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Alemania, a la conquista de Latinoamérica: el plan alemán nos va a comer la tostada
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ANÁLISIS

Alemania, a la conquista de Latinoamérica: el plan alemán nos va a comer la tostada

A Alemania no le va bien últimamente, pero tiene cartas. Tiene un plan para salir adelante y España, subordinada, parece destinada a servirle en bandeja una de sus piezas clave

Foto: La bandera nacional de Alemania con la bandera nacional del Reino de España. (iStock)
La bandera nacional de Alemania con la bandera nacional del Reino de España. (iStock)

"No tienes cartas", se escuchó hace pocos días en el Despacho Oval, dejando claro lo cruel y descarnado que es este nuevo Gran Juego mundial de poder y esferas de influencia. España tiene unas pocas cartas buenas en esta globalización fragmentada y multipolar. Pero como en toda partida, hay que reservárselas para el momento indicado y no descartarse a destiempo.

Una de nuestras mejores cartas es Iberoamérica. Y en concreto, la proyección que tienen las empresas españolas en esa región a través de nuestras principales plataformas: las ciudades, con Madrid a la cabeza. Es importante entender que el papel global que jueguen nuestras ciudades lo harán de la mano de las grandes empresas, de su capacidad de atracción de talento y de su posición de ventaja en ciertos mercados. Nichos que no estamos cuidando como deberíamos.

España (y Portugal) son países frágiles. Y están vendiendo sus conexiones privilegiadas con el mundo Iberoamericano a precio de saldo bajo la idea de una mayor integración europea en la que España acepta mantener su eterno papel de camarero.

A Alemania no le va bien últimamente, pero tiene cartas. Tiene un plan para salir adelante en un mundo en transformación, y España, subordinada en el contexto europeo, parece destinada a servirle en bandeja una de sus piezas clave: Latinoamérica. La imagen completa aún está difusa, pero las cartas alemanas comienzan a formar una escalera y revelan una estrategia geopolítica y económica de gran calado.

Inicio de una reestructuración interior

Alemania enfrenta una crisis estructural tras la pérdida del gas ruso barato que hizo competitiva a su industria. Sus clases dirigentes saben que el modelo productivo debe transformarse rápidamente, tanto hacia adentro como hacia afuera si no quieren que el éxito de Alternativa por Alemania (AfD) en los antiguos estados socialistas de la RDA (casi la mitad de los votos) se replique en pocos años en la Alemania Occidental, donde también han mejorado. Ante esta situación, han optado por diversificar sus estrategias económicas en varias direcciones:

Además de un plan para modernizar las anticuadas infraestructuras del país que creará miles de puestos de trabajo y mejorará las deficientes conexiones entre sus ciudades, el occidente alemán mantiene una raigambre muy fuerte al territorio a través del municipalismo y su sistema federal. Algo que permite reforzar sus clústeres industriales, formando compartimentos autónomos de prosperidad y riqueza. Reforzar sus grandes centros: Baviera, Stuttgart, Frankfurt, el Ruhr y Hamburgo y conectarlos aún más con la globalización es una de las formas de diversificar.

Foto: Dos pájaros sobre una farola en Berlín. (EFE/Hannibal Hanschke)
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De hecho, una de las primeras jugadas es la integración de la cuenca del Ruhr en el proyecto 'TriState City', una conurbación transnacional que abarca los Países Bajos, Bélgica y parte de Alemania en pleno centro de la llamada 'Blue Banana'. Se trata de un esfuerzo conjunto para competir con las megaciudades asiáticas y fortalecer su industria con energía autónoma. Holanda, por ejemplo, está cerrando el yacimiento de gas de Groningen, pero incrementando la extracción en el mar del Norte para garantizar el suministro.

Esta estrategia busca consolidar una ciudad global con concentración de capital financiero y humano, donde Renania vuelva a tener un papel clave en la locomotora europea. “Make Rheinland (Renania) Great Again”. Sin embargo, la transición energética añade un problema extra: la industria automovilística alemana, históricamente dependiente de los motores de combustión, debe reinventarse con la electrificación.

Y mientras Alemania busca adaptarse a un nuevo modelo, un enemigo inesperado ha emergido en su propio territorio: Tesla. La gigafactoría de Elon Musk en Berlín- Brandenburgo es hoy el mayor edificio de la región metropolitana. Los bosques donde cazaba Erich Honnecker son hoy la plaza más incómoda para el establishment alemán, que ha visto como Musk se inmiscuyó en su campaña electoral a favor de Alternativa por Alemania. Para Berlín, la presión es doble: no puede arriesgarse a debilitar su industria automotriz ni permitir que el país se convierta en una mera colonia económica de EE.UU. al tiempo que éste le impone aranceles a sus productos y se intenta evitar depender demasiado de China.

placeholder La Schlossplatz, en Stuttgart. (iStocks)
La Schlossplatz, en Stuttgart. (iStocks)

El dilema es complejo porque Alemania debe reestructurar su sistema productivo y deberá hacerlo sin crear más incertidumbre sobre el futuro de la que ya tienen sus operarios industriales. Y hoy, una gran parte de éstos (tanto en el este como en el oeste) simpatiza con AfD y Musk. Así pues, mantener el equilibrio interno sin perder competitividad externa es uno de los mayores retos internos.

El mercado de Latinoamérica, una enorme oportunidad

Pero transformar un modelo productivo tan complejo no es solo lento, sino también costoso. Mientras Alemania avanza en su proceso de reestructuración, necesita mantener su estrategia de expansión en el exterior. Tras haber consolidado su presencia en el sur de Europa, Europa del Este y China, ahora el siguiente paso lógico es… Latinoamérica.

Y es que Alemania quiere replicar en Latinoamérica la estrategia que le ha permitido dominar sectores clave durante los últimos 30 años de globalización y por ello es el país más interesado en que la UE apruebe definitivamente el tratado de libre comercio con Mercosur. El sello 'made in Germany' invadiría el continente al mismo tiempo que EEUU se repliega y a la industria automovilística germana se le abriría un enorme mercado para exportar esos coches de combustión que en teoría dejarán de venderse en Europa la próxima década.

Aquí es donde España juega un papel fundamental. Primero porque es el otro gran patrocinador del acuerdo con Mercosur. A corto plazo, se abre un gran mercado para la exportación de cerdo, autopartes e importación de carne de res y pienso para animales.

Foto: Contenedores de mercancías. (EFE/Paolo Aguilar).

Pero a largo plazo ese acuerdo puede no ser tan ventajoso, dado que nuestra influencia en la región, aunque menguante, sigue siendo una puerta de entrada privilegiada para Europa. La reciente marcha de Telefónica de Argentina y Perú es un ejemplo claro de una política de repliegue que deja espacios vacíos que serán ocupados por otros actores. Alemania ha comenzado a posicionarse estratégicamente, contando con una gran cantidad de capital para adquirir empresas en países como Chile, Argentina, Brasil y México. Quieren un trozo mayor de la tarta y tiene toda la pinta de que saldrá de nuestra parte. De ser así la capacidad de proyección global de España quedará mermada. Algunos se felicitan en Barcelona, mientras otros dejan hacer desde Moncloa.

La marcha de Telefónica de Argentina y Perú es un ejemplo de una política de repliegue que deja espacios vacíos que ocuparán otros actores

Sin embargo, antes de lanzarse de lleno, Berlín necesita asegurarse de que controla el acceso a este mercado, lo que nos lleva a una carrera geopolítica clave dentro de Europa.

La pugna franco-alemana

El acceso a Latinoamérica no solo se disputa en el terreno económico, sino también en el estratégico. Es aquí donde España y Portugal se convierten en territorios clave, pues sus conexiones aéreas con la región son la principal vía de entrada desde Europa. Alemania ha movido ficha con Lufthansa (que forma parte 'Star Alliance') intentando comprar el 25% de Air Europa, una aerolínea integrada en la rival 'SkyTeam' que hasta ahora ha dependido de las ayudas del Gobierno para sobrevivir, pero con una flota moderna y con algunas de las mejores rutas que cruzan el Atlántico.

Foto: Un avión de Air Europa. (EFE/Juan Pablo Pino)

Esta operación permitiría a Lufthansa posicionarse dentro de esas rutas entre Europa y Latinoamérica. Además, Alemania busca competir con Air France-KLM (que constituyen la alianza SkyTeam), y que previendo el movimiento alemán también han mostrado interés en adquirir Air Europa, con la intención de consolidar su dominio en las conexiones transatlánticas. Si a Lufthansa le sale bien la jugada, Alemania no solo mejoraría su posición en LATAM, sino que al mismo tiempo entraría por la puerta de atrás en el corral franco-holandés de SkyTeam. No olvidemos que KLM es la aerolínea principal en la futura 'TriState City'.

Mientras tanto, el Gobierno portugués -dueño de la aerolínea TAP- planea vender el 49% de sus acciones. Y ahí vuelve a aparecer Lufthansa, que se han postulado como principal interesado en la compra, por encima de Iberia.

Barajas en el punto de mira y el fuego “amigo”

Francia, por su parte, no se queda de brazos cruzados. El grupo Vinci, privado, pero con fuertes lazos con el gobierno francés, controla el aeropuerto de Lisboa y ha obtenido la concesión para construir un nuevo aeropuerto internacional en la capital lusa hasta 2062. Un aeropuerto que se prevé que tenga una capacidad de cien millones de viajeros. Muy por encima de los setenta millones de Barajas, cuyas pistas están llegando al límite de su capacidad de operaciones y, dada su proximidad a la ciudad, ya no puede construir ninguna más.

Foto: Javier Gándara participa en el Foro Hotusa Explora. (EFE/JJ Guillén)

Este proyecto podría absorber parte del tráfico que actualmente aterriza en Madrid, reforzando así la influencia francesa en Latinoamérica.

Pero a Madrid, el hachazo le vendrá por otro lado. Desde Barcelona. Y tienen muy buenas cartas para ello. Para empezar cuentan con tres aeropuertos a poco menos de hora y media de Plaza Catalunya donde diversificar vuelos de bajo coste y convertir el Prat (un aeropuerto con muchas conexiones con Alemania) en un gran Hub para los grandes vuelos intercontinentales. La operación del Prat tiene grandes jugadores en la mesa. Por ejemplo el presidente de AENA, Maurici Lucena, miembro del PSC, o también Ramón Tremosa, exeurodiputado independentista y exconsejero de Junts en el gobierno de Torra, que, desde el pasado 25 de febrero se ha incorporado al consejo de AENA. Así pues la coalición para ahogar lentamente el Hub madrileño es amplia, y sabotear un segundo aeropuerto “a la Girona” -que ayudaría a descongestionar Barajas desviando parte los vuelos de bajo coste y cargo- tampoco será un problema para Junts, ERC, PNV o Bildu.

La descentralización de los hubs

Controlar los flujos Hubs a Latinoamérica es importante porque es la pieza mayor. Y esto es fundamental si lo que uno quiere es posicionarse el mercado y preparar el terreno de cara al futuro.

Y es que el dominio de las rutas aéreas con América Latina se vuelve aún más relevante en el contexto de la próxima revolución aeronáutica. Airbus está desarrollando modelos como el A321XLR, que permitirán vuelos transoceánicos con aviones más pequeños y eficientes. En pocos años será posible conectar directamente ciudades secundarias de Europa con Latinoamérica sin necesidad de pasar por los grandes aeropuertos. Hoy esas conexiones no son rentables porque implican movilizar aviones de gran tamaño. Pero en los próximos años, una vez colocadas las fichas en el tablero de LATAM y cuando el plan de fortalecimiento de las ciudades y clústeres económicos alemanes esté dando resultado, no es de extrañar que en veamos vuelos Stuttgart-Santiago, Múnich-Monterrey o Hamburgo-Lima.

España debe decidir si quiere ser un jugador con buenas cartas en la partida o una carta más de la baraja de Alemania

Así pues, la estrategia de Alemania -y de Francia- busca garantizar que controlan a los intermediarios como paso previo a su expansión. Independientemente de cómo se reestructuren las rutas en el futuro, en Berlín tendrán capacidad de tomar decisiones estratégicas sobre las aerolíneas y por tanto sobre los aeropuertos donde despegan y aterrizan. Quizá en el futuro pueden decidir disminuir las rutas de Air Europa, o sacarlas de Barajas…o asfixiar la compañía al mismo tiempo que abren sus propias conexiones directas saltándose a los intermediarios y arrebatándonos cuotas de mercado e influencia en los países latinoamericanos.

España se encuentra en una encrucijada clave. La transformación del modelo productivo alemán, la expansión de su influencia hacia Latinoamérica y la pugna con Francia por el dominio de las rutas aéreas nos afectan directamente. Y si, como parece, el Gobierno no reacciona a tiempo y deja hacer, corremos el riesgo de perder nuestro papel como principal puente entre Europa y Latinoamérica, ahogando al mismo tiempo a Madrid y dejando el control en manos de Berlín o París.

El futuro de la economía global se juega en múltiples mesas, y España debe decidir si quiere ser un jugador con buenas cartas en la partida o una carta más de la baraja de Alemania.

"No tienes cartas", se escuchó hace pocos días en el Despacho Oval, dejando claro lo cruel y descarnado que es este nuevo Gran Juego mundial de poder y esferas de influencia. España tiene unas pocas cartas buenas en esta globalización fragmentada y multipolar. Pero como en toda partida, hay que reservárselas para el momento indicado y no descartarse a destiempo.

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