El primer cancelado de España: "Lo mío fue una broma en comparación con lo que vino después"
En 2011 'El País' despidió fulminantemente a Nacho Vigalondo por un tuit en el que "bromeaba" sobre el Holocausto. Ahora habla sobre las cancelaciones actuales, como la de Karla Sofía Gascón, y sobre su nueva película 'Daniela Forever'
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Acababa de comenzar el año 2011 y el director Nacho Vigalondo sufría los inconvenientes de publicar unos tuits poco acertados. O, por decirlo de otro modo, la famosísima y polémica cultura de la cancelación. "Ahora que tengo más de cincuenta mil followers y me he tomado cuatro vinos podré decir mi mensaje: ¡El Holocausto fue un montaje!", bromeaba en Twitter el director que en 2008 había sido nominado al Goya por Los cronocrímenes. El diario El País, donde el cineasta tenía entonces un blog, fue tajante y lo despidió ipso facto. Hace más de diez años, pero hay cosas que no cambian nunca: es inevitable acordarse del reciente caso de Karla Sofía Gascón cuando uno navega un poco en los que probablemente serán algunos de los recuerdos más amargos de Vigalondo.
Pero de la cancelación también se sale y él es la prueba rediviva. Tras nueve años, el director estrena ahora una nueva película: Daniela forever, filme de corte un poco experimental (aunque su autor no está de acuerdo con el término) que en realidad habla sobre el luto, como justamente acaba de hacer también Intermezzo, de ese fenómeno de ventas que es Sally Rooney.
En la película, Nicolas (un Henry Golding paseando libremente por Madrid, lo que de primeras choca un poco) pierde a su novia, Daniela (Beatrice Grannò) en un accidente de tráfico, y la depresión le llevará a tomar medidas desesperadas, como apuntarse a un ensayo clínico que le permitirá tener sueños lúcidos y volver a ver a Daniela cada noche. Un poco a caballo entre Origen y Olvídate de mí, con ecos irremediablemente blackmirrorianos (es innegable el poso que la serie británica ha dejado en el imaginario contemporáneo), Vigalondo nos retrata la obsesión y la pérdida, pero entre sueños. Acompañan a Golding actores patrios como Aura Garrido, Nathalie Poza, Rubén Ochandiano con un color de pelo fantasía, e incluso cuenta con una aparición de Itziar Castro, fallecida en 2023.
Hablamos con él de su película (y otras cuestiones).
PREGUNTA. Estarás harto de esta pregunta pero te la tengo que hacer: ¿Qué opinas de todo lo que está sucediendo con Karla Sofía Gascón? Porque a ti te toca de cerca.
RESPUESTA. Bueno... de cerca no tanto, de lo mío ya hace bastantes años. El caso de Karla Sofía Gascón es diferente al de Guillermo Zapata o yo mismo, porque ahí estábamos haciendo chistes que era muy fácil descontextualizar y hacer una lectura maligna de nuestras personas. Lo de Gascón tiene una gravedad distinta porque ahí no hay un chiste, sino que el problema es quién era ella cuando escribió esos tuits o la persona que es ahora. El debate quizá es si es legítimo repudiar el trabajo de una persona en función de su ideología, por mucho rechazo que nos genere. Y es un tema que creo que aún está por resolver. Yo, a un título muy personal, no soy amigo de las condenas ni de los exilios, y a mí me gustaría que Karla Sofía Gascón tuviera su oportunidad de hacer una reflexión sobre lo que ha escrito y lo que afecta a quien esté al otro lado.
"No soy amigo de las condenas ni de los exilios, y a mí me gustaría que Karla Sofía Gascón tuviera su oportunidad de hacer una reflexión"
P. ¿Crees que hemos aprendido algo de las redes sociales en los últimos años o vamos a peor?
R. Pues no sé, es que lo mío fue un poco de juguete, si te paras a pensarlo. Lo terrorífico que me pasó a mí es que como era de los primeros casos en España, o quizá el primero (aunque sucedió de forma simultánea en varios países) ante la ausencia de precedentes, yo no sabía cuál era el alcance del asunto, cómo se iba a terminar o cuándo. Ahora en perspectiva me parece una broma en comparación con lo que ha venido después, con gente que incluso ha tenido que ir a juicio, por culpa muchas veces de la mala fe al otro lado.
P. Pero supongo que tu reflexión después de estos años es que de la cancelación también se sale.
R. Con lo mío, las únicas personas que se tomaron en serio mis palabras no son las que leyeron el tuit, sino ciertos titulares. En mi caso, conociéndome a mí y en su contexto, no tenían ninguna doble lectura, se tenía que ver que era una broma. Si pudiera viajar al pasado me calmaría a mí mismo y me diría: tío, esto no es nada. Pero no quiero ser tan egoísta como para pensar que lo que me pasa a mí es lo que le pasa a todos. En la ficción somos amantes de la redención y creo que eso también se debe aplicar en la vida real. Aunque no me toca a mí ni juzgar ni perdonar a Gascón, eso es cosa de otros.
P. Yendo a la película, el tono es bastante experimental, no sé qué le dirías a una persona que fuera a verla creyendo que va a ver una comedia romántica...
R. A ver, es que a mí eso de "experimental" no me gusta cuando remite a un supuesto elitismo del espectador, como si estuvieras haciendo una selección de los más listos de la clase. Para mí, experimental significa contar las cosas de una manera nueva como servicio al espectador, algo original y diferente. A veces siento que muchas películas, sobre todo recientemente, se apoyan demasiado en la repetición por miedo o desconfianza hacia el espectador. Lo que yo quiero es justamente eso: hacer algo diferente, tener una confianza completa en el espectador. A mí lo que me jode o me aburre son las películas que no son distintas.
P. No quería decir experimental como algo peyorativo. Es que, por ejemplo, experimentas y juegas mucho con los cambios de cámara. De hecho, la película recuerda en algunas ocasiones a Origen o a Olvídate de mí.
R. Sí, es que justamente esas referencias que me cuentas no son precisamente películas recónditas. Son de gran público. De hecho, cuando pones esas referencias en un guion, hay gente en centros financieros que le hacen los ojos chiribitas porque saben que es un territorio querido por el público.
P. Eso es verdad. ¿De dónde surgió la idea?
R. Pues, como siempre, es una mezcla de cosas. El concepto de "sueños lúcidos" me fascina desde hace tiempo. O sea, me volvía loco que un concepto que se puede asociar a la ciencia ficción sea real y se pueda experimentar con disciplina mental, la posibilidad de ser consciente de que estás soñando mientras sueñas (aquí, mediante una pastilla) es, para mí, como El mago de Oz o Matrix...
P. ¿Los has tenido alguna vez?
R. No, no. Con la mente que yo tengo lamentablemente como mucho he conseguido hacer meditación, que ya es un esfuerzo titánico para mí.
P. Es verdad que ahora que muchas personas vuelven a recurrir al psicoanálisis, esa parte surrealista de los sueños está muy presente con la idea de analizarse a uno mismo...
R. Pero no sé si hablar de surrealismo en esta película es correcto, porque los sueños son una ventana al subconsciente, pero aquí se niega eso desde un principio. En vez de zambullirte en el subconsciente, lo asfaltas y te construyes un espacio a medida. Es lo contrario de lo que solemos ver en películas donde aparecen sueños.
"Con la mente que yo tengo no podría tener sueños lúcidos. Lo máximo que he conseguido es practicar meditación"
P. También me ha llamado la atención que en los últimos años cada vez se producen más películas en inglés, con actores extranjeros. Ya no nos sorprende tanto ver a Henry Golding paseando por Madrid con actores españoles hablándole en inglés, algo que antes era impensable. ¿Crees que se está homogeneizando la manera de contar historias?
R. Creo que más bien la manera de contar la historia no depende tanto del casting. Para mí, que Henry Golding quisiera hacer la película fue un sueño porque le admiro mucho, pero lo que suele pasar es que si grabas en inglés y con un actor extranjero ya lo primero que te ofrecen es rodar en Londres o Nueva York. Para que no pasara eso tuve que reescribir un poco el guion y así él se convertía en un visitante de la ciudad, quería que Madrid fuera reconocible y un personaje más en la historia. Y creo que ha quedado muy bonita, la verdad.
P. Desde Los cronocrímenes hasta ahora, ¿notas que ha madurado tu forma de cine o te obsesionan los mismos temas?
R. Bueno, creo que las dos cosas...
P. Son compatibles, ¿no?
R. Sí, uno puede estar obsesionado con determinados temas pero que su manera de rodar cambie constantemente. Una cosa es lo que te motiva y otra el lenguaje. Yo quiero creer que voy afilando el lapicero, pero no está claro. Esto no es como ser un deportista y que tu marca vaya mejorando, no es algo matemático y medible. Al final el único juicio definitivo es el paso del tiempo y la única valoración válida es si dentro de unos años revisando lo que haces seguirá aguantando, si habrá sobrevivido a ese paso del tiempo. Tendría que mirarme desde el futuro y ver cómo han aguantado mis películas.
P. Y, para finalizar, ¿con qué proyectos estás?
R. Es de las pocas ocasiones en las que presentando un proyecto ya puedo hablar del siguiente: Superstar, para Netflix, producida por Los Javis. Y estoy loco de ganas de que lo veáis, la verdad.
Acababa de comenzar el año 2011 y el director Nacho Vigalondo sufría los inconvenientes de publicar unos tuits poco acertados. O, por decirlo de otro modo, la famosísima y polémica cultura de la cancelación. "Ahora que tengo más de cincuenta mil followers y me he tomado cuatro vinos podré decir mi mensaje: ¡El Holocausto fue un montaje!", bromeaba en Twitter el director que en 2008 había sido nominado al Goya por Los cronocrímenes. El diario El País, donde el cineasta tenía entonces un blog, fue tajante y lo despidió ipso facto. Hace más de diez años, pero hay cosas que no cambian nunca: es inevitable acordarse del reciente caso de Karla Sofía Gascón cuando uno navega un poco en los que probablemente serán algunos de los recuerdos más amargos de Vigalondo.