Progresistas vs. conservadores: la película con todas las claves para la elección del nuevo Papa
'Cónclave' relata paso a paso qué ocurre tras la muerte de un pontífice. Comparamos los personajes y hechos de ficción con los que existen en la vida real: ¿el final será el mismo?
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Es un thriller apabullante. No te deja respirar. Y si no conoces absolutamente nada de cómo se elige un papa, aprendes. Cónclave, de Edward Berger, que fue una de las grandes favoritas en los últimos Oscar (consiguió la estatuilla a mejor guion adaptado), es una película estupenda para estos días ya que resume a la perfección la pelea política entre progresistas y conservadores para calzarse las sandalias del pescador. Es decir, lo que ya a estas horas está ocurriendo en el Vaticano.
La cinta está basada en el
Es una historia de ficción, pero es llamativa la puntería que tuvo Harris si observamos los personajes que estos días van a concentrar la atención del mundo occidental. Y los hechos. Todo comienza con la muerte natural del Papa, un hombre ligado a los progresistas (en los términos en los que el Vaticano concibe el progresismo). Como ahora.
A partir de ahí, el camarlengo se convierte en el jefe de Estado en funciones del Vaticano y se encarga de todo el rito de las exequias y la preparación del cónclave (además de llevar todos los asuntos financieros). En la película es el canadiense Joseph Tremblay (John Lithgow), un conservador convencional con altas posibilidades de ser elegido nuevo papa y que ha llevado a cabo maniobras un tanto raras con el dinero; en la vida real es el irlandés Kevin Farrell, que también está en el ala de los conservadores en posturas como el aborto, el matrimonio homosexual y la pena de muerte. Y por el que pasarán todas las intrigas que se den en estos días. Atentos a este nombre.
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Otro personaje importante en estos días es el cardenal decano, ya que preside el Colegio Cardenalicio, que tiene como misión principal elegir a cada nuevo papa. Durante el cónclave, recibe el juramento secreto de las personas que intervienen y preside las reuniones para elegir al siguiente papa. También pregunta al elegido si acepta el nombramiento y qué nombre tomará. En la película es Thomas Lawrence, interpretado por el británico Ralph Fiennes y que da voz a un cardenal también progresista. En la vida real el decano es el italiano Giovanni Battista Re, que está reconocido como un conservador moderado. No tiene voto, pero sí puede ser elegido. De hecho, Ratzinger ocupaba esta función cuando fue elegido en 2005. Sin embargo, en esta ocasión Re, como tiene más de 80 años, no podrá presidir el Colegio Cardenalicio, papel que recaerá en Pierre Parolin, hasta ahora número dos de Francisco, y del ala progresista. Como el personaje de Fiennes. Tampoco se olviden de él.
Los distintos candidatos
A estas dos figuras principales se unen en la historia de ficción los aspirantes a papa. El progresista es Aldo Bellini (Stanley Tucci), de los Estados Unidos y muy cercano al papa difunto. Su gran propósito es que no salga un papa conservador. En la vida real este personaje podría caer en candidatos como los italianos Matteo Zuppi, considerado “progresista dialogante”, Pietro Parolin, “eficiente, moderado y equilibrado”, o Pierbattista Pizzaballa, actual patriarca latino de Jerusalén y visto como un buen mediador.
En la película, Tremblay es el conservador convencional y este papel podría recaer en la realidad en el sueco Anders Arborelius, considerado “pragmático” aunque a favor del diálogo interreligioso, el francés Jean-Marc Aveline, conservador en la liturgia pero con sensibilidad social o Malcolm Ranjith, de Sri Lanka, conservador que hace suya la defensa de los derechos humanos y la reconciliación en su país.
Del lado conservador, pero procedente de continentes periféricos, se encuentra en la ficción el nigeriano Joshua Adeyemi (Lucian Msamati) que, aunque se envuelve en la bandera de África -continente con posibilidades de nuevo papa- tiene unas ideas bastante escoradas hacia la tradición. Un candidato en la vida real en esta posición sería el guineano Robert Sarah que tiene una conexión muy estrecha con el Opus Dei. De hecho se encargó de ordenar presbíteros a 31 diáconos de la Obra de 15 países.
El más reaccionario en la película es el italiano Goffredo Tedesco (Sergio Castellito). El inmovilismo más absoluto. Esta figura en la vida real podría ser el húngaro Péter Erdó, muy cercano al presidente Viktor Orbán. Anticomunista declarado, defiende el matrimonio heterosexual para toda la vida, está en contra de los derechos de las personas LGTBI y de la secularización del mundo. Se le llama el Wojtyla sin sonrisa.
Un candidato en la posición africana-conservadora sería Robert Sarah que tiene una conexión muy estrecha con el Opus Dei
Y, finalmente, en la película y novela hay una figura que descoloca a todo el mundo por completo. Se trata del mexicano Vincent Benítez (Carlos Diehz), que ha sido nombrado cardenal en un lugar tan extraño para ello como Afganistán. Además, tiene ciertas conexiones llamativas con el papa difunto. En la vida real hay varios candidatos que proceden de lugares en los que muy bien podría poner su mira la Iglesia católica para el próximo papa. Uno de ellos, el filipino Luis Antonio Tagle, otro el congoleño Fridolin Ambongo Besungu y, por último, el birmano Charles Maung Bo. Tres candidatos de caracter progresista y que se salen de la corriente habitual.
Quienes han visto la película (o leído la novela) ya saben qué ocurre con todos estos candidatos y cuál es la línea que se impone. Cómo son los juegos oscuros de los progresistas y los conservadores. Cómo se aniquilan los unos a los otros. Cómo el que maneja las finanzas… incurre en sobornos. Cómo el africano utiliza su continente y no precisamente para el bien. Cómo el progresista apenas tiene voz (y se anula con otros progresistas). Quizá hemos visto antes de tiempo lo que va a suceder en un futuro cercano. Para eso está siempre el juego de la ficción.
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