Leonardo da Vinci fue un 'enchufado': pintó 'La Gioconda' gracias a que le recomendó su padre
Carlo Vecce, el mayor experto mundial en el genio renacentista, publica una colosal biografía en la que revela nuevos aspectos de la compleja relación del artista con su progenitor, un notario florentino que nunca le reconoció legalmente
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Leonardo da Vinci vivió hace más de cinco siglos, entre los años 1452 y 1519. Y aunque desde siempre se le ha considerado un genio y ha sido exhaustivamente estudiado, todavía se desconocen numerosos detalles sobre él. “Aún quedan cosas por descubrir de Leonardo, muchas cosas”, asegura Carlo Vecce, en la actualidad profesor de Literatura Italiana en la Universidad La Oriental de Nápoles, gran estudioso del Renacimiento y el mayor experto mundial en Leonardo da Vinci.
Vecce lleva décadas estudiando la figura del genio y, en los últimos años, se ha concentrado en rebuscar información sobre él en varios archivos, logrando sacar a la luz documentos que revelan datos hasta ahora desconocidos sobre Leonardo. Vecce, por ejemplo, descubrió hace unos años que la madre del artista fue una mujer procedente del Cáucaso, secuestrada, vendida como esclava varias veces y explotada laboral y sexualmente en Florencia. Vecce narró su vida en el libro titulado
Ahora, este experto publica
Leonardo era hijo ilegítimo. Pero mientras las anteriores biografías del artista presentaban a su padre bajo una luz negativa, como alguien que se habría aprovechado sexualmente de Caterina, la madre de Leonardo, el libro de Carlo Vecce lo muestra sin embargo bajo un prisma positivo: como un hombre que estuvo genuinamente enamorado de Caterina, que le ayudó a recuperar su libertad y a dejar de ser esclava y que le encontró un marido. “Por las convenciones sociales de la época, nunca se habría podido casar con ella. Pero Piero siempre se sintió responsable de Caterina y de Leonardo y durante toda su vida trató de ayudarles”, asegura Vecce a El Confidencial.
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A Leonardo su padre intentó darle una educación, pero al niño le aburría soberanamente estar sentado en una clase escuchando lecciones de aritmética o de gramática. Por fortuna, Piero se percató de que el chaval tenía talento como artista: solía robarle de su despacho papel y se pasaba los días dibujando, escondido en algún rincón. Optó por hacerlo ingresar como aprendiz en el taller del pintor y escultor Andrea Verrocchio, comenzando así la verdadera carrera de Leonardo en el mundo del arte.
Pero la intervención de Piero en la vida de Leonardo no terminó ahí. “Recomendó a su hijo para que le encargaran la realización de obras de arte. Casi todas las comisiones que Leonardo tuvo en Florencia las consiguió por enchufe de su padre, incluido el encargo de pintar La Gioconda”, nos cuenta Carlo Vecce.
Conseguirle trabajos a Leonardo no era algo sencillo. El artista era conocido en Florencia por aceptar encargos, cobrar por ello y no entregar luego las obras en los plazos acordados. “Eso era algo que con frecuencia sus contemporáneos le reprochaban. La biografía de Leonardo escrita por Vasari ya habla de él como un grandísimo artista que, sin embargo, no terminaba sus obras. Lo cierto es que Leonardo se concentraba en el momento de la creación, no le interesaba tanto hacer obras como pensarlas. No entregaba las obras porque no las consideraba nunca acabadas”, señala Vecce. Y a eso se suma que el artista era un manirroto: en cuanto cobraba el dinero de un encargo, se lo gastaba. “Se podría comprar por ejemplo un buen caballo, que para la época era como comprarse un Ferrari”, destaca Vecce.
Proceso por sodomía
Pero el gran escándalo en la vida de Leonardo tuvo lugar cuando, en 1476, fue acusado por la Signoria (el órgano de gobierno de Florencia durante la Edad Media) de mantener relaciones sexuales con otro hombre, algo que en la época se consideraba contra natura, contra la ley humana y la ley divina y que incluso podía ser castigado con la pena de muerte. Leonardo fue declarado inocente, pero toda Florencia se enteró de que había sido acusado de sodomía. Lo sucedido, según Carlo Vecce, marcó profundamente la vida sentimental de Leonardo que, a partir de entonces, decidió llevar una existencia discreta y posiblemente optó por el celibato. Aun así hay indicios de que Leonardo mantuvo relaciones afectivas, probablemente sólo platónicas, con algunos de sus asistentes, sobre todo, con Gian Giacomo Caprotti da Oreno (Salai) y Francesco Melzi.
Aunque Leonardo fue declarado inocente de sodomía y contó durante todo el proceso con el apoyo de su padre, esa acusación dañó tanto su imagen y su reputación que se vio obligado a abandonar Florencia y trasladarse a Milán. “No sabemos exactamente cuál era la relación de Leonardo con su padre, en sus miles y miles de documentos sólo una única vez hace referencia a él, cuando muere. Imagino que la relación de Leonardo con su padre fue difícil, aunque este siempre trató de ayudarlo. Pero, probablemente, Leonardo nunca le perdonó el que los abandonara a él y a su madre. Para él fue un trauma que le marcó durante toda su vida”, sostiene Vecce.
"Aunque contó con la admiración de príncipes y de reyes, la vida de Leonardo fue en realidad muy difícil, una constante lucha por la existencia"
Uno de los varios falsos mitos sobre Leonardo que siguen vigentes es el que le retrata como un artista que siempre vivió momentos de gloria y que contó con la admiración de príncipes y de reyes. Pero para el profesor Vecce la vida de Leonardo fue en realidad muy difícil, una constante lucha por la existencia. “Nació hijo de esclava, porque su madre sólo recobró la libertad a los seis meses de traerle al mundo. Nunca fue reconocido por su padre. Leonardo nunca tuvo derecho a un apellido (el ‘da Vinci’ significa sólo que era de la localidad de Vinci), nunca tuvo familia. En Florencia, una ciudad con grandes diferencias sociales, nunca se sintió bien. Sus primeros años fueron de gran dificultad, hizo de hecho muy pocas obras”.
Fue al trasladarse a Milán cuando Leonardo encontró su propio camino. “En Milán se convierte en un hombre universal, sin confines ni barreras”, destaca el autor de Vida de Leonardo. “La lucha constante por la libertad marcó su vida. Quizás por haber nacido en condiciones difíciles, Leonardo se empeñó en ser un hombre libre, en poder hacer lo que quisiera, en poder arriesgar, exponerse. Y esa libertad es algo extraordinario en su época”, subraya Vecce.
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Ese afán por arriesgar le llevó en ocasiones a fracasos importantes. Sus fallos fueron casi siempre producto de sus ansias por experimentar y de buscar nuevas vías. La pintura al fresco, por ejemplo, no le gustaba, porque le obligaba a pintar muy rápidamente y Leonardo era reflexivo y le gustaba ir despacio, pensar detenidamente cada pincelada. Para resolver el problema, experimentó con la posibilidad de pintar sobre paredes utilizando óleo, una pintura que permite tiempos mucho más dilatados que el fresco. Fue prácticamente el primero en ensayar esa técnica, empleándola en la ejecución de la famosa La Última Cena en Milán en el refectorio del convento dominico de Santa Maria delle Grazie en Milán. Sin embargo, el experimento salió mal y la obra empezó a disgregarse, a destruirse, ya en vida del propio Leonardo y cuando sólo habían transcurrido 10-20 años de su realización.
“A veces, buscando la solución a un problema, Leonardo se obsesionaba. Le obsesionaba, por ejemplo, el problema de la cuadratura del círculo. Y también se obsesionó con el sueño de crear una máquina que fuera capaz de funcionar eternamente. Al sueño de volar también le dedicó muchas energías. Hay que tener en cuenta que Leonardo no conocía ciertas leyes de la física y de la química, era autodidacta y en sus manuscritos se observan de hecho errores al hacer sumas, multiplicaciones o raíces cuadradas”, afirma su biógrafo.
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Leonardo solía dedicar sus días al estudio, a escribir y a la contemplación de la naturaleza. Si veía un árbol bonito, pongamos por caso, se dedicaba a observarlo, a pintarlo, a contemplar el reflejo de la luz en sus hojas en varios momentos del día… Podía estar horas y horas analizándolo, según nos cuenta Vecce. Empleaba muchísimo más tiempo en observar la naturaleza y en pensar un cuadro que en la realización de esa obra de arte en cuestión. “Le interesaba mucho más el trabajo intelectual que el artístico. Destinaba poco tiempo a pintar, pero siempre estaba trabajando con la cabeza, 24 horas al día. Dedicaba años de estudio a sus cuadros. Consideraba que para ser capaz de representar la realidad, tenía que conocerla como si la hubiera creado él, como si él fuera el propio dios”, destaca Vecce.
Varias películas y series se empeñan en presentar a Leonardo como un genio oscuro, enigmático, misterioso. “La realidad es que era una persona muy abierta, muy disponible a los demás, a la que le gustaba mucho conversar. No era un genio solitario, sino una persona sociable y que disfrutaba comunicándose con otros”, revela el profesor Carlo Vecce. La prueba de esa apertura es que Leonardo tuvo amigos de todas las clases sociales: desde el rey de Francia hasta príncipes, cardenales, intelectuales como Maquiavelo o humildes carpinteros, agricultores o frailes franciscanos. Leonardo viajaba mucho, y la hipótesis de Carlo Vecce es que solía pernoctar en conventos franciscanos, donde había instalaciones para acoger a peregrinos.
“La de Leonardo fue una vida difícil, pero yo creo que fue feliz. Lucho por la libertad, y al final consiguió hacer todo aquello que quería, y esa es la esencia de la felicidad. Leonardo tuvo la valentía de ir en contra de los prejuicios de la sociedad de su época, tuvo que luchar mucho, pero creo que tuvo grandes momentos de felicidad”, concluye su biógrafo.
Leonardo da Vinci vivió hace más de cinco siglos, entre los años 1452 y 1519. Y aunque desde siempre se le ha considerado un genio y ha sido exhaustivamente estudiado, todavía se desconocen numerosos detalles sobre él. “Aún quedan cosas por descubrir de Leonardo, muchas cosas”, asegura Carlo Vecce, en la actualidad profesor de Literatura Italiana en la Universidad La Oriental de Nápoles, gran estudioso del Renacimiento y el mayor experto mundial en Leonardo da Vinci.