Álvaro Pombo, Cervantes 2024: "Ya nadie se bate en duelo por su honor ni por el honor de España"
El escritor Mario Crespo leyó el discurso del santanderino que sí acudió a recoger el premio. Su texto se centró en la fragilidad, la suya, la de Cervantes, la de España y la de un mundo lleno de "influencers' y mercachifles"
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Hasta el último momento no se supo si Álvaro Pombo, nacido en Santander hace 85 años, iba a acudir a la ceremonia de entrega del premio Cervantes 2024, el más prestigioso de las letras en español. Finalmente, y como había confirmado su círculo a este periódico la tarde anterior, allí apareció en silla de ruedas con su chaqué y su corbata negra en señal de luto por la muerte del papa Francisco. También llevaba su característico gorrito de lana. Y un gesto algo serio y cansado. No leyó el discurso, ya que lo hizo el escritor e historiador Mario Crespo, pero ahí sí estaba su impronta: la fragilidad de la salud, pero también la del ser humano en cualquier vicisitud. Y también la de España, como repitió en varias ocasiones. La del imperio, que también lo dijo. Al intentar recoger el galardón fue ayudado por el rey Felipe VI ya que Pombo no podía sostenerlo entre las manos por sí solo.
“La fragilidad de España nos lleva una vez más a levantar una capilla a Santiago Matamoros y luego los moros matan a los españoles de Santiago Matamoros: fue el desastre de Annual, la fragilidad de España. Ahora nadie se bate en duelo por su honor ni por el de España ni por el del tato. Nos hemos convertido entre influencers y mercachifles”, afirmó con contundencia en un discurso que, ya avisó casi desde las primeras líneas, el cántabro tenía escrito desde hace tiempo por “si acaso me caía del cielo este maravilloso premio -que me ha caído del cielo- porque me parece que refleja y expresa toda una fenomenología de la fragilidad hispana y de la fragilidad del mundo y de la fragilidad mía también”. De ahí que decidiera que lo leyera su amigo Crespo.
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El autor de novelas como Contranatura o Santander 1936, fue pespunteando todo su discurso de obras de Cervantes, a quien estaba intrínsecamente dedicado. Desde sonetos a El Quijote, por supuesto, y El licenciado Vidriera, una de las novelas ejemplares del alcalaíno, obras de las que resaltó su fuerza inquebrantable. Pombo habló de la fragilidad inquebrantable de Don Quijote, de Sancho Panza, hasta de la del caballo Rocinante. De la que todos, dijo, de alguna manera llevamos dentro.
“Hoy sigue siendo, quizá más que nunca, el gran tema: la fragilidad ante la enfermedad, ante la soledad, ante la injusticia, ante la inseguridad, ante la falta de convicciones, ante las causas perdidas. La fragilidad del ser humano ante las más diversas instituciones que parece que no le amparan a uno, en una sociedad cada vez más ininteligible”, señaló.
"El vidrio es lo rompible, lo frágil, lo opuesto a El Escorial, lo opuesto a la victoria"
Se acordó de ese Tomás Rodaja, ese licenciado “alegre, guapo y aplicado”, y fue parafraseando el texto cervantino con humor pombiano. También lo utilizó para hablar de la fragilidad del vidrio. “Es lo rompible, lo frágil, lo opuesto a El Escorial, lo opuesto a la victoria”, apostilló.
Cerró Pombo el texto refiriéndose directamente a Cervantes y la vejez. La de él y la suya, probablemente. Recordó los achaques del alcalaíno, su “arterioesclerosis o cirrosis hepática o diabetes o insuficiencia cardiaca”, y que, con todo eso encima, nunca abandonó “un relativo y admirable buen humor”.
“Don Miguel de Cervantes fue un hombre profundo y pobre, al decir de Ortega y Gasset. Es muy probable que para alcanzar la grandeza de España, para superar la fragilidad, tengamos todos que llegar a la profundidad y la pobreza. Ahí se desharán los encantamientos. Ahí se romperá por fin el cristal. Ahí se hará fuerte lo frágil. Y los héroes seguirán recorriendo el imperio de su palabra incesante”, cerró con la voz de Mario Crespo. Y hubo aplausos mientras Pombo se quitaba las gafas, le agradecía a Crespo su disposición, sonreía (por primera vez) y se restregaba los ojos. Fue un momento emotivo.
La bondad y la verdad
Por su parte, Felipe VI, que llegó junto a la reina Letizia, ambos también de luto, comenzó su discurso manifestando que, según Pombo, “el lenguaje, que es la gran creación humana, se sirve de los escritores para expandirse, para ampliar nuestra manera de acceder al mundo. Cada palabra es un camino que nos permite iluminar una parte de la realidad. Y si esa palabra se pierde, perdemos la realidad que descubría. Cada escritor es también un modo de iluminar la realidad. Tiene una misión de claridad”.
El monarca destacó un aspecto del escritor: su interés por la bondad y por la verdad. Sobre el primero indicó que el "el interés poético y literario por la bondad resulta sorprendente, porque diríase que la maldad –y conste que me refiero al ámbito literario─ ofrece más posibilidades. Tal vez en esto Cervantes sea un gran precedente. Lo que caracteriza la moral del caballero andante es “desfazer entuertos”, la lucha por la justicia y la ayuda al débil. “He cumplido gran parte de mi deseo ─dice don Quijote─ socorriendo viudas, amparando doncellas, favoreciendo casadas, huérfanos y pupilos”. Su lema es grande y sencillo: “Perdonar a los humildes, castigar a los soberbios y socorrer a los miserables”. En este sentido aludió al recientemente fallecido Mario Vargas Llosa, quien justo recogía su Cervantes hace treinta años: "De esa bondad, reconocible siempre en el obrar de nuestro caballero andante, nos habló también aquí Mario Vargas Llosa al recoger su Cervantes en 1994".
Felipe VI: "Vivimos días inciertos que piden claridad; días duros que demandan bondad; días de confusión que reclaman verdad"
Estos dos intereses, la bondad y la verdad, fueron requeridos por el rey para referirse a la actualidad: "En los tiempos que vivimos, los valores citados ─claridad, bondad, verdad─ son como faros que han de guiarnos en una búsqueda incesante. Vivimos días inciertos que piden claridad; días duros –y para muchos, aciagos─ que demandan bondad; días de confusión que reclaman verdad. Con la claridad del maestro, del buen maestro, Álvaro Pombo nos habla, en su obra, de la bondad y la verdad". El rey tuvo varias alusiones directas a Pombo, como cuando resalto su "aspecto quijotesco" o rememoró a su gato, al que cita en la novela El destino de un gato. Ahí el escritor sonrió.
El ministro de Cultura, Ernest Urtasun, glosó la obra y vida de Pombo y su comprosimo con la realidad, la sagacidad, las mujeres y la homosexualidad, que no ha escondido ni en sus libros, y también recordó a Mario Vargas Llosa. Al acto también acudió la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso. Este año no acudió el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, que sí lo hizo el año pasado.
Hasta el último momento no se supo si Álvaro Pombo, nacido en Santander hace 85 años, iba a acudir a la ceremonia de entrega del premio Cervantes 2024, el más prestigioso de las letras en español. Finalmente, y como había confirmado su círculo a este periódico la tarde anterior, allí apareció en silla de ruedas con su chaqué y su corbata negra en señal de luto por la muerte del papa Francisco. También llevaba su característico gorrito de lana. Y un gesto algo serio y cansado. No leyó el discurso, ya que lo hizo el escritor e historiador Mario Crespo, pero ahí sí estaba su impronta: la fragilidad de la salud, pero también la del ser humano en cualquier vicisitud. Y también la de España, como repitió en varias ocasiones. La del imperio, que también lo dijo. Al intentar recoger el galardón fue ayudado por el rey Felipe VI ya que Pombo no podía sostenerlo entre las manos por sí solo.