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Sean Baker, el director que ha hecho historia en los Oscar (superando a Disney o Coppola)
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Sean Baker, el director que ha hecho historia en los Oscar (superando a Disney o Coppola)

El director estadounidense, fiel a su estilo indie y crítico con el sistema, se ha convertido en el absoluto ganador de la noche alzándose con cinco premios

Foto: Sean Baker, cogiendo sus premios Oscar por 'Anora'. REUTERS
Sean Baker, cogiendo sus premios Oscar por 'Anora'. REUTERS

No ha sido el Cónclave por la muerte del Papa, el arquitecto judío o el polémico musical sobre una mujer trans que anteriormente fue un narcotraficante. Anora, esa Pretty Woman de la generación Z, la escort que se casa con un ruso y protagoniza una de las road movies más disparatadas de los últimos años (y el final más triste y descorazonador de todas las películas nominadas) se ha alzado como la gran favorita de la noche de los Oscar. Sean Baker ha demostrado que el cine indie norteamericano también puede hacer historia.

Mucha historia, de hecho, pues Baker ha conseguido lo que otros directores ni siquiera podían soñar, como bien señala The Hollywood Reporter. Coppola tuvo muchas oportunidades de lograrlo, pero se quedó cerca, Alfonso Cuarón, a mitad de camino. Walt Disney necesitó multitud de películas para lograrlo y Bong Joon-ho (único director junto con Baker en 70 años en lograr la Palma de Oro y el Oscar a Mejor película) estuvo a punto, pero solo Sean Baker ha conseguido cuatro premios Oscar por una misma película, por escribir, dirigir, editar y dirigirla. Un récord muy improbable. Coppola se llevó tres premios en 1974 por El Padrino: Parte II.

Recapitulemos un poco: la película de Baker, que se llevó la Palma de Oro en Cannes, había tenido un recorrido hacia los Oscar bastante tranquilo y silencioso, eclipsada por las polémicas de sus adversarios (la IA utilizada en The Brutalist, todos los problemas en torno a Emilia Pérez). Parecía que Demi Moore sería la actriz que se alzaría con la estatuilla tras llevarse el Globo de Oro, pero al final se ha cumplido irónicamente la propia premisa de La sustancia. Además del Oscar a Mejor actriz para Mikey Madison (cuerpo y alma de Anora), el filme se lleva también la Mejor película, Mejor guion, Mejor montaje y Mejor dirección.

Foto: Mikey Madison, en su llegada a la alfombra roja de la 97ª edición de los Premios Oscar. (EFE/EPA/David Swanson)

Es un maestro Baker de filmar esas realidades que nadie más quiere ver. Aunque la comparativa con Pretty Woman es frecuente, en realidad son más las similitudes de Anora con Cowboy de medianoche, pues no dulcifica en absoluto el director las realidades más amargas. Siempre ha sido así, desde que comenzó sus primeros pasos estudiando en la Universidad de Nueva York, pues a Baker le gusta lo marginal y lo triste, las criaturas silenciadas por todos. Sus primeros filmes así lo avalan: Take Out (2004), estrenada en el Slamdance Film Festival, gira en torno a un inmigrante chino ilegal que tiene que hacer frente al pago de una deuda. Prince of Broadway (2008) habla de un estafador callejero de Nueva York.

A Baker le gusta filmar lo marginal y lo triste, las criaturas silenciadas por todos

Pero, si exceptuamos por supuesto el éxito de Anora (que nos deja con las dudas de si las producciones de Baker podrán seguir siendo de corte indie en el futuro cuando con 54 años ya ha ganado tantos Oscar), el estadounidense comenzó a tener verdadera relevancia (siendo fiel siempre a sus instintos) con Tangerine (2015). Esta era, sin duda, la hermana mayor de Anora, pues la historia se centra en una trabajadora sexual transexual (Sin Dee, interpretada por Kitana Kiki Rodriguez) que descubre que su novio la ha engañado. La mayor sorpresa del filme, que impactó a todo el mundo, es que había sido filmada con un iPhone. Triunfó a su estreno en el Festival Sundance y obtuvo calificaciones extremadamente positivas en Rotten Tomatoes, que es actualmente el mejor medidor para comprender si una película pasará a la historia o se condenará al ostracismo.

Dos años después, por supuesto, llegó The Florida Project, que marcó un punto de inflexión en la carrera de Baker. La película, desde el punto de vista de una niña (Brooklynn Prince), era una fuerte crítica anticapitalista y mostraba la cara B o cara oculta de aquellos que viven cerca del calificado como lugar más feliz del mundo. Prince, que hacía su debut en pantalla, interpretaba a Monee, una niña que vive con su alocada y joven madre (Bria Vinaite) en un motel de Florida cercano a Disney World. La historia contaba los días de verano de la pequeña, deambulando por el motel, sin saber que su madre se ve forzada a prostituirse para que puedan sobrevivir.

Canalizaba Baker en esta película sus obsesiones más frecuentes, como es el elegir a actores prácticamente desconocidos para que protagonicen sus filmes. En este caso, contactó con Bria Vinaite, lituana de nacimiento y afincada en Nueva York, tras ver unas publicaciones de Instagram en las que la joven contaba su vida. Contrasta eso con la participación en el filme de Willem Defoe, que le valió una nominación en los Oscar, los BAFTA y los Globos de Oro al Mejor actor de reparto.

Y finalmente ha sido con Anora, la Cenicienta moderna, con la que Baker ha conseguido triunfar en Hollywood y conquistar unos premios Oscar particularmente polémicos. Lo ha hecho siendo fiel a su estilo, hablando una vez más de las mujeres de clase baja que tienen que vivir a través de su cuerpo, y con Mikey Madison, una actriz prácticamente desconocida (en una de las primeras ocasiones que pudimos verla fue en Érase una vez en Hollywood, de Tarantino, donde hacía un papel menor) que, como Cenicienta, ha triunfado en esta noche. El cine con profundidad y utilizado como arma para criticar las injusticias ha vencido a la pirotecnia y los fuegos artificiales. Todavía hay esperanza para el cine.

No ha sido el Cónclave por la muerte del Papa, el arquitecto judío o el polémico musical sobre una mujer trans que anteriormente fue un narcotraficante. Anora, esa Pretty Woman de la generación Z, la escort que se casa con un ruso y protagoniza una de las road movies más disparatadas de los últimos años (y el final más triste y descorazonador de todas las películas nominadas) se ha alzado como la gran favorita de la noche de los Oscar. Sean Baker ha demostrado que el cine indie norteamericano también puede hacer historia.

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