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La izquierda busca recomponerse: su nueva vía es el 'liberalismo de la abundancia'
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La izquierda busca recomponerse: su nueva vía es el 'liberalismo de la abundancia'

Los progresistas estadounidenses están en crisis y buscan salir de ella a través de nuevas ideas. La última la aportan dos periodistas, Ezra Klein y Derek Thompson, y señala cómo la izquierda siempre elige los caminos más banales

Foto: Obama participa en una entrevista con Ezra Klein y Sarah Kliff. (Reuters/Carlos Barria)
Obama participa en una entrevista con Ezra Klein y Sarah Kliff. (Reuters/Carlos Barria)

El partido demócrata estadounidense está en un proceso de recomposición que, de momento, solo deja malas señales. La desorientación a la que ha arrojado una derrota electoral que sorprendentemente no esperaban, que incluye propuestas a lo James Carville (hacerse los muertos y dejar libertad de acción a Trump para que se estrelle), son una muestra de la ausencia de una posición estratégica en esta etapa de oposición.

El momento es crítico, pero no parecen tener conciencia de ello. Desde luego, Trump puede fracasar, pero sentarse a esperar dista mucho de ser una estrategia. De momento, los demócratas están limitándose a continuar los planteamientos que utilizaron durante la campaña electoral: críticas continuas a Trump, pronósticos insistentes sobre lo mal que le va a ir a EEUU, alertas sobre la inconsistencia del presidente y, por supuesto, el encuadramiento de ese conjunto de reproches en el eje democracia/autoritarismo, que es el dominante hoy en las izquierdas.

Puede ocurrir que las fórmulas del actual presidente funcionen, lo que llevará a los demócratas a atravesar una época como la de Reagan, con todo lo que eso significaría; o puede ser que funcionen a medias. Pero, en ese caso, si el partido de oposición no se muestra sólido y con una alternativa convincente, lo tendrá muy difícil en las siguientes elecciones. Debe subrayarse que la posición demócrata es importante para la UE actual, ya que tanto los progresistas como la derecha liberal están muy vinculadas con la visión del mundo que mantienen los demócratas.

Hay, no obstante, movimientos en la política estadounidense. Bernie Sanders ha vuelto a movilizarse y está haciendo mítines en poblaciones pequeñas, con las que intenta rearticular la vertiente de izquierdas del partido. Sin embargo, la propuesta más exitosa, o al menos la que más repercusión está teniendo, es la del ‘liberalismo de la abundancia’ que han puesto sobre la mesa los periodistas Ezra Klein y Derek Thompson, y que, en buena medida, está secundada por figuras como Marc Dunkelman, autor de Why Nothing Works (recientemente entrevistado por El Confidencial), o Yoni Appelbaum, autor de Stuck : How the Privileged and the Propertied Broke the Engine of American Opportunity.

El liberalismo de la abundancia

En los momentos de crisis, nuevas opciones tratan de abrirse camino y de conformar una masa crítica que dé forma a un ideario diferente. El ‘liberalismo de la abundancia’ es una propuesta para el futuro del partido demócrata, una de esas ideas que pueden resultar atractivas por sus promesas, pero también por lo que sugieren de alejamiento de los tiempos precedentes.

En esencia, como explican Klein y Thompson en su nuevo libro, Abundance, lo que se pretende un cambio de modelo. La crisis de la vivienda, la escasez de mano de obra y los problemas de energía requieren de nuevas soluciones, nacidas de una mentalidad diferente. Las dificultades que sufren las sociedades en esos campos provienen, según los autores, de regulaciones excesivas y obsoletas y de una perspectiva demasiado centrada en la escasez.

Afirman que los demócratas se han centrado más en la regulación que en el crecimiento y en la redistribución más que en la innovación

Su propuesta consiste en generar las condiciones para que los ciudadanos estadounidenses puedan acceder a energía renovable barata, buenas comunicaciones a través de trenes de alta velocidad, una red eléctrica eficiente y vivienda asequible. Y para conseguirlo, son precisas normativas que se crearon pensando en los problemas del pasado, como la regulación ambiental. Fruto de esa mentalidad, se han desarrollado políticas DEI (las relacionadas con la diversidad, la igualdad y la inclusión), se han desechado tipos de energía que resultarían útiles, como la nuclear, y se han generado obligaciones absurdas, como la creación de guarderías para las nuevas fábricas de microchips. Los demócratas se han centrado más en la regulación que en el crecimiento y en la redistribución más que en la innovación, y eso explica su fracaso a la hora de convencer a sus ciudadanos.

La solución que proponen se basa en liberar el potencial de toda clase de energías, salvo la del petróleo y el carbón, y apoyarse en las nuevas tecnologías, y especialmente en la inteligencia artificial, para mejorar la calidad de vida de sus compatriotas. Todo eso requiere menos normas, más innovación y una mentalidad diferente.

Megalópolis

Suena bien. Ciencia, innovación, futuro, progreso, una vida mejor. La propuesta ha recibido diferentes apoyos y muchas críticas. Estas suelen centrarse en su dudosa aplicación práctica. Sin embargo, más allá de los aspectos concretos, lo que resulta llamativo es la idea de partida.

La inteligencia artificial, la innovación y las nuevas tecnologías como camino de salida de las dificultades económicas no supone un planteamiento nuevo, sino que ha estado presente en la última década de una manera insistente. Incluso los fondos y los planes diseñados para la transición energética y digital por la UE están imbuidos de ese espíritu. Las aportaciones que realizan Klein y Thompson, como una menor regulación (una postura defendida por los republicanos) no añaden un elemento cualitativamente diferente. Y no solo porque ignoren los elementos típicos de poder y su capacidad de captación (la regulación excesiva es un problema, pero especialmente para los pequeños operadores, no para los grandes) sino porque contiene una visión que puede ser bien comprendida únicamente por aquellos grupos a los que Thompson y Klein se dirigen: las clases profesionales de la gestión (la Professional Managerial Class, tal y como la denominan en EEUU.

Su visión, derribar las barreras para que emerjan las fuerzas constructivas, es la misma que la de los neoliberales respecto de los emprendedores

En el mejor de los casos, esa mezcla de tecnologías novedosas y energías limpias parece una versión rebajada de los sueños del protagonista de ‘Megalópolis’, de Coppola. En el peor, supone el regreso al liberalismo moderado, típico de los liberales europeos de aquella época, que Macron difundió para llegar al poder en su primer mandato, y ya sabemos cómo acabó. El problema es que estamos más en el mundo de ‘El Padrino’ que en el de ‘Megalópolis’, y los ‘liberales de la abundancia’ no parecen haberlo interiorizado.

Esa visión según la cual si al creador se le libera de constricciones se desatarán las fuerzas positivas, es la misma que los neoliberales afirmaban de los emprendedores o la gente del venture capital sobre las startups: hay fuerzas de enorme potencia y creatividad que están restringidas por un mar de normas que no dejan florecer el talento. Sin ir más lejos, el país que más ha crecido en las últimas décadas, y de modo espectacular, China, ha operado desde una participación muy activa del Estado.

El factor esencial de su fracaso

Lo interesante de estas propuestas estriba en la mala comprensión de la posición política que los demócratas estadounidenses ocupan. Sus análisis sobre los motivos por los que fueron derrotados en las elecciones de noviembre pasado son reveladores al respecto. Más allá de la mala elección de candidatos y de la campaña en sí, cuando quieren explicar el triunfo de Trump recurren a diapositivas sobre el voto de latinos y afroamericanos, o sobre cómo TikTok provocó que los jóvenes se inclinasen a favor de los republicanos, o sobre cómo la los electores demócratas son más vulnerables al desempleo causado por la IA que sus rivales, o sobre la influencia de la brecha de género. Son lecturas parciales que ocultan el factor esencial de su fracaso electoral.

Una propuesta que suena a la década pasada puede sonar bien a la facción centrista del partido, pero no a sus votantes

En un escenario de descenso en el nivel de vida y con una inflación elevada, Trump formuló una promesa a los estadounidenses: si le votaban, mejorarían su poder adquisitivo, habría más empleos y empujaría en la dirección de una vida estable. Lo hizo utilizando el lema Make America Great Again, que le permitía augurar que si el país recuperaba su vigor, también lo harían las economías de la mayoría de los estadounidenses. Es una promesa que puede llevarse a efecto o no, pero contenía un camino de salida; ofrecía un plan diferente. Los demócratas prefirieron situarse como los defensores de la democracia y como dique contra el autoritarismo. Era difícil que les funcionase porque la preocupación mayoritaria de los estadounidenses se situaba en el plano material y no en el institucional.

La agenda de la abundancia pretende recuperar una vía que pueda convencer a sus compatriotas justo en ese plano. Pero ignora hasta qué punto ya no se trata de formular políticas públicas, ni de una mera cuestión de regulación, sino de economía política y de la nueva tensión entre clases y territorios. La ruptura de Trump con el orden anterior está cambiando muchas cosas y, en el nuevo contexto, una propuesta que suena a la década pasada puede sonar bien a la facción centrista del partido, pero no a sus votantes. Los demócratas necesitan mucho más que eso para volver a ponerse en el mapa. Y esto es importante también en lo que respecta a Europa. Por más que nuestros caminos parezca que se alejan, la influencia del partido demócrata sobre las fuerzas progresistas europeas es muy notable, hasta el punto de que aquí suelen repetirse las fórmulas que se inventan allí.

El partido demócrata estadounidense está en un proceso de recomposición que, de momento, solo deja malas señales. La desorientación a la que ha arrojado una derrota electoral que sorprendentemente no esperaban, que incluye propuestas a lo James Carville (hacerse los muertos y dejar libertad de acción a Trump para que se estrelle), son una muestra de la ausencia de una posición estratégica en esta etapa de oposición.

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