Ciencia e inversión: así derrotó Castilla a Portugal en el Océano Pacífico
El historiador británico Roger Crowley, experto en historia naval, publica el ensayo 'Especias. La contienda del siglo XVI que dio forma al mundo moderno'
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En 1511, tres navíos portugueses zarpan desde Malaca para rastrear el origen del clavo y la nuez moscada, especias que valen su peso en oro y cuyo comercio controlan venecianos por la ruta terrestre de Asia continental a partir de Marco Polo, sin olvidar el tapón que ejerce otro imperio en ciernes en ese momento como es el otomano.
Lo que busca esa expedición comandada por Antonio de Abréu y Francisco Serrão es otra posibilidad: una ruta marítima que evite ese control y que les otorgue una ventaja increíblemente lucrativa para un mercado de altísima demanda y precios desorbitados en ese momento en Europa.
Al final de esa aventura están las Islas Molucas (en la actual Indonesia) también llamadas las Islas de las Especias, porque es el único lugar del mundo donde se producen entonces esas especias: cinco islas donde crece el clavo y tres islas donde crece la nuez moscada. El plan es tan simple como arriesgado: llegar allí antes que ningún otro europeo, establecer una base de comercio para obtener los bienes directamente de las islas y acercarse de paso a China, el imperio al otro lado del mundo, desde donde parten toda otra clase de productos fantásticos.
El plan es tan simple como arriesgado: llegar allí antes que ningún otro europeo
Comerciar directamente con las Indias y China, sin intermediarios, y controlar ese mercado significa en el siglo XVI prácticamente dominar el mundo. El plan portugués es, por cierto, el mismo que tenía Cristóbal Colón más de veinte años antes, en 1486, cuando se entrevistó con los Reyes Católicos en Alcalá de Henares. Como todo el mundo sabe se materializó en 1492, salió mal entonces y demasiado perfecto apenas unos años después. Nadie podía ni medio imaginar que la clave de bóveda de toda la cuestión no serían las especias en sí, sino la plata de un lugar llamado Potosí en la actual Bolivia.
Volviendo a los portugueses, para que los tres navíos de Serrão y Abreu puedan llegar a esas Islas Molucas, antes han tenido que conquistar Malaca, el centro más oriental del poder portugués, después de que, alentado por las noticias del viaje de Colón, Manuel I le comprara el plan a Vasco de Gama de lanzarse al otro lado del mundo por la costa de África. El marino consigue abrir la ruta al Índico en 1497 por el Cabo de Buena Esperanza. Catay y Cipango, es decir China y Japón, siempre al final del camino. Castilla y Portugal están luchando por el control del planeta.
Con la ruta de Vasco de Gama los portugueses habían llegado a las costas de la India y de ahí a ese puerto clave. ¿Y quién acompaña a Fernado Serrão en la toma de Malaca comandada por Alfonso de Albuquerque, en ese avance, salto a salto, para llegar al Pacífico? Otro portugués llamado Fernao de Magalhaes, y conocido mundialmente ahora por su nombre castellanizado: Fernando de Magallanes. El marino le presenta un plan de circunnavegación del mundo al rey Manuel I de Portugal que este rechaza. Rebotado de Lisboa no se da por vencido y lo repite ante Carlos I, que le da el visto bueno.
“No nos podemos imaginar ahora lo increíblemente valiosas que eran a principios del siglo XVI esas especias en Europa”, explica a El Confidencial el historiador británico Roger Crowley, que acaba de publicar
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No deja de tener su encanto observar a un británico, experto en historia naval como es Roger Crowley, escribir con gran pasión sobre la aventura marítima de los reinos ibéricos en el siglo XVI. Aún así, el libro de Crowley se ciñe a los 60 años que van desde la expedición de Francisco Serrão a las Molucas hasta la toma de Manila por parte de Miguel de Legazpi en 1570. Principio y final de una disputa por el mundo cuyo spoiler es que cayó del lado de los españoles, aunque la otra gran clave junto a la plata de Potosí esté a mitad de ese apasionante relato de portugueses y españoles en Asia: con las expediciones de García Jofré de Loaisa y Andrés de Urdaneta.
¿Tomó mejores decisiones la Monarquía Hispánica que el Reino de Portugal? Ahí está la inversión de Carlos I en el portugués Magallanes, como la de sus abuelos los reyes Católicos con el genovés Cristóbal Colón, y el momento en el que se decide renunciar a la guerra por las Islas Molucas, pero tal y como desarrolla Crowley la cuestión no está tan clara.
Cuando los portugueses consiguen con Francisco Serrão su base en las Molucas Portugal comienza a comerciar con las increíbles especias. Por otra parte, la toma de Malaca había dado ya la vuelta al mudo, lo que desata el espionaje veneciano por conseguir la llave del éxito portugués: los codiciados mapas y la ciencia de sus navegantes y cartógrafos: “Es el momento en el que se está produciendo el desarrollo de los mapas, los geógrafos están cartografiando el mundo y los portugueses tratan de mantener el secreto de sus avances y de sus rutas”, explica Crowley.
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Mientras tanto, la expedición española del portugués Magallanes (1519) aunque es un desastre total con múltiples motines, ejecuciones y desventuras, acaba también con éxito cuando Juan Sebastián El Cano completa, en 1522, la primera circunnavegación del mundo. En el viaje muere el propio Magallanes a manos de la tropas de Lapulapu, líder local de la isla de un archipiélago que descubren entonces los españoles y que será clave en su historia: las futuras Islas Filipinas.
Tras acusarse portugueses y españoles de incumplir los Tratados de Tordesillas con el que el papa Alejandro VI había arbitrado la disputa y dividido el mundo en dos para España y Portugal, Carlos I decide dar la batalla por las Molucas sin éxito: allí va la expedición de 1525 de García Jofré de Loaisa y un joven Andrés de Urdaneta, a quienes acompaña el propio Juan Sebastián Elcano. Aunque logran algunos éxitos no pueden mantenerse. Está, además, la cuestión geopolítica: las rutas que deben tomar los españoles no pueden pasar por la parte considerada de dominio portugués, de ahí el problema de la navegación de Castilla.
Al final, Carlos I da por perdida esa batalla por las Molucas pero aún no tiene planes ni posibilidad de alcanzar China a pesar de conocer ya el archipiélago de las Filipinas: “Cuando Carlos I decide vender su reclamación de las Molucas no puede aún pensar realmente en alcanzar China así que abandonan todo el proyecto porque en 1546 hacen tres viajes –en los que sigue Andrés de Urdaneta–, pero no pueden regresar, así que se dan por vencidos” explica Roger Crowley.
Carlos I da por perdida esa batalla por las Molucas pero aún no tiene planes ni posibilidad de alcanzar China
La historia es que después de renunciar a las Molucas, la travesía por el otro lado hacia América no es posible, porque no conocen una ruta adecuada con vientos favorables para volver a Acapulco: se puede ir fácil, pero no al revés y no se puede navegar por la parte del mundo que pertenece a los portugueses. Esa disputa está cerrada. Aún así, ya en esa década Álvaro de Urdaneta señala el archipiélago de las Filipinas en donde murió Fernando de Magallanes en el lejano 1519 como el lugar perfecto para establecer la base de comercio con China, por la distancia cercana y por su previsible fácil conquista.
“Sólo cuando Felipe II llega al trono y se da cuenta de que hay potencial en el Lejano Oriente, que hay que intentarlo otra vez, se abandona para siempre las Molucas con el objetivo de encontrar una base en Filipinas y comerciar desde allí. Para entonces ya sabían que los portugueses se habían establecido en Macao (China) y comerciado con Japón y que toda la cuestión de las especias debía concentrarse en China y Japón”.
Es entonces cuando se recurre al ya veterano Andrés de Urdaneta, que había participado en las expediciones de Loaysa y conocía esos mares. Consigue encontrar la ruta de vuelta desde Filipinas a Acapulco. “Es el fin para Portugal”, según el historiador británico, “es decir, mantendrán esas bases en Macao y Cantón, pero se darán cuenta también de lo difícil que es mantener un comercio con China, que no es un imperio como el de los europeos. La base en las Filipinas, en cambio, es perfecta”.
Sólo cuando Felipe II llega al trono se abandona para siempre las Molucas con el objetivo de encontrar una base en Filipinas
Con la conquista final por parte de Miguel de Legazpi y Urdaneta de Luzón, y el establecimiento de esa base hispana en Manila en 1570, a mitad de camino, se funda el Galeón de Manila o Nao de Acapulco, con la ventaja increíble de que esas especias y otros muchos productos más que ofrece el imperio asiático se intercambian por lo que más necesita China, que es precisamente la plata de América a donde había llegado por error Colón. Con la Nao de Acapulco y la moneda de aceptación mundial que es el Real de a Ocho castellano se funda un sistema financiero que lleva a la globalización. Para Crowley sin embargo, esa “fiebre del oro” que representa la plata española tendrá al final consecuencias funestas para el imperio español, a pesar de que duré al menos tres siglos más.
Roger Crowley lo define como el momento del aceleramiento mundial: “Esta época permitió un sistema de comercio global, tanto en términos de tener la moneda, como de poder transportar bienes por todo el mundo en todas direcciones, al haber llenado la brecha del Pacífico que se convierte en la “laguna española”. Alguien en Londres puede comerciar con China y como los chinos valoraban más la plata que el oro, en teoría se podía, mediante lo que en inglés llamamos arbitraje, intercambiar plata y obtener oro a cambio. Es un proceso muy largo. Pero si tienes todos los puntos de la cadena, en ambos sentidos, si tienes Macao, Manila, Acapulco, Veracruz, Sevilla y en sentido contrario tienes Goa, y Malaca hay una globalización”.
Quedan, por supuesto las críticas más modernas al sistema colonial sobre el que se funda este desarrollo global: ¿Benefició al mundo este siglo de exploraciones y avances? Para el británico no hay dudas: “Sí, creo que sí. Obviamente, están sucediendo cosas malas a toda esta población en todo el mundo, con las conquistas por la fuerza y las guerras, pero también mejora increíblemente la dieta de esa población, el sistema dentro del Océano Atlántico, el transporte de cultivos desde las Américas hasta África. Todo eso cambió y mejoró la dieta de África. Hay aspectos positivos y negativos, pero creo que podemos asegurar que el nivel de vida de la gente se benefició sin duda. Sobre la cuestión de que si hay que pedir perdón o no... nadie estaría libre de culpa. En Gran Bretaña está la cuestión del Imperio Británico en la India, al igual que las críticas recibidas por el español en México: todo imperio también cambia y potencialmente desarrolla el país al que se dirige”.
En 1511, tres navíos portugueses zarpan desde Malaca para rastrear el origen del clavo y la nuez moscada, especias que valen su peso en oro y cuyo comercio controlan venecianos por la ruta terrestre de Asia continental a partir de Marco Polo, sin olvidar el tapón que ejerce otro imperio en ciernes en ese momento como es el otomano.