De Capote a Forocoches: cuando el barro del caso Bretón salpica a todo el mundo
La polémica del libro de Luisgé Martín sobre el padre que asesinó a sus dos hijos refleja la ingenuidad de su editorial, pero también el avispero de un crimen que lo enloda todo
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Tras enterarse de la existencia de El odio por una prepublicación de este periódico, Ortiz recurrió a los tribunales para parar el libro, activando a la fiscalía de menores. “Estos hechos están causando un tremendo dolor y nuevos daños psicológicos” a Ortiz, señaló su abogada a la Audiencia Provincial de Córdoba.
Activado el escándalo, la editorial Anagrama sacó un comunicado que merece la pena leer completo, pues es una oda al quiero y no puedo:
“Desde Anagrama somos plenamente conscientes de la monstruosidad de los crímenes cometidos por José Bretón y comprendemos la sensibilidad que puede suscitar la exploración de la condición del asesino que aborda el escritor Luisgé Martín en El odio, La literatura trata desde siempre realidades complejas y dolorosas, también crímenes que han marcado a sociedades enteras. Desde Emmanuel Carrère o Truman Capote, y tantos otros, los escritores pueden trabajar con materiales difíciles y controvertidos. La obra de Luisgé Martín intenta dilucidar una violencia extrema, las condiciones en las que se produce y las implicaciones filosóficas y éticas de la crueldad como una pulsión en lo humano, explorando cómo la sociedad y la psicología individual convergen en actos que desafían la moral. El tratamiento literario de El odio se aleja y rechaza cualquier intención que no sea la de presentar al lector la maldad del asesino sin justificar ni exculpar el crimen sino al contrario, mostrando su horror".
"Reafirmamos nuestro compromiso con la responsabilidad editorial y la libertad de expresión, sabiendo que ambas deben convivir. En este sentido, entendemos que la literatura puede y debe abordar estos temas sin dejar de lado la complejidad que representan, como hace Luisgé en El odio".
"La Constitución reconoce el derecho fundamental a la creación literaria. Por ello, Anagrama considera que tanto el autor como la editorial están en su derecho de publicar esta obra, pero esperaremos a lo que las resoluciones judiciales indiquen”.
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Vamos por partes con el comunicado. “Anagrama considera que tanto el autor como la editorial están en su derecho de publicar esta obra, pero esperaremos a lo que las resoluciones judiciales indiquen”. Traducción: la editorial decidió frenar el libro la semana pasada sin que lo ordenara un juez [y un magistrado, de hecho, dio ayer vía libre a su publicación]. La postura inicial de Angrama -frenar su propio libro- casaba mal con otras dos partes de su comunicado: 1) Si “la literatura trata siempre realidades complejas”, ¿por qué no publicar el libro con todas sus consecuencias? ¿Hay algo en el texto de lo que avergonzarse? Y sobre todo, ponerse fino está bien, pero no estaría de más que Anagrama y Luisgé asumieran que no han sacado un libro de conversaciones con Gandhi, sino con José Bretón, y que eso conllevaría ensuciarse las manos un poco en algún momento. 2) “Desde Anagrama somos plenamente conscientes de la monstruosidad de los crímenes cometidos por José Bretón”. Más bien parece que ni Anagrama ni Luisgé han sido nunca conscientes del todo de la bomba que manejaban, lo que explicaría tanto el recule judicial como que nadie se percatara de que ignorar a la ex mujer de Bretón quizá no era buena idea.
Anagrama y Luisgé, por tanto, han pecado de ingenuos creyendo que podían surfear la ola monstruosa de Bretón con el comodín literario y sin que les salpicara el barro. ¿Para qué necesitamos a Ruth Ortiz si ya tenemos a Capote? Muy naif.
Miedo y distracción
Luisgé ha admitido que uno de los motivos por los que no habló con Ortiz fue el miedo: “Creo que no me hubiera atrevido a hablar con ella”. La confesión le honra. Ocurre que en el libro también dice que no quería que Ortiz le distrajera de su esfuerzo literario de meterse en la mente del asesino. Eso ya no suena tan bien.
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El odio está construido sobre las charlas entre Luisgé y Bretón, vía cartas, llamadas telefónicas y un vis a vis carcelario. Bretón admite en el texto que le “entusiasmó” el proyecto del libro, porque estaba mucho más cómodo con un “escritor” que con un “periodista”, que tanto le habían atacado durante el proceso. La paradoja es que es la falta de periodismo lo que explicaría algunos de los problemas judiciales y literarios de El odio, libro con altibajos: fuerte en la reconstrucción fría y sobria del caso y en el análisis de las cartas de Bretón; flojo en la falta de más testimonios, rellenada con reflexiones bizarras del autor sobre el odio y la muerte (menos paja y más periodismo le hubiera venido bien al libro). Además, posiblemente a un periodista le hubieran saltado las alarmas para informar antes a la exmujer de Bretón, aunque solo fuera para que le mandara a la mierda.
Escribe Luisgé en el libro: “Sin necesidad de hablar con Ruth Ortiz ni con ninguna otra persona de su entorno, a través únicamente de los rastros de testimonios diversos que figuran en el sumario o en informaciones periodísticas, puede reconstruirse el comportamiento venenoso de Bretón en el ámbito familiar durante los últimos años; la capacidad creciente de maltrato dentro de la pareja; la amenaza sigilosa que suponía para su mujer y sus hijos”. Por poder puedes hacer un libro sobre Bretón sin hablar con Bretón, pero es razonable pensar que si quieres describir el “comportamiento venenoso de Bretón”, cuanta más gente contactes de su entorno, mejor. Más en un caso así, que no es como escribir sobre las fiestas de San Fermín, sino una bomba de relojería con muchos cables de alta sensibilidad social: pretender que no te estalle invocando a lo lilterario, quizá sea demasiado cándido.
Está muy bien que la literatura trate de explicar a los monstruos y muy mal que se censure un libro. Pero más allá de los lugares comunes, el texto debe ser capaz de defenderse por sí mismo. Tener a Capote de referente es estupendo, pero no se puede ignorar la letra pequeña: más allá de las controvertidas licencias poéticas de
La primera piedra
Dicho lo cual: si bien Anagrama y Luisgé han cometido errores de enfoque, están muy lejos de ser los que más han chapoteado en el sumidero Bretón desde que estalló el caso.
Solo el 28 de agosto de 2012, Telecinco sacó dos especiales del caso Bretón, uno por la mañana (con Ana Rosa) y otro por la noche, titulado Nada es igual sin Ruth y José (nombres de los hijos de Bretón). Fueron los dos programas más vistos de España ese día, con shares de más del 20%. Bretón, en definitiva, tenía mucho tirón. Las teles estuvieron meses tirando del caso, con enfoques más o menos afortunados, pero una sensación general de empacho morboso, entre la denuncia escandalizada del monstruo (Bretón) y el golpe bajo sentimental del crimen con menores, asalto sin cuartel a la víscera emocional del espectador. No se llegó a los límites de Alcàsser en los noventa, porque eso es complicado, pero la sobreexplotación televisiva del caso Bretón fue y sigue siendo un hecho.
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Los periódicos, por su parte, también hicieron lo suyo, que suele ser enfocar en función de la agenda política de cada cual. La Razón, por ejemplo, aprovechó para hacer campaña en favor de la cadena perpetua íntegra, o la mano dura con remedio social milagroso para la purificación social. Pero nadie quedó tan retratado en el seguimiento del crimen como el pueblo digital de Forocoches…
A la pregunta ¿qué opinas del caso José Bretón?, los usuarios de Forocoches respondieron (en junio de 2018) cosas como: "Gran parrillero, podría ser argentino". "Está que arde". "Que nos tiene muy quemados". "Buenas barbacoas, amigo". "Un mago andaluz y juguetón".
Además de la avalancha de mal gusto y humor negro vertical (glorificación del verdugo/ humillación de los débiles), las otras dos grandes tendencias forococheras cuando estalló el caso Bretón fueron bien pedir la cadena perpetua para “ese hijo de puta que mató a sus hijos” bien poner en duda la verdad judicial del caso.
En julio de 2013, coincidiendo con el final del juicio a Bretón, que acabó con una condena a 40 años de cárcel, Forocoches publicó el hilo “Qué chapuza de justicia… en serio”. Aunque había foreros convencidos de la culpabilidad del Bretón, y alguno hasta denunció la deriva conspiratoria del foro, el sentimiento mayoritario era otro: ¿Y si Bretón era inocente porque la Justicia acostumbra a equivocarse, los periodistas cuentan mentiras y cualquiera puede ser un cabeza de turco en España?
Testimonios de Forocoches:
"Los medios de desinformación ya le han juzgado"
“Los medios de desinformación ya han juzgado a Bretón. Yo no tengo ni puta idea si es culpable o inocente y se basan en indicios de la policía (Acordaos del caso de Rocío Baninkov -o como se escriba [Rocío Wanninkhof]. Hay un dato que me mosquea; el tema de los huesos, la forense no identificó un hueso humano en 124 muestras -pero ni uno- . Y ahora dice que se equivocó 124 veces seguidas, joder, qué lamentable, a mí no me cuela… A ver es un tío raro SI y ya por eso es culpable”.
"A mí me parece una puta chapuza de investigación en todos los sentidos. ¿Es Bretón el mejor asesino de la historia, que mata a 2 críos sin dejar ni una prueba??? por favor...me parece surrealista”.
“A mí ya me quedó claro, con el caso de Marta del Castillo, que unos canis analfabetos pueden torear a la policía” [respuesta a ese comentario: “y en el de Rocío Baninkov también se llevaron por delante a la "RARA" y luego resultó ser INOCENTE”].
“Es lamentable que en España te juzguen los medios de des-información en vez de un juez”.
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El contexto de estos comentarios en Forocoches era el siguiente.
1) En 2012, empezaba a desmadrarse el internet de la sospecha y la conspiración contra el Estado Profundo (que alimentaría luego la creación de movimientos políticos: recuerden la íntima conexión entre el foro 4chan, QAnon, y el primer trumpismo). En honor a la verdad, el escepticismo forero con la instrucción del caso Bretón no salió de la nada. El Estado la cagó en la investigación del asesinato -la primera forense dictaminó que los huesos encontrados en la finca familiar de Bretón no eran de niños, sino de animales, lo que paralizó la investigación seis meses, hasta que un forense independiente de la madre demostró que eran huesos infantiles.
2) En Forocoches se llegó a calificar a Bretón de “preso político”. El discurso antifeminista ya anidaba en los foros mucho antes del Me Too y la Cuarta ola del feminismo. O el caso Bretón como conspiración de una madre perversa hacia un padre víctima de una relación sentimental fallida. Las defensas foreras de Bretón reflejaban, en definitiva, “cierta perspectiva de género. ¿Por qué no había podido ser ella? ¿Por ser mujer? ¿Por qué se cree antes a una mujer que a un hombre? Eran interrogantes que revoloteaban por la web”, contó Paula Corroto, compañera de este periódico, en su libro El crimen mediático.
Resumiendo: el que esté libre de pecado en el caso Bretón, que tire la primera piedra a Luisgé y a Anagrama.