Jean López, historiador: "Todos los alemanes sabían del Holocausto y guardaron silencio"
A punto de cumplirse 80 años del fin de la II Guerra Mundial, este analista -considerado uno de los mayores expertos en esa sangrienta contienda- analiza los meses finales del conflicto en su libro 'Los últimos cien días de Hitler'
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Hace ahora 80 años, el 26 de febrero de 1945, las tropas de Estados Unidos llevaron a cabo un ataque masivo contra Berlín, corazón del régimen nazi. Un total de 1.112 bombarderos lanzaron 3.000 toneladas de bombas explosivas e incendiarias contra la ciudad y, en especial, contra el distrito gubernamental. Ese día se contabilizaron 1.025 muertos y desaparecidos, y 71.000 personas se quedaron sin hogar.
La propia cancillería del III Reich se vio golpeada por medio centenar de esas bombas, que ocasionaron daños considerables. A partir de ahí, Hitler tomó la decisión de pasar todas sus noches, y una parte cada vez mayor de sus días, en el búnker que acababa de terminarse de construir en el jardín de la sede del Gobierno nazi, a dos metros de profundidad. Un agujero húmedo y deprimente.
Fue allí, en ese lugar desolador cuyos muros de hormigón rezumaban permanentemente agua y desprendían un fuerte olor, donde el 30 de abril de 1945 Hitler se quitó la vida. Cuando el líder nazi fue por fin consciente de que para Alemania la guerra estaba irremediablemente perdida, se pegó un tiro en la cabeza junto a su compañera Eva Braun, con la que se había casado el día anterior y quien optó por envenenarse con cianuro. Justo una semana después, el 7 de mayo de 1945, la Alemania nazi firmaba su rendición incondicional, poniendo de ese modo fin a la Segunda Guerra Mundial y al Holocausto.
El historiador francés Jean Lopez, director editorial de Guerres&Histoire (revista de referencia en el campo de la historia militar) y reconocido como uno de los grandes especialistas en la Segunda Guerra Mundial, analiza en su nuevo libro,
Jean Lopez reconstruye la crónica de ese apocalipsis de manera minuciosa, siguiendo a Hitler -el gran responsable de esa orgía de muerte y destrucción- desde el 15 de enero de 1945, fecha de su regreso definitivo a Berlín, hasta su muerte el 30 de abril de ese mismo año. Aunque mermado por la enfermedad, acorralado, obligado a vivir bajo las bombas en una ratonera chorreante, cuestionado e incluso rechazado por su propio pueblo, Hitler siguió alimentando hasta el final la hoguera de devastación.
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PREGUNTA. ¿Qué acontecimiento histórico marcó el principio del fin de Adolf Hitler y del nazismo?
RESPUESTA. Por su naturaleza agresiva y expansionista, el nazismo únicamente podía unir a sus enemigos, cohesionar a quienes estaban en su contra. El nazismo estaba condenado a la derrota por la desmesura misma de sus planes de conquista. Dos sucesos ocurridos en diciembre de 1941 marcan el comienzo de su fin: la contraofensiva soviética en Moscú el 6 de diciembre, que marca el fracaso de la operación Barbarroja (nombre en clave que se dio al intento de invasión de la URSS por parte de la Alemania nazi) y la declaración de guerra de Alemania a Estados Unidos el 11 de diciembre.
P. ¿Por qué Hitler fue absolutamente contrario a una capitulación?
R. El recuerdo del armisticio del 11 de noviembre de 1918 (que marcó la derrota de Alemania en la Primera Guerra Mundial) jugó un papel importante: Hitler, como muchos alemanes, lo vio como una traición, ya que para ellos la guerra aún no estaba decidida. Por eso, su propaganda nazi no dejó de insistir: "¡Nunca más 1918! ¡Victoria o aniquilación!". La segunda razón es puramente política: Hitler no tenía nada que negociar, la magnitud de sus crímenes vetaba cualquier esperanza de salvar a su régimen y a su persona.
P. Los meses finales de la II Guerra Mundial fueron los más sangrientos, en su libro señala que, de media, se contabilizaban 30.000 muertos cada día. ¿Considera que Hitler fue el responsable directo de esa salvaje masacre?
R. Sí, en la medida en que fue Hitler quien decidió continuar una lucha sin ninguna perspectiva ya de poder ganarla.
"A finales de marzo de 1945, Speer, responsable de economía, intentó que Hitler admitiera que la guerra estaba perdida. No lo logró"
P. ¿No hubo intentos por parte de personas del círculo más estrecho de Hitler de frenarle?
R. No, nadie se opuso frontalmente a él en este aspecto. A finales de marzo de 1945, Albert Speer, el responsable de economía del Tercer Reich, intentó, no sin ambigüedades, hacerle admitir que la guerra estaba perdida. No lo logró.
P. En los últimos meses de la guerra el pueblo alemán empezó a cuestionar, e incluso a odiar, a Hitler. ¿Qué hizo que los alemanes cambiarán de opinión respecto a su Führer?
R. La derrota, la acumulación de ruinas a causa de los bombardeos, las enormes pérdidas de la Wehrmacht (el ejército de la Alemania nazi) y el abismo entre lo que veían los alemanes y las promesas de la propaganda nazi. Eso es lo que motivó que Hitler perdiera apoyo entre la sociedad civil alemana.
"La inmensa mayoría de los alemanes prefirió ignorar los crímenes nazis, verlos como mentiras de la propaganda aliada"
P. ¿Y por qué sólo en los últimos cien días de Hitler, y no antes, los alemanes se dieron cuenta del carácter criminal del nazismo? ¿Acaso antes prefirieron no ver lo que tenían delante, prefirieron mirar hacia otro lado?
R. Sólo una pequeña parte de los alemanes aceptó mirar de frente los crímenes que habían sido cometidos en su nombre. La inmensa mayoría prefirió ignorarlos, verlos como mentiras de la propaganda aliada y achacar a los vencedores sus propios sufrimientos. Los alemanes se victimizaron para no parecer culpables, y la mayoría se apresuró a pasar página. Fue la generación de sus hijos la que aceptó la realidad de los crímenes y pidió explicaciones.
P. En su libro cuenta algunos casos de absoluta brutalidad de la población alemana respecto a los judíos, como el de una joven que logró escapar de una marcha de la muerte y a la que cinco niños y adolescentes torturaron primero y asesinaron a golpes después. ¿Hubo muchos casos de ese tipo? ¿Qué responsabilidad tuvo la población civil alemana en el Holocausto?
R. No sabemos cuántos casos hubo en 1945 de judíos golpeados o incluso asesinados, entregados o denunciados, porque no fueron objeto de un censo. Por lo tanto, no se pueden cuantificar. En cuanto a la responsabilidad de los civiles alemanes, está fuera de toda duda. Todos sabían —basta pensar en el millón de empleados de los ferrocarriles o de las empresas que trabajaban en los campos—, todos guardaron silencio y muchos se beneficiaron materialmente.
P. ¿En qué momento se dio cuenta Hitler de que había llegado su final?
R. Lo dijo públicamente por primera vez el 22 de abril de 1945, es decir, muy tarde, y fue entonces cuando comenzó a preparar su suicidio. Luego, en su prisión en Nuremberg, el general Jodl, su consejero militar más cercano, afirmará que el Führer sabía ya desde finales de 1941 que la guerra no podía ganarse.
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P. Pasar sus últimos meses de vida encerrado en un búnker, ¿en qué manera afectó a Hitler? ¿Tuvo alguna repercusión en su visión de la guerra y en su voluntad de no claudicar?
R. La vida asfixiante en el búnker y las dificultades para comunicarse con el exterior aislaron a Hitler de los mecanismos de mando del Estado. Continuó hasta el final dando órdenes a los ejércitos que participaban en la batalla de Berlín, pero casi no le obedecían. Físicamente, estaba hecho un desastre, pero su voluntad de luchar hasta el final permaneció intacta. No está claro si al mover divisiones que apenas alcanzaban la categoría de un batallón demostraba haber perdido el contacto con la realidad o si estaba actuando.
P. ¿Nunca en la historia murieron tantos hombres para mantener con vida a uno?
R. Así es, sin ninguna duda.
"En sus últimos meses de vida Hitler estaba hecho físicamente un desastre, pero su voluntad de luchar hasta el final permaneció intacta"
P. Si Hitler hubiera muerto antes, ¿habría terminado la II Guerra Mundial o algunos de sus lugartenientes la habría continuado?
R. Los aliados no habrían aceptado discutir con los altos mandos del régimen nazi, con Göring, Himmler o Bormann. Tal vez sí con algunos generales si estos hubieran tenido éxito en el golpe de Estado del 20 de julio de 1944. Pero es casi seguro que habrían rechazado renunciar a la capitulación sin condiciones, lo que significaba la continuación de la guerra, independientemente de quién estuviera en el poder.
P. ¿Cuál es la lección más importante que nos deja su libro?
R. No hay una lección propiamente dicha: las circunstancias que relata son demasiado excepcionales. Sin embargo, corresponde a cada uno reflexionar sobre lo que puede hacer un simple ciudadano en un régimen totalitario.
Hace ahora 80 años, el 26 de febrero de 1945, las tropas de Estados Unidos llevaron a cabo un ataque masivo contra Berlín, corazón del régimen nazi. Un total de 1.112 bombarderos lanzaron 3.000 toneladas de bombas explosivas e incendiarias contra la ciudad y, en especial, contra el distrito gubernamental. Ese día se contabilizaron 1.025 muertos y desaparecidos, y 71.000 personas se quedaron sin hogar.