Es noticia
La tragedia del Struma: los 769 judíos olvidados por los aliados (solo sobrevivió uno)
  1. Cultura
prepublicación

La tragedia del Struma: los 769 judíos olvidados por los aliados (solo sobrevivió uno)

En 'La guerra que cambió el mundo', Miguel Ángel Santamarina relata los momentos que marcaron la II Guerra Mundial, un conflicto que cambió el mundo. Publicamos un fragmento

Foto: El barco Struma en el puerto de Estambul en febrero de 1942. (United States Holocaust Memorial Museum/David Stoliar)
El barco Struma en el puerto de Estambul en febrero de 1942. (United States Holocaust Memorial Museum/David Stoliar)

Pocos de sus vecinos de Oregón podían imaginar que aquel anciano había vivido una historia tan desgarradora. David Stoliar nunca quiso hablar en público de lo que le pasó durante la guerra hasta unos pocos años antes de su fallecimiento. A su primera esposa no le contó su historia de superviviente, y a la segunda se la confesó dos años después de casarse. Stoliar se sentía culpable por haber sido un afortunado, por haberse salvado mientras el resto de sus compañeros había fallecido. Su vida se había parado en aquel momento en el cual unos pescadores turcos le rescataron en el mar Negro. Junto a Stoliar estuvo flotando, sobre una puerta del barco hundido, Lázaro Dikov. A este también lo sacaron de las aguas heladas, pero no pudo superar las lesiones sufridas por la congelación. Dios había decidido que ese trágico episodio de la Shoá solo podía ser contado por un hombre, y ese hombre tenía que ser David Stoliar.

El día 24 de febrero de 1942 tuvo lugar la tragedia del buque Struma, un viejo barco —tripulado por diez marineros búlgaros— que transportaba a 769 judíos rumanos que huían del régimen pronazi de Ion Antonescu rumbo a Palestina, y que fue alcanzado por un torpedo soviético en el mar Negro. Según varias estimaciones, durante la Segunda Guerra Mundial murió el 50 por ciento de la población judía de Rumanía. Un año después del inicio de la solución final, el exterminio diseñado en la Conferencia de Wannsee, la situación de los rumanos era muy complicada, sobre todo por el apoyo a las potencias del Eje de sus gobernantes y su cooperación en las deportaciones. Por ese motivo, un grupo de judíos intentó escapar de su incierto destino a bordo del Struma, un antiguo yate de lujo convertido en barco para transporte de ganado que contaba con muchas deficiencias de seguridad —agravadas por el exceso de pasajeros que transportaba—.

Sobre el autor 

Miguel Ángel Santamarina es programador y periodista cultural especializado en Historia. En la actualidad es editor y redactor de Zenda, donde su serie 'Efemérides de la Historia' se ha convertido en una de las lecturas más populares de ese medio. Ahora, coincidiendo con  el 80 aniversario del fin de la Segunda Mundial, publica La guerra que cambió el mundo (Ediciones B), un viaje por los días, meses y años de ese conflicto. 

A finales de 1941, el Struma —bajo bandera de Panamá— partió de Constanza, en el mar Negro, y desde el comienzo de su travesía surgieron numerosos problemas por su destartalado motor. En aquel momento, el Bósforo era un territorio neutral, de modo que el Struma podía navegar por sus aguas, aunque no podía atracar en Turquía. El objetivo de los judíos que viajaban en el barco era llegar a Palestina, una zona administrada en ese momento por los británicos que, para sorpresa de los refugiados rumanos, se negaron a admitirlos. En ese momento comenzó un diálogo entre británicos y turcos que no llevó a ningún resultado. La situación del Struma era dramática, a los problemas de higiene, por la aglomeración y la insalubridad de los camarotes, se unió la falta de víveres. Durante diez semanas los pasajeros soportaron unas condiciones durísimas sin que los medios de comunicación contaran lo que estaba ocurriendo. Pero lo peor estaba por llegar: el motor se averió definitivamente y las autoridades turcas decidieron remolcarlo hasta el mar Negro, donde lo dejaron a la deriva sin provisiones y sin radio.

El submarino soviético Shch-213 —según se supo años más tarde, gracias a las investigaciones del historiador Jürgen Rohwer— avistó el Struma y, siguiendo las órdenes de atacar tanto a barcos enemigos como a neutrales —donde los rusos sospechaban que se transportaba cromo desde Turquía a Alemania—, disparó un torpedo que hundió la embarcación. Tan solo hubo un único superviviente del naufragio, David Stoliar, que saltó por los aires cuando el proyectil impactó en el barco y consiguió aguantar, a pesar de las bajas temperaturas, hasta que unos pescadores llegaron a auxiliarlo. La prensa atacó a Londres por la gestión del suceso. La presión sobre los mandatarios británicos en Palestina fue enorme. Las calles de Jerusalén se llenaron de carteles con la cara del alto comisionado sir Harold Alfred MacMichael, en los que le acusaban de la muerte de ochocientos judíos y se pedía justicia. MacMichael consiguió sobrevivir a varios atentados, pero quien no tuvo tanta suerte fue Walter E. Guinness (lord Moyne). El ministro para Oriente Próximo fue asesinado en El Cairo por dos militantes del grupo armado Leji (Luchadores por la Libertad de Israel). El sionismo recordó años más tarde lo que había ocurrido con el Struma para argumentar la necesidad de la creación del Estado de Israel en Palestina.

placeholder Cubierta de 'La guerra que cambió el mundo', de Miguel Ángel Santamarina.
Cubierta de 'La guerra que cambió el mundo', de Miguel Ángel Santamarina.

Las cosas no fueron fáciles para David Stoliar después de su llegada a Turquía, donde tuvo noticia del trágico final de su madre y su hermano en el campo de exterminio de Auschwitz. El joven rumano fue detenido y decidió ponerse en huelga de hambre para que el Reino Unido interviniera. Finalmente, fue liberado gracias a la presión internacional. Stoliar viajó hasta Palestina gracias a la ayuda de la organización de Simon Brod. Poco tiempo después, se enroló en el ejército británico para luchar contra los nazis. También fue miembro del ejército de Israel. Su siguiente destino fue Japón, antes de trasladarse a Estados Unidos. Aunque siempre fue reacio a contar su historia, en varias ocasiones acudió al Museo del Holocausto en Washington. Según sus familiares, las noches siguientes a cada conferencia a las que asistía en el museo, el anciano gritaba en sueños. Quizá por mucho empeño que puso Dios en salvarlo, David nunca pudo escapar del Struma.

Pocos de sus vecinos de Oregón podían imaginar que aquel anciano había vivido una historia tan desgarradora. David Stoliar nunca quiso hablar en público de lo que le pasó durante la guerra hasta unos pocos años antes de su fallecimiento. A su primera esposa no le contó su historia de superviviente, y a la segunda se la confesó dos años después de casarse. Stoliar se sentía culpable por haber sido un afortunado, por haberse salvado mientras el resto de sus compañeros había fallecido. Su vida se había parado en aquel momento en el cual unos pescadores turcos le rescataron en el mar Negro. Junto a Stoliar estuvo flotando, sobre una puerta del barco hundido, Lázaro Dikov. A este también lo sacaron de las aguas heladas, pero no pudo superar las lesiones sufridas por la congelación. Dios había decidido que ese trágico episodio de la Shoá solo podía ser contado por un hombre, y ese hombre tenía que ser David Stoliar.

Segunda Guerra Mundial Rumanía Holocausto Judaísmo
El redactor recomienda