Antonio Caño: "Franco no quiso dar bien el golpe de Estado contra Macías Nguema en Guinea"
El ex director de 'El País' publica una biografía sobre el brutal dictador guineano que surgió de las entrañas de la administración colonial española y quien esta no se supo detener a tiempo
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En un rinconcito oscuro y poco transitado de la Historia de España se esconde la figura de Macías Nguema, uno de los dictadores-tiranos más paranoicos y sanguinarios que surgieron de la descolonización europea del continente africano. El régimen franquista se resistió al principio a desprenderse de una posesión en el corazón de África que le costaba mucho dinero y que sólo beneficiaba realmente a un pequeño grupo de hacenderos con el cacao de la isla de Santa Isabel: aún no se había descubierto el petróleo. Había otras posibilidades.
Sin embargo, cuando a mediados de los 60 la presión de la ONU se hizo más insistente, se cambió de estrategia y el ministerio de Asuntos Exteriores que dirigía Fernando María Castiella planteó la independencia de Guinea como un proceso modélico: se buscaba un prestigio internacional para el régimen que de paso, en la cabeza de Castiella, pudiera servir para recuperar Gibraltar. Sí, es difícil de creer ahora.
España era la única dictadura junto a la de Portugal y la de Grecia de la Europa Occidental, y sin embargo ofreció un proceso de independencia legalista y transparente, que no existía en la propia España ¿Cómo era posible que una dictadura no consiguiera imponer a un candidato afín a Madrid, títere incluso, para sus intereses? Hubo disputas entre dos clanes del régimen franquista, el que encabezó Luis Carrero Blanco y el de Fernando María Castiella: el apoyo de la metrópoli a los candidatos afines se dividió y debilitó a ambos.
Por ese resquicio lo que ocurrió fue que surgió la candidatura de Macías Nguema, para más escarnio, de las propias entrañas de la administración: un personaje laberíntico y trastornado, hijo de un brujo de la tribu Fang de la parte continental de Río Muni, que había presenciado el sacrificio de su hermano y que fue criado después por una familia adoptiva española para convertirse en el clásico boy, los sirvientes africanos de los españoles. Macías, sin embargo, no se conformó y poco a poco fue ascendiendo en la administración colonial –cuyos puestos tradicionalmente estaban más reservados para la etnia Bubi de la isla de Santa Isabel–, hasta llegar a ser alcalde de Mongomo, su localidad natal. Si algo podía definir entonces a Macías Nguema, el futuro tirano que ascendió entre los guineanos con un furioso discurso anti español, era precisamente la lealtad servil con los blancos españoles. Pero había un odio visceral encerrado que salió después a borbotones. Lo peor para la dictadura es que cualquiera de sus tímidos planes se fueron al garete en el mismo momento en el que Macías Nguema se coló en la lucha por la carrera presidencial instruido por el notario Antonio García-Trevijano, un antifranquista que dinamitó el proceso en las mismas narices del régimen.
¿Cómo era posible que una dictadura no consiguiera imponer a un candidato afín a Madrid, títere incluso, para sus intereses?
El periodista Antonio Caño, ex director del El País, ha escrito ahora una biografía sobre el tirano Nguema
Además de lo que ya se conocía sobre la cuestión, Caño desarrolla también aspectos interesantes, como el discurso populista, muy eficaz, que supo desplegar Macías a instancias de Trevijano. “Se planteó de forma tan legalista y democrática que nadie en el régimen tenía experiencia de ese tipo en unas elecciones”, destaca. La paradoja del caso guineano es que se hizo con tanto escrúpulo que no salió bien. Con Macías Nguema ya asentado en el poder y la amenaza de una matanza de españoles o de una limpieza étnica con los bubis se podía haber maniobrado para echarle. “No se sabe si España realmente participó en el fracasado golpe de Estado de Atanasio Ndong, pero sí lo hizo fue tímido, desastroso y mal ejecutado: se podía y se debía haber hecho bien”. Hablamos con Antonio Caño de eso y de otras aristas del caso Macías, de la injerencia de Trevijano y del odio que sentían esos boys hacia los blancos por décadas de un colonialismo salvaje. España no tiene apenas ninguna presencia ahora en lo que fue su colonia. Ni siquiera se conoce apenas.
PREGUNTA. Macías Nguema, nuestro monstruo, como titulas tu libro, forma parte de ese siniestro club de tiranos africanos, de un salvajismo atroz que surgen con la descolonización, los Idi Amin Dada, (Uganda), Jean Bedel Bokassa (República Centroafricana), Mobutu (Zaire)... antes de entrar en el caso español ¿Cuál es el hilo conductor de estas personalidades tan terrorificas en el continente africano?
RESPUESTA.- Bueno ya que lo mencionas recuerdo por ejemplo la pasión con la que se siguieron en España todos los episodios de Idi Amin y, sin embargo, nadie ha prestado atención al otro Idi Amin que teníamos nosotros. Sí, hay un común denominador que es el colonialismo... En el caso de España, no un colonialismo aplicado de forma salvaje en términos de trato, de asesinatos o de matanzas como las que se produjeron en otros países pero sí un colonialismo despiadado, por el uso completamente despótico del poder. Todo el colonialismo europeo en África fue cruel, fue salvaje y se aplicó de una forma despiadada sin pensar en que esos países podrían ser algún día territorios independientes. Luego se produjo un movimiento de respuesta de las mismas proporciones y de la misma naturaleza. Es un patrón de violencia que se vuelve contra el que primero la ejerce. Es verdad que en el caso de Guinea no hay una matanza, un exterminio de nativos, ni de dirigentes de la independencia, ni de nacionalistas como sí hubo en otros países. De hecho, en realidad España solo mató a dos grandes líderes independentistas o nacionalistas guineanos. Pero el trato fue humillante en todo caso, las palizas, los apaleamientos en las plantaciones...En fin, el desprecio a los negros fue constante y Macías fue un testigo de esa violencia privilegiado porque estaba en primera línea de los represores.
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P. Ese aspecto es quizás el más desconcertante de la historia de Macías, el aplicado funcionario que se vuelve contra sus amos ¿Hay una consciente planificación de Macías para vengarse de ese colonialismo o crees más en la visión de su posible trastorno mental? Están además los dos episodios traumáticos: el del sacrificio de su hermano que le vincula con su infancia tribal y el de la infidelidad de su mujer a la que encuentra con un blanco en su cama aunque entonces no actúa de forma violenta...
R.- A ver, yo creo que no, no completamente a sangre fría. Primero intenta ser un amigo de España porque además admiraba profundamente a Franco, luego siempre culpará a los ministros y otros pero no a Franco. Lo del episodio del hermano lo explico pero como otras cuestiones en la vida de Macías, no está claro, incluyendo su propia fecha de nacimiento, pero sí, parte de un origen tribal –su padre era brujo– y luego es adoptado y se convierte en boy. Lo de su mujer es brutal, un cuestión muy humillante para él, además de otras muchas humillaciones que sufrió seguramente y que no conocemos y que de alguna manera, condensa en una frase en la que dice: “Yo he tenido que limpiar los váteres de los blancos y atendí y respondía cuando me lo ordenaban, lo hacía sin rechistar y supe aguantar y supe aguantar en silencio”. Sin duda fue poco a poco amasando un rencor, durante muchos años, y tragándose humillaciones. Así se fue cultivando un odio que finalmente cuando pudo lo trasladó de la manera más brutal y más cruel. Por otra parte, aunque nunca tuvo un diagnóstico, está claro que sufría algún tipo de trastorno, de hecho, él confiesa que tiene unos dolores de cabeza terribles y se trata, acude a psiquiatras, como al español Juan José López Ibor, y toma muchas medicinas, además de remedios tribales.... Parece claro que tuvo problemas mentales sí.
P. Hay un momento de casi doble personalidad, porque aguanta ese papel de leal servidor y hace un clic, ¿no? Y está su educación, que es un cóctel explosivo...
R. Fíjate que una de las funciones que cumplió Macías fue la de traductor de los blancos en algunos juicios, por lo que fue el testigo perfecto de las arbitrariedades y los injusticias que se cometían en ocasiones. Y hacia el final lo nombraron alcalde de Mongomo, su pueblo —no es exactamente Mongomo pero es el área donde se encuentra—, que no dejaba de ser un reconocimiento hacia una persona muy servicial y de quien la Metropoli se fiaba por completo. Sí, su educación le crea un gran desconcierto. Estamos hablando de una mentalidad y de una ideología que está formada por sus orígenes tribales, por su conducta al servicio de los colonos y todo eso sazonado con el espíritu del movimiento nacional. Claro, es una mezcla diabólica. Es un concepto terrible donde solo podía surgir algo monstruoso.
"Está claro que sufría algún tipo de trastorno, de hecho, él confiesa que tiene unos dolores de cabeza terribles"
P. ¿Cómo es posible que se colase Macías Nguema en un proceso como el de la independencia cuando ya había comenzado de alguna forma con su discurso anti español?
R.- Bueno es auténticamente alucinante. Las rivalidades internas del régimen hacen que se anulen los dos candidatos preferidos. El candidato de la parte liberal del régimen que es Atanasio Ndong y el candidato de la parte conservadora del régimen que es Bonifacio Ondo Edu se anularon mutuamente, y por el centro se coló el más antiespañol de todos, el que no tenía compromisos políticos con España, que era Macías. Y todo eso como resultado, fíjate si es curioso, de que España repitió un resultado electoral que le era adverso, que no le convenía como explico en el libro.
P. Eso es directamente el “rigor procedimental” al que te refieres en la biografía con el que España acomete la Independencia ¿Por qué ocurre eso?
R. Sí, eso es francamente llamativo, porque esa España, en ese mundo de 1968, una vez que se hacen unas elecciones cuyo ganador no es el que España quería, bien podía el Gobierno haber anulado esas elecciones sin que nadie hubiera movido un dedo. Lo que ocurre es que España estaba en ese momento muy preocupada por la opinión internacional, en contra de lo que puede pensarse hoy, en contra de estas revisiones actuales del franquismo. España estaba muy preocupada por la opinión internacional, en particular por la posición de la ONU. Dos de los mejores hombres del régimen, que eran el ministro Fernando Castilla y el embajador de la ONU, Jaime de Piniés, estaban 100% dedicados al tema de la ONU, y sabían que si hacían una cosa así, que si anulaban las elecciones o cometían un fraude grosero, iban a tener que dar cuentas a la comunidad internacional. Eso fue prioritario. La decisión que tomó Franco en ese momento fue la de priorizar la imagen de España en la Comunidad Internacional. Y se hizo aún en contra de los intereses objetivos de España, porque estaba siendo elegido una persona que no convenía al régimen y al que no lo tenían controlado, ni un sector del régimen, ni el otro.
"España sabía que si anulaba las elecciones en Guinea iba a tener que dar cuentas a la comunidad internacional".
P. Luego está la cuestión de ese acierto para Macías que es la aparición en escena de Antonio García-Trevijano ¿Es Trevijano quien remata la operación de encumbrar a Macías Nguema?
R. Absolutamente, Trevijano es quien convierte en un líder a Macías y quien le pone en la senda de esos mensajes populistas, antiespañoles, que tan bien calaron en el pueblo guineano en esa serie de elecciones que se producen entonces. Trevijano era un antifranquista convencido y un activista que supo ver que Macías podía ser un instrumento muy válido para dañar al franquismo y para perjudicar a España. Lo de Trevijano es un movimiento consciente para perjudicar al Gobierno y ganar influencia personal, claro, no está al alcance de cualquiera la posibilidad de ser quien pone y quita un presidente y quien dirige un movimiento de liberación en un país. La campaña que diseña Trevijano es un súper éxito, hay que tener en cuenta que Macías es el primer populista de la historia que habla en español. Sabía perfectamente lo que había que hacer. Trevijano entendió que se trataba de ganar unas elecciones como fuera y en España tampoco nadie sabía mucho de cómo ganar unas elecciones. Y claro, el candidato de Carrero Blanco, Bonifacio Ondó, por mucho que preguntara en Madrid, pues... no creo que el almirante estuviera en condición de darle muchos consejos. Pero Trevijano sí sabía cómo se ganaban unas elecciones y llegó a ser el hombre más importante de Guinea.
P. Es increíble que España, que disponía de todo (la telefónica, la televisión, las compañías marítimas, las líneas aéreas) no fuera capaz de imponer unos candidatos....
R. Les faltaba convicción e interés. Franco nunca tuvo gran interés por Guinea y en el fondo acudió a la independencia sin pensar realmente si era importante para España. No se hizo esa reflexión: ¿Cuáles son nuestros intereses en Guinea? El único que tenía un poco de interés era Carrero y la manera en que él veía Guinea como una solución era la separación de Santa Isabel. El sector liberal, por su parte, tampoco tenía un gran interés, sólo era subsidiario. Su preocupación era la imagen de España, las relaciones en el mundo, pero no exactamente Guinea. España nunca pensó para qué necesitaba a Guinea y, por tanto, qué había que hacer para conseguir ese objetivo, que es lo que sí pensó Francia con sus colonias y lo que pensó Inglaterra con las suyas; lo que han pensado en realidad todos los países colonialistas. Pero es que España no ha tenido nunca vocación colonial, porque nuestra presencia en América Latina no es la del colonialismo. Por otra parte, en el 68 el Gobierno español empezó a perder la fe en sí mismo. Esa es una época ya en la que se está buscando una salida: no hay franquistas realmente convencidos. Se juntó la falta de fe en sí mismo con la falta de oficio de país colonialista.
"Trevijano, un antifranquista convencido, supo ver que Macías podía ser un instrumento muy válido para dañar al franquismo"
P. Con el régimen de Macías en pañales y cuando aún hay presencia española –dos compañías de la Guardia Civil– se produce el fallido golpe de Estado de Atanasio Ndong —candidato afín a España—. Ha habido muchas teorías sobre la participación de España...
R. Sí, es el otro episodio alucinante de esta historia del ascenso de Macías. Hay teorías para todos los gustos sobre el golpe de Atanasio. Yo creo que es imposible que España no estuviera al tanto y que no ayudara. Pero lo hizo como hace España todas las cosas, desde atrás, tímidamente, sin convicción, sin poner todas sus energías detrás del golpe, sin poner el apoyo económico o militar que hubiera sido necesario.
P. ¿No era fácil hacerse con el país aún solo con apenas esas dos compañías de la Guardia Civil? De haberse querido realmente no habría habido aún oposición en ese momento...
R. De sobra, pero España no quería eso, no quería decir: “Atanasio, ahí tienes 200 guardias civiles para que te ayuden a tomar el poder de verdad”. Eso es lo que no hizo España, y es lo que habría hecho Francia, lo que hubiera hecho cualquier país de verdad... Es que ni siquiera las Fuerzas Armadas hubieran querido participar. Seguramente el Ejército le hubiera dicho a Franco: “No haga usted eso”. Un Ejército que estaba desmoralizado, sin verdadero afán de riesgo, sin verdadero afán de defensa de los intereses de España, honradamente, aunque fuera de alguna manera equivocada. Porque haber recuperado Guinea desde una óptica más autoritaria, que uno podría imaginar del franquismo, tenía toda la lógica.
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P. ¿Había que dar ese golpe?
R. Sí, había que dar ese golpe. Desde una óptica democrática había que darlo y corregir el error que se cometió dejando que Macías tomara el poder. Y había que darlo descaradamente, asegurando que lo ganas. Luego ya se darían las explicaciones, que es lo que hacen los países que tienen confianza en sí mismos. O sea, se da el golpe, lo ganas, pones a Atanasio en el poder y después: yo le explico...
P. Con la deriva de Macías se pierden los negocios españoles allí. No hay apenas inversión después ¿no?
R. No, hay pequeñas ayudas oficiales y los intentos de algunas empresas de forma aislada de recuperar algo terreno aquí, cosas sueltas y sin ninguna importancia. Pero un verdadero proyecto de inversión o de recuperación de la posición económica española en Guinea, aprovechando que después de todo es el país más español de África, no lo ha vuelto a haber. Siempre ha habido problemas. En los primeros años de la Transición, poco después del golpe que le dieron a Macías –ejecutado por su sobrino Teodoro Obiang–, se recuperó cierto interés. En esos años se volvió a hablar un poquito de Guinea. Hablo de los años 79, 80, 81, pero enseguida se perdió otra vez el interés y empezó a haber muchísimos problemas. El Gobierno español se peleó con la dictadura de Obiang y la opción fue apartarse por completo y no prestarle más atención a ese país. Que sea una dictadura no era motivo suficiente, porque se hacen negocios con otras dictaduras, y aprovechar un país en África donde se habla español y hay una cultura aún muy nuestra hubiera sido interesante, porque es un destino también turístico con grandes posibilidades. Pero siempre aparece esa dejadez con Guinea Ecuatorial.
En un rinconcito oscuro y poco transitado de la Historia de España se esconde la figura de Macías Nguema, uno de los dictadores-tiranos más paranoicos y sanguinarios que surgieron de la descolonización europea del continente africano. El régimen franquista se resistió al principio a desprenderse de una posesión en el corazón de África que le costaba mucho dinero y que sólo beneficiaba realmente a un pequeño grupo de hacenderos con el cacao de la isla de Santa Isabel: aún no se había descubierto el petróleo. Había otras posibilidades.