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El velo islámico empodera (a la que no lo lleva puesto)
La decisión de algunos centros de Parla de prohibir el velo me parece contraproducente. Si uno quiere que las chicas sean libres, tiene que permitir que crean que lo son cuando aceptan una imposición taimada
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Estos días hemos visto en Parla una protesta disparatada y maravillosa. Parece ser que en esa localidad algunos centros no permiten llevar velo islámico a las estudiantes musulmanas. Otras estudiantes que no tienen ningún motivo para llevar velo han montado una protesta, señalando a Ayuso, para que sus compañeras musulmanas puedan ir vestidas como les manda el patriarcado.
Si la misma protesta se diera en un país como Irán, las feministas de allí agarrarían por los pelos a las de aquí y las tirarían por un barranco. En Irán, al contrario, las protestas de mujeres suelen ir en la dirección inversa: muchas no quieren llevar velo, pero las obligan. En aquel país, las chicas españolas que protestan para que se permita a otras llevar velo irían de cabeza a comisaría. Las denunciarían, precisamente, esas chicas veladas tan religiosas a las que defienden.
Resulta que en Irán gobierna la verdadera ultraderecha, la más machista y patriarcal, pero como en Madrid tenemos a una mujer en el gobierno, Díaz Ayuso, las pánfilas han elegido bando y están dispuestas a hacer el ridículo hasta que las escuchen. Hay una pobre chica que se llama Coral Latorre y que hace de portavoz del Sindicato de Estudiantes aunque ronda los 30 años. Dice que es una vergüenza que se puedan llevar cruces y estampitas y no velo. Espero que cuando concluya sus estudios comprenda la bobada que está diciendo.
Vaya por delante que la decisión de algunos centros de Parla de prohibir el velo me parece contraproducente. Si uno quiere que las chicas sean libres, tiene que permitir que las chicas se crean libres cuando aceptan una imposición taimada. Las que llevan velo pueden elegirlo o ir obligadas, pero la prohibición del velo por sistema las pone a todas de acuerdo. Las que lo eligen y las que lo llevan impuesto se sienten discriminadas.
El velo sigue siendo una marca de sumisión por mucho que las influencers cuenten que es la mejor elección posible
El velo sigue siendo una marca de sumisión por mucho que Internet se haya llenado de influencers que te cuentan que es la mejor elección posible. Es como si yo dijera que pagar una cuota de autónomos muy alta es la mejor opción, cuando en realidad no tengo la menor alternativa. Buena parte del feminismo europeo ya se ha dado cuenta, pero las tonterías tienen una capacidad asombrosa para regenerarse.
El otro día, en la tele, pude hablar con una chica española que se ha hecho musulmana. Iba disfrazada de iraní, como si no se pudiera adorar a Alá sin atuendo. Le recordé que las españolas que se convierten al Islam hacen un movimiento muy respetable. Un movimiento que muchas musulmanas que quieren dejar de serlo no pueden recorrer en el sentido inverso. La apostasía de las mujeres se castiga duramente. Lo sé porque he entrevistado a apóstatas del Islam, mujeres.
Las españolas que se hacen musulmanas y se calzan el disfraz me recuerdan a los comunistillas de Parla que se iban a Cuba mientras los cubanos descontentos se quedaban encerrados en su paraíso socialista. Ponerse un disfraz es una decisión libre, no así quitarse un cepo. Pero diré también que, de todas las musulmanas posibles, las únicas que me irritan son esas pijas españolas que deciden que con velo están muy guapas.
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Recordemos lo evidente: el hiyab no es una prenda musulmana, sino política. Yo viví en Marruecos cuatro años, y la mayor parte de las jóvenes consideraban que el velo era una cosa de abuelas y de carcas. Después, regresaron a la patria las empoderadas que habían emigrado a Bélgica. Iban cubiertas con prendas saudíes y dijeron a las otras que una buena musulmana tiene que ir de uniforme. Puede sorprender, pero el velo islámico llegó a Marruecos desde Europa.
Se puede ser musulmana y vestir como una quiera, de la misma forma que se puede ser católica y comer carne en la cuaresma. La diferencia no es sólo que la católica tenga más margen que la musulmana, sino que una mujer puede dejar de ir la Iglesia sin mayores consecuencias mientras que una musulmana europea que se niega a llevar velo acaba de cometer un acto de rebeldía.
La persona más islamófoba, en el sentido de tenerle mucho miedo al Islam, siempre será el musulmán que quiere dejar de serlo y teme las represalias de sus curillas. La rebeldía contra la religión va siempre en el mismo sentido: hay que romper la norma impuesta por el dogma, y a veces comporta graves riesgos. Ahí tenemos a las estudiantes de Parla para corroborarlo: el único riesgo al que se enfrentan es que yo considere que son bobas, pero que ya se les pasará. Yo también era bobo a esa edad.
El trabajo de los estudiantes es dejar de ser bobos, pero no termina nunca uno de aprender cosas nuevas.
Estos días hemos visto en Parla una protesta disparatada y maravillosa. Parece ser que en esa localidad algunos centros no permiten llevar velo islámico a las estudiantes musulmanas. Otras estudiantes que no tienen ningún motivo para llevar velo han montado una protesta, señalando a Ayuso, para que sus compañeras musulmanas puedan ir vestidas como les manda el patriarcado.