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'Los nuestros': ¡qué difícil es quererse en una familia judía española! (y en cualquiera)
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hasta el 6 de abril en el Valle-Inclán

'Los nuestros': ¡qué difícil es quererse en una familia judía española! (y en cualquiera)

Los creadores cuarentañeros como Lucía Carballal siguen a vueltas con la familia y qué es y para qué sirve en estos tiempos. Y este es un montaje muy interesante

Foto: Miki Esparbé como Pablo en 'Los nuestros', en el Teatro Valle-Inclán de Madrid hasta el 6 de abril. (Centro Dramático Nacional)
Miki Esparbé como Pablo en 'Los nuestros', en el Teatro Valle-Inclán de Madrid hasta el 6 de abril. (Centro Dramático Nacional)

La premisa es sugerente: retrato de una familia sefardí. Rara vez se ve en el teatro (o en el cine) la historia de una familia judía española actual, herederos de aquellos que expulsamos hace 500 años y acabaron en Marruecos, Argentina, Israel u otras partes de Europa. Y que siguieron hablando ladino (y en algunos casos, hasta español).

Segundo: una familia con herencia religiosa, pero laica, que puede celebrar el Avelut (el duelo judío en el que la familia más cercana se aparta del mundo durante siete días tras la muerte de un familiar), pero que apenas conoce los ritos judíos (perdidos en el tiempo y a lo largo de las generaciones). Algo así como las familias católicas que celebran la Navidad y llevan siglos sin ir a misa. Una familia, además, que tiene su conflicto con el Israel actual, que es contraria a la guerra, al Gobierno de Netanyahu, pero que sigue defendiendo sus raíces… Una vez más, su herencia. Y tercero… Una familia que no sabe quererse, en la que a veces las conversaciones chirrían, en la que no se encuentran las palabras adecuadas… En fin, que al final lo de la religión judía es una mera excusa para hablar de las ligazones de nuestro ADN: es una familia tan infeliz (en ocasiones) como cualquiera y siempre hay algo que nos ata a ella. Ya lo decía Tolstoi.

Una familia que tiene su conflicto con el Israel actual, contraria a la guerra, al Gobierno de Netanyahu, que sigue defendiendo sus raíces

Todo eso es lo que dispone este Los nuestros, montaje escrito y dirigido por Lucía Carballal, y que es una de esas cositas que están brillando ahora en la cartelera. No es del todo redonda -sobre todo le sobran algunos minutos y por eso a veces se deslavaza-, pero tiene buenos hallazgos, el texto es muy orgánico -hay varios monólogos para enmarcar- y la escenografía tan atractiva, que es una de las obras más interesantes de la temporada. Dense prisa porque quedan entradas, pero pocas. Estará en el Valle-Inclán de Madrid hasta el 6 de abril.

La pregunta que se plantea esta obra es quizá la gran pregunta que apenas nos hacemos porque muchas veces ha sido una unidad política (tradicional) que te viene dada y ya está: qué es la familia y para qué sirve. ¿Tiene una función utilitaria? Hay un momento en el que se llega a decir que está hecha para que el Estado no se encargue de sufragar todos los gastos de los ciudadanos. Y cuánta gente está viviendo hoy de los tuppers (y las ayudas) de los padres. Hay quien dice que sí está hecha de amor, que la gente se quiere (y por eso se aguanta todo casi de forma incondicional). Es el sitio donde te van a querer y arropar aunque lo estropees todo. Y también es el sitio donde, precisamente, se hace más daño a quien te quiere. ¿Y es la familia la que tiene que ser de sangre o puede ser otra? ¿Qué papel juega la herencia genética que corre por nuestras venas? ¿Quiénes son, al fin y al cabo, los nuestros? Está muy bien que una obra te lo plantee y luego puedas debatirlo a la salida del teatro. Y Carballal se lo plantea.

Por otra parte, es una obra valiente en ciertos planteamientos. Por ejemplo, con los números musicales -hay dos, y están perfectamente empastados-; con la creación del escenario: cuando llegas no hay nada, cuando acaba aquello va a ser casi una feria y no te has enterado. Además, se hace con gusto, con fineza -otra cosa que se resalta en la obra- no llenándolo todo de basura, fluidos y cachivaches (que a veces pasa); con la disposición de los personajes: alguno se queda más en los márgenes y funciona; con el uso del micrófono que es una fórmula que ya hemos visto, pero también les queda muy bien; hasta el metateatro fluye.

placeholder Manuela Paso como Esther lo borda. Centro Dramático Nacional)
Manuela Paso como Esther lo borda. Centro Dramático Nacional)

Con respecto al texto, se nota que Carballal es escritora además de directora. Te coge desde el principio, te lleva y te trae. Ha escrito un drama, sí, pero gracias a su talento, lleno de humor. O de pinceladas de humor. Porque en las familias también nos reímos hasta en los funerales. Y siempre hay quien tiene una vis cómica que lo relaja todo. Menos mal.

Esto nos lleva directamente a los personajes y a los intérpretes… que cumplen muy bien. Sobre todo tres actrices espectaculares: Mona Martínez, Manuela Paso y Marina Fantini. La primera es la cabeza de familia, Reina, que se echa la familia a los hombros como gran matriarca y consigue darle al personaje ese punto entre odioso… y querible. Recuerda en parte al papel de Emma Vilasarau en la película Casa en llamas (otro enorme guion sobre la familia: quizá habría que preguntarse si no es una preocupación actual entre cuarentañeros el tema familiar…).

Ojalá pronto una obra como protagonista para Manuela Paso, una actriz que te emociona y te hace reír a carcajadas

Después está su hermana Esther, que Manuela Paso interpreta a las mil maravillas. Ojalá pronto una obra como protagonista para esta enorme actriz que te emociona y te hace reír a carcajadas. Como dirían los antiguos: es un monstruo de buena. Es imposible olvidarse de sus angelotes para el Belén teatralizado… Por cierto, a Gon Ramos, que hace de su pareja, le queda como un guante el micrófono y su papel algo apartadillo y también cómico. Lucen muy bien ambos personajes.

Y ahí está también Marina Fantini, con un personaje un poco extraño, la prima lejana israelí, que entra casi de soslayo y que acaba engrandeciendo unos cuantos minutos de la obra. Tiene la parte más política. No se evita aquí lo que está ocurriendo ahora en Israel y es interesante que se muestre con la mirada de una israelí no fanatizada. Las otras -la pro-Netanyahu y la de ponerse el pañuelo palestino y poner cuatro tuits y no querer entender nada- las tenemos más que vistas (y para qué).

placeholder La directora y autora teatral Lucía Carballal: no se olviden de su nombre. (Valeria Mitelman)
La directora y autora teatral Lucía Carballal: no se olviden de su nombre. (Valeria Mitelman)

Miki Esparbé y Ana Polvorosa, como el hijo y su novia, son la simiente de la familia, los que tienen que continuarla. Quizá sus problemas los tengamos más presentes ya que en los últimos tiempos son los que más se ha contado (y están siendo algo repetitivos): las dudas de la maternidad, la llegada de una cierta edad en la que hay que tomar decisiones… Dos niños grandes que ahora ya tienen que hacerse mayores. Y quizá aquí la resolución es de lo más tradicional del texto (pero quizá es también lo más natural). Son los personajes que más flojean. Eso sí, los diálogos entre el hijo y la madre (Reina) erizan la piel.

Lucía Carballal - no se olviden de su nombre: ya tiene textos muy aplaudidos como Los pálidos (allí también trabajó con Miki Esparbé y Manuela Paso) o La fortaleza- ha hecho con Los nuestros una obra de teatro moderno, actual, brillante, lleno de cosas novedosas y no lo ha llevado por el camino de lo ininteligible. O de ese tipo de obras que no sabemos qué nos están intentando contar. O que aburren al personal de lo raritas que son. Los nuestros es uno de esos textos que debe quedarse en la memoria. Lástima su duración… Unos cuantos minutos menos y algo menos disperso en algunos momentos y lo borda.

La premisa es sugerente: retrato de una familia sefardí. Rara vez se ve en el teatro (o en el cine) la historia de una familia judía española actual, herederos de aquellos que expulsamos hace 500 años y acabaron en Marruecos, Argentina, Israel u otras partes de Europa. Y que siguieron hablando ladino (y en algunos casos, hasta español).

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