Sífilis, gota: las enfermedades más comunes de los reyes ibéricos no eran por casarse entre ellos
La investigación ha analizado los datos de 143 reinas y reyes desde Pelayo (711) hasta Felipe VI, y destaca que Leonor será la primera reina de España sin consanguinidad desde Enrique II de Castilla (1332-1379)
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No, las relaciones de parentesco entre los miembros de los matrimonios reales no fueron la causa principal de enfermedades en las monarquías ibéricas. Eso concluye en su tesis doctoral Teresa Perucho, genetista de la Clínica Universidad de Navarra, quien desmitifica con ciencia el tópico sobre la consanguinidad y las patologías regias. El estudio destaca que salvo en el caso de Carlos II (1661-1700), la consanguinidad asociada a enfermedades regias no tiene causa directa demostrable con el final de esas dinastías.
Perucho ha analizado los datos disponibles de 143 reinas y reyes de Asturias, Aragón, Navarra, Portugal, Castilla y España desde Pelayo (711) hasta Felipe VI. Su conclusión es rotunda: “Atendiendo a lo que sabemos sobre la longevidad, la fertilidad y la historia clínica de los portadores de la corona, podemos decir, contra el tópico instaurado en la opinión pública, que la consanguinidad no es la causa de todos los males de los monarcas”, sentencia.
Aunque los genetistas son conscientes de que muchas enfermedades recesivas son consecuencia de matrimonios consanguíneos, Perucho conncluye que “las patologías regias más comunes -la gota, la litiasis renal, enfermedades infecciosas como la sífilis o la tuberculosis, o la depresión- estaban más asociadas con la calidad y el estilo de vida cortesano que con razones genéticas heredadas”, sostiene.
El estudio realizado por Teresa Perucho destaca que la princesa Leonor será la primera reina de España sin consanguinidad desde Enrique II de Castilla (1332-1379), hijo ilegítimo de Alfonso XI de Castilla (1311-1350) y de Leonor de Guzmán. “El único matrimonio real de todos los Austrias y Borbones en el que no hubo consanguinidad -antes de Felipe VI y la Reina Letizia-, fue el de Alfonso XIII (1886-1941) y Victoria de Battenberg, y fueron ellos, precisamente, los que introdujeron la hemofilia en la monarquía española, una patología que no tiene que ver con la consanguinidad, sino con la mutación de un factor de coagulación localizado en el cromosoma X”, subraya la genetista de la Clínica Universidad Navarra.
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La doctora Perucho considera que su investigación avala “la importancia de la Genética Clínica para conocer nuestro pasado, nuestro presente y nuestro futuro, de ahí la trascendencia para la salud pública de su aprobación como especialidad sanitaria”.
Actualmente, España es el único país de Europa donde la Genética no forma parte del elenco de especialidades oficiales, aunque la Comisión de Recursos Humanos del Consejo Interterritorial del Sistema Nacional de Salud aprobó su puesta en marcha en diciembre de 2024 por dos vías: Genética Médica (a la que se accederá desde Medicina) y Genética de Laboratorio (desde Biología, Medicina, Farmacia y Química).
En opinión de Teresa Perucho, “esta especialidad en Genética servirá para frenar la odisea diagnóstica a la que se enfrentan muchos pacientes en nuestro país, especialmente aquellos que afrontan el pronóstico de una enfermedad rara”.
No, las relaciones de parentesco entre los miembros de los matrimonios reales no fueron la causa principal de enfermedades en las monarquías ibéricas. Eso concluye en su tesis doctoral Teresa Perucho, genetista de la Clínica Universidad de Navarra, quien desmitifica con ciencia el tópico sobre la consanguinidad y las patologías regias. El estudio destaca que salvo en el caso de Carlos II (1661-1700), la consanguinidad asociada a enfermedades regias no tiene causa directa demostrable con el final de esas dinastías.