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Bienvenidos a la era de los octogenarios ultraproductivos
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CAMBIO DE PARADIGMA

Bienvenidos a la era de los octogenarios ultraproductivos

Nunca antes en la historia del hombre habían existido tantos mayores de 80 en plenitud de facultades. Hablamos con algunos de ellos para entender un fenómeno que lo cambia todo

Foto: Álvaro Pombo, durante la entrega del Premio Cervantes. (EFE/Ballesteros)
Álvaro Pombo, durante la entrega del Premio Cervantes. (EFE/Ballesteros)
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El pasado 23 de abril, el escritor Álvaro Pombo recibió a los 85 años el Premio Cervantes. Su fragilidad física le impidió leer él mismo un discurso que puso en boca del también escritor Mario Crespo, pero no había ni rastro en él de fragilidad mental, aunque la fragilidad fuese su asunto principal. “Hoy sigue siendo, quizá más que nunca, el gran tema”, reflexionaba. “La fragilidad ante la enfermedad, ante la soledad, ante la injusticia, ante la inseguridad, ante la falta de convicciones, ante las causas perdidas”.

Uno de sus amigos más cercanos es el coetáneo José Antonio Marina, que también tiene 85 años y que acaba de publicar esta misma semana su último ensayo, La vacuna contra la insensatez (Ariel). El filósofo desvela a El Confidencial que el premio le ha dado a Pombo una inyección de entusiasmo que, a pesar de sus problemas de salud, le ha llevado a escribir unos cuentos que le han parecido “magistrales”. El propio Marina estuvo este martes impartiendo una lección magistral sobre Bienestar emocional y calidad de vida en la nueva longevidad en la Fundación Mapfre.

Una hiperactividad a avanzada edad que habría sido impensable hace tan solo unas décadas. Hoy no solo no es raro que alguien de más de ochenta años siga en activo, sino que casi se está convirtiendo en norma. Desde directores de cine como Clint Eastwood, que sigue dirigiendo a los 94 (Manoel de Oliveira siguió activo tras pasar los 100) hasta políticos como Felipe González (83) o Manuela Carmena (81), artistas como Antonio López (89 años) y actores como José Sacristán (87 años) o Lola Herrera (89), la longevidad es una nueva norma. Mario Vargas Llosa falleció a los 89 años.

“Es verdad, no ha habido ningún período en la historia de la humanidad en el que la longevidad media del ser humano haya subido tanto como en el siglo XX o lo que llevamos de siglo XXI”, se muestra de acuerdo el doctor José Viña, que esta semana también ha publicado un nuevo libro, titulado precisamente La ciencia de la longevidad (Sinequanon). Él es un poco más joven: tan solo 71 años (cumple 72 este verano), y no tiene previsto jubilarse. Los avances en medicina preventiva, las vacunas o los descubrimientos de nutrición explican este cambio de paradigma. El lema del doctor es qué grande ser mayor.

"Cuando llegaba la jubilación, la sociedad te desconectaba, pero ya no es así"

Para Marina hay dos factores. El primero, obvio, es la mejora de la salud de la población general. El segundo no lo es tanto, y es “el cambio en cómo se piensa sobre la ancianidad”. “Antes y durante mucho tiempo, se habían puesto límites y fronteras al proceso de envejecimiento, es decir, la vejez iba de aquí a allí”, explica. “Eso ha sido muchas veces absolutamente catastrófico, porque se traducía en que cuando llegaba la jubilación, la sociedad te desconectaba”. Algo que podía ser razonable en un mercado laboral en el que abundaban los trabajos físicos, pero que ya no tiene tanto sentido en la economía del conocimiento.

Es decir, en un mundo con un alto grado de automatización, donde los trabajos son más intelectuales y abundan las profesiones liberales como las anteriormente citadas, es cada vez más habitual ver a octogenarios rindiendo como una persona de 40 años. “En los trabajos que antes se llamaban liberales no ocurre así, porque no tienes esa especie de límite temporal”, recuerda Marina.

placeholder Marina (85 años) el pasado martes.
Marina (85 años) el pasado martes.

Otro veterano que acaba de publicar nuevo libro es Leopoldo Abadía a sus 91 años. El veterano profesor del IESE entre principios de los años sesenta y finales de los noventa acaba de editar Todo lo que te hace feliz (Espasa), una colección de aforismos sobre la felicidad. A su edad, sigue escribiendo e impartiendo entrevistas, aunque ahora vaya “más lento”. Pertenece a la misma generación que Marina o Pombo, la que se formó durante los años más duros del franquismo, comenzó a trabajar en el tardofranquismo, llegó a su plenitud intelectual durante los primeros años de la democracia y se convirtieron en referentes durante los últimos años del siglo. A menudo, adoptando posiciones más conservadoras como Pombo, que fue senador de UPyD.

Una nueva estructura social

Esta semana ha tenido también lugar el cónclave que ha dado lugar a la elección del nuevo papa León XIV, de 69 años: sorprendentemente joven. Una cita conformada por un grupo de 252 cardenales cuya media es de 70,2 años. La Iglesia pone una única salvedad para la elección de un nuevo pontífice: que tenga menos de 80 años. Pero ha sido habitual que los elegidos superen los 70 años de edad, como había ocurrido con los últimos casos (Francisco a los 76 años y Benedicto XVI a los 78), porque por lo general, es preferible un papado de menor duración. Una disyuntiva a la que antes no había que enfrentarse pues era raro que un papa fuese tan longevo: Juan Pablo II fue papa durante 27 años.

placeholder Un papa sorprendentemente joven. (Europa Press/Stefano Spaziani)
Un papa sorprendentemente joven. (Europa Press/Stefano Spaziani)

Esta situación trastoca, por lo tanto, determinadas estructuras sociales que se habían diseñado teniendo en cuenta una esperanza de vida mucho menor. El caso más evidente es el de los debates sobre el alargamiento de la edad de jubilación. Este año el PSOE ha registrado una proposición de ley para alargar la jubilación forzosa para catedráticos hasta los 72 años, dos más que los 70 actuales. Algo que está ocurriendo en otros trabajos de los que antes hemos denominado “liberales” como notarios y registradores de la propiedad, que gracias a la Ley 21/2021, de 28 de diciembre pueden alargar su jubilación hasta los 72.

“La sociedad se ha dado cuenta de que hay que alargar la edad de jubilación porque si no, no se pueden pagar las pensiones”, explica Viña. “Hay profesiones donde se ha mostrado que ya se puede hacer”. La mayoría de los octogenarios citados trabajan en profesiones sin fecha de jubilación como artistas, escritores o actores, pero también es habitual que grandes CEO o presidentes tengan una edad más avanzada. Donald Trump (78 años) sucedió en el cargo a Joe Biden (82). Warren Buffett acaba de anunciar su retirada como CEO de Berkshire Hathaway a los 93 y Amancio Ortega tiene 89 años.

Harina de otro costal son los trabajos más físicos o que suponen un mayor desgaste, también mental. Uno de los maestros de Viña fue el premio Nobel de Medicina Hans Adolf Krebs, que decía que el trabajo era divertido y que no hay mayor diversión que trabajar. No hace falta llegar tan lejos, asegura el doctor, porque la mayoría de empleos siguen siendo monótonos y poco creativos, por lo que tal vez nadie querría trabajar en ellos hasta los 90. “Busquemos la creatividad en el trabajo y nos traerá muchas satisfacciones”, añade.

"En el momento en el que dejas de tener proyectos, caes en depresión"

El doctor, que se encuentra en el 1% de los autores científicos más citados del mundo, ha diseñado su propio plan para el futuro. Seguir activo, pero a otro ritmo, como profesor emérito en la Universidad de Valencia y director de la cátedra de Gerociencia en la Universidad Católica San Antonio de Murcia (UCAM). “He decidido hacer un aterrizaje suave”, explica. Lee e investiga todos los días y, en días luminosos como en el que nos atiende, coge la bicicleta para llegar a la facultad.

Pero ¿por qué necesitan seguir trabajando?

Los factores que han contribuido a este alargamiento de la longevidad son variados, y están muy relacionados con los cambios en los estilos de vida. Uno es el ejercicio, como explica Viña. Otro, la nutrición. También, el control del estrés (y el sueño) y los suplementos. “No vale cualquier ejercicio, cualquier nutrición y cualquier sistema de control del sueño, sino que tiene que estar científicamente probado”, añade.

Para Marina no influye tanto las capacidades cognitivas como el impulso afectivo. Se refiere a mantener la curiosidad y tener siempre algún proyecto activo. Él sigue estudiando, investigando y aprendiendo cada día. “En el momento en el que una persona deja de tener proyectos, cae en una especie de inercia o depresión”, valora. “Eso es lo que activa todas las funciones mentales que de otra manera podrían quedar absolutamente adormecidas”.

placeholder CEO hasta los 93. (Reuters/Scott Morgan)
CEO hasta los 93. (Reuters/Scott Morgan)

Quizá eso explique la longevidad de estos intelectuales: aún les queda algo por hacer. El método para mantenerse ágil mentalmente de Marina es intentar mantener proyectos abiertos “porque se convierten en antenas que sirven para captar más cosas en el entorno que nos rodea”. Es el efecto Zeigarnik, acuñado por la psicóloga Bluma Zeigarnik en 1927, un sesgo cognitivo que el ser humano está diseñado para terminar todas las tareas que ha comenzado y, por eso, recuerda más fácilmente lo que ha dejado a medias.

El ejemplo más claro es el de esos ancianos que fallecen poco tiempo después de que lo haga la persona a la que cuidan. “Eso lo hemos visto mucho: tener un proyecto vital es esencial no solo para envejecer bien, sino para ser feliz”, explica Viña. Más que proyectos, prefiere utilizar el término “sentido” en referencia al libro que el psiquiatra vienés Viktor Frankl escribió sobre su experiencia en Auschwitz. “Él decía que no murió en los campos nazis porque su vida tenía sentido y yo también me he preguntado qué le da sentido a mi vida: cuidar a los hijos y a los nietos se da por supuesto, pero a mí lo que me gusta es estudiar y aprender” explica.

Otro secreto: a nadie le amarga un dulce, y el reconocimiento sigue siendo esencial para que estas figuras quieran mantenerse en la brecha. El doctor saca pecho cuando recuerda que le acaban de convertir en Socio de Honor de la Sociedad Española de Medicina Geriátrica. “Eso es un refuerzo positivo”, admite. Marina señala en la misma dirección cuando habla de su compañero Álvaro Pombo, que ha vuelto a escribir después de recibir el Cervantes. “No hay nada más deprimente que vivir en una sociedad tan cicatera para el elogio como la española”, añade.

"Nos preparamos para dos décadas de felicidad, de los 70 hasta los 90"

En 1960, cuando la esperanza de vida era de 69 años, apenas pasaban unos pocos años entre la jubilación y la muerte, y no siempre se disfrutaban con buena salud. Hoy, que la esperanza de vida es de 83,77 años, pueden traducirse en “dos décadas de felicidad, de los 70 a los 90, y hay que prepararse para eso desde joven”. Viña da dos consejos: que uno empiece a cuidarse cuando es joven y que cuidarse es una responsabilidad individual. “No cuidarse es egoísta”, concluye. No solo la pirámide de población se ensancha por la cima, sino que todos esos octogenarios están mejor que nunca.

El pasado 23 de abril, el escritor Álvaro Pombo recibió a los 85 años el Premio Cervantes. Su fragilidad física le impidió leer él mismo un discurso que puso en boca del también escritor Mario Crespo, pero no había ni rastro en él de fragilidad mental, aunque la fragilidad fuese su asunto principal. “Hoy sigue siendo, quizá más que nunca, el gran tema”, reflexionaba. “La fragilidad ante la enfermedad, ante la soledad, ante la injusticia, ante la inseguridad, ante la falta de convicciones, ante las causas perdidas”.

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