"Hacer música es una mierda". El CEO que ha puesto patas arriba la industria con música hecha por IA
Mikey Shulman quiere que cualquiera pueda hacer música de calidad sin salir de casa y en apenas unos minutos gracias a su algoritmo. ¿Cómo afectará este y otros proyectos empresariales a la industria?
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"La mayoría de la gente no disfruta del proceso de hacer música. Ya no es divertido. Se necesita mucho tiempo, mucha práctica, tienes que dominar un instrumento y un software de producción. El gusto es lo único que importa en el arte, y la habilidad ya no significa nada. Hace 30 años querías ser una estrella del rock... hace 15, DJ. Y, ahora... la gente quiere ser influencer". Con estas incendiarias declaraciones, Mikey Shulman, CEO de Suno.ia, la empresa privada de composición musical por IA más importante de Estados Unidos, defendía su propósito: conseguir que cualquiera produzca sus propias canciones mediante inteligencia artificial a escala masiva. En una entrevista concedida a un programa de podcast en YouTube, el empresario de 37 años mencionó que estaba dispuesto a romper el pastel de la industria musical global, el cual se reparte entre tres grandes discográficas: Universal, Sony y Warner.
Precisamente, estas multinacionales interpusieron una demanda conjunta a través de la Asociación de la Industria Discográfica de Estados Unidos (RIAA por sus siglas en inglés) contra Shulman y Suno por haber utilizado sin permiso una gran cantidad de grabaciones protegidas por derechos de autor en el desarrollo de su herramienta. El organismo le pide 150.000 dólares por cada canción que se haya usado para entrenar a la IA de Suno, advirtiendo del potencial destructivo que la empresa supone para todos los artistas.
Shulman se defendió alegando que al igual que hay herramientas de IA que generan texto o imágenes, cuyo uso ya está más o menos extendido entre la población, también debería haberlas de audio, prometiendo democratizar por completo la producción musical entre aficionados y romper ese oligopolio conformado por las tres grandes discográficas. "El negocio de la música es un sector que tiene arraigada una mentalidad de pastel fijo", agregó. "El futuro de la música generada con IA está en nuestras manos. Puede salir bien o mal, pero lo que no podemos hacer es quedarnos de brazos cruzados dejando que alguien más lo haga".
LeGardon habla de un "aplanamiento del gusto musical" como efecto del algoritmo, haciendo a los oyentes cada vez más pasivos y acríticos
La propuesta de Shulman no es nada sorprendente ni nueva, si atendemos a las últimas noticias de música generada por IA. Plataformas de streaming de gran alcance global como Spotify llevan un tiempo usándola para agrandar sus ingresos y pagar menos regalías a músicos y discográficas, como desveló un reciente reportaje de la periodista Liz Pelly el pasado enero. En ella, detallaba cómo la compañía sueca empezó a llenar sus playlist de música ambiental para fomentar la concentración, conciliar el sueño o estudiar con miles de artistas fantasmas, o bien contrataban a un solo músico para que creara varias discografías enteras de artistas ficticios.
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"¿Qué porcentaje de la música que se crea hoy en día no está pensada para escucharse de fondo?", se pregunta Ainara LeGardon, artista sonora y especialista en industria musical, en una conversación con este diario al respecto de esa música ambiental generada por IA. " Parece que a lo que entra por los oídos le damos menos relevancia que a lo que entra por los ojos. Hasta hace bien poco, no podíamos leer un libro sin hacer otra cosa a la vez, pero con la irrupción masiva de los audiolibros (por cierto, la mayoría locutados con voces sintéticas), también hemos perdido la atención plena en la literatura. Spotify lo sabe y explota esta cuestión al máximo".
"Estos procesos judiciales se cerrarán con un acuerdo económico confidencial, pero otros seguirán su curso hasta tribunales superiores"
LeGardon hablaba de un "aplanamiento del gusto musical" como efecto del algoritmo, haciendo a los oyentes cada vez más pasivos y acríticos respecto a lo que escuchan. Al meternos en la página web de Suno, descubrimos distintos ejemplos de música generada por IA. La mayoría pertenecen al género electrónico (incluso artistas como Timbaland han colaborado con Shulman para promocionar la aplicación). Tal y como promete la web, puedes crear un disco entero según tus preferencias musicales, adjuntadas en un prompt básico como si fuera ChatGPT, en tan solo unos minutos.
Suno es solo la punta del iceberg
No es la primera herramienta de este tipo que ha salido, pero sí la que más ruido ha hecho, centrando las preocupaciones de la industria. Actualmente, como informa LeGardon, hay más de 40 casos judiciales abiertos en todo el mundo con la IA generativa en general, ya sea en el sector de la música, el visual, el periodismo... "La mayoría de las demandas han sido interpuestas por grandes corporaciones como The New York Times o discográficas multinacionales, aunque también hay autores y autoras que por cuenta individual han emprendido esta lucha", explica.
"Da la impresión de que estoy desalentando a que las personas aprendan música o mejoren su técnica", expresó Shulman. "No fue mi intención"
¿Qué se espera en la mayoría de estos casos? "Puedo vaticinar que estos procesos se cerrarán con un acuerdo económico extrajudicial y confidencial, pero otros seguirán su curso hasta tribunales superiores", pronostica la especialista. "Esto implica que hasta dentro de una década no tendremos las primeras resoluciones importantes". También hay que tener en cuenta "la desmesurada influencia de los tecnomagnates en asuntos políticos a nivel internacional, ya que la administración Trump va a tender a beneficiar a las grandes tecnológicas". Por tanto, existen muchos factores "legales, geopolíticos y sociales en juego".
Tal vez, por ello, Shulman parezca tranquilo ante la millonaria demanda de la industria. Él, que posee un doctorado en Física por la Universidad de Harvard, confía en que algún día la música se parezca más a un "videojuego", una buena comparación a tenor de las supuestas ventajas que ofrece su aplicación a la hora de componer música de una manera fácil e intuitiva. Para qué vas a escuchar un álbum de Taylor Swift o Radiohead, por poner dos ejemplos, si puedes crear tú mismo el álbum de Swift o Radiohead con el que siempre soñaste en una sola tarde. Además, en caso de que no te guste el resultado, siempre puedes componer otro. Desde el punto de vista de los artistas, Shulman cree que su herramienta les ayudará a componer nuevos temas al disponer de varios modelos de cómo les gustaría a los fans que sonase su próximo disco o lanzamiento.
La 'comoditización' de la música
A tal punto llegaron las afirmaciones de Shulman que pocos días después emitió un comunicado en la red social X (anteriormente Twitter) para laminar su discurso. "Da la impresión de que estoy desalentando a que las personas aprendan música o mejoren su técnica", expresó. "No fue mi intención, toco el piano desde los 4 años y el bajo desde los 13. Todavía toco literalmente a diario y me supone una felicidad inmensa". Sin embargo, admitió que Suno podría conseguir que la gente común que quiere adentrarse en el mundo de la música no tuviera que sufrir la frustración que supone dedicarse a ello sin recibir nada a cambio. Sin duda, el punto central del discurso de Shulman es la posibilidad de poder crear tu propia música sin ninguna barrera técnica que se interponga. Todo ello convierte la carrera musical en algo accesible, al alcance de todo el mundo, y que obvia por completo los sacrificios de tiempo, dinero y relaciones que siempre han debido de hacerse en pos de ella. Ante todo, convierten la música en algo cómodo.
"La pereza nos convierte en oyentes pasivos y acríticos. Durante años, se nos ha educado en buscar la comodidad a toda costa"
Fuentes de la industria señalan a El Confidencial el peligro de esta estandarización de producción y distribución de música hecha con inteligencia artificial, convirtiéndola en un producto homogéneo al carecer del valor que todavía la música hecha por artistas de carne y hueso atesora. Visto así, en el futuro compraríamos canciones como quien compra una caja de huevos, sin atender a cómo está compuesta o distribuida. "Es imprescindible que el consumidor valore que la música es humana", aseguran estas mismas fuentes. "Antes, podías diferenciar a la música por el precio. Pero si ahora pagas una suscripción a Spotify, estás pagando más catálogo por el mismo precio, y eso ha obligado a que los artistas saquen cada vez más canciones por la misma retribución econímica y teniendo que trabajar más".
"En cuanto a la inteligencia artificial", prosigue esta misma fuente, "como sociedad debemos valorar el grado de intervención humana que hay en las canciones. Por eso existe la propiedad intelectual. La música debe tener un valor cultural, no puede ser una 'commodity'." Si ahora los consumidores antes de comprar una caja de huevos valoran que estos hayan sido producidos en una calidad óptima, y pagan más por ello, la música debería seguir ese camino y no venderse más al mismo precio. "El consumidor debería preocuparse más por los criterios con los que ha sido producida".
LeGardon coincide a la perfección con dicha fuente. "Simplemente con ofrecer información a la gente, ya se genera una reflexión", concluye, dando por hecho que los consumidores ahora son más exigentes. "Para generar ese punto de vista crítico en el público es necesario primero brindarles de información, y eso implica que haya ganas o curiosidad por informarse. La pereza está instaurada en la sociedad y nos convierte en oyentes pasivos y acríticos. Durante años, se nos ha educado en buscar la comodidad a toda costa. Y eso ya sabemos a quién beneficia. Ser mínimamente coherente es muy difícil e incómodo. De hecho, que tu modo de vida sea coherente con unos valores de consumo responsable, sea de lo que sea, implica una gran incomodidad que la mayoría de gente no está dispuesta a tolerar. Incluso, yo diría que no quiere saber más de la cuenta, por si acaso esa información remueve su conciencia. Cuando sabes algo, ya no puedes obviarlo".
"La mayoría de la gente no disfruta del proceso de hacer música. Ya no es divertido. Se necesita mucho tiempo, mucha práctica, tienes que dominar un instrumento y un software de producción. El gusto es lo único que importa en el arte, y la habilidad ya no significa nada. Hace 30 años querías ser una estrella del rock... hace 15, DJ. Y, ahora... la gente quiere ser influencer". Con estas incendiarias declaraciones, Mikey Shulman, CEO de Suno.ia, la empresa privada de composición musical por IA más importante de Estados Unidos, defendía su propósito: conseguir que cualquiera produzca sus propias canciones mediante inteligencia artificial a escala masiva. En una entrevista concedida a un programa de podcast en YouTube, el empresario de 37 años mencionó que estaba dispuesto a romper el pastel de la industria musical global, el cual se reparte entre tres grandes discográficas: Universal, Sony y Warner.