Enrique Vila-Matas: "Por suerte nos vamos a desprender del horterismo de EEUU"
El escritor barcelonés presenta nueva novela, 'Canon de cámara oscura', hilvanada a partir de un personaje que es una especie de IA que elige un canon literario. Da para mucho este libro y esta conversación
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Con Enrique Vila-Matas (Barcelona, 1948) siempre hay un juego literario en el que una no sabe si habla con el escritor, el personaje del libro o el de todos los libros del mundo. Es el rey de la metaliteratura y del fragmento y una de las personas con mayor pasión por la literatura que se puedan conocer jamás. Y con más humor, lo cual, como él mismo dice, eso siempre relaja.
Está de promoción en Madrid con su última novela,
PREGUNTA. Con este libro se abren un montón de temáticas. Una de ellas, los robots, los Denver, la tecnología y la literatura, esto cómo casa, ¿Conviven? ¿Le da miedo esto de la IA?
RESPUESTA. He descubierto que soy el primero que crea un personaje que es la propia inteligencia artificial. O sea, el libro está hecho por una inteligencia artificial. En esto igual soy innovador o no.
P. Pero ¿le da miedo que la inteligencia artificial acabe sepultando esta cosa de la literatura?
R. Es que en el libro es solo un pretexto para contar. El motor, digamos, robótico, sirve para crear una trama. Pero quizás lo de menos es la trama, sino lo que entra con el motor robótico de la trama, que sería la biblioteca ligera. Y de hecho, si te fijas, al principio está la descripción de la fiesta, la chica que dice, bueno, eres uno de ellos, lo que significa que quiere saber si eres uno de los Denver. Y poco a poco dentro de la intriga de si es o no Denver, entra el tema del canon. Los 35 días en los que van apareciendo los libros.
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P. Y el canon lo elige este robot, este Denver. Hasta ahora mismo los cánones literarios que se han hecho en la historia de la literatura, de la humanidad, los han hecho personas. ¿Los podrán llegar a elegir robots? ¿Todas las listas podrían ser de robots?
R. Sí, pero como se comprueba en este libro mío, no importa, porque cada uno tiene su canon. El canon de cada uno es lo que se llama tu biblioteca de cabezal y que son los libros que son tu mundo propio de lector o lectora.
P. ¿Y estos libros que usted ha elegido en este libro son los que uno quiere conservar, con los que uno se identifica, con los que uno compite?
R. Estos son los del personaje de Vidal Escabia. Aparte del personaje hay un autor que se refugia en su gabinete, que tampoco soy yo; soy el autor, pero no este. El autor mismo tiene una voz infiltrada de origen robótico que le hace decir cosas que no conoce.
"No me gustan los cánones, me dan igual. Mi canon es otro, que no es el de este libro, pero que tampoco lo tengo configurado"
P. Pero en su caso, con los cánones, ¿cómo los lleva?
R. Fatal, no me gusta ninguno, me dan igual. Mi canon es otro, que no es el de este libro, pero que tampoco lo tengo configurado. Sí son los libros que están más alrededor de mi mesa, curiosamente, y son bastantes. Pero la idea es también aligerarlo, que es esto que se da en el libro.
P. ¿Y cómo se aligera un canon?
R. Es difícil, pero se selecciona los que no quisieras perder nunca, a aquellos que te crean un ambiente.
P. ¿Esa selección la tiene en su cabeza?
R. No, tampoco me preocupa. Sé quiénes son los libros que siempre me han llamado la atención, a los que vuelvo, leo, releo y siempre descubro que son muy distintos de lo que pensaba, porque son inagotable las lecturas. Y comprendo además las cosas que no supe ver en aquel momento, y las que no he visto que deben estar ahí también. Por ejemplo, cuando miro hacia el pasado, muchas escenas que yo había dado muy claras en su sentido con otras personas, me doy cuenta que había otra persona aquel día, por ejemplo. Y veo que entonces la interpretación que yo dí no era la misma con la presencia de esta persona. Me llama la atención porque me quedé con una interpretación segura, pero que no era.
P. Bueno, es que las interpretaciones, como los recuerdos, también van cambiando.
R. Sí, también cambian, y te vas dando cuenta de cosas que dabas por hechas que no.
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P. Hay varias cuestiones con respecto al pasado en este libro, como el tema de la infancia. El personaje no tiene recuerdos de la niñez. Yo no sé si esto también lo escribió porque uno a veces prefiere no recordar la infancia o no acordarse de la infancia.
R. No, esto me lo encontré medio a mitad del libro, ya que me doy cuenta de que no puedo recurrir [el personaje] a mis recuerdos de infancia y a cosas personales hasta los 24 años. Todo lo que me ocurriera a mí no me sirve, lo que demuestra que el libro de autoficción tiene poco. Pero además fue un hándicap a veces, porque pondrías algo que te pasó a ti, pero si no tienes ningún recuerdo, ni siquiera implantado la infancia… Y luego, cuando te das cuenta de que la novela o el libro siempre exigen un conflicto, vi que el conflicto ahí era para el narrador no haber tenido infancia, no haber nacido.
P. Por eso le pregunto, ¿no tener infancia es un conflicto o es una liberación?
R. Tengo que ponerme en el sitio del narrador. [Se queda pensativo un rato] Esta pregunta me ha dejado seco, puedes decirlo.
P. Sí, pero yo se lo he preguntado un poco más a usted, a Enrique Vila-Matas, y qué piensa de esto.
R. En mi caso he escrito un solo texto sobre mi infancia, publicado hace muchísimos años, se llama La calle Rimbaud, que se publicó en una antología de relatos de mi generación sobre la infancia de cada uno de ellos, donde están todos los que conozcas, Javier Marías, etc. Y luego prácticamente no he vuelto a escribir sobre mi infancia. Pero no es que haya ningún problema, ya que de mi infancia todo lo que recuerdo es agradable y bueno. El momento en que empieza el conflicto es cuando ya salgo del hogar familiar, cuando voy a la universidad y se abre el mundo. Entonces ahí no es que haya conflicto, sino que hay experiencias nuevas, importantes.
P. Bueno, de hecho hay una cita en el libro, creo que es del pintor Miquel Barceló, que habla que hasta los 9 o 10 años de edad, todo bien y a partir de los 9 o 10 años, todo mal.
R. Esto me gustó mucho, que hay que desaprender todo a partir de los 10 años. Y por eso también he decidido, como se dice en el libro, que el narrador de 1 a 10 años, o sea de los 24, que es cuando aparece en la Tierra, a los 34, estuvo leyendo sin cesar. Y por eso dice él que es un niño extraordinariamente literario. Nadie que yo sepa ha leído desde el nacimiento hasta los 10 años.
P. En el libro varias veces se habla sobre obsesión literaria del personaje. Usted ha escrito muchos libros sobre libros, sobre la literatura. ¿Es una forma un poco de hacer humor sobre uno mismo, sobre las obsesiones que uno tiene?
R. Sí, la ironía, que reconozco que tengo y creo que es evidente, es una ironía potente entre otras cosas porque también es sobre mí. Muchas veces me he despertado por la mañana y he visto lo que había escrito el día anterior y he pensado, "tengo ganas de decirle algo a este". Entonces yo mismo me río de mí y esto funciona muy bien para el lector también. Es un descanso, porque si tú apuestas por la trascendencia y crees en tus palabras, eres otra cosa, pero no un narrador abierto a la ambigüedad del mundo.
P. Estamos ahora en tiempos muy trascendentales y no tan irónicos…
R. Bueno, ya los hemos pasado muchas veces y la ironía también sirve, pero son trascendentales desde el punto de vista mediático.
"Hasta los 27 viví en un régimen dictatorial. Y reí igualmente porque uno no puede estar pendiente solo de lo que hacen en un palacio"
P. ¿Cómo recuperamos el humor? Ahora en el mundo parece que no tenemos esos momentos de relajación.
R. Sí, hasta los 27 años viví en un régimen autoritario, dictatorial, donde se condenaba a muerte a la gente. Y reí igualmente porque uno no puede estar pendiente únicamente de lo que hacen en un palacio. Yo soy consciente de que se puede reír. Mi teoría es que el error, políticamente hablando, el error fue que es muy potente la literatura rusa y es muy europea al mismo tiempo. Son grandes escritores que están incorporados en nuestra tradición, pero no tanto en la parte política. Y el error fue que saliera mal el acercamiento a Gorbachov. Hay una película de Werner Herzog fantástica, que es una entrevista con Gorbachov. No es una película extraordinaria, pero es muy interesante ver que si se hubiera pactado nos hubiéramos unido a Rusia a través de la política de Gorbachov, que fue un héroe a su manera, aunque no era muy bien visto en Rusia. Y habría sido posible una unidad europea. Por suerte creo que ahora nos vamos a desprender del horterismo norteamericano. Y se lo merecen.
P. Es decir, que esta ruptura del eje atlántico a usted le parece casi mejor.
R. Pienso siempre en lo positivo. La negativa puede ser horrorosa porque no conozco la economía, etc. Pero pienso que la parte positiva será liberarse. Esta mañana había una norteamericana en pijama desayunando. A ver, yo la expulsaría directamente. Diría, no horterismo, porque estamos hartos de todo esto.
P. Pues está avanzando a pasos agigantados. Yo no sé Barcelona, pero en ciudades como Madrid...
R. ¿El qué? ¿Lo del pijama?
P. Por ejemplo, el pijama y esas cosas.
R. Pero si son norteamericanos me molesta más.
P. Suelen ser norteamericanos. Por otro lado, hay varias veces en la novela que se dice este mundo tan terrible que nos está tocando ahora.
R. Pues sí, pero se veía venir también. No es una sorpresa tan grande. Yo no pertenezco al mundo político, jamás he tenido la capacidad de actuar en esto, pero pienso que se podría haber evitado. En Estados Unidos el Partido Demócrata es un desastre, tengo la impresión. Ha estado con un hombre que tomaba un helado ante las cámaras durante cuatro años.
P. Por lo que no es una sorpresa lo que está pasando.
R. Tanto no, tanto no. Ahora, cansa mucho toda esta figura de Trump. Cada día te lo encuentras y es un memo. Entonces, claro, cada día conviviendo con estas noticias todo el rato es un poco…
"En EEUU el Partido Demócrata es un desastre. Ha estado con un hombre que tomaba un helado ante las cámaras durante cuatro años"
P. Y a usted que, como ha dicho ahora, hasta los 27 años vivió en un régimen autoritario. ¿La deriva europea le produce... O sea, ¿observa también características de aquello? ¿Que podemos ir a aquello? ¿Que vamos a aquello?
R. No, lo que pasa es que la Unión Europea se burocratizó mucho, como todos sabemos desde hace tiempo. No le han puesto más que problemas y cada cual asegura su sitio de trabajo allí y no le importa nada más. Y creo que esto va a ser bueno para que sean conscientes de que es la tercera potencia económica del mundo, por ejemplo
P. Se está hablando ahora mucho también como una decadencia cultural de occidente. Hace poco hablaba con un amigo y pensábamos en escritores norteamericanos, estadounidenses, potentes ahora. Y solo se nos ocurrían nombres antiguos.
R. Sí, a ver, porque también Nueva York ha caído en un estado pésimo. La ciudad que me fascinaba tantas veces que fui y la última vez que he estado ya era otra cosa. Y eso era un refugio extraordinario. Nueva York, la fascinación por Chicago también. Las dos ciudades que me gustaban y a las que siempre me gustaba mucho ir.
P. Pero hablábamos y, por ejemplo, decíamos, claro, los últimos que nos gustaban mucho, Paul Auster, que ya se murió, y que aparece también en este libro en una cosa muy simpática, además. Su mujer Siri Husvedt. Por no hablar de Philip Roth. Y ahora, ¿qué viene?
R. No estoy muy informado. Foster Wallace siempre me interesó muchísimo, pero ya ha muerto también. No los sigo bien porque no sé quiénes son ahora los grandes. En cuanto a Paul Auster es fascinante haber estado en su casa, lo buen tipo que era. Y luego en el homenaje que se hizo aquí en Madrid Siri Husvedt dijo una cosa al final del discurso que a mí me impresionó muchísimo porque contó que él ya no podía hablar y ella se le acercó y le dijo, “pero nos hemos divertido mucho, ¿no, Paul?”. Esto es una pregunta escalofriante. Es precioso, ¿no? Precioso porque en realidad, ¿qué importa? Pues lo que importa es que con él te has divertido mucho y no podías hacer más, pero que era aquello, ¿no? Y que es extraordinario.
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P. Es emocionante y muy humano y que entre todo se destaque la diversión… Por otro lado, ¿habrá un momento en el que cree que dará punto y final a este libro un poco de nunca acabar, que siempre hace con sus libros? Hay otro fragmento en el que dice que todos llevamos un libro dentro maravilloso, pero que se nos escapa, porque miramos para otro lado, porque no estábamos en ese momento preparados. Es como la vida: lo importante nos pilla mirando para otro lado.
R. Sí, que no lo hemos arponeado. Porque esto se basa en Ribeiro, que se dio cuenta de que tenía un libro que era como superior a
P. Claro, imagínese, hay escritores que tienen el gran libro y después, ¿qué? Se lo leí hace poco a Mendoza cuando, después de Toda la verdad sobre el caso Savolta, ¿y ahora qué?
R. Sí, bueno, claro, ahí dio el todo de pecho y después es más complicado. Había una época, cuando me hice amigo de Guardiola, de Pardeza, el jugador del Zaragoza y del Real Madrid, Zubizarreta, que también era aficionado a la literatura, y a todos les preguntaba, ¿tú serás consciente de que aquella jugada ha sido la mejor de tu vida, que ya no harás una mejor? Y todos decían, no, no quiero saber nada de esto. Para un escritor igual. ¿Cómo voy a saber cuando es lo más alto que he hecho? Seguramente por el tiempo que llevo ya está hecho, pero hay que saber. El motor siempre de la escritura es abordar una cosa nueva dentro de la coherencia de la obra.
P. Hay otra cosa también que me gusta mucho de este libro que es esto del 'espíritu de la escalera', porque nos pasa y da mucha rabia. Cuando la frase ingeniosa se te ocurre minutos o tiempo después de tenerla que haber dicho.
R. Le pasa a todo el mundo. Da mucha rabia. Hay personas que me han dicho que preparan todo para que vuelva a producirse la situación para poder contestar. Bueno, esto nos pasa continuamente, en realidad piensas, ¡pero si habría estado más inteligente contestar esto o lo otro! Y a mí me pasó en la fiesta esta, que es una fiesta real, que fui invitado, conocía muy poca gente, y en medio de una conversación como la que tenemos, en el patio de la fiesta, pues me preguntó una señora, ¿y tú cuándo te sentiste escritor? Y yo contesté, ah, bueno, no sé. Entendí por qué escribes y cualquier cosa así. Y luego pensé, pero es que me ha preguntado cuándo me sentí escritor, y no tengo ni idea, da para mucho. Entonces el libro nace un poco de esta pregunta también.
"Un día soñé que tenía un libro tan extraordinario que me retiraba para poder hacer promoción durante 15 años. Pero dije, no me interesa"
P. ¿Y tiene respuesta para contestar a las entrevistas?
R. Bueno, no, porque puede que me hubiera sentido escritor en el momento mismo en que habiendo leído muy de joven a poetas de la generación del 27 vi que ellos hablaban de una forma que no era coloquial, y me chocó porque el lenguaje siempre para mí ha sido de otra manera. Me encantó aquello, porque escapaba de la de siempre, y entonces sería el momento en que uno escribe una primera frase en la que hay un toque literario, no es lo que tú escribías en una carta a alguien, sino que has incorporado la literatura. Y luego el momento en el que te sientes escritor tiene que ser muy raro, tiene que ser un delirio, o sea, ¿cómo te sientes escritor? Es complicado, en el fondo es como cuando te preguntan ¿en qué momento te enamoraste? La historia igual coincide en un momento concreto, pero igual no lo recuerdas, son preguntas difíciles.
P. Obviamente usted reflexiona sobre el acto de escribir, no escribir, quién escribe, quién no escribe, sobre la creación literaria, y ahora hemos tenido un debate muy grande y le quería preguntar si hay límites en la creación literaria.
R. ¿En qué aspecto?
P. Le pregunto claramente por lo que le ha pasado a Luisgé Martín con 'El odio'.
R. Sobre esto no opino porque hay muchas personas implicadas que conozco, y no digo nada porque, a ver, no es mi tema, me sabe mal por Anagrama… Es muy de actualidad, pero...
P. Sí, bueno, era una cosa que le tenía que preguntar, además usted que ha reflexionado mucho sobre la creación... En cualquier caso, sin entrar en el aspecto concreto, ¿la literatura tiene límites?
R. No, precisamente, aquí en el mismo libro del canon se ve que va muy lejos, va fuera del espacio y del tiempo el libro, por eso el problema será cómo sigo, ya que he salido fuera del espacio. Nunca he tenido tanta libertad con la voz narrativa. Yo siempre he buscado la libertad, que es lo esencial en la escritura.
Con Enrique Vila-Matas (Barcelona, 1948) siempre hay un juego literario en el que una no sabe si habla con el escritor, el personaje del libro o el de todos los libros del mundo. Es el rey de la metaliteratura y del fragmento y una de las personas con mayor pasión por la literatura que se puedan conocer jamás. Y con más humor, lo cual, como él mismo dice, eso siempre relaja.