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Julio Medem: "Hay que saber pedir perdón y perdonar. A partir de ahí empieza el amor"
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ENTREVISTA

Julio Medem: "Hay que saber pedir perdón y perdonar. A partir de ahí empieza el amor"

El cineasta donostiarra estrena '8', su décimo largometraje de ficción, en el Festival de Málaga. Es una inmensa historia de amor a lo largo de 90 años de dobles espejos, azares y coincidencias

Foto: Julio Medem durante el rodaje. (Cedida)
Julio Medem durante el rodaje. (Cedida)

En Los amantes del círculo polar (1998) recorrió la historia emocional, de intenso voltaje poético, de Ana y Otto desde los ocho años hasta los 25. Julio Medem (San Sebastián, 1958) ha vuelto a recurrir a la doble A y al guarismo octavo. Esta vez los protagonistas de su última película — se llama 8 y es su décimo largometraje de ficción— son Adela y Octavio. Nacen el mismo día que se proclama la II República (14 de abril de 1931) y recorren juntos y separados 90 años. Es una inmensa historia de amor. Hay dobles espejos y el peligroso y tan atractivo juego del azar y las coincidencias.

8 se ha presentado este fin de semana en el Festival de Málaga y llegará el viernes a los cines de toda España. Medem quiere que el espectador entre en la película alejado de prejuicios, con una mirada abierta, sin tener en cuenta los ortodoxos cánones de la realidad. Los apasionados de la intensa estética y narrativa particular del director donostiarra disfrutarán y sufrirán el camino de Adela y Octavio, los complejos personajes que interpretan Ana Rujas y Javier Rey.

PREGUNTA. ¿Cómo nace la estructura de 8?

RESPUESTA. Creé una historia en la que me interesaba que pudiese haber una atracción entre dos personas desde el día que nacieron, esas relaciones invisibles. Me atraía como elemento creativo, de ficción y poético. Y que un tal Octavio y una tal Adela nacían de madrugada, cada uno en un pueblo, en la Sierra de Madrid.

No sabía muy bien a dónde iba. Entonces pensé: ¿y si están conectados? Comprobé que había un plano-secuencia, con continuidad. ¿Y si cuento su vida en ocho capítulos? Yo no sabía que iban a ser 90 años, pero poco a poco fui creando capítulos, como el de la Guerra Civil.

Me gusta que el arranque sea más intuitivo, más creativo y menos racional. De hecho, recomiendo al espectador que no piense en la película, que se deje fluir, que se deje llevar por cada número ocho y por la emoción.

placeholder En pleno rodaje. (Cedida)
En pleno rodaje. (Cedida)

P. Es la historia de Octavio y Adela, pero también narras nueve décadas de la Historia de España.

R. De fondo, sí. Evidentemente era tentador. Al principio no quería contar nada político, pero para mí lo fundamental es que son dos personajes. Cada uno pertenece a una de las Españas y eso me parece interesante. Me asomo a 1931, al final de la Guerra Civil, en el franquismo, ya en la Democracia… En cada plano-secuencia tenía que hacer una supersíntesis. Y las elipsis son muy grandes entre un capítulo y otro, cuando pasan 12 o 14 años, y cambian los personajes.

P. Cambian los personajes y cambia el país, pero seguimos sin entendernos del todo en España.

R. Me interesa aplicar una reflexión emocional sobre el cainismo [en España]. La sensación que me da es que sufren el trauma, el enfrentamiento entre hermanos. Aquello fue durísimo. Los dos pierden a sus padres siendo niños de ocho años. Son víctimas silenciosas. Luego, cuando transcurre el tiempo, pasa como con las terapias. El trauma hay que visibilizarlo y sacarlo a la luz. A partir de ahí se puede superar. Ahora no queremos ver lo que pasó realmente, queremos relativizarlo y decir que no fue exactamente así. También propongo la ceremonia del perdón: saber pedir perdón y perdonar. Y a partir de ahí empieza el amor.

"Saber pedir perdón y perdonar. Y a partir de ahí empieza el amor"

P. Ha hablado de las víctimas silenciosas. Hay una frase que tiene un doloroso encanto que dice la niña Adela: "No le mate, señor fascista".

R. Doloroso encanto… Es bonito, sí.

P. La película refleja, como toda su obra, el interés en la psiquiatría, en los mundos interiores.

R. Soy médico, pero no soy psiquiatra. Terminé la carrera, quería serlo y por eso tenía especial interés en las asignaturas de psiquiatría. Ya el cine estaba en mí, hacía cortometrajes en Súper 8. Mientras estudiaba Medicina era crítico de cine en La voz de Euskadi, un medio que era una cooperativa y duró tres años y medio. Entonces era muy cinéfilo. A través de la escritura de personajes, con sus traumas y sus conflictos, pude desarrollar aquello que me gustaba. Tenía claro desde muy joven que quería escribir mis historias y dirigirlas.

placeholder Clip del largometraje. (Cedida)
Clip del largometraje. (Cedida)

P. Y montarlas.

R. Escribo solo en mi casa, en una pantalla blanca. Y luego me empiezo a rodear de gente. Eso es fascinante, pero son muchas personas y es mucho desgaste. Estoy todo el tiempo en proceso de búsqueda. Me fascina rodar, pero acabo el rodaje agotadísimo y luego vuelvo a la pantalla. Entonces la pantalla ya no es blanca, sino que está repleta de imágenes, y empiezo a montar la película.

P. ¿Encuentra más lo que quiere en el proceso de escritura, cuando rueda o en el montaje?

R. Cuando inicias una búsqueda vas encontrando cosas, pero es en el proceso final de montaje cuando finalmente acabas la escritura de la historia. En 8, que tiene un montaje aparentemente sencillo en un plano-secuencia, hay complejidad cuando los capítulos acaban en blanco.

"Me fascina rodar, pero acabo el rodaje agotadísimo y luego vuelvo a la pantalla"

P. En todas sus películas sobresale el juego de los dobles espejos y de las coincidencias, quizá es mucho más especial en 8 y solo comparable a Los amantes del círculo polar.

R. La historia de 8 no está sometida a la realidad porque si lo hace le va a sentar mal. Tiene su metarrealidad, es una realidad paralela. Por eso le digo al espectador que no la piense mucho, que la sienta. Tiene algo de poema trágico. Hay rimas que se van repitiendo y cada capítulo tiene forma de 8: es un bucle. Los personajes no son conscientes de que los destinos de cada uno están conectados, a la vez que separados. Y si hay algo que les une es el azar.

Cuando escribo la película prefiero ir por un sitio que no sea previsible. Y descubro más cosas. Siempre estoy buscando lo que no sé, lo que no conozco. Esto me sale así desde siempre. Me gusta mucho ver películas que no se parecen nada a lo que yo hago y me gusta que sean realistas y verosímiles. El tono de mi película es otro. Espero que se entienda. En Los amantes del círculo polar pasaba un poco igual. La poética hace libre a la película.

P. ¿Cómo eligió el casting?

R. Siempre pensé en Javier Rey para el papel de Octavio. Y había elegido a una actriz que es maravillosa y que hubiera sido una Adela estupenda. Lo que pasa es que la película se tenía que haber rodado en otoño de 2023 y al final, por temas de producción, el rodaje se aplazó a la primavera de 2024. La actriz tenía comprometidas ya fechas de teatro y me quedé sin protagonista. Fue muy duro. Y entonces vi a Ana Rujas en la serie La Mesías. Es una Adela diferente y la llamé corriendo. Y feliz.

P. ¿Qué supone el estreno en el Festival de Málaga?

R. Hemos tardado en terminarla del todo. Por suerte, no se nota, pero tiene un trabajo interno muy importante. Hay muchos cortes digitales. El rodaje ha sido el más complicado de mi vida. Subimos una montaña cada día. Cada plano era un montaje, con la complejidad de la puesta en escena. A la película le puede sentar muy bien Málaga.

"Los personajes no son conscientes de que los destinos de cada uno están conectados, a la vez que separados"

P. La utilización de canciones pop como Un rayo de sol en Lucía y el sexo o Tú serás mi baby o Ay pena, penita, pena en 8 son muy importantes.

R. Estoy contando la época. Hubiera querido incluir más canciones, pero son carísimos los derechos.

P. ¿Hay autobiografía?

R. Nunca quiero incluir elementos autobiográficos, pero acaban apareciendo.

En Los amantes del círculo polar (1998) recorrió la historia emocional, de intenso voltaje poético, de Ana y Otto desde los ocho años hasta los 25. Julio Medem (San Sebastián, 1958) ha vuelto a recurrir a la doble A y al guarismo octavo. Esta vez los protagonistas de su última película — se llama 8 y es su décimo largometraje de ficción— son Adela y Octavio. Nacen el mismo día que se proclama la II República (14 de abril de 1931) y recorren juntos y separados 90 años. Es una inmensa historia de amor. Hay dobles espejos y el peligroso y tan atractivo juego del azar y las coincidencias.

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