'El hijo del siglo': cuando Mussolini te mira a los ojos
Paolo Sorrentino y Pablo Larraín convierten la vida del dictador italiano en un gran entretenimiento
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Asumida la lógica de que Anora dará ganas a las chicas de convertirse en prostitutas, es indudable que El hijo del siglo (SkyShowtime) volverá fascista a más de uno. La idea es de Leticia Dolera, con coros de Boris Izaguirre. Desde una mesa de debate en Movistar, ambos coincidieron en denunciar que la película protagonizada por una trabajadora sexual y ganadora de siete oscars, toda vez que no afirma explícitamente, en grandes letras, con cartelería, con subtítulos, con monólogos, con todo; toda vez que no afirma, decimos, que la prostitución degrada a las mujeres se convierte por defecto en una invitación a que nuestras hijas comercialicen con su cuerpo ya mismo, antes de acabar la ESO. En El hijo del siglo, no sólo no se dice explícitamente, con grandes letras, con todo y etcétera que Mussolini fue un hijo de puta, sino que Mussolini mismo mira a la cámara pasado el minuto siete del primer capítulo y dice: “El fascismo es una criatura preciosa, hecha de sueños, de ideales, de valor y de cambio, que conquistará millones de corazones. Estoy seguro de que también el vuestro. Seguidme. Y vosotros también me amaréis. Y vosotros también os convertiréis en fascistas.” Luego aparece la brevísima cortinilla: M, el hijo del siglo.
Paolo Sorrentino y Pablo Larraín, en labores de producción ejecutiva, y Joe Wright en la dirección, junto a Stefano Bises en el guión, han decidido adaptar M, el hijo del siglo (Alfaguara), de Antonio Scurati, como si fuera un cruce de Moulin Rouge y El lobo de Wall Street. Es decir, divirtiéndose, a lo loco, con frivolidad y contrapicados, con vértigo y musicote. Tom Rowlands, miembro de The Chemical Brothers, le pone una música frenética y anacrónica a cada capítulo, al punto de que el fascismo italiano parece muchas veces un after donde suena Hey Girl Hey Boy. Si esto no convierte en fascistas a todos los jóvenes, nada lo hará.
El propio arranque de la serie es una suerte de videoclip encarnizado, donde imágenes reales del ascenso y caída de Mussolini se suceden mientras su voz (la del actor que lo interpreta) desgrana los conceptos venenosos e imbatibles de su discurso populista: vida, amor, patria, pueblo, lo nuestro. Para concluir: “Mirad a vuestro alrededor. Seguimos aquí”.
El propio arranque de la serie es una suerte de videoclip encarnizado
Ni Sorrentino ni Larraín (El conde), ni Bises (Gomorrah), ni el tipo de The Chemical Brothers tienen mucha fama de fascistas, pero lo cierto es que entre todos han creado un producto televisivo donde Mussolini es como Willy Wonka, pero con pistolas. Partimos de un 1919 posbélico y pestilente en el que Mussolini dirige un periódico sólo un poquito menos tendencioso que los de nuestros días, para darse cuenta enseguida de que se llega más alto gracias a los que pueden votar que a los que saben leer. La primera temporada de El hijo del siglo termina en 1925, como el primer volumen de la biografía firmada por Scurati. Mussolini alcanza el poder.
La serie busca entretener y, si no te emborrachas demasiado con sus imágenes, enseñarte algo. Lo cierto es que abundan los travelings y los planos inclinados, y el súbito blanco y negro falsificado, y todo tipo de trucos de cámara y de montaje, siendo el centro de toda su estética que Mussolini rompa la cuarta pared y te explique su fascismo. Estas miradas a cámara del protagonista acaban siendo excesivas, y su gracia se pierde por reincidencia.
También hay un problema con las calvas, con los calvos, con la alopecia artificial de Luca Marinelli (Las ocho montañas, Martin Eden). Como espectador, no dejo de ver el delineado antinatural de esa calva de Mussolini, y de algunos otros, su condición apósita, que parece a veces un solideo o bonete o, en fin, una chapuza de maquillaje. En las series son capaces de hacer dragones realistas, pero no calvas.
En las imágenes que tenemos de este hombre se le ve bruto, bufonesco sí, pero sobre todo bruto
El actor, muy guapo cuando no interpreta a fascistas, lo da todo para verbalizar a Mussolini, pues se pasa toda la serie hablando sin parar (hablando italiano, encima), pero su interpretación creo que ignora una faceta importante del fundador de los Fascios de Combate, como es la virilidad. En todas las imágenes que tenemos de este hombre, se le ve bruto, bufonesco sí, pero sobre todo bruto. Lo bufonesco lo capta a la perfección El hijo del siglo; pero lo de bruto queda orillado. La visión que ofrecen del tirano es poco amenazante; piensen en Tom Hardy como Bane en Batman, la leyenda renace, personaje que el actor construyó inspirándose en Mussolini. Eso sí daba miedo.
“Somos una síntesis de todas las afirmaciones y de todas las negaciones”, proclama Mussolini, en plan gallego. Muchas de las expresiones usadas en la serie proceden de discursos reales del dictador, y aquí vemos cómo la palabrería, el aplastamiento y adocenamiento por la palabra son fundamentales en política, sobre todo en la peor de las políticas. Hay que hablar mucho, tocar todos los palos (afirmaciones y negaciones), marear de mitos y vanidades a las masas, y luego hacer lo contrario de lo que dices. No irte nunca.
Asumida la lógica de que Anora dará ganas a las chicas de convertirse en prostitutas, es indudable que El hijo del siglo (SkyShowtime) volverá fascista a más de uno. La idea es de Leticia Dolera, con coros de Boris Izaguirre. Desde una mesa de debate en Movistar, ambos coincidieron en denunciar que la película protagonizada por una trabajadora sexual y ganadora de siete oscars, toda vez que no afirma explícitamente, en grandes letras, con cartelería, con subtítulos, con monólogos, con todo; toda vez que no afirma, decimos, que la prostitución degrada a las mujeres se convierte por defecto en una invitación a que nuestras hijas comercialicen con su cuerpo ya mismo, antes de acabar la ESO. En El hijo del siglo, no sólo no se dice explícitamente, con grandes letras, con todo y etcétera que Mussolini fue un hijo de puta, sino que Mussolini mismo mira a la cámara pasado el minuto siete del primer capítulo y dice: “El fascismo es una criatura preciosa, hecha de sueños, de ideales, de valor y de cambio, que conquistará millones de corazones. Estoy seguro de que también el vuestro. Seguidme. Y vosotros también me amaréis. Y vosotros también os convertiréis en fascistas.” Luego aparece la brevísima cortinilla: M, el hijo del siglo.