'Anora', la 'Pretty Woman' de la generación Z, es ahora la gran favorita para los Oscar 2025
La cinta de Sean Baker ganó la Palma de Oro en Cannes y desde entonces ha ido cogiendo una gran carrerilla para los galardones, sobre todo tras la caída en desgracia de 'Emilia Pérez'
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Ha cogido carrerilla en las últimas semanas y no hay quien la pare. Es Anora, la película de Sean Baker que ha sido analizada como la 'Pretty Woman' del siglo XXI y que en estos últimos días se ha convertido en la gran favorita en los Oscar. Ha obtenido premios como el Spirit Award (las mejores películas independientes), el del Sindicato de Productores, el de la Asociación de Críticos de Los Ángeles, el de la Crítica, el de la Prensa Internacional. Además, ya venía con la Palma de Oro del Festival de Cannes y hacía trece años (desde El árbol de la vida, de Terrence Malick) que no la conseguía una producción de EEUU. Para haber llegado al top de las predicciones que se manejan en Hollywood a todos estos galardones se le suma la sonrisa de la suerte: la caída en desgracia de Emilia Pérez, la que lo tenía todo para ser la gran ganadora de 2025.
Hace 35 años el cuento de Cenicienta acababa con el príncipe azul subiendo por la escalera del apartamento de ella y entregándole su amor. No había ni una sola escena de sexo y ella, excepto en su primera aparición, vestía como una auténtica reina del Upper West Side de Nueva York. Y había mucho dinero sí, pero era elegante y sofisticado. De ir a la ópera y a los mejores restaurantes. Así era Pretty Woman, una de las películas más taquilleras de la historia y todo un hito generacional. Posteriormente ha tenido mil lecturas, también negativas, (que si blanqueamiento de la prostitución etc), pero es un relato romántico que se sigue consumiendo con gusto. Es irreal, pero es refinado.
Mikey Madison además también tiene serias posibilidades de Oscar tras los famosos tuits de Karla Sofía Gascón
En 2025 todo ha cambiado bastante. En Anora hay unas cuantas escenas de sexo explícito -al menos en toda la primera mitad del metraje-, la vestimenta no pasa del Shein o Temu más cutre, el dinero fluye de forma obscena, el consumo de drogas es evidente, los escenarios son los clubs de bailes eróticos de Nueva York, se come en restaurantes de comida rápida y lo más elegante es el parque de atracciones de Coney Island y los casinos de Las Vegas. Y no, nunca hay amor más allá de algunos destellos narcóticos y propuestas ingenuas. Hay transacciones económicas, hay lujo y hay comportamientos de niños malcriados con empatía nula que solo quieren ganar dinero y nadar en una piscina llena de zumo y cocaína. Quizá es un cuento más real… pero es bastante desolador y triste.
Y sí, es el retrato de la prostituta -aquí más bien llamada bailarina de corte muy, muy erótico- que conoce al hombre rico que pueda sacarla del agujero, pero con muchas más aristas. Para empezar porque no habrá final feliz. Y para continuar porque esto no es un cuento romántico. Esto no va de amor, sino de utilidad. Uno solo quiere divertirse; la otra sabe que solo su cuerpo la hará escapar de su familia desestructurada y su vida marginal. Efectivamente, es todo desesperanzador.
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La cinta brilla con sus dos protagonistas, Mikey Madison y Mark Eydelshteyn. Ella además también tiene serias posibilidades de Oscar tras los famosos tuits de Karla Sofía Gascón. Los dos se conocen en el club nocturno gracias a que él es ruso y ella es de ascendencia rusa y conoce el idioma. A partir de ahí comienza una escalada de sexo y fantasía en la que él es el fiel reflejo del modelo tan aspiracional que han mostrado tantos youtubers, tiktokers o instagramers convertidos en esa cosa llamada “influencer” en los últimos años: tiene tanto dinero para gastar -es hijo de un magnate- que el mundo, la realidad y la vida es como un enorme parque de bolas donde el resto de las personas dan más o menos igual. Incluso la persona con la que te estás acostando (por dinero).
A pesar de ello, Anora no es una película de tesis. Simplemente muestra a la llamada generación Z (nacidos a finales de los 90 y principios de los 2000) con una obsesión desmedida por el placer instantáneo, por el lujo en cantidades industriales -con toda la estética cutre-Kardashian posible - y con una fuerte incapacidad para el contacto y las relaciones personales incondicionales (ni siquiera cuando se le muestra ayuda y cariño verdadero). De hecho, la película salta por los aires al convertirse en su segunda parte en una road movie cómica con unos matones rusos que dan más risa que miedo (esto también puede jugar a favor en los Oscar). Matones que, por supuesto, tampoco son capaces de entender a estos jóvenes (“¡estáis todo el día con el TikTok y el Instagram y no tenéis ni idea de nada!”, les llega a espetar uno de ellos) dando pie a uno de los juegos generacionales de la cinta.
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La película que dirige Sean Baker -creador de Red Rocket y The Florida Project- llega a la recta final de los Oscar en un excelente estado de forma. Ha ido calando este anticuento de la Cenicienta que pese a sus partes de comedia deja un poso increíblemente triste. Y tiene muchos elementos para brillar en la gala: un retrato generacional en un momento en el que la Academia de Hollywood busca rejuvenecerse, un corte menos clásico que el que tienen otras rivales como Cónclave o The Brutalist - es lo que ya se buscó en Todo a la vez en todas partes- y ciertas pinceladas de cine más europeo que estadounidense -ni romance, ni happy end ni amor edulcorado ni redención ni nada- que también parece pretender la Academia. Y además ha contado con la fatalidad de Emilia Pérez.
La taquilla, por otro lado, no ha sido alta en España. Tampoco extraña. No es ni mucho menos un blockbuster ni para todos los paladares sino una película indie a la que su distribuidora, la todopoderosa Universal, tampoco apoyó demasiado (nada que ver con lo que hizo con The Brutalist). Se estrenó a comienzos de noviembre y consiguió unos 125.000 espectadores y apenas 700.000 euros de recaudación en tres meses. Tras los Oscar se podrá ver en las plataformas de Amazon y Filmin. Para entonces seguramente consiga muchos más fans.
Ha cogido carrerilla en las últimas semanas y no hay quien la pare. Es Anora, la película de Sean Baker que ha sido analizada como la 'Pretty Woman' del siglo XXI y que en estos últimos días se ha convertido en la gran favorita en los Oscar. Ha obtenido premios como el Spirit Award (las mejores películas independientes), el del Sindicato de Productores, el de la Asociación de Críticos de Los Ángeles, el de la Crítica, el de la Prensa Internacional. Además, ya venía con la Palma de Oro del Festival de Cannes y hacía trece años (desde El árbol de la vida, de Terrence Malick) que no la conseguía una producción de EEUU. Para haber llegado al top de las predicciones que se manejan en Hollywood a todos estos galardones se le suma la sonrisa de la suerte: la caída en desgracia de Emilia Pérez, la que lo tenía todo para ser la gran ganadora de 2025.