Las razones por las que los yacimientos de España están plagados de cabezas cortadas
Un estudio ha revelado nueva información sobre la procedencia de las víctimas. Hay varias hipótesis sobre las decapitaciones, que se observan especialmente en Cataluña
:format(jpg)/f.elconfidencial.com%2Foriginal%2F4fd%2F254%2Fb9e%2F4fd254b9ebb83fb8b01052df66ae0026.jpg)
La Edad de Hierro en la Península Ibérica fue tan brutal como en cualquier otro lugar de la Tierra, pero quizá a nuestros ojos contemporáneos podría sorprenderles una macabra práctica que se puso de moda conforme la violencia política se extendía: clavar cabezas decapitadas en las paredes. Con la idea de averiguar al fin el motivo detrás de tan cruenta práctica, un equipo de investigadores ha aplicado análisis de isótopos estables a siete de estos huesos sin cuerpo, revelando nueva información sobre la procedencia de las víctimas. El estudio se ha publicado en Journal of Archaeological Science.
La "moda" -por llamarlo de algún modo- de las decapitaciones parece que habría empezado en el siglo VI a.C., en un momento en que el conflicto alcanzó nuevas cuotas en la región que hoy es Cataluña. Se han descubierto asentamientos fortificados de la época, armas en tumbas y cuerpos con heridas sin cicatrizar, lo que indica que probablemente fueron heridas mortales.
También aparecen en el registro arqueológico cráneos decapitados, algunos de los cuales presentan signos de haber sido tratados con aceite de cedro y otros productos químicos. Según los autores del estudio, estas manipulaciones apuntan a la "existencia de especialistas o individuos con conocimientos específicos en ello. Pensamos que se trata de una actividad que se realizó con cierta regularidad".
Muchas de las cabezas cortadas se clavaban en las paredes, formando exposiciones horripilantes que han inspirado numerosas interpretaciones y teorías sobre su función. Principalmente se han establecido tres: se exhibían en las paredes de las casas y pertenecían a enemigos o individuos que se habían enfrentado a castigos. También se han descubierto dentro de fosos e interpretado como ofrendas. Unos terceros se han encontrado dentro de espacios domésticos, interpretados en esa ocasión como pertenecientes a los enemigos más importantes.
Una hipótesis es que los cráneos se exhibían en las paredes de las casas cuando pertenecían a enemigos que se habían enfrentado a castigos
Para conocer más sobre esta inquietante práctica, los autores del estudio analizaron cuatro cráneos del yacimiento de Puig Castellar en Barcelona y tres del yacimiento más grande de Ullastret en Girona. Al comparar los datos isotópicos con los obtenidos de plantas y animales locales, descubrieron que una de las cabezas de Puig Castellar provenía de un lugareño, mientras que las otras tres pertenecían a individuos extranjeros. El hecho de que los cuatro fueran encontrados en zonas de “gran exposición pública, como la puerta de entrada del asentamiento”, lleva a los autores del estudio a sospechar que probablemente se trataba de “ trofeos de guerra".
En Ullastret, dos cabezas resultaron ser locales, ambas expuestas en entornos domésticos. “Esta información puede apoyar la hipótesis de que los restos expuestos serían habitantes importantes del asentamiento, posiblemente venerados o reivindicados por la sociedad, tal vez asociados a grupos familiares o facciones rivales que competían por el poder”, escriben los autores del estudio.
El tercer cráneo de Ullastret pertenecía a un forastero y fue hallado en un pozo, lo que puede alinearse con la hipótesis de que eran cabezas cortadas de enemigos, traídas como trofeos y almacenadas. Es una práctica ya documentada por los galos del sur de Francia.
En general, los investigadores concluyen que los individuos elegidos para ser decapitados “no parecen haber sido seleccionados al azar”, aunque parece que la tendencia a la decapitación se inspiró en múltiples factores y se practicó por diversas razones. Por ejemplo, los autores afirman que “en Puig Castellar, las cabezas cortadas en espacios públicos podían demostrar poder, venerar a miembros importantes de la comunidad o intimidar a los enemigos". Mientras tanto, “en Ullastret, la ubicación de las cabezas en zonas expuestas sugiere que eran habitantes importantes, venerados por la sociedad local”.
La Edad de Hierro en la Península Ibérica fue tan brutal como en cualquier otro lugar de la Tierra, pero quizá a nuestros ojos contemporáneos podría sorprenderles una macabra práctica que se puso de moda conforme la violencia política se extendía: clavar cabezas decapitadas en las paredes. Con la idea de averiguar al fin el motivo detrás de tan cruenta práctica, un equipo de investigadores ha aplicado análisis de isótopos estables a siete de estos huesos sin cuerpo, revelando nueva información sobre la procedencia de las víctimas. El estudio se ha publicado en Journal of Archaeological Science.