluso en mi propio país, EEUU, la democracia está retrocediendo. Por eso es alentador ver un caso en el que las instituciones democráticas muestran resiliencia y son capaces de evitar que se produzcan cambios perjudiciales.
"¿Qué ocurre si se toma a un líder elegido democráticamente que intenta utilizar instrumentos propios de la ley marcial?"
P. Uno de los ejes del libro es la cuestión de Corea en el marco geoestratégico de las grandes potencias. Ocurre a principios de siglo con la invasión y anexión de Japón en 1910 y las disputas con China y Rusia, y de nuevo tras la Segunda Guerra Mundial como máximo punto de fricción entre los dos bloques de la Guerra Fría ¿Está en una situación similar con el contexto de inestabilidad actual? ¿Que se puede esperar del papel de ambos países en la actual crisis?
V.C. Una de las grandes diferencias es que Corea es hoy un país mucho más fuerte que en aquella época. A finales del siglo XIX, Corea estaba profundamente dividida y carecía de una economía significativa; la monarquía era corrupta y existían numerosos problemas. Aunque actualmente persisten las divisiones políticas, Corea es un país fuerte, tanto en términos económicos como militares. Lo que es cierto es que nos encontramos ante un momento crucial con las elecciones previstas para junio, ya que el resultado tendrá un impacto directo en la geopolítica de la región. Si se impone un gobierno progresista con mayor alineación hacia China, influirá en la estrategia geopolítica regional. Por el contrario, si gana un gobierno conservador más alineado con Estados Unidos y con las relaciones trilaterales entre Estados Unidos, Japón y Corea, también se verán afectadas las dinámicas geopolíticas. Sin embargo, tal vez el cambio más significativo en la geopolítica tanto de Europa como de Asia ha sido la alianza entre Corea del Norte y Rusia. Nadie anticipó este escenario. Antes de la guerra en Ucrania, no era imaginable que pudiera ocurrir algo así. Comenzó como una relación táctica —Putin necesitaba más municiones—, pero ha evolucionado hacia una alianza estratégica. Esta relación está afectando la seguridad de Europa y la seguridad de Asia, así como los intereses de Estados Unidos en ambas regiones.
R.P. Primero, la OTAN trabaja más con Corea del Sur: la UE, países europeos, incluso España, que hemos firmado un acuerdo estratégico con Corea del Sur. No es papel mojado en el sentido de que vemos inversión de Corea aquí en España que era impensable en el pasado. Vemos también ahora que Corea del Sur está vendiendo armamento a Polonia, a los países nórdicos, a países de Europa Oriental. Es un vuelco en la Historia, durante varios siglos fueron los países europeos los que iban a Asia y ahora es al revés: Corea del Norte se ha alineado con Rusia, con China, con Irán y Corea del Sur con Estados Unidos, con Europa, con Japón, con Australia. Esta es también la novedad, que el Sur se está alineando con países con los que anteriormente tenían relaciones, pero no a este nivel de proximidad.
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P. La historia de Corea con Japón es traumática por un lado con la invasión en el siglo XX, la cuestión de las Comfort Women y otras atrocidades cometidas por el Imperio del Sol Naciente, y al mismo tiempo Corea del sur se benefició de su acercamiento en los 80 ¿Les ha superado ahora en cuanto a economía e influencia cultural?
R.P. Sí, es una buena pregunta. Es verdad que en el pasado muchos coreanos sí se sentían que no estaban a nivel de Japón y, bueno, no estaban al mismo nivel económico, ni a nivel de desarrollo o culturalmente, pero hoy en día lo ven de tú a tú. Y esa es una diferencia bastante importante entre la mayoría de los surcoreanos. El PIB per cápita de Corea del Sur es mayor que el de Japón y, de hecho, es una preocupación para ellos. Y desde luego que el complejo de inferioridad que arrastraron durante el siglo XX ya no existe. En cuanto al nivel de influencia, en defensa evidentemente Corea del Sur es más importante. Está exportando a muchos más países. Si nos centramos en semiconductores, baterías eléctricas, el sector naval, Corea del Sur exporta más. Hay ciertos niveles, ciertos sectores muy tecnológicos en los que supera claramente. Luego está efectivamente la cultura. Yo lo viví en Corea del Sur, como explico en el libro, en 2003-2004, que es cuando la cultura coreana empieza a tener influencia más allá de Asia. Pero entonces era más hacia Latinoamérica y Oriente Medio, no había llegado ni a Europa, ni a Estados Unidos y a día de hoy sí. Creo que ha superado a Japón, en el sentido de que el manga, sigue siendo su mayor exportación cultural desde mi punto de vista pero se ha estancado, mientras que Corea exporta mucho cine, literatura, música pop...
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V.C. Bueno yo matizaría algunos aspectos. Tecnología, chips semiconductores, baterías, automóviles, acero... Actualmente se habla mucho sobre la cooperación entre Estados Unidos y Corea en el ámbito de la construcción naval, ya que Estados Unidos enfrenta serios problemas en ese sector. Sin embargo, hay aspectos relacionados con Japón que siguen siendo extremadamente importantes para Estados Unidos, aunque no estén tan presentes en el discurso público. Por un lado, Japón posee una gran cantidad de deuda estadounidense; una parte significativa de los bonos del Tesoro de Estados Unidos está en manos japonesas, lo cual resulta tranquilizador para el gobierno de EEUU, dado que se trata de un aliado cercano. No es igual de tranquilizador si quien posee esa deuda es China, pero sí lo es si la posee Japón. Ese es un factor clave. Otro aspecto fundamental es que, en caso de un conflicto en el estrecho de Taiwán, el socio más importante para Estados Unidos sería Japón. Esto se debe a la proximidad física de las bases militares estadounidenses en Japón respecto a Taiwán. Las islas del suroeste japonés están prácticamente dentro del estrecho de Taiwán; están justo ahí. Por lo tanto, tanto en el contexto de China como en el de Rusia, Japón es un aliado estratégico fundamental para Estados Unidos, debido a la extensión de su cadena de islas. Este tipo de consideraciones no suelen discutirse tanto fuera de Washington D.C., pero dentro del ámbito político de la capital estadounidense, esta es precisamente la razón por la que Japón sigue siendo considerado un país de gran relevancia e influencia.
P. En Occidente la visión de Corea del Norte es la de un régimen anacrónico, estaliniano, que desde luego impediría cualquier unificación ¿Es realmente así? ¿Por qué no cayó el régimen? ¿Qué importancia tiene ahora?
V.C. Considero que la situación en Corea del Norte es tan grave como suele describirse. Lo es. El régimen norcoreano es uno de los más extremos y autocráticos del mundo en la actualidad. Concentrar todos los recursos nacionales en el desarrollo armamentístico, en lugar de en la economía o la sociedad, refleja claramente su orientación. Por tanto, sí, creo que la situación es tan crítica como parece. Corea del Norte se ha beneficiado enormemente de la guerra en Ucrania. Este conflicto ha transformado por completo la economía norcoreana, su política exterior y sus alianzas estratégicas. En muchos sentidos, la guerra en Ucrania salvó la supervivencia del régimen. Si se analiza el contexto previo, la última vez que vimos públicamente a Kim Jong-un antes de la guerra fue durante la fallida cumbre con Donald Trump en febrero de 2019 en Vietnam. Fue su segundo encuentro, y Trump se retiró abruptamente, declarando que no había acuerdo alguno. Esto representó una gran humillación para Kim Jong-un, probablemente la más grave que haya sufrido un líder norcoreano. Incluso durante la Guerra Fría, cuando Kim Il-sung se reunía con Stalin, aunque Stalin lo ridiculizara en privado, en público mantenían una imagen de unidad y fortaleza. En cambio, lo ocurrido con Trump fue una humillación pública. Después de ese episodio, llegó la pandemia de COVID-19. Corea del Norte permaneció en un confinamiento extremo durante tres años y medio. Kim Jong-un no solo perdió prestigio, sino que la economía colapsó. Durante ese tiempo no hubo comercio alguno con China ni con otros países. Cuando finalmente salieron del confinamiento, el país estaba en una situación muy delicada.
Pero entonces estalló la guerra en Ucrania, y Rusia necesitaba municiones. Corea del Norte, según estimaciones, ha ganado entre seis y veinte mil millones de dólares en divisas gracias a su participación en la guerra. Miles de millones. Además, ha recibido grandes cantidades de petróleo, alimentos y energía procedentes de Rusia. A esto se suma la reanudación del comercio con China. Por lo tanto, el impacto geopolítico más significativo en la península coreana en los últimos años ha sido, sin duda, la guerra en Ucrania.
En la madrugada del 10 de agosto de 1945, se produjo una reunión de urgencia en el despacho del Pentágono de John McCloy La URSS, que había declarado la guerra a Japón tan solo dos días antes, cuando ya se habían lanzado las bombas de Hiroshima y Nagasaki, avanzaba sobre la península de Corea. A diferencia de las tropas de EEUU, que estaban a más de 1.000 km en la isla de Okinawa en Japón, Stalin no tenía más que cruzar la frontera que separaba a ambos países desde hacía siglos. Había que hacer algo rápido y se pensó en dividir la península para ganar tiempo y que el Ejército Rojo no la ocupara en su totalidad. John Mcloy pidió entonces a los coroneles Charles H. Bonesteel y Dean Rusk que trazaran rápido una línea que dividiera el país: tenían 30 minutos.